Sabíamos que las esferas espaciales estaban en algún punto del universo. Tenemos una nueva teoría sobre su origen

Sabíamos que las esferas espaciales estaban en algún punto del universo. Tenemos una nueva teoría sobre su origen

El universo está repleto de objetos esféricos: estrellas, planetas, agujeros negros y una parte de los satélites que podemos encontrar en nuestro entorno tienen formas más o menos redondas. Sin embargo hay otro tipo de esferas (o más bien otros tipos), esferas que no están formadas de materia compacta pero cuya naturaleza circular puede ser captada por nuestros instrumentos.

Teleios. Hace unos días, un equipo internacional liderado por investigadores de la Western Sydney University anunciaba el descubrimiento de un singular objeto esférico ubicado en nuestra propia galaxia. Aunque la principal hipótesis sobre el origen de este objeto esté en el estallido de una supernova de tipo Ia, el equipo admitió que algunas piezas no encajaban. Esto deja la puerta abierta a distintas posibilidades.

Uno de los detalles que sabemos de este objeto es que puede detectarse “casi exclusivamente” en frecuencias de radio, algo no tan convencional en este tipo de objetos. Este y otros detalles del descubrimiento convierten al objeto en un inmenso enigma. Un enigma del que no escapa siquiera su ubicación.

El problema de la distancia. Sabemos que esta esfera se encuentra a una distancia no muy grande de nuestro sistema solar, en el interior de la Vía Láctea. El problema es que el equipo responsable de su estudio solo ha podido delimitar dos posibles distancias a las que podría encontrarse el objeto: bien a alrededor de 7.175 años-luz de nosotros, o bien a unos 25.114 años luz de nuestra ubicación.

Esto tiene una implicación evidente y es que tampoco sabemos qué tamaño tiene esta esfera. Si suponemos que se ubica en el punto más cercano, su tamaño sería de unos 45,7 años luz en diámetro. Sin embargo podría también estar más lejos y ser más grande: tendría más bien 156,6 años luz de longitud si se encontrara en la ubicación más lejana contemplada.

Edad desconocida. El tamaño tiene a su vez una implicación temporal. Al tratarse de una explosión, el objeto se habría formado de dentro hacia afuera, como una onda expansiva. Es decir, si el radio de esta explosión es más largo, nos encontraríamos ante un estallido ocurrido hace más tiempo que si estuviéramos observando un radio más corto.

Las estimaciones del equipo señalan que, de ubicarse en el punto más cercano, la supernova que habría dejado tras de sí este remanente se habría dado hace menos de un milenio; mientras que si de la ubicación lejana se tratara, estaríamos hablando de un evento acontecido hace más de 10.000 años.

El problema de los rayos X. Uno de los enigmas que rodean a Teleios tiene que ver con los rayos X o, más bien, con la ausencia de estos. Los modelos empleados por el equipo sugieren que los remanentes de una supernova como la detectada deberían emitir radiación no solo en frecuencias de radio sino también en rayos X.

Las supernovas tipo Iax. El hecho de que este no sea el caso ha llevado al equipo a plantear una hipótesis algo distinta: que no se trate de los remanentes de una supernova de tipo Ia sino de una de tipo Iax. Las supernovas Iax son un subtipo de las primeras. Las supernovas Ia se producen en sistemas binarios dominados por una estrella enana blanca que va absorbiendo materia de su estrella compañera hasta alcanzar una masa crítica que la lleva a explotar.

Las explosiones de este tipo de supernovas son muy predecibles: como siempre estallan al alcanzar las mismas condiciones críticas, estas supernovas brillan con una intensidad predecible. Pero no siempre: existen casos en los que el estallido es de menor velocidad y luminosidad. Algo que hace singular a estas supernovas es que dejan tras de sí un importante remanente, una “estrella zombi” que no podemos encontrar en las supernovas Ia convencionales.

Esta hipótesis sin embargo plantea otro problema, y es que para que este fuera el caso, Teleios tendría que estar mucho más cerca de nuestro planeta de lo que las estimaciones del propio equipo planteaban. Como señalan, ninguna de las hipótesis planteadas puede responder todas las cuestiones que plantea este enigmático objeto, por lo que serán necesarias más observaciones y determinar con exactitud qué es lo que tenemos delante.

ASKAP. El hallazgo de G305.4–2.2, otra designación para Teleios, fue realizado en el contexto de la creación del Mapa Evolutivo del Universo o EMU (Evolutionary Map of the Universe), un trabajo realizado por el observatorio ASKAP (Australian Square Kilometre Array Pathfinder).

El equipo envió recientemente un artículo a la revista Publications of the Astronomical Society of Australia detallando los pormenores del hallazgo. El borrador, aún en revisión, puede consultarse a través del repositorio arXiv.

ORCS. En los últimos años se ha hecho relativamente común toparnos con extraños objetos circulares con cierto parecido a Teleios. Algunos de estos objetos suelen ser clasificados como círculo extraño de radio u ORCS (Odd Radio Circles), un nombre que ya da cuenta de la extrañeza que generan en los astrónomos.

Estos círculos suelen producirse en el espacio intergaláctico por lo que la escala en la que se dan es distinta a la de Teleios. Inicialmente catalogados como supernovas, estos círculos aún siguen planteando un importante enigma para los astrónomos.

