La misión IM-1 parte hacia la Luna para convertirse en la primera misión privada estadounidense en el satélite

La misión IM-1 parte hacia la Luna para convertirse en la primera misión privada estadounidense en el satélite

Esta madrugada, al segundo intento, ha partido hacia la Luna la misión IM-1 de la empresa norteamericana Intuitive Machines. Es también la segunda misión privada estadounidense que en los últimos meses pone rumbo al satélite. Podría ser la primera en tener éxito.

Lanzamiento. A las07:05 hora peninsular (CET), las 01:05 hora loca local, partía del Launch Complex 39A (LC-39A) en el Kennedy Space Center, en Florida, la misión IM-1 con dirección a la Luna. Lo hacía a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX.

Demostrar capacidades. Esta es la primera misión de Intuitive Machines y pretende demostrar la capacidad de la empresa asentada en Texas de gestionar una misión lunar. La misión va camino de convertirse en la primera misión estarounidense en aterrizar en el satélite desde la Apollo 17, en 1972.

Pero lo primordial es convertirse en una de las primeras empresas privadas en ser capaz de transportar cargas comerciales y científicas, explica la propia empresa. La misión parte en el contexto de la iniciativa CPLS (Commercial Lunar Payload Services) de la NASA, enfocada a dar pie a una presencia permanente en la Luna.

La misión se mantendrá en activo durante siete días en la superficie lunar. Hasta que la noche lunar corte la fuente de energía del módulo.

Nova-C. La estrella de esta misión es el módulo de aterrizaje Nova-C. Este primer módulo ha sido bautizado con el nombre de Odysseus por la empresa Texana. Este vehículo y aterrizador mide 4,3 metros de altura y 1,6 de diámetro, con una masa de 675 kg.

Cuenta con un motor de metano y oxígeno líquidos para realizar las maniobras requeridas para su alunizaje, y cuenta con varios paneles solares para mantener sus instrumentos conectados. Esta plataforma servirá para poner a prueba también los sistemas de comunicación.

Cargas de la NASA y comerciales. A bordo de esta plataforma se han instalado distintos experimentos de la NASA. Un ejemplo es ROSES (Radio Observations of the Lunar Surface Photoelectron Sheath), cuyo objetivo de analizar los efectos de la meteorología espacial sobre la Luna.

Otro ejemplo es el sistema de guía por laser LRA (Laser Retro-Reflector Array), un mecanismo que podrá ayudar a los vehículos a navegar en la Luna. También viaja a bordo el experimento SCALPSS (Stereo Cameras for Lunar Plume-Surface Studies), cámaras destinadas al estudio de la pluma levantada por la interacción entre el cohete del Nova-C y la superficie de la Luna.

Entre las cargas comerciales se encuentra un reflector térmico experimental creado por Columbia Sportswear y EagleCam, una cámara que se separará del módulo para captar su aterrizaje. A bordo viajará también una obra creada por Jeff Koons.

La era de la exploración privada. Este es el segundo gran intento de la NASA de liderar una estrategia de comercialización de la exploración lunar. Desde hace unos años la agencia espacial ha externalizado muchas de sus labores, especialmente en pos de abrir la veda de la “economía de la órbita baja”.

Esto se ha traducido en empresas como SpaceX convirtiéndose en las encargadas de sustituir a la agencia en el transporte de personas y bienes hacia la Estación Espacial Internacional. También ha abierto el camino para la llegada de proyectos privados de nuevas estaciones espaciales que acogerán algún día la labor científica en esta órbita.

Con misiones como esta (y la malograda Peregrine), la NASA va sembrando el camino para llevar esta comercialización más allá, hasta nuestro satélite. De nuevo empresas como SpaceX están siendo instrumentales, pero cada vez hay más agentes en este juego. El viaje hasta la Luna no es, eso sí, tarea sencilla.

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Imagen | NASA / SpaceX

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Un “fantasma” virtual: cómo consigue la realidad virtual que sintamos vértigo o palpemos objetos

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Las tecnologías de realidad virtual avanzan para ofrecernos experiencias más cómodas y más realistas, pero los usuarios de estas no necesitan gráficos hiperrealistas para vivir una inmersión completa. Podemos recordar aquellos vídeos virales de personas que perdían el equilibrio al probar las gafas mientras observaban desde la perspectiva de un viajero en una montaña rusa.

Sin llegar a tales puntos, utilizando estas tecnologías podemos llegar notar sensaciones que pueden llevar, por ejemplo, al mareo cuando utilizamos estas tecnologías. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué tiene la realidad virtual que la hace tan capaz de engañar a nuestro cerebro?

Estas son preguntas que los científicos se afanan en contestar porque pueden ayudarnos en dos campos bien distintos. Primero, para ayudar tanto a los desarrolladores de aparatos de realidad virtual como a los que crean el software y el contenido que estas nos muestran.

Segundo, porque responder a estas preguntas puede ayudarnos a entender mejor nuestro cerebro, la forma en la que percibe el mundo en el que lo rodea. El órgano más complejo del que dispone el ser humano puede ser “engañado” por una máquina. Y no sabemos aún del todo por qué.

Pero sabemos que el primer paso está en “engañar” a nuestros sentidos. Empezando, claro, por la vista.

