El núcleo terrestre tiene una “fuga”. Y es de oro

El núcleo terrestre tiene una "fuga". Y es de oro

Nuestro planeta esconde, miles de kilómetros bajo nuestros pies, un núcleo compuesto principalmente de hierro, con una importante concentración de níquel, y también con otros elementos entremezclados. Y entre estos últimos elementos, se encuentra el oro.

Fuga de oro. Oro que, según un reciente estudio, está filtrándose hacia capas superiores, en dirección a la superficie y a través del manto terrestre. Un oro, además, que se habría “fugado” del núcleo terrestre junto con otros metales preciosos.

Una porción minúscula. El oro ha sido considerado, desde tiempos inmemoriales, un metal precioso y su “rareza” ha estado relacionada con el valor que hemos dado a este elemento a lo largo de la historia de la humanidad. “Rareza”, entrecomillada, puesto que es una rareza contextual.

El oro es raro en la superficie de nuestro planeta y en las zonas más accesibles de la corteza a través de la minería. Pero este elemento no es raro en el universo, y no es tampoco escaso en nuestro planeta Tierra. Tanto que el oro “superficial” representa menos del 0,001% del total de este oro.

Antes y después. Alguien podría preguntarse por qué el oro de nuestro planeta se ha repartido de forma tan caprichosa. Es porque este reparto tiene poco o nada de caprichoso, y el motivo está en la historia geológica de nuestro propio planeta.

Cuando la Tierra aún estaba en proceso de formación, hace unos 4.500 millones de años, el oro y otros metales acabaron atrapados en el núcleo del planeta, por efecto de la gravedad. Hasta ahora creíamos que estos metales habrían quedado así separados de la superficie por el manto terrestre. El origen del oro de la superficie, siguiendo esta lógica, podría estar por ejemplo en el espacio, gracias a la infinidad de meteoritos que han alcanzado la superficie de nuestro planeta a lo largo de su historia geológica.

Tras la pista del rutenio. Esto, señalábamos, no ocurre solo con el oro, también con otros metales similares como el rutenio (Ru). El reciente estudio se basó precisamente en este metal y en un hecho significativo: que el rutenio propio del núcleo terrestre presenta una abundancia significativa de un isótopo concreto, Rutenio-10 (100Ru), que lo distingue del rutenio superficial.

El equipo responsable del nuevo estudio analizó trazas de rutenio halladas en las rocas volcánicas del archipiélago de Hawái para determinar la presencia del isótopo 100Ru. Algo que habría sido imposible hace unos años, destaca el equipo, ha sido ahora posible gracias a nuevas herramientas desarrolladas para el análisis.

Análisis que permitió vincular el rutenio hallado en estas rocas con el núcleo terrestre, lo que implica que este metal procedente de la región fronteriza entre el núcleo y el manto habría ascendido hasta colarse entre el magma volcánico. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Nature.

A bordo del magma convectivo. Investigar lo que pasa debajo de la superficie de la Tierra ha sido a lo largo de los años una tarea al borde de lo imposible. La propagación de las ondas sísmicas nos reveló en su momento información muy valiosa sobre el manto y el núcleo, pero técnicas de medición cada vez más precisas nos han ido abriendo nuevas puertas con el paso de los años.

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El problema de la llegada de calor no son solo los 40º previstos por AEMET: también las “noches tropicales”

El problema de la llegada de calor no son solo los 40º previstos por AEMET: también las "noches tropicales"

Ha llegado el calor y con él un fenómeno más molesto que las altas temperaturas diurnas: las llamadas “noches tropicales”. Una mala noticia para quienes tienen problemas para conciliar el sueño con calor.

Noches tropicales. El episodio cálido que esta semana se manifiesta sobre buena parte de España amenaza con llevar los termómetros a máximas por encima de los 35º en diversas áreas, incluso por encima de los 40º en zonas como el valle del Guadalquivir. Sin embargo, más allá de las máximas, hay otro dato al que prestar atención: las temperaturas mínimas.