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Imagen | Supernova Tycho, NASA/CXC/SAO/JPL-Caltech/MPIA/Calar Alto/O. Krause et al. 

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El cerebro trabaja el doble de lo que creíamos mientras dormimos. Al menos en lo que respecta a las memorias

El cerebro trabaja el doble de lo que creíamos mientras dormimos. Al menos en lo que respecta a las memorias

El sueño continúa siendo uno de los grandes enigmas para quienes lo estudian, ya sea desde la perspectiva de la evolución o desde el punto de vista de la medicina. Sabemos que el sueño es importante para nuestro bienestar fisiológico y psicológico. Durante décadas de estudio hemos ido descubriendo algunas de las cosas que convierten al sueño en algo más que un simple periodo de reposo.

Y seguimos descubriendo nuevos detalles.

Preparando la lección. Un nuevo estudio ha observado que, durante el sueño, las neuronas del hipocampo se predisponen para el aprendizaje de lo que vendrá en la jornada siguiente. El estudio nos permite ahora comprender nuevas maneras en las que el sueño se convierte en un factor fundamental en la consolidación de nuestros recuerdos en la memoria.

Sueño y memoria. El sueño es imprescindible para el descanso, pero sabemos que es más que eso. Durante el tiempo que permanecemos durmiendo nuestro cerebro pasa por una serie de etapas en las que alterna periodos de mayor y menor actividad en algunas de las cuales también soñamos.

Sabemos por ejemplo que durante estas horas el cerebro realiza algunas “tareas de mantenimiento”, como una suerte de limpieza interna. Sabemos también que el sueño es clave en la memoria, pero solíamos pensar que esto sucedía a posteriori, es decir, que el cerebro aprovechaba este periodo para “afianzar” las memorias y las conexiones neuronales que las sustentan. El nuevo estudio indica que lo contrario también podría ser cierto.

Engramas. El estudio se fijó en los llamados engramas, las interconexiones que permiten que algo aparentemente abstracto como la memoria se vea reflejado en nuestro cerebro. Estos engramas vienen construidos por una serie de neuronas especializadas, las células engrama.

El nuevo estudio detectó una nueva población de neuronas de este tipo a las que denominó “engram-to-be cells”, una suerte de “células pre-engrama”. Este grupo de neuronas mostraba una sincronización creciente durante el sueño post-aprendizaje, explica el equipo. Sin embargo lo que detectó el equipo es que tras esto, esta población de células lo que hacía era codificar una nueva (futura) experiencia de aprendizaje.

Nuevas técnicas. Según explica el equipo responsable del estudio, el análisis fue realizado recurriendo a sistemas de imagen avanzados que combinaban visualización a través del calcio con etiquetado de las células engrama. Esto permitió al equipo medir la actividad neuronal de ratones antes, durante y después de experiencias de aprendizaje.

Tras detectar el curioso fenómeno de las “células pre-engrama”, el equipo creó un modelo de red neural para simular la actividad del hipocampo. Este modelo permitió estudiar los mecanismos de ajuste que interconectaban neuronas y sueño y cómo estos resultaban esenciales en la aparición de esta población de neuronas.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Nature Communications.

Doble trabajo. Este proceso de afianzamiento de las estructuras que constituirán nuevas memorias se produce de forma simultánea y sin perjuicio del proceso de consolidación a posteriori descrito en análisis previos y también observado en el reciente estudio.

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Imagen | Craig Adderley

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Atrasar la menopausia es más que una carrera contra la edad: es una lucha para mejorar la calidad de vida

Atrasar la menopausia es más que una carrera contra la edad: es una lucha para mejorar la calidad de vida

Durante toda la existencia de nuestra especie, hemos dado la menopausia por hecho, una ineludible etapa de la vida de las mujeres, para algunas llevadera, para otras más sufrida. Sin embargo las últimas décadas nos han servido para aprender mucho de la salud reproductiva femenina, y ese aprendizaje ha abierto la puerta a algo que parecería impensable: atrasar e incluso acabar con la menopausia.

Para luchar contra algo, el primer paso es comprenderlo, y quizás no nos venga mal aclarar este concepto. La menopausia es la etapa que marca el fin de la vida reproductiva femenina, pero acarrea consigo una serie de cambios que van más allá del mero fin de las menstruaciones.

La menopausia suele darse en mujeres de edades comprendidas entre los 45 y los 55 años y es el proceso marcado por el fin de la capacidad reproductiva de las mujeres. A menudo se utiliza el término “perimenopausia” para referirse al periodo de transición, un periodo que suele extenderse varios años.

Durante la perimenopausia, se experimentan cambios tanto en el ciclo menstrual, que puede alargarse o acortarse; y en el nivel de estrógenos producidos por estos órganos. También cae la producción de progesterona. “A diferencia de otros órganos, los ovarios experimentas un envejecimiento acelerado, con una caída drástica en su funcionalidad que comienza en los 30”, explicaba a National Geographic Zev Williams, director del Centro para la Fertilidad de la Universidad de Columbia.