Y aquí el truco no está en gráficos espectaculares sino en la capacidad de estos artilugios de ofrecer una sensación de tridimensionalidad aprovechando, por ejemplo, nuestra vista binocular. Sin embargo para garantizar esta sensación de inmersión para nuestros ojos la clave está en un buen seguimiento de nuestros movimientos.

Los sistemas de realidad virtual nos permite interactuar visualmente con nuestro entorno no solo utilizando los ojos sino utilizando nuestros movimientos corporales. La combinación de entornos tridimensionales con un buen seguimiento de los movimientos de nuestra cabeza ayuda a que nuestro cerebro dote de credibilidad a la experiencia virtual.

Este tipo de sistemas no siempre aprovechan de otro sentido clave para, el sonido. Sin embargo este empujón está al alcance de la mano. Un ejemplo de esto es el sonido 6D. El 6D, o sonido holofónico, es un formato de audio envolvente perfectamente capaz de generar la ilusión de que el sonido viene no de nuestra izquierda o derecha, sino de cualquier dirección imaginable, incluso desde arriba.

La combinación de imagen y sonido envolventes no solo nos introduce en el mundo virtual, también nos aíslan del mundo exterior, aumentando así la sensación de realismo generada por el entorno virtual.

Finalmente, estos dispositivos se aprovechan también de nuestro sentido del tacto. Con tan solo unas pequeñas vibraciones en los mandos los dispositivos de realidad virtual también pueden convencer a nuestro cerebro de estar tocando algo. Sin embargo es posible que una de las mejores pruebas de las capacidades de la realidad virtual para introducirnos en su mundo venga del hecho de que nuestro cerebro apenas necesite ayuda para esto.

El "fantasma" virtual

Un estudio reciente da cuenta de la gran complejidad de esta interacción entre nuestro cerebro y su entorno, y también de lo infravalorado del sentido del tacto en este contexto. El estudio, publicado en septiembre del año pasado en la revista Scientific Reports observó la existencia de la “ilusión de tacto fantasma” (PTI por sus siglas en inglés).

El equipo responsable del estudio pidió a los participantes que manipularan objetos en realidad virtual. Cuando se les pidió que tomaran un palo virtual con una mano y tocaran con la punta su otra mano, buena parte de los participantes describieron una sensación táctil, de presión, cosquilleo o semejante. Un tacto “fantasma”, totalmente virtual.

“Esto sugiere que la percepción humana y la sensación corpórea no están solo basadas en la visión, sino en una combinación compleja de muchas percepciones sensoriales y de la representación interna de nuestro cuerpo,” aclaraba entonces una de las autoras del trabajo, Marita Metzler.

La inmersión virtual no es del todo perfecta. Nuestro cerebro cuenta con otra herramienta para percibir nuestro entorno. Está en el oído pero tiene poco que ver con este sentido, sino con nuestra capacidad de mantener el equilibrio.

Nuestro oído interno cuenta con una combinación de líquidos y partículas que dan información a nuestro cerebro sobre la inclinación de nuestra cabeza basada en el “tirón” gravitatorio. Cuando nuestro nuestro cerebro recibe información contradictoria entre nuestros sentidos y los órganos de nuestro oído interno que perciben esto se producen mareos.

Estos mareos pueden darse cuando utilizamos gafas de realidad virtual y pueden explicar por qué es relativamente fácil perder el equilibrio cuando nos encontramos en las profundidades de lo virtual.

La realidad virtual es una herramienta cuyas aplicaciones van más allá del mero entretenimiento. Comprender mejor cómo esta tecnología interactúa con nuestro cerebro podría permitirnos algún día maximizar su rendimiento (por ejemplo reduciendo la sensación de mareo) y descubrir nuevas aplicaciones.

Algunas, incluso, que puedan mejorar nuestra salud y bienestar. Las experiencias inmersivas virtuales pueden ayudarnos a entender mejor, por ejemplo, cómo determinados contextos influyen en nuestro bienestar, sin necesidad de exponer a los participantes a tales situaciones (sean positivas o negativas).

Las gafas de realidad aumentada y virtual ganan terreno y, aunque aún están lejos de popularizarse, su presencia comienza a notarse en algunos lugares. El ciclo vital de una tecnología como esta es difícil de predecir. Sea como sea, la tecnología representa una oportunidad de oro para conocernos mejor a nosotros mismos.

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Imagen | Maxim Hopman / CoastAmusement

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El camuflaje de las sepias es tan brillante que hemos necesitado superordenadores para comenzar a descifrarlo

El camuflaje de las sepias es tan brillante que hemos necesitado superordenadores para comenzar a descifrarlo

Además de ser animales sorprendentemente inteligentes, las sepias son unas expertas en camuflaje. Pero cómo logran cambiar de color con facilidad y eficacia es todo un misterio. Uno que estamos un poco más cerca de desvelar.

Más complejo de lo que parece. Un nuevo estudio acaba de mostrar la complejidad del mecanismo biológico que la sepia común (Sepia officinalis) utiliza para camuflarse. Aunque el trabajo nos acerca a comprender sus técnicas, sus autores se muestran sorprendidos por esta complejidad.