Hablamos de “noches tropicales” cuando las temperaturas mínimas nocturnas no bajan de los 20º Celsius. Eso será precisamente lo que ocurra en áreas del sur de la Península y en Canarias a lo largo de la semana, según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Según explica AEMET en una nota informativa dedicada al episodio cálido, las temperaturas mínimas irán subiendo a lo largo de la semana, de forma más lenta e intensa que las máximas, eso sí. Las mínimas por encima de los 20º afectarán a zonas del cuadrante suroeste y de la costa mediterránea, extendiéndose también al valle del Ebro durante el sábado.

Al borde de la “noche ecuatorial”. De hecho, las previsiones de AEMET anticipan mínimas que podrían quedarse en torno a los 24º hacia el final de la semana en zonas de Málaga o Cádiz. Esto implica que algunas zonas se sitúan al borde de la llamada “noche ecuatorial”, término que hace referencia a las noches en las que las mínimas no bajan de los 25º.

Un anticiclón, ¿y una dana? Pero, ¿qué está pasando para que la primavera haya finalizado de forma tan abrupta? Buena parte de la culpa la tiene un anticiclón con dentro ubicado sobre aguas del Atlántico, en torno a las Azores. El influjo de las altas presiones nos dejará una gran estabilidad atmosférica, explica AEMET, con “cielos prácticamente despejados y una elevada insolación”.

Pero aún hay más: a partir del miércoles, la aparición de una dana entre Canarias y el golfo

de Cádiz podría arrastrar consigo una masa de aire cálido, seco y con polvo en suspensión, primero hacia el sur y después hacia el centro peninsular. El resultado de esto sería el aumento adicional de las temperaturas que veremos a lo largo de la segunda mitad de la semana.

Avisos por temperaturas extremas. Así las cosas, la Agencia ha emitido varios avisos por temperaturas extremas para mañana miércoles y para el jueves por temperaturas máximas de entre 37º y 39º.

¿Hay fin a la vista? La gran pregunta ahora es cuándo acabará esto. Y lo cierto es que aún es pronto para aventurarse ya que la incertidumbre predomina hacia el final de la semana, señala AEMET. Según explica la Agencia, es “probable que a partir del sábado 31 se disipe la dana” y que aumente la inestabilidad en el norte peninsular, dando lugar a su vez a nubes que reduzcan la insolación de estos días. En cualquier caso habrá que esperar para ver si se van confirmando estas predicciones.

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Sabíamos que desayunar nueces y otros frutos secos era positivo para nuestro cerebro. Lo que no sabíamos era hasta qué punto

Sabíamos que desayunar nueces y otros frutos secos era positivo para nuestro cerebro. Lo que no sabíamos era hasta qué punto

Las nueces son un alimento nutritivo y considerado especialmente beneficioso para nuestro cerebro. Las pruebas se van acumulando, y el último estudio realizado sobre este alimento nos da nuevos detalles sobre su valor.

Un empujón para el cerebro. El equipo responsable del nuevo estudio observó una mejora en la función cerebral entre personas jóvenes que consumían nueces en el desayuno. El estudio nos da nuevas pistas a la hora de comprender la relación entre el popular fruto seco y el desempeño cognitivo.

“Este estudio ayuda a reforzar el caso de las nueces como alimento para el cerebro. Un puñado de nueces con el desayuno puede dar a los adultos jóvenes un extra mental cuando necesitan desempeñar al máximo rendimiento. Es especialmente emocionante que un cambio dietario tan simple pueda hacer una diferencia medible en el desempeño cognitivo”, destacaba en una nota de prensa Claire Williams, coautora del estudio.

Efecto retardado. El equipo observó que en la ocasión en la que consumían el desayuno con las nueces, los participantes lograban tiempos de reacción más rápidos a lo largo del día. También observaron una mejora en la memoria, pero esta no se daba en las primeras horas tras el desayuno sino más adelante en el día.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Food & Function.