La menopausia no solo implica cambios a nivel interno sino que también tiene efectos muy palpables para quien la atraviesa. Los sofocos son quizás el síntoma que más fuertemente asociamos a este proceso, aunque todos los síntomas dependen del caso. La lista de síntomas comunes incluye, además de cambios en la regularidad menstrual y sofocos, latidos cardíacos fuertes o acelerados, sudores nocturnos, enrojecimiento de la piel, o problemas para dormir. También pueden darse cambios en la vagina que lleven a dolores durante las relaciones sexuales, escapes de orina e infecciones más frecuentes.

La menopausia no es común en el reino animal: tan solo unas pocas especies llegan al fin de su etapa reproductiva a lo largo de su vida, lo que ha intrigado a los expertos desde hace años. ¿Tiene algún sentido evolutivo? Lo cierto es que no lo sabemos, por lo que existen distintas hipótesis para explicar este fenómeno.

Una de ellas es la hipótesis de la abuela. Esta hipótesis propone que vivir pasada la etapa reproductiva podría haber ayudado a nuestras antepasadas a tomar un papel más allá de la cría de la primera generación de descendientes. Es decir, permitir a las abuelas cuidar de sus nietos u otros familiares sin tener hijos propios a los que atender.

También hay quienes creen que la menopausia no se debe a nuestra evolución sino que es efecto de nuestra creciente esperanza de vida. Si bien es cierto que el ser humano tiene una esperanza de vida relativamente larga y cada vez más extensa, hay que tener en cuenta que a lo largo de la historia no habría sido extraño ver a mujeres alcanzando el fin de su etapa reproductiva.

Y es que sí, la esperanza de vida al nacer ha cambiado mucho, pero la esperanza de vida cumplida una edad lo ha hecho en menor medida. Por ejemplo, en la década de 1840, la esperanza de vida de una persona alcanzados los 10 años era de más de 57 años. Más de 60 una vez cumplidos los 20.

Acabando con la menopausia

Al nacer, los óvulos que irán dando pie a la siguiente generación ya están situados en los ovarios. Podríamos pensar que, al tratarse de un número limitado de óvulos, estirar la cantidad de ciclos menstruales sería imposible, pero lo cierto es que el número de óvulos con los que se nace da para varias vidas, ya que este número ronda entre el millón y los dos millones de gametos. Estos van desapareciendo, pero se estima que durante la pubertad el número de oocitos es de unos 300.000.

La menopausia no es consecuencia directa del agotamiento de estas células sino del envejecimiento de los órganos que las albergan, los ovarios. La posibilidad de retrasar el envejecimiento de estos órganos abre una vía a prolongar su vida reproductiva y su papel endocrino.

Una de las técnicas prometedoras en este contexto es el congelado de tejido ovárico. Esta es una técnica ideada para simplificar el proceso de extracción de óvulos en personas con cáncer que quieren mantener su fertilidad después de tratamientos muy agresivos.

La técnica, aún experimental, se basa en extraer tejido del órgano, congelarlo y después reimplantarlo, podría abrir el camino atrasar el proceso menopáusico. Según sus desarrolladores, a la hora de reimplantar el tejido, este podría reimplantarse en sesiones sucesivas, alargando así poco a poco la edad fértil de quien decida someterse al tratamiento. Los desarrolladores de la técnica publicaron el año pasado un artículo en la revista American Journal of Obstetrics & Gynecology en el que detallaban su propuesta.

La rapamicina es un compuesto que podría ayudarnos a lograr atrasar la menopausia sin necesidad de pasar por quirófano. Se trata de un fármaco ya conocido, derivado de una bacteria, Streptomyces hygroscopicus, y empleado en otros contextos por sus propiedades inmunosupresoras y antiproliferativas.

Recientemente, un equipo liderado por Williams, puso a prueba este fármaco. El tratamiento parte de la capacidad de este compuesto para inhibir una proteína relacionada con el envejecimiento, denominada mTOR. Los resultados provisionales del estudio daban lugar al optimismo, pero aún estaríamos en etapas tempranas de la investigación.

A menudo si nos hemos preguntado si podemos hacer algo también tenemos que preguntarnos si es buena idea hacerlo. O cuanto menos preguntarnos, ¿y todo esto para qué? La respuesta en este caso puede ser tan sencilla como mejorar la vida de las personas que atraviesan esta etapa, cuyos síntomas pueden acarrear una pérdida de calidad de vida y cuyas consecuencias pueden ser complicadas de encajar en ocasiones. Pero aún hay más.

Porque tratar de atajar la menopausia también nos puede servid como motivación a la hora de comprenderla mejor, lo que podría llevarnos a solucionar problemas indirectamente vinculados. Por ejemplo, sabemos que la aparición tardía de la menopausia se ha asociado con una menor pérdida ósea en la tercera edad, así como un menor riesgo de padecer enfermedades vasculares y demencia. Conocer el por qué puede resultar de gran ayuda a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas mayores.

En general, las sociedades tienden a atrasar la edad de nacimiento de los hijos, algo que genera una tensión que va más allá de la posibilidad de que busquemos tener descendencia demasiado tarde. Los embarazos tardíos tienen todo un conjunto de riesgos que no se dan en etapas anteriores. Quizás la lucha contra la menopausia nos sirva para hacer estas gestaciones algo más seguras.