El truco empleado está en unas células pigmentarias ubicadas en sus pieles llamadas cromatóforos, y de una serie de músculos que activan este mecanismo. “Estudiamos cómo los animales establecen un camuflaje observando y cuantificando el cambio en el patrón de la piel, a resolución de cromatóforos, en cientos de miles de ellos, y a lo largo del tiempo”, explica a SINC Guilles Laurent, coautor del estudio.

Dada la complejidad de estos mecanismos, los investigadores tuvieron que hacer uso de un superordenador y de redes neurales para estudiar cerca de 200.000 imágenes tomadas de la piel de estos cefalópodos.

Cromatóforos. Los cromatóforos son las células responsables de tintar o aclarar la piel de las sepias. Su color depende del tamaño de la célula y este cambia por acción de una serie de músculos del calamar, una veintena de ellos actuando sobre cada una de estas células: si el músculo se contrae el cromatóforo aumenta en diámetro, y viceversa.

Según explican los responsables del estudio, esta colección de células (alrededor de un millón por ejemplar) funciona como los píxeles de una pantalla, solo que es el tamaño el que marca el color. Esta pantalla metafórica utiliza tecnología LED, solo que los colores no son RGB sino amarillo, rojo y marrón oscuro. Los músculos son a su vez accionados por una mootoneurona, una neurona del sistema motor.

Resolución celular. Para analizar el camuflaje de estos animales, el equipo se tuvo que valer de técnicas que permitieran tomar imágenes de la piel de estos animales con resolución celular. Estas técnicas no solo fueron fotográficas, los responsables del estudio tuvieron que valerse de un superordenador operando una red neural para procesar la cantidad de información

El hallazgo, así como los detalles de la investigación,fueronpublicadosa través de un artículo en la revista Nature.

Observar y copiar. Observando la dinámica del proceso de camuflaje el equipo concluyó que las sepias realizan un rápido trabajo de prueba y error (a veces excediéndose en sus cambios), ajustando su camuflaje paso a paso hasta lograr mimetizarse con su entorno.

“Las sepias no detectan simplemente el fondo y van directas a ese patrón, sino que es probable que reciban información sobre el patrón de su piel y la usen para ajustar su camuflaje. Exactamente cómo reciben esa retroalimentación (si usan sus ojos o si tienen un sentido de cómo contraídos están los músculos alrededor de los cromatóforos) es algo que desconocemos aún” explica Theodosia Woo, coautora del estudio.

Escaldados. Los investigadores también estudiaron un peculiar patrón visual al que denominan “escaldado”. Este patrón no es una forma de camuflaje ya que no se mimetiza con su entorno: la sepia se vuelve blanca del todo.

Pulpos y calamares. Pulpos y calamares son auténticos maestros del camuflaje. Algunas especies de estos cefalópodos son capaces de engañar a potenciales presas o depredadores replicando no solo colores sino también las texturas de su entorno.

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Imagen | OIST and MPI

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2023 fue el año en el que El Niño y el cambio climático compitieron. En la Amazonia ya sabemos quién ganó

2023 fue el año en el que El Niño y el cambio climático compitieron. En la Amazonia ya sabemos quién ganó

El año pasado fue extraordinariamente seco en España, pero la sequía también afectó a otros confines del mundo. Algunos, piezas clave en el sistema ecológico mundial, como la cuenca del Amazonas.

El principal sospechoso. Una investigación llevada a cabo por el equipo de científicos del World Weather Attribution (WWA) ha señalado al cambio climático como el principal responsable de la situación que vivió la cuenca del Amazonas durante el año pasado. La sequía entonces llevó a las autoridades de decenas de ciudades brasileñas a declarar el estado de emergencia.

Separando efectos. Esto, que podría parecer obvio, no lo es tanto. El clima y la meteorología corresponden a sistemas complejos, lo que hace muy difícil identificar relaciones de causa-efecto individuales.

Esto quiere decir que, aunque sepamos que el cambio climático está ya influyendo en nuestra meteorología haciendo más frecuentes los eventos extremos como sequías o tormentas, resulta difícil señalar a nivel individual cuáles de los eventos que vivimos están relacionados con este fenómeno y en qué grado.

El año de El Niño. Entre todas las variables a tener en cuenta en estos casos se encuentran la oscilación del sur, El Niño. Durante la última década el clima mundial se vio bajo la influencia de tres eventos consecutivos de La Niña. 2023 fue el año de la llegada de El Niño.

El Niño es parte de lo que suele denominarse la Oscilación del Sur de El Niño (ENSO por sus siglas en inglés), siendo La Niña el otro lado de este péndulo climático. Una de las características clave de esta oscilación es el cambio en los patrones regionales de temperaturas y precipitaciones, particularmente en las zonas colindantes al océano Pacífico.

Atribuyendo culpas. El equipo científico responsable de este informe señala que, si bien el cambio climático y El Niño fueron ambos responsables de las situación vivida en el Amazonas, el principal causante de esta sequía fue el cambio climático.

El informe distingue dos caras de la sequía: la sequía meteorológica, vista como la ausencia de lluvias; y la sequía agricultural, que combina las estimaciones de precipitaciones con la evapotranspiración. Es decir, esta última tiene en cuenta también la evaporación del agua, la cual se incrementa cuando las temperaturas suben.