Teoría y prácitica. A través de los EEG, el equipo observó que cambios en la actividad neural que sugerían que las nueces pueden ser más efectivas en su ayuda al desempeño cognitivo cuando nos enfrentamos a tareas mentales que suponen un retos. Por su parte, los análisis de sangre mostraron cambios en los niveles de glucosa y ácidos grasos, lo que podría ayudar al mejor desempeño.

Explicar qué nutrientes y qué mecanismos bioquímicos son los protagonistas de esta conexión entre nueces,  y cerebro es fundamental a la hora de establecer una relación causal. El equipo responsable del nuevo estudio sugiere en él que una variedad de nutrientes, entre ellos los ácidos grasos omega 3, proteínas y polifenoles, serían los responsables de este “empujoncito” cognitivo.

Un estudio con limitaciones. La pequeña muestra implica una limitación a la hora de extrapolar los resultados del estudio, sin embargo se suma a una creciente evidencia que indica que las nueces (y otros frutos secos) tienen la capacidad de mejorar nuestro rendimiento cognitivo.

Según explica el equipo responsable, el nuevo estudio complementa a la literatura existente enfocándose en los efectos del consumo de nueces a corto plazo, en el día mismo en el que se consumen. También señalan que más estudios serán aún necesarios para determinar la relación entre el consumo de nueces y cualquier mejora en el desempeño cognitivo.

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La llegada del ser humano a Sudamérica, vista a través del ADN de los herederos de la última gran migración

La llegada del ser humano a Sudamérica, vista a través del ADN de los herederos de la última gran migración

A lo largo de nuestra historia como especie, los Homo sapiens hemos logrado llegar a los rincones más remotos de la Tierra. Milenios antes de la era de la exploración, nuestros ancestros emprendieron un viaje que los llevó fuera de África y a poblar las grandes masas continentales desde Europa a América del Sur. De entre todas estas grandes migraciones, una de las más sorprendentes fue la que llevó a los humanos desde Siberia hasta la Patagonia, un viaje de 10.000 cuyos detalles estamos conociendo.

La historia en los genes. Un nuevo estudio genético nos ha dado nuevas pistas sobre la gran migración que resultó en la población de las Américas. Una migración de 20.000 kilómetros cuyas implicaciones aún perduran en aspectos tan aparentemente lejanos como la salud.

El estudio permitió trazar la historia de las migraciones hasta la considerada “frontera final” de las migraciones humanas, Tierra del Fuego, explica el equipo responsable del estudio.

Historia de un viaje de milenios. Esta gran migración habría comenzado en Siberia hace entre 27.000 y 19.000 años aproximadamente.Durante la última glaciación, en lo que hoy conocemos como el estrecho de Bering se habría formado un “puente” de tierra debido a un nivel del mar más bajo que el presente.

A través de Alaska, estas poblaciones habrían llegado a Norteamérica, pero la expansión por este continente habría sido solo una etapa intermedia. El estudio se centra en la segunda parte del viaje, cuando parte de la nueva población americana cruzó el istmo centroamericano para introducirse en el último continente en ser poblado.

La última frontera. El nuevo análisis genético nos permite conocer cómo se expandieron los humanos por Sudamérica. El equipo responsable detectó que los linajes en este continente comenzaron a divergir entre sí hace entre 14.000 y 10.000 años.

A partir de este punto, la población sudamericana comenzó a separarse en cuatro grupos. El primero en disgregarse fue el de quienes poblaron la cuenca del Amazonas, mientras el resto se repartió entre las zonas altas de la cordillera de los Andes, la zona desértica del Chaco, y finalmente, la Patagonia.

Leyendo la migración enlos genes. Para su estudio, el equipo secuenció los genomas de 1.537 individuos pertenecientes a 139 pueblos del continente. Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Science.

Implicaciones a muy largo plazo. Las consecuencias de este movimiento migratorio y sus vicisitudes aún perduran y algunas de ellas aún pesan sobre los pueblos originarios de Sudamérica, especialmente como consecuencia del aislamiento de algunas de estas poblaciones con respecto del resto de la humanidad. Esto podría explicar por qué algunas poblaciones resultaron más susceptibles a la introducción de enfermedades infecciosas por parte de los primeros europeos en llegar al continente.