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Llevamos más de 75 años estudiando unos compuestos del chocolate y del té. Ahora sabemos que ayudan a controlar la presión sanguínea

Llevamos más de 75 años estudiando unos compuestos del chocolate y del té. Ahora sabemos que ayudan a controlar la presión sanguínea

Un conocido refrán anglosajón asegura que una manzana al día mantiene a raya a los médicos. Los nutrientes de estas frutas sin duda son una buena forma de prevenir en el ámbito de la salud. Sin embargo, los compuestos saludables que encontramos en frutas como la manzana o la uva no son su patrimonio exclusivo de estas. Algunos también podemos encontrarlos en alimentos más sabrosos como el té o el chocolate.

Flavanoles. Este es el caso de los flavanoles (o flavan-3-oles), unos compuestos que, según acaba de constatar un estudio, pueden ayudarnos a mantener bajo control nuestra presión sanguínea. El estudio sugiere que los alimentos ricos en estos compuestos, como el té, el chocolate, y frutas como la manzana y las uvas pueden ayudarnos a reducir nuestra presión sanguínea y con ello nuestra salud cardiovascular.

“Los hallazgos son esperanzadores para aquellos que buscan formas accesibles para gestionar su presión sanguínea y apoyar su salud cardiaca a través de cambios amenos. Incorporando pequeñas cantidades de alimentos consumidos comunmente, como té, manzanas, chocolate oscuro, o cacao en polvo en una dieta equilibrada puede proveer de cantidades beneficiosas de flavan-3-oles”, destacaba en una nota de prensa Christian Heiss, coautor del estudio.

Este último punto es importante, una dieta equilibrada es siempre clave a la hora de aprovechar las ventajas nutricionales de cualquier alimento. Como aclara el propio Heiss, este tipo de cambios dietéticos nunca sirven como sustitución de los fármaco, intervenciones y tratamientos prescritos por profesionales de la salud. Estos alimentos pueden considerarse como una fuente adicional de flavanoles, pero puede no ser la principal.

Unos viejos conocidos. Los flavanoles son unos viejos conocidos para los expertos en nutrición. Estos compuestos están relacionados con el color de algunos alimentos de origen vegetal, pero a lo largo de las últimas décadas hemos ido detectando posibles beneficios de estos compuestos en la salud de las personas.

Hace una década, por ejemplo, se observó gracias a un estudio con ratones que estos compuestos podían retrasar la progresión de la diabetes tipo 2. Otros estudios han detectado un efecto positivo de estos compuestos sobre la memoria, que podría estar mediado por su efecto positivo sobre la circulación sanguínea.

75 años de investigación. El nuevo estudio muestra los resultados de una revisión de la literatura científica y posterior metaanálisis. El equipo compiló ensayos aleatorizados publicados entre 1946 y 2024, en los que se ponía a prueba los efectos sobre la presión sanguínea de alimentos ricos en flavenoles y suplementos de estos compuestos.

A partir de estos análisis, el equipo concluyó que los alimentos ricos en flavenoles reducían “considerablemente” la presión sanguínea elevada, lo que sustenta su uso en prevención cardiovascular. Estos alimentos “deberían ser considerados como componentes efectivos de intervenciones [basadas en hábitos saludables] para reducir la presión sanguínea y la prevención cardiovascular”, señala el equipo.

Los detalles del estudio han sido publicados en un artículo en la revista European Journal of Preventive Cardiology.

Un grano de arena. La nutrición es una ciencia compleja y por eso debemos tener en cuenta muy diversas consideraciones. Por ejemplo, que un alimento sea rico en un determinado compuesto no siempre quiere decir que su consumo nos vaya a permitir alcanzar las cantidades que requerimos del nutriente.

También es importante saber si existen otros nutrientes o compuestos que puedan afectarnos. Por ejemplo, tanto el chocolate negro como el chocolate con leche pueden aportarnos flavenoles, pero el segundo probablemente nos aporte también cantidades excesivas de azúcar que contrarresten el impacto positivo de estos compuestos.

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Imagen | Maryam Nemati

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Tenemos una nueva explicación para la materia oscura. La hemos encontrado en la superconductividad

Tenemos una nueva explicación para la materia oscura. La hemos encontrado en la superconductividad

La materia oscura sigue siendo uno de los grandes misterios que intrigan a los astrofísicos de todo el mundo. La existencia de esta materia viene asumida por los modelos cosmológicos generalmente aceptados, pero a la hora de determinar la naturaleza de la escurridiza materia solo contamos con conjeturas y especulaciones más o menos fundamentadas.

Una nueva explicación. Un grupo de investigadores ha propuesto un nuevo modelo matemático que ofrece una explicación de la naturaleza y origen de la materia oscura. El origen de esta materia estaría en el Big bang, como consecuencia de la colisión de partículas de alta energía y sin masa, las cuales habrían ganado una gran masa tras su unión.

“La materia oscura comenzó su vida como partículas relativistas sin apenas masa, casi como la luz”, señalaba en una nota de prensa Robert Caldwell, coautor del estudio. “Es totalmente antitético respecto a lo que suele creerse que sea la materia oscura (...). Nuestra teoría trata de explicar cómo fue de ser ligera a convertirse en masas”.