Los autores señalan que en el caso de la sequía meteorológica (la falta de lluvias), podemos repartir la culpa entre el cambio climático y El Niño. Sin embargo el papel que el incremento en las temperaturas medias vinculado con el cambio climático habría tenido un doble impacto, convirtiéndose en el determinante clave de esta situación de sequía.

Punto caliente” para la biodiversidad. El estado del Amazonas es relevante en múltiples dimensiones. Empezando por los millones de personas que viven en su cuenca y dependen de sus aguas. Las

El río también alimenta una de las selvas más importantes del mundo. Esto hace a la cuenca del amazonas una de las principales reservas de biodiversidad del planeta y a Brasil el país con mayor variedad de especies en el mundo.

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Cuándo es el mejor momento del día para tomar Omeprazol y para qué sirve realmente consumirlo

Cuándo es el mejor momento del día para tomar Omeprazol y para qué sirve realmente consumirlo

El Omeprazol es uno de los medicamentos más populares en España pero es a la vez un gran desconocido. No solo es utilizado erróneamente, como protector estomacal, a menudo tampoco tenemos claro en qué momento del día es más conveniente tomarlo.

No todas las horas son iguales. La recomendación de los farmacéuticos es la de consumir este medicamento por las mañanas, en ayunas y una hora antes de comer. Aunque esta sea la recomendación, los fabricantes nos indican que el tratamiento puede consumirse con alimentos, aunque esto no sea lo recomendado puesto que su efectividad disminuye.

Las formas de consumirlo pueden variar levemente en función de algunos aspectos, por ejemplo, la forma en la que se presente el tratamiento, el Omeprazol no siempre se presenta en cápsulas, por lo que resulta conveniente siempre, consultar en la farmacia el modo de uso del fármaco. Algunos tratamientos concretos, como su uso en el caso de las infecciones causadas por la bacteria Helicobacter pylori, pueden requerir también de varias dosis diarias, una de ellas vespertina.

Puesto que el Omeprazol no es un protector gástrico, no es buena idea consumirlo después de comidas copiosas para evitar la sensación de ardor.

Para qué es este medicamento. Pero, si el Omeprazol no es un protector gástrico, ¿qué es? La categoría en la que se encgloba este fármaco es el de los “inhibidores de la bomba de protones” y su objetivo principal es la de disminuir la cantidad de ácido producida por nuestro estómago.

Es por ello que se utiliza para luchar contra los síntomas de la enfermedad por reflujo gastroesofágico. También se utiliza para  aliviar los efectos del síndrome de Zollinger-Ellison, entre los cuales está una excesiva producción de ácido en el estómago.

Este compuesto también se utiliza contra las úlceras y, en combinación con otros medicamentos, las úlceras causadas por la bacteria H. pylori, una infección relativamente común que puede causar también úlceras en nuestro sistema digestivo.

Efectos adversos. Parte del exceso de consumo de este fármaco puede achacarse a tratarse de un medicamento relativamente inocuo. Sin embargo debemos tener en cuenta que puede causar efectos adversos de distinta naturaleza. El más prepcupante probablemente sea  un aumento en la probabilidad de padecer un cáncer gástrico. Este efecto fue descrito en 2017 en un estudio con personas tratadas con el medicamento.

También sabemos que pude causar problemas a la hora de absorber algunos nutrientes, como sería el caso de la vitamina B12 o el magnesio. Es por ello que su consumo excesivo pueda asociarse a un mayor riesgo de fracturas y problemas óseos, pero también a la aparición de arritmias.

Un habitual del botiquín. El Omeprazol es un fármaco casi omnipresente. Se trata del protector gástrico más utilizado en España… pese a no ser tal cosa. Según un estudio realizado en 2015, este compuesto representaba el 6,2% de los medicamentos consumidos en España.

El Omeprazol llegó a ser, hace un tiempo, el fármaco más vendido en el país, con un consumo que doblaba la media europea. Un exceso preocupante para muchos.

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Algunos investigadores están cada vez más preocupados por el fraude. El problema está en el mismo sistema

Algunos investigadores están cada vez más preocupados por el fraude. El problema está en el mismo sistema

La línea entre la picaresca y el fraude puede ser difusa en muchos ámbitos, pero la investigación científica no debería ser uno de ellos. A pesar de ello no es infrecuente toparnos con noticias que nos hablan de escándalos de este tipo.

Puedeargumentarse incluso que el del fraude académico es un fenómeno al alza. Solo en 2023 se retractaron 10.000 artículos científicos, récord hasta la fecha. Cabe aclarar que existen distintos motivos para recoger cable (académicamente hablando) y no todos implican falta de honestidad. 8.000 de estos artículos retractados correspondieron a una sola empresa, la británica Hindawi.

El fraude no afecta a todas las disciplinas por igual por diversos motivos. Por ejemplo en farmacología, los controles son especialmente rigurosos al estar en juego la salud de las personas. Eso no evita que la medicina esté exenta de escándalos. Dos ejemplos de ello son Joachim Boldt y Scott Reuben, dos anestesiólogos implicados en sendos casos de fraude académico.