“Aquellos migrantes acarrearon solo un subconjunto del acervo genético en sus poblaciones ancestrales (…). Así, la diversidad genética reducida también causó una diversidad reducida en los genes relacionados con la inmunidad, lo que puede limitar la flexibilidad a la hora de luchar contra varias enfermedades infecciosas”, destacaba en una nota de prensa Kim Hie Lim, coautora del estudio.

Del pasado al presente. Conocer nuevos datos sobre la genética de los pueblos americanos puede ayudarnos también en el presente. Esta información es valiosa a la hora de estudiar tratamientos de enfermedades relacionadas con la genética, o para comprender mejor el funcionamiento e impacto de determinados medicamentos. Además, la más estrecha relación entre las poblaciones americanas y las asiáticas implica nuevos datos sobre una población que, recuerda el equipo responsable del nuevo trabajo, abarca al 50% de la población mundial.

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Los embalses están casi un 22% por encima de la media de la última década. Hay un “pero” importante antes de celebrar

Los embalses están casi un 22% por encima de la media de la última década. Hay un "pero" importante antes de celebrar

Las previsiones de los meteorólogos parecen indicar que la primavera tiene sus días contados: la semana que viene veremos un aumento de las temperaturas y los modelos de la Agencia Estatal de Metorología prevén que de aquí a mediados del mes de junio las precipitaciones sean menores de lo que es habitual por estas fechas.

A pesar de ello, esta primavera corta ha sido intensa, y eso se ha reflejado en los embalses.

Las reservas al 77,5%. Los últimos datos indican que la reserva hídrica se ha situado esta semana en 43.407 hectómetros cúbicos (hm³), al 77,5% de su capacidad. Según destaca el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a ello han contribuido las precipitaciones “abundantes” en la Península y especialmente en Lugo, donde se han alcanzado los 55,8 mm.

Las cuencas internas del País Vasco (al 95,2% de su capacidad), el Duero (92,6%), y las cuencas del Cantábrico occidental (92,2%) son las que más cerca de su máximo teórico se ubican. En el sur destaca la cuenca de los ríos Odiel, Tinto y Piedras, al 91,7% de su capacidad.

Casi un 22% más que la media. Llevamos ya más de un año en el que los embalses acumulan más agua que el promedio de los 10 años previos. Los 43.407 hm³ actuales representan un incremento del 21,79% por encima de la media de la pasada década, 35.641 hm³.

Es una buena noticia, pero cabe recordar que el dato de la media decenal ha sido lastrado notablemente por la pasada década. Si nos vamos a datos de hace cinco años, veremos que el llenado promedio de los diez años previos (2010-2019) era del 74,3% global y del 71,8% si nos enfocamos en los embalses de uso consuntivo. La media de los últimos 10 años se encuentra ahora bastante lejos, en el 63,7% para el conjunto de los embalses, y en el 58,1% si nos centramos en el uso consuntivo.

Estado desigual. Como es habitual, existen marcadas diferencias en el nivel de llenado de las distintas cuencas. Señalábamos antes algunas de las que se encuentran más cerca del llenado pleno, todas ellas por encima del 90% de su capacidad. En el otro extremo, las cuencas del sur y del sudoeste se mantienen en niveles relativamente bajos, destacando la cuenca del Segura, al 31% de su capacidad.

La lectura positiva es que incluso esta cuenca ha visto aumentar su nivel de llenado en los últimos meses. Esta última semana, de hecho, la cuenca ha visto un aumento de casi un 1% respecto a la semana anterior. Las cuencas andaluzas del Mediterráneo, también entre las más vacías, han experimentado también un leve aumento en su volumen, hasta acercarse al 57.6% de su capacidad.

La nota negativa la pone la cuenca del Guadalete y del Barbate, la segunda con menor llenado promedio (al 54,88%), que ha perdido seis hm³ en los últimos días, una reducción del 0,36%. Eso sí, la cuenca muestra un llenado notablemente superior al visto el año pasado por estas fechas (30,28%) y también ligeramente superior a la media de los últimos 10 años (53,31%).