Quizá el detalle más importante en este trabajo es que la teoría postulada por este equipo puede ser puesta a prueba gracias al fondo cósmico de microondas (CMB).

La materia oscura. La materia oscura es la explicación propuesta para explicar una serie de anomalías observadas en el movimiento de los grandes objetos del universo observable como galaxias y cúmulos galácticos. Si analizamos sus movimientos y los comparamos con los modelos empleados para describirlos, como la teoría de la relatividad, nos topamos con que algo no concuerda. Algo parece estar tirando de la materia.

La materia oscura sería distinta de la convencional o bariónica en el hecho de que no interactuaría con el resto de partículas físicas conocidas salvo de una forma: a través de la gravedad. Por eso resultaría tan escurridiza pese al hecho de que su influjo gravitatorio no deja de ser aparente. Según las estimaciones, la materia oscura representa el 85% de la materia del universo.

Regreso al Big bang. La nueva hipótesis propuesta señala que las partículas rápidas, similares a los fotones, eran las que dominaban el universo tras el “estallido” del Big Bang. Sin embargo, en ese “caos” inicial, estas partículas habrían ido uniéndose en pares.

Según postulan, el espín, una de las propiedades de las partículas subatómicas, habría ejercido de imán entre estas partículas: como si de objetos con polos opuestos se tratara, los espines opuestos de las partículas habrían causado la fusión. La hipótesis propone también que, al enfriarse con el tiempo estas partículas, el “desequilibrio en sus espines” habría causado una reducción drástica en su energía, resultando en partículas frías y pesadas, la materia oscura.

La “inspiración” para este modelo habría venido de un fenómeno análogo visto en electrones, en de los pares de Cooper, que permite la conducción eléctrica sin resistencia, la superconductividad. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Physical Review Letters.

Poniendo la teoría a prueba. Una de las grandes fortalezas de esta hipótesis es que resulta posible ponerla a prueba. La clave está en que, según el modelo, este “condensado masivo no relativista”, decaería más rápido de lo que predice el escenario estándar. Explica el equipo que esta predicción puede ponerse a prueba gracias al fondo cósmico de microondas, un tipo de radiación remanente del Big bang.

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Imagen | A. Schaller (STScI)

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Acabamos de encontrar nuevas pruebas de los beneficios de Ozempic en otro campo: la demencia

Acabamos de encontrar nuevas pruebas de los beneficios de Ozempic en otro campo: la demencia

Pese a que los fármacos pasan exhaustivos controles dedicados a, entre otras cosas, detectar efectos secundarios, su uso clínico nos permite ir averiguando nuevos detalles sobre sus efectos en el cuerpo. Esto incluye riesgos asociados, pero también posibles beneficios adicionales con los que no contábamos.

Menor riesgo de demencia. Los fármacos destinados a mantener bajo control los niveles de azúcar en sangre en personas con diabetes (como Ozempic o Zepbound) pueden tener un efecto positivo, reduciendo nuestro riesgo de padecer demencia. Varios estudios han ahondado en esta relación, ofreciéndonos resultados esperanzadores en este sentido.

Diabetes y demencia. La diabetes es uno de los factores de riesgo que solemos asociar a la aparición de la demencia, como son la edad, el tabaco, ciertos factores genéticos o el colesterol, entre otros. La diabetes es también un factor de riesgo en la arteroesclerosis y en el ictus o accidente cerebrovascular, los cuales son factores que contribuyen también a determinadas formas de demencia.

Sabiendo esto, puede resultar intuitivo pensar que los fármacos que nos ayudan a mantener a raya la diabetes puedan tener este tipo de efectos. Sin embargo la intuición no es suficiente, por lo que varios grupos de investigación llevan tiempo manos a la obra para entender mejor las interacciones subyacentes y poder afianzar nuestros conocimientos sobre la cuestión.

Dos estudios. Hace unas semanas, la revista JAMA Neurology publicó dos estudios independientes el uno del otro que trataban de indagar en esta cuestión. Ambos se enfocaban en cómo los fármacos destinados a reducir la cantidad de azúcar en sangre se asociaban a un menor riesgo de demencia y de problemas cognitivos entre personas con diabetes de tipo 2.

Repasando la evidencia. Uno de los estudios se basó en la revisión sistemática de la literatura científica relacionada con el tema, revisión acompañada de un metaanálisis, un estudio cuantitativo de los resultados compilados a través de la revisión. Este análisis se realizó a partir de 26 ensayos aleatorizados entre los que se sumaban cerca de 165.000 participantes.

El equipo responsable del estudio no halló un cambio significativo en el riesgo de demencia al estudiar el conjunto de tratamientos enfocados en la reducción de glucosa. Pero sí encontró que los agonistas de los receptores del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), la familia de compuestos a la que pertenece la semaglutida y por tanto Ozempic, se relacionaban con un riesgo de padecer demencia un 45% menor.

Un ensayo más. El segundo de los estudios mencionados se centró en dos fármacos, los agonostas de los receptores GLP-1 (GLP-1RAs) y los inhibidores del cotransportador de sodio/glucosa 2 (SGLT2is).