Ambos ejemplos son mencionados por Stephen Dubner, coautor del libro Freakonomics, en su podcast homónimo. Dubner, compañero editorial del economista Steven Levitt, explica algunos de los factores que influyen en que una disciplina pueda prestarse más o menos al fraude. En el caso de la economía, la voracidad del debate económico y la necesidad de robustez matemática complican mucho el fraude (lo cual no implica que puedan darse errores garrafales en esta disciplina).

Un campo estrechamente vinculado con la economía representa otro extremo. Se trata de la investigación sobre la conducta y el comportamiento, que incluye numerosas investigaciones en economía del comportamiento. Algunos de los escándalos más sonados de los últimos años se encuentran en este campo.

El fraude académico puede tomar diversas formas. El plagio es una de las más comunes: apropiarse del trabajo ajeno sin citar diligentemente. No citar con diligencia puede abarcar también las citas falsas e incluso formas de autoplagio.

La segunda de las principales formas de plagio es la de la fabricación de datos. Falsear datos en una hoja de Excel para que los resultados cuadren es relativamente sencillo. El problema para los “pícaros” es que también existen formas de detectar estas formas de plagio.

¿Por qué tanto fraude?

Pero la pregunta clave es ¿por qué? La respuesta más sencilla es que el propio sistema académico favorece el fraude, y lo hace de varias maneras.

El propio Dubner señala uno de los factores clave: la falta de transparencia. Cada vez es más habitual que los científicos publiquen de manera más abierta sus datos. En la era digital es relativamente sencillo acompañar un artículo científico de datos complementarios entre los cuales pueden incluirse los datos a partir de los que se ha realizado un estudio.

No todos los investigadores están dispuestos a publicar sus datos, sin embargo. Esta falta de transparencia es aceptada porque el trabajo de crear estas bases de datos a veces resulta lo más arduo del proceso y muchos no quieren compartir este esfuerzo con otros. En un mundo muy competitivo, el incentivo a compartir recursos es escaso.

La competitividad es un problema no solo a la hora de desincentivar la transparencia, sino que es un incentivo para el fraude en sí mismo. “Publish or perish”, “publicar o perecer”, es uno de los lemas de la academia. Uno que pone en relieve la presión a la que se ven expuestos los investigadores por ofrecer resultados tangibles.

Y publicar no es fácil cuando tus resultados son negativos o no significativos, ya que las revistas científicas raras veces se interesan por estos estudios.

Otro conjunto de estudios que interesa poco a las revistas científicas es el de los estudios que reproducen otros. La reproducibilidad es un aspecto fundamental de la ciencia: si realizo un experimento, debo esperar que haya otro equipo, en otra institución, que pueda validar mis resultados o falsarlos si su resultado es distinto.

Este proceso no solo desalienta el fraude, también puede ayudar a corregir errores y anomalías estadísticas.El problema es que, sin revistas que se interesen por estos trabajos ni financiación, el incentivo es escaso o nulo.

Los estudios en conducta son un gran ejemplo de esto. Estos experimentos suelen realizarse en ambientes controlados y con pocos participantes. En este contexto, poder reproducir los experimentos para ampliar las muestras sería vital. Pero no ocurre, lo que deja también una puerta abierta al fraude.

Algunos de los casos más notorios en este campo se han producido, curiosamente, entre investigadores de renombre y con años de experiencia. Esto resulta contraintuitivo ya que deberían ser los más jóvenes los más expuestos a la incertidumbre y a la competitividad.

Aquí es donde aparece otro de los factores identificados por dubner: el “gancho”. No todos los estudios científicos tienen el mismo interés para el público. Es por eso que algunos investigadores puedan obcecarse en temáticas que, de demostrarse, resultarían muy sonadas. El problema es que, cuando estos estudios no llevan a ninguna parte hay quienes optan por el camino del engaño.

Una paradoja señalada por Dubner es que algunos de los investigadores investigados por fraude tenían como foco de estudio la deshonestidad. Es el caso de Dan Ariely, uno de los autores de un estudio que aseguraba que firmar antes de rellenar un documento en lugar de al final hacía que los firmantes rellenaran el resto de información de forma más honesta. Aquel estudio fue desmontado años después, suscitando una gran polémica.

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Imagen | Andrew George

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Tenemos la primera gran pista para desentrañar uno de los grandes misterios de la astronomía: los agujeros negros “intermedios”

Tenemos la primera gran pista para desentrañar uno de los grandes misterios de la astronomía: los agujeros negros “intermedios”

Conocemos dos tipos de agujeros negros. Por un lado están los agujeros negros de masa estelar, aquellos que surgen tras la muerte de las estrellas de mayor masa; por otro, los agujeros negros supermasivos, cuyo rasgo más significativo (como su propio nombre indica) es su enorme masa. Entre unos y otros, tan solo el vacío.

Quizás, hasta ahora.

En gran detalle. Un equipo internacional de astrónomos ha creado la radioimagen más detallada hasta la fecha de un cúmulo globular, un grupo de estrellas que orbitan alrededor de un núcleo conformando una suerte de esfera en sus órbitas.