El fin de la primavera. El estado de los embalses nos permiten afrontar con ligero optimismo un verano incierto e inminente. Las previsiones meteorológicas señalan un aumento drástico de las temperaturas en los próximos días, y no solo eso.

Las predicciones a medio plazo de AEMET indican también que la tendencia de las próximas semanas no solo apuntará hacia unas temperaturas más cálidas de lo habitual por estas fechas, también hacia unas precipitaciones inferiores a la media. Esto parece implicar el fin de la primavera, al menos desde el punto de vista meteorológico, y el inicio de un verano que no sabemos qué nos deparará.

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Hemos encontrado bacterias en la estación espacial china. Lo más sorprendente es que es una especie nueva

Hemos encontrado bacterias en la estación espacial china. Lo más sorprendente es que es una especie nueva

La exploración espacial tiene una obsesión por la limpieza. No es para menos: si queremos buscar vida en otros planetas de nuestro sistema solar tenemos que asegurarnos de que nuestras naves no lleven con ellas vida terrestre que pueda llevarnos a confusión. Este es el principal motivo por el que las agencias espaciales prestan una enorme atención a los microorganismos que puedan aparecer en sus naves, incluso en las que no viajan a otros planetas. A veces la vida nos da sorpresas.

Bacterias a bordo. El análisis de muestras tomadas en la estación espacial china Tiangong ha permitido detectar trazas de la presencia de una bacteria desconocida en este aséptico entorno espacial. La recién descubierta bacteria contaría con mecanismos que la habrían permitido mantenerse con vida en las condiciones extremas propias de la vida a bordo de una estación orbital.

Niallia tiangongensis. La nueva especie ha sido bautizada como Niallia tiangongensis, en alusión al nombre de la estación espacial puesta en órbita por China. Nombre a su vez que puede traducirse como "palacio celestial". N. tiangongensis comparte género taxonómico con la especie Niallia circulans, una bacteria patógena capaz de causar sepsis en pacientes inmunocomprometidos.

La nueva bacteria tiene forma de bastón, pero sería capaz de formar esporas, estructuras ovaladas que protegen la información genética de la especie en condiciones extremas como altas temperaturas, radiación o falta de agua. N. tiangongensis podría haber llegado en esta forma a la estación que le ha dado nombre.

¿Una bacteria espacial? El origen evolutivo de esta bacteria está en la Tierra, pero desconocemos por ahora si esta nueva especie puede encontrarse en la superficie o si por el contrario se trata del resultado de la evolución de otra bacteria. Una evolución que podría haberse dado a bordo de la estación, permitiendo la supervivencia de las colonias bacterianas.

Es también posible que la especie tenga un origen casi plenamente terrestre pero que sus “colonias espaciales” hayan evolucionado para adaptarse mejor al nuevo entorno extraterrestre.

Dos años de estudio. Las muestras que han dado pie al hallazgo fueron recogidas en el interior de la estación en mayo de 2023 por los astronautas de la misión Shenzhou-15. El estudio de los restos hallados ha permitido conoce detalles sobre la estrategia de supervivencia de este microorganismo.

Se han encontrado genes que codifican algunas respuestas de estas bacterias a algunas condiciones extremas, como su respuesta al estrés oxidativo o su capacidad para reparar los daños causados por la radiación. Por ejemplo, sabemos que esta bacteria es capaz de generar partículas protectoras obteniendo para ello nitrógeno y carbono a partir de la descomposición de gelatinas.

Los detalles del hallazgo fueron publicados en un artículo en la revista International Journal of Systematic and Evolutionary Microbiology.

De la ISS a Tiangong. No es la primera vez que encontramos bacterias a bordo de una estación espacial. Hace años que detectamos bacterias en la Estación Espacial Internacional, tanto es así que recientemente sus astronautas comenzaron la búsqueda de vida en el exterior de la nave.

Lo que podemos intuir a partir del hecho de que no hubiéramos detectado antes la nueva bacteria en otras naves como la ISS es que existe diversidad en las poblaciones de microorganismos que pueblan los distintos vehículos y estaciones que enviamos al espacio.