El equipo observó que tanto los GLP-1RAs como los SGLT2is se vinculaban con un menor riesgo de padecer algunas formas de demencia como el Alzheimer en contraste con otros tratamientos destinados al control glucémico.

Un factor clave. Estudiar la vinculación entre diabetes y demencia puede abrirnos el camino a comprender mejor un trastorno tan complejo como la demencia. Es todavía poco lo que sabemos del deterioro cognitivo asociado a la edad y trastornos como el Alzheimer, pero en sociedades cada vez más envejecidas, hallar formas de reducir su peso en el bienestar de las personas mayores se hará ineludible.

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Imagen | Chemist4U / Steven HWG

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Si crees que no eres la misma persona después de un turno largo, la ciencia de está dando la razón. El motivo está en el cerebro

Si crees que no eres la misma persona después de un turno largo, la ciencia de está dando la razón. El motivo está en el cerebro

La fatiga puede afectarnos de distintas formas y el distintos contextos, es algo que seguramente hayamos percibido en nuestras propias carnes, intentando permanecer despiertos por la noche, estudiando antes de un examen o durante un viaje prolongado. También, es probable, lo hayamos notado tras una jornada de trabajo que por algún motivo se nos pueda haber alargado.

Cambios significativos. Un estudio ha detectado cambios neurológicos en los cerebros de profesionales las jornadas laborales prolongadas. El estudio fue realizado en profesionales sanitarios que se enfrentaban a jornadas por encima de las 52 horas semanales.

“El sobretrabajo puede inducir cambios neuroadaotativos que pueden afectar a la salud cognitiva y emocional”, explica el equipo responsable del estudio. Si bien se trata de un estudio piloto, lo que implica cautela a la hora de sacar conclusiones, el trabajo aporta nuevas pruebas sobre el impacto del exceso de trabajo en nuestro bienestar y en nuestra productividad.

El precio del exceso de trabajo. El coste global del exceso de trabajo es considerable. Más allá de los riesgos laborales convencionales, el sobretrabajo se ha relacionado con un aumento del riesgo asociado a enfermedades cardiovasculares o trastornos metabólicos, entre otros problemas.

Recientemente, un estudio publicado en la revista Environment International estimó en casi 750.000 las muertes atribuibles al exceso de trabajo en el año 2016. Esto se tradujo en la pérdida de más de 23 millones de años de vida ajustados por discapacidad (DALY) vinculados a ciertas enfermedades cardiovasculares.

El exceso de trabajo, marcado en el cerebro. Además de problemas fisiológicos, el exceso de trabajo también puede causar problemas de salud mental. En un esfuerzo por tratar de comprender mejor el contexto neurológico de estos, el equipo responsable del nuevo estudio comenzó a estudiar el cerebro de profesionales en un campo, el de la medicina, donde las jornadas maratonianas son relativamente habituales.

El equipo recurrió a la Cohorte Regional Ocupacional Gachon (GROCS) para obtener determinados datos, que complementaron con escaneos por resonancia magnética, para lo que contaron con un total de 110 participantes, la mayoría sanitarios. 32 de los participantes (el 28%) cumplían con los requisitos para ser incluidos en el grupo de quienes trabajaban en exceso, mientras que el resto contaría con jornadas “estándar”.

Para estudiar los cambios, el equipo recurrió a una técnica denominada morfometría basada en vóxeles (VBM), una técnica útil a la hora de identificar y comparar diferencias regionales en la materia gris del cerebro.

Cambios en 17 regiones cerebrales. Se toparon así con cambios significativos en algunas regiones relacionadas con la función ejecutiva y la regulación emocional. Un ejemplo citado por el equipo está en un aumento del 19% en el volumen del giro frontal medio, una zona involucrada en funciones cognitivas clave.

El análisis permitió detectar incrementos en 17 regiones del cerebro. Una de estas zonas era el giro superior frontal, una zona involucrada en la atención, planificación y toma de decisiones. Otro área de interés fue la ínsula, zona clave en la integración de los estímulos sensoriales y motores, pero también en el procesamiento emocional y la comprensión del contexto social, señala el equipo.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en  la revista Occupational & Environmental Medicine.

Pequeña escala. El propio equipo advierte de que existen limitaciones que implican la necesidad de ser cautos en la interpretación de los resultados. Por ejemplo, este es un estudio piloto realizado sobre una muestra limitada de participantes. Además, los grupos experimental y de control no son aleatorios, lo que implica una posibilidad de autoselección y con ella un posible sesgo en el análisis.

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Perder peso sin perder músculo es el gran reto de fármacos como Ozempic. Una proteína guarda la clave para afrontarlo

Perder peso sin perder músculo es el gran reto de fármacos como Ozempic. Una proteína guarda la clave para afrontarlo

Es habitual que a menudo nos lleguen noticias sobre esperanzadores avances científicos realizados en ratones. Estos experimentos dejan siempre una pregunta en el aire, la de si el descubrimiento puede ser aplicable a los humanos. Esto no siempre ocurre, pero a veces

Mitch. Silenciar la expresión de una simple proteína en nuestros músculos puede derivar en la pérdida de peso y, lo que es más, puede permitirnos adelgazar sin poner en riesgo nuestra masa muscular. La proteína en cuestión se denomina MTCH2 (Mitochondrial carrier homolog 2), pero ha sido apodada “Mitch” por quienes estudian el compuesto y sus efectos.