El cúmulo en cuestión, 47 Tucanae, se encuentra en la Vía Láctea, a unos 15.000 años luz de nosotros. Este cúmulo es, además, uno de los más masivos de nuestra galaxia, con más de un millón de estrellas. Su denso núcleo lo convierte en el segundo cúmulo globular más brillante en el cielo nocturno.

Una señal misteriosa. Más allá de este mapa de las estrellas, las observaciones de este clúster dejaron un sorprendente hallazgo, el de una señal de radio nunca antes detectada, cuyo origen está en el centro del cúmulo. Aún no sabemos qué es lo que causó esta señal, pero entre las hipótesis se encuentra la posibilidad de que esta sea la primera vez que nos encontremos ante un agujero negro de masa intermedia.

Distintas hipótesis. El equipo responsable del hallazgo considera varias hipótesis que podrían explicar la misteriosa señal. Quizás la más interesante la de que nos encontremos ante el primer agujero negro de estas características jamás observado, un agujero negro con una masa intermedia entre la que presentan los agujeros negros estelares y los supermasivos.

Esta posibilidad no es descabellada, ya que la posibilidad de que este tipo de agujeros existieran en el centro de los cúmulos globulares había sido ya propuesta anteriormente. Esta sería, sin embargo, la primera observación de uno. Si es que llegamos a confirmar de que estamos precisamente ante uno de estos agujeros.

Una explicación alternativa barajada por los responsables del estudio es que nos encontramos ante un púlsar: una estrella de neutrones que rota de forma periódica, emitiendo así señales pulsantes. Esto, explican los responsables del estudio, también resultaría un hecho interesante, no en sí mismo, sino porque este hipotético púlsar podría ayudarnos a encontrar el agujero negro propuesto.

Radioimagen. La imagen de 47 Tucanae producida por los astrónomos se creó gracias a 450 horas de observaciones realizadas por los radiotelescopios del Australia Telescope Compact Array (ATCA). Esta red de radiotelescopios cuenta con seis antenas de 22 metros y está situada en la región de Nueva Gales del Sur.

Los detalles del estudio fueron publicados recientemente en la revista The Astrophysical Journal.

Cruce entre generaciones. Haber conseguido el nivel de detalle alcanzado en esta imagen no fue una tarea fácil para los responsables de este trabajo, pero las ramificaciones son importantes. Observatorios como el Square Kilometre Array (SKAO) pronto entrarán en funcionamiento, poniendo en marcha una nueva generación de radiotelescopios dispuestos a sondear en espacio que nos rodea.

Pero entretanto los astrónomos logran exprimir el rendimiento de las generaciones presentes de telescopios hasta límites insospechados.

“Hemos logrado una ciencia casi al nivel del SKA con la presente generación de telescopios, combinando cientos de horas de observaciones para revelar los detalles más tenues”, explicaba en una nota de prensa Arash Bahramian, uno de los responsables del estudio. “Esto nos da un atisbo de las emocionantes capacidades de alcanzará la nueva generación de radiotelescipios cuando sean conectados”

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Imagen | Alessandro Paduano et al., 2024 / Australia Telescope Compact Array

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Los “pilares de luz”: el fenómeno óptico propio del invierno que evoca a las auroras boreales

Los

Una de las consecuencias del incremento de la actividad solar que hemos vivido durante los últimos meses es una mayor intensidad de las auroras boreales. Pero existen otros fenómenos ópticos naturales (como STEVE) que pueden confundirse con estas luces.

También existen aquellos que poco tienen de naturales.

Por ejemplo los llamados pilares de luz (a veces también llamados pilares de sol). Los pilares de luz son un fenómeno en el cual las luces de la superficie terrestre parecen extenderse hacia el cielo en forma de pilares. De ahí su nombre, bastante explicativo.

Como las auroras, los pilares de luz pueden verse con más facilidad en latitudes altas, pero no por la disposición del campo magnético terrestre, sino porque su presencia suele estar condicionada a unas temperaturas frías.

Temperaturas como las que se dieron hace unas semanas en Estocolmo. Una ola de frío a comienzos de mes propició que el cielo nocturno de la capital sueca se iluminara con este curioso fenómeno óptico.

La vinculación entre los pilares de luz y el frío está en el hielo. Este fenómeno atmosférico surge cuando pequeños cristales de hielo en la atmósfera reflejan las luces que emanan de la superficie. Estos pequeños cristales suelen proceder de nubes finas situadas en capas altas de la atmósfera, como los cirrostratos.

Desde edificios hasta farolas, pasando por vehículos, toda fuente de contaminación lumínica puede acabar generando un pilar de luz si se dan las condiciones adecuadas. El fenómeno también puede darse como reflejo de la luz solar cuando el Sol se encuentra en un ángulo adecuado (al amanecer y al anochecer).

Natural o artificial, el efecto es una columna que comparte el color de la luz reflejada. Esto en ocasiones implica un arcoiris de columnas lumínicas alumbrando los cielos urbanos. Una imagen espectral que podría confundirse con eso que ahora llamamos fenómenos aéreos no identificados. Estos, claro es, son fáciles de identificar si conocemos el fenómeno.