¿Una carrera perdida? La noticia del nuevo hallazgo se ha producido casi a la par que el anuncio por parte de la NASA de la detección de numerosas especies de microorganismos en el interior de una de sus “salas limpias”, entornos presuntamente asépticos diseñados precisamente para mantener aparatos y vehículos a salvo de la contaminación.

Una mala noticia, no solo ante la posibilidad de que enviemos (o ya hayamos enviado) microorganismos a bordo de las sondas que exploran planetas y satélites donde sospechamos pueda existir o haber existido vida extraterrestre. El hecho de que sepamos que esta vida es capaz de sobrevivir en las órbitas bajas terrestres no implica necesariamente que estos microbios puedan resistir un viaje interplanetario, pero es un mal indicio.

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¿Es saludable comerme un helado todos y cada uno de los días del verano? La ciencia ya tiene una respuesta

¿Es saludable comerme un helado todos y cada uno de los días del verano? La ciencia ya tiene una respuesta

En una dieta equilibrada y variada no es difícil encontrar un hueco para el capricho ocasional, un postre dulce o un snack de vez en cuando. Ahora bien, encontrar el equilibrio no siempre es fácil, más aún cuando a menudo recibimos noticias que nos señalan que alimentos como el helado son saludables, algo que parece contradecir nuestras ideas más básicas sobre nutrición. Entonces, ¿es esto cierto? ¿Cada cuánto puedo comerme un helado?

En primer lugar, la mala noticia: no, comer helado no es especialmente saludable. Igual que con el consumo de ciertas bebidas alcohólicas como el vino, el hecho de que algún estudio encuentre propiedades positivas en alguno de sus conponentes, no implica necesariamente que un alimento vaya a ser saludable.

Aquí es importante atender a varias cuestiones cuestiones. La primera es que puedan existir otros componentes que anulen el efecto positivo detectado. En el ejemplo del vino, su contenido en alcohol tiende a contrarrestar el impacto de compuestos como los polifenoles. Una pregunta clave que hacernos aquí es si podemos obtener los compuestos beneficiosos de una fuente que no contenga los compuestos nocivos.

También es relevante atender a qué aspecto de la salud se refiere cierto estudio. Los análisis pueden realizarse enfocados en un aspecto concreto de la salud, como la incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes o cáncer. Es por tanto importante comprender que lo que puede ser bueno para un aspecto de nuestra salud puede no serlo tanto para otro.

Interpretar los resultados de un estudio es importante, pero a veces la metodología también nos puede dar pistas importantes a la hora de realizar esta interpretación. Un ejemplo lo tenemos en un artículo para The Conversation escrito por Duane Mellor, experto en medicina y nutrición de la Aston University de Birmingham.

Aunque es un resultado interesante, hay que tener en cuenta algunos factores, el primero, el hecho de que los helados representan un pequeño elemento de la dieta y que a veces otras variables pueden jugarnos una mala pasada.

Mellor pone su atención en una tesis doctoral publicada en 2018 y enfocada en los efectos cardiometabólicos de los productos lácteos. La tesis, indica el experto, incluía un estudio en el que se observaba que, entre la población de estudio (compuesta por personas con diabetes tipo 2), aquellos que consumían helado no más de dos veces a la semana mostraban un riesgo un 12% menor de padecer enfermedades cardiovasculares, en comparación con los que no consumían este dulce.

Aunque es un resultado interesante, hay que tener en cuenta algunos factores, el primero, el hecho de que los helados representan un pequeño elemento de la dieta y que a veces otras variables pueden jugarnos una mala pasada.

“Es importante notar que este lazo entre helado y enfermedad cardiaca solo se hace aparente cuando se tienen en cuenta otros aspectos de la salud de las personas, incluyendo cómo de saludablemente comían”, explica Mellor en su artículo. “Esto sugiere que comer una dieta generalmente sana es posiblemente más importante a la hora de reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular en personas con diabetes tipo 2, comparado con comer helado.”