El último análisis de esta proteína y su gen asociado ha observado que su “borrado” en células humanas causa en estas una menor eficiencia energética. Lo que quizás sea más importante, este silenciado provoca que las células dejen de utilizar carbohidratos como fuente prioritaria de energía y en su lugar utilicen preferentemente grasa corporal.

Distintos combustibles. Las células de nuestro cuerpo necesitan energía y miles de millones de años de evolución han dado lugar a una serie de mecanismos biológicos que nos permiten mantener una reserva de calorías que nos permiten alimentar estas células en momentos de mayor escasez.

Estos mecanismos implican que nuestras células pueden recurrir a distintos combustibles según la situación. Si bien los carbohidratos que consumimos y las grasas que utilizamos como reserva son los principales combustibles, las proteínas de nuestro cuerpo también pueden recurrir a las proteínas como fuente alternativa, lo que puede implicar que perdamos masa muscular cuando intentamos quemar grasa, algo que ocurre con tratamientos contemporáneos como Ozempic.

De los ratones a las mitocondrias. Según explica el equipo responsable, el nuevo estudio tiene sus bases en un experimento anterior realizado con ratones que observó en los roedores una “mejora” en su composición corporal en forma de “protección” contra la obesidad y el desarrollo de más fibras musculares. Esto acompañado de un mayor consumo de un mayor consumo de oxígeno y un incremento en la resistencia.

Los resultados eran prometedores pero dejaron al equipo con una duda, la de si sería posible “inocular” al cuerpo contra la obesidad silenciando la expresión de una proteína sin que esto afectara negativamente a la masa muscular. Para buscar una respuesta, el equipo pasó a centrarse en el rol de la mitocondría, el orgánulo encargado de dotar de energía a la célula.

La clave está en el hecho de que la proteína “Mitch” desempeña un papel importante en la fusión de las mitocondrias, una fusión capaz de aumentar la eficiencia de estos orgánulos. Al silenciar la proteína, los orgánulos perderían la capacidad de recurrir a esta fusión lo que implica también una menor eficiencia y con ello una mayor necesidad de consumir recursos energéticos de nuestro cuerpo. Solo quedaba probar si esto era cierto también en las células humanas.

Menos eficiencia, más consumo. Comprobaron así que al silenciar la proteína en células humanas, la “red mitocondrial” se deshacía y, como cabía esperar, la eficiencia energética caía. Esto dejaba a la célula en un “estado permanente de privación energética”. Y lo que es más, el equipo también comprobó que esto llevaba a las células a priorizar el uso de grasas como fuente primaria de energía, en lugar de otras posibles fuentes como los carbohidratos.

“Tras borrar Mitch, examinamos, cada pocas horas, el efecto que ello tuvo en más de 100 sustancias que toman parte en el metabolismo de las células humanas”, señalaba en una nota de prensa Sabita Chourasia, coautora del estudio. “Vimos un incremento en la respiración, el proceso en el que la célula produce energía a partir de nutrientes, como carbohidratos y grasas. Esto explica el incremento en resistencia muscular de los experimentos previos en ratones.”

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista EMBO Journal.

Un paso intermedio. El estudio da un paso importante en el largo proceso entre los primeros resultados en modelos animales y el diseño de un tratamiento para la pérdida de peso basado en lo aprendido. En siguientes estudios, el equipo pretende dilucidar nuevos aspectos sobre el papel de Mitch en la acumulación de grasa en el cuerpo. El hecho de que las mujeres suelan tener mayores niveles de esta proteína puede ayudar a los investigadores a descubrir si Mitch también se encarga de la diferenciación de las células grasas.

En Xataka | Cada vez tenemos más claro que nuestro microbioma es clave para nuestra salud. Nuestras fuentes de proteínas también pueden alterarlo

Imagen | Weizmann Institute of Science

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La noticia Perder peso sin perder músculo es el gran reto de fármacos como Ozempic. Una proteína guarda la clave para afrontarlo fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Martínez-Juarez .

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La punta de lanza ósea más antigua hallada en Europa no fue creada por nuestra especie: llevaba ya 30.000 años ahí

La punta de lanza ósea más antigua hallada en Europa no fue creada por nuestra especie: llevaba ya 30.000 años ahí

No es ningún secreto ya que algunas de las especies que precedieron al Homo sapiens fueron capaces de no solo utilizar herramientas sino también capaces de moldearlas y fabricarlas. Y esto no solo se refiere a nuestros “parientes cercanos” del género Homo, como neandertales o H. erectus: hace millones de años que nuestros antepasados ya tallaban piedras en su hábitat africano.

Una herramienta neandertal. Sin embargo no ha sido hasta ahora que nos hemos dado cuenta de que una punta de lanza fabricada con hueso, la más antigua hallada en Europa, había sido manufacturada por un grupo de neandertales. La datación ha situado su fabricación en un punto hace entre 80.000 y 70.000 años, antes de la llegada de nuestra especie al continente.