Pese a lo espectacular de este evento, también podemos hablar de su reverso oscuro, ya que los pilares de luz son muy a menudo reflejo (nunca mejor dicho) de un fenómeno buen distinto, el de la contaminación lumínica. Esta forma de contaminación se ha convertido en un incordio multidimensional: no solo afecta a la fauna y a la flora en los entornos urbanos y su periferia, también perjudica a astrónomos, profesionales y aficionados, que quieren observar el espacio.

Hasta el punto de que los expertos se han visto forzados a llevar los grandes telescopios terrestres a lugares remotos como archipiélagos y desiertos. El de la contaminación lumínica no es el único problema al que se enfrentan los astrónomos, pero es sin duda uno que limita considerablemente su trabajo.

En Xataka | Así son las auroras en Júpiter: un magnífico fenómeno que ahora ha sido capturado por la nave Juno de la NASA

Imagen | Timmyjoeelzinga, CC BY-SA 4.0 DEED

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Los “pilares de luz”: el fenómeno óptico propio del invierno que evoca a las auroras boreales

Los

Una de las consecuencias del incremento de la actividad solar que hemos vivido durante los últimos meses es una mayor intensidad de las auroras boreales. Pero existen otros fenómenos ópticos naturales (como STEVE) que pueden confundirse con estas luces.

También existen aquellos que poco tienen de naturales.

Por ejemplo los llamados pilares de luz (a veces también llamados pilares de sol). Los pilares de luz son un fenómeno en el cual las luces de la superficie terrestre parecen extenderse hacia el cielo en forma de pilares. De ahí su nombre, bastante explicativo.

Como las auroras, los pilares de luz pueden verse con más facilidad en latitudes altas, pero no por la disposición del campo magnético terrestre, sino porque su presencia suele estar condicionada a unas temperaturas frías.

Temperaturas como las que se dieron hace unas semanas en Estocolmo. Una ola de frío a comienzos de mes propició que el cielo nocturno de la capital sueca se iluminara con este curioso fenómeno óptico.

La vinculación entre los pilares de luz y el frío está en el hielo. Este fenómeno atmosférico surge cuando pequeños cristales de hielo en la atmósfera reflejan las luces que emanan de la superficie. Estos pequeños cristales suelen proceder de nubes finas situadas en capas altas de la atmósfera, como los cirrostratos.

Desde edificios hasta farolas, pasando por vehículos, toda fuente de contaminación lumínica puede acabar generando un pilar de luz si se dan las condiciones adecuadas. El fenómeno también puede darse como reflejo de la luz solar cuando el Sol se encuentra en un ángulo adecuado (al amanecer y al anochecer).

Natural o artificial, el efecto es una columna que comparte el color de la luz reflejada. Esto en ocasiones implica un arcoiris de columnas lumínicas alumbrando los cielos urbanos. Una imagen espectral que podría confundirse con eso que ahora llamamos fenómenos aéreos no identificados. Estos, claro es, son fáciles de identificar si conocemos el fenómeno.

Pese a lo espectacular de este evento, también podemos hablar de su reverso oscuro, ya que los pilares de luz son muy a menudo reflejo (nunca mejor dicho) de un fenómeno buen distinto, el de la contaminación lumínica. Esta forma de contaminación se ha convertido en un incordio multidimensional: no solo afecta a la fauna y a la flora en los entornos urbanos y su periferia, también perjudica a astrónomos, profesionales y aficionados, que quieren observar el espacio.

Hasta el punto de que los expertos se han visto forzados a llevar los grandes telescopios terrestres a lugares remotos como archipiélagos y desiertos. El de la contaminación lumínica no es el único problema al que se enfrentan los astrónomos, pero es sin duda uno que limita considerablemente su trabajo.

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Imagen | Timmyjoeelzinga, CC BY-SA 4.0 DEED

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La noticia Los "pilares de luz": el fenómeno óptico propio del invierno que evoca a las auroras boreales fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Martínez-Juarez .

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De los íberos a los egipcios, llevamos milenios aprovechando el hierro de los meteoritos. ¿Quienes fueron los primeros?

De los íberos a los egipcios, llevamos milenios aprovechando el hierro de los meteoritos. ¿Quienes fueron los primeros?

Para los arqueólogos, el hierro es un metal importante. La capacidad de extraer el hierro de la piedra y crear objetos a partir de este metal es uno de los marcadores que permitieron establecer una periodificación de las eras prehistóricas. En este sistema, las sociedades de la llamada “Edad de hierro” serían las más avanzadas.

Pero nuestros antepasados utilizaban el hierro antes de dominar su extracción. Y lo más curioso es que el hierro que empleaban no siempre procedía de la Tierra. Procedía del espacio.

Nuestro planeta es bombardeado frecuentemente por asteroides. La mayoría es de pequeño tamaño por lo que se desintegra al entrar en la atmósfera, dejando bólidos de fuego en el cielo. Pero en ocasiones estos meteoros alcanzan la superficie, y parte del asteroide nos llega en forma de roca: un meteorito.

Los asteroides contienen metales diversos, siendo el hierro uno de los que aparecen con frecuencia. Estos meteoritos habrían ofrecido a nuestros antepasados una pequeña fuente de hierro sin tener que incurrir en la engorrosa labor de extraerlo de la roca.