Aunque sabíamos que los neandertales (como otras especies anteriores) eran capaces de fabricar y emplear herramientas, hasta la fecha solíamos considerar que los neandertales tan solo utilizaban piedras como elemento principal de sus utensilios. El uso de los huesos como materia prima se creía una “invención” posterior, de los sapiens.

2003. La protagonista de esta historia es una punta de lanza ósea hallada en 2003 en la cueva rusa de Mezmaiskaya, situada en el Cáucaso Norte. El hueso habría podido pertenecer a un animal de considerable tamaño, como un bisonte.

Antes de la llegada. El estudio de este artefacto llevó al equipo responsable del nuevo estudio a concluir que los neandertales europeos lograron desarrollar de manera independiente esta “tecnología”, antes de entrar en contacto con nuestra especie durante el paleolítico superior. Eso sí, el equipo indica que el el uso de armas con punta ósea estaba en un “nivel naciente” si se compara con las introducidas en Eurasia por el Homo sapiens.

Residuo bituminoso. Además del hueso, el equipo prestó también atención al adhesivo empleado para unir la punta al cuerpo de la lanza. A través de diversas metodologías, entre ellas microscopía por infrarrojos y espectroscopía, el equipo estudió el residuo bituminoso de lo que habría sido el adherente empleado en el arma y determinó que esta habría estado unida a un cuerpo fabricado con madera.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Journal of Archaeological Science.

Una transición clave. Aunque la idea de que los neandertales eran una especie que en cuestión de razonamiento tenía poco que envidiar a la nuestra, la noción de que estos iban siempre “a rebufo” de los sapiens resulta difícil de eliminar. Si bien la llegada de los humanos modernos supuso importantes cambios en la Europa prehistórica, es complicado determinar en qué instancias se trataba de una transferencia de conocimiento y técnicas y en qué instancias los neandertales fueron capaces por sí mismos de desarrollar determinadas tecnologías.

Un ejemplo de esto lo tenemos en los pegamentos. Hoy en día sabemos que los neandertales fueron capaces de desarrollar pegamentos compuestos que utilizaban en sus herramientas en lugar de los pegamentos simples (como los bituminosos).

Esto no se limita al caso de los neandertales. Un estudio reciente realizado en uno de los yacimientos africanos más antiguos conocidos, el de Olduvai, mostraba pruebas del uso de herramientas óseas más de un millón de años atrás en el tiempo, antes incluso de la aparición de los primeros Homo sapiens.

En Xataka | Si la pregunta es "cuándo se cruzaron los neandertales y los sapiens", ahora tenemos la respuesta: hace unos 47.000 años

Imagen | Zurab dip

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No es ningún secreto ya que algunas de las especies que precedieron al Homo sapiens fueron capaces de no solo utilizar herramientas sino también capaces de moldearlas y fabricarlas. Y esto no solo se refiere a nuestros “parientes cercanos” del género Homo, como neandertales o H. erectus: hace millones de años que nuestros antepasados ya tallaban piedras en su hábitat africano.

Una herramienta neandertal. Sin embargo no ha sido hasta ahora que nos hemos dado cuenta de que una punta de lanza fabricada con hueso, la más antigua hallada en Europa, había sido manufacturada por un grupo de neandertales. La datación ha situado su fabricación en un punto hace entre 80.000 y 70.000 años, antes de la llegada de nuestra especie al continente.

Aunque sabíamos que los neandertales (como otras especies anteriores) eran capaces de fabricar y emplear herramientas, hasta la fecha solíamos considerar que los neandertales tan solo utilizaban piedras como elemento principal de sus utensilios. El uso de los huesos como materia prima se creía una “invención” posterior, de los sapiens.

2003. La protagonista de esta historia es una punta de lanza ósea hallada en 2003 en la cueva rusa de Mezmaiskaya, situada en el Cáucaso Norte. El hueso habría podido pertenecer a un animal de considerable tamaño, como un bisonte.

Antes de la llegada. El estudio de este artefacto llevó al equipo responsable del nuevo estudio a concluir que los neandertales europeos lograron desarrollar de manera independiente esta “tecnología”, antes de entrar en contacto con nuestra especie durante el paleolítico superior. Eso sí, el equipo indica que el el uso de armas con punta ósea estaba en un “nivel naciente” si se compara con las introducidas en Eurasia por el Homo sapiens.

Residuo bituminoso. Además del hueso, el equipo prestó también atención al adhesivo empleado para unir la punta al cuerpo de la lanza. A través de diversas metodologías, entre ellas microscopía por infrarrojos y espectroscopía, el equipo estudió el residuo bituminoso de lo que habría sido el adherente empleado en el arma y determinó que esta habría estado unida a un cuerpo fabricado con madera.

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Un ejemplo de esto lo tenemos en los pegamentos. Hoy en día sabemos que los neandertales fueron capaces de desarrollar pegamentos compuestos que utilizaban en sus herramientas en lugar de los pegamentos simples (como los bituminosos).

Esto no se limita al caso de los neandertales. Un estudio reciente realizado en uno de los yacimientos africanos más antiguos conocidos, el de Olduvai, mostraba pruebas del uso de herramientas óseas más de un millón de años atrás en el tiempo, antes incluso de la aparición de los primeros Homo sapiens.

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