Los arqueólogos han ido encontrando numerosos ejemplos de usos de hierro en meteoritos. Un ejemplo reciente es el de una punta de flecha, hallada en Suiza en 2021, que fue identificada hace unos meses como pieza fabricada a partir de hierro de origen meteorítico.

Si queremos buscar ejemplos de sociedades prehistóricas utilizando hierro de procedencia extraterrestre para sus artefactos no tenemos siquiera que irnos hasta Suiza. Basta con acercarnos a la provincia de Alicante, más concretamente a Villena.

El Tesoro de Villena es un conjunto de objetos descubiertos en 1963 en esta localidad levantina. Se desconoce con exactitud el periodo en el que fueron manufacturados los 59 artefactos que componen la colección.

Sin embargo, el estudio más reciente de estos ha permitido conocer el origen meteorítico del hierro a partir del cual se crearon dos de sus elementos: una pequeña semiesfera hueca que pudo haber pertenecido a un cetro, bastón de mando o la empuñadura de una espada; y un brazalete abierto.

El último estudio de estas piezas ha comprobado que la presencia de níquel en los elementos ferrosos de estas piezas es correspondiente a la que se encuentra en los meteoritos y no en las vetas terrestres, donde este segundo elemento suele estar presente en concentraciones mucho más bajas. Los detalles del análisis fueron publicados en la revista del CSIC Trabajos de Prehistoria.

Probablemente el objeto de hierro meteorítico más conocido sea la daga de Tutankamon, faraón de la XVIII dinastía que gobernó Egipto en la segunda mitad del siglo XIV a.e.c. Pero no es la única ni mucho menos la primera.

En 2013, un estudio de las cuentas metálicas de un colgante excavado en la necrópolis de Gerzeh, al norte de Egipto, observó que las características de esta correspondían a la de un hierro de origen meteorítico que había sido “trabajado en frío”.

Los autores de la investigación, publicada en la revista Meteoritics  &  Planetary Science, estimaban que este colgante databa aproximadamente del año 3300 a.e.c. Esto implica que podría ser el primer objeto creado a partir de fragmentos de meteorito del que se tiene constancia.

¿Eran conscientes?

Sabemos que en la edad de bronce el hierro de los meteoritos eran utilizados para crear artefactos pero quizás la pregunta más interesante sea ¿sabían de su procedencia? La respuesta, con algunos matices, podría ser que sí. La clave puede estar en el antiguo Egipto.

Los egipcios no fueron los primeros en entrar en esta edad. Cuando el conocimiento sobre cómo fundir y moldear este metal llegó a la ribera del Nilo los egipcios ya habían construido pirámides y habían desarrollado un sistema de escritura jeroglífica. También contaban con un estado centralizado (en contraste a las ciudades estado que dominaban la edad de bronce) y una religión.

Y es en parte gracias a sus creencias que tenemos pruebas de que los egipcios sabían que algunas de las primeras piezas de hierro que empleaban venían del cielo. Un jeroglífico con 4.000 años de antigüedad es prueba de ello, explica Victoria Almansa-Villatoro, egiptóloga de la Harvard Society of Fellows, en un artículo en la revista Sapiens.

“[El rey] Unis captura el cielo y divide su hierro”, reza el texto. Los egipcios creían que el cielo era una bóveda de hierro que sostenía el agua del cielo. Esta bóveda a veces se resquebrajaba, provocando la lluvia, pero también que de ella cayeran trozos de la bóveda metálica a la tierra, los meteoritos.

Los egipcios eran tan dados a la astronomía como sus vecinos babilonios y su modelo cosmológico puede que fuera bastante rudimentario: aunque supieran que estaban usando un hierro caído de los cielos, no tenían una idea muy acertada de qué era lo que había en esos cielos.

Según Almansa-Villatoro, los egipcios y los sumerios compartían una cosmovisión semejante, y parece que amas culturas la habían desarrollado hacia el tercer milenio antes de nuestra era. Es a través de una colección de textos funerarios datados entre las V y VIII dinastías, hace entre 4.400 y 4.100 años, que pueden hallarse pruebas de esta vinculación entre el hierro y el cielo. Pruebas como el texto anterior.

La vinculación es tan férrea que, como explica la egiptóloga, el egipcio antiguo utilizaba la misma palabra para hablar del cielo y del hierro. Una correspondencia semejante a la que se da también en el sumerio.

¿Y los que crearon el Tesoro de Villena? ¿Sabían del origen del metal que empleaban? Es más difícil (con lo que sabemos, imposible) asegurarlo. Este conjunto está envuelto en un total misterio: no sabemos a quién perteneció, por lo que es imposible asociarlo a una cultura concreta.

Aun si pudiéramos asociarlas a una cultura concreta, sabemos muy poco de las que habitaron la península Ibérica en la era prerromana. Con la posible salvedad de las que llegaron de otros puntos del Mediterráneo, claro.

Sí existe un pequeño indicio, el hecho de que una de estas piezas estuviera adornada con láminas de oro en disposición de estrella de cuatro puntas. Esto no es más que un indicio circunstancial, insuficiente a todas luces para servir de prueba, suficiente como para despertar la curiosidad.

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Imagen | Pieza funeraria de la tumba de Tutankamon  y fragmento del Texto de la pirámide. Djehouty / Thoth

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