Establecer relaciones causales en estudios observacionales como este resulta difícil y Mellor nos da un ejemplo del por qué. Una persona con problemas previos al estudio puede decidir dejar de consumir helado para mejorar su dieta. Esto implica que esta persona será vista a efectos del estudio como una persona con un peor nivel de salud pese a llevar una vida aparentemente más saludable.

Si existe una tendencia marcada, es decir, si existen numerosos casos así, los resultados del estudio pueden presentar sesgos.

Práctica y teoría

Los helados suelen ser alimentos calóricos altos en azúcar y en grasa. Esto, como señalamos al comienzo, puede encajar perfectamente en una dieta equilibrada, pero es no quiere decir que un alimento sea saludable. El consumo de azúcar se ha vinculado con muy diversos problemas que abarcan desde la salud bucodental a un mayor riesgo de padecer cáncer, pasando también por la diabetes.

Las grasas y exceso de calorías también pueden facilitar la aparición de sobrepeso u obesidad. Si bien esto no es un problema de salud en sí mismo, sí es un factor de riesgo en la aparición de enfermedades y trastornos, entre ellos enfermedades cardiovasculares.

Existen también estudios que apuntan en esta dirección, algunos de ellos citados por Mellor en su pieza. Un estudio realizado por un equipo italiano de investigadores y publicado en 2019 en la revista Nutrients, detectó que un mayor consumo de helado se vinculaba con la aparición enfermedad de hígado graso no alcohólica, algo que no es exclusivo de este alimento, pero que también debemos tener en cuenta a la hora de tomar nuestras decisiones nutricionales.

Explicábamos antes que algo que debemos tener en cuenta es si podemos encontrar alternativas más sanas. Parte de los beneficios que nos puede aportar un helado vienen de la leche, gracias a elementos como el calcio o los probióticos. Es decir, el yogur no azucarado (o menos azucarado), el queso, o la leche pueden aportarnos algunos de estos nutrientes, conviriténdolos en alternativas que quizás puedan encajar más en una dieta diaria.

Entonces, ¿cada cuánto puedo comerme un helado? No hay una respuesta clara, depende de factores como el tipo de helado que estemos consumiendo (los nutrientes que aporta cada tipo de helado pueden variar) y el tamaño de la ración, de nuestra dieta y de infinidad de factores como nuestro peso o nuestro estado de salud.

Si quisiéramos consumir helado todos los días deberíamos asegurarnos primero de tener una dieta variada (y unos hábitos de vida saludables), consumir cantidades reducidas y eliminar otras fuentes de azúcares añadidos. Y aún así nada nos garantiza que esto no pueda derivar en otros problemas como la enfermedad del hígado graso antes mencionada.

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La edad de Hielo tuvo una tormenta solar tan potente que sus efectos aún pueden ser detectados en los árboles

La edad de Hielo tuvo una tormenta solar tan potente que sus efectos aún pueden ser detectados en los árboles

¿Cómo de potente puede llegar a ser una tormenta solar? Más de uno se habrá planteado alguna vez esta pregunta por mera curiosidad. Y también por necesidad. Responder a esta pregunta es importante de cara a prepararnos frente a potenciales tormentas de gran magnitud, pero resulta complicado: tenemos una muestra limitada y los eventos de mayor intensidad son los que suceden con menor frecuencia.

Pero ahora tenemos una nueva pista.

La madre de todas las tormentas. Un estudio reciente ha analizado los remanentes de la mayor tormenta solar de la que tengamos constancia hasta la fecha. La tormenta, unas 500 veces más potente que la mayor tormenta solar desde el inicio de la era espacial, habría sucedido hace unos 14.300 años.

Aunque ya teníamos bastantes pistas previas sobre este evento, el nuevo estudio facilita el trabajo de prepararnos ante tales eventos, y también puede ayudarnos a mejorar nuestras técnicas de datación por radiocarbono.

Hace 14.300 años. El descubrimiento de esta tormenta solar ha sido posible gracias a la detección de un pico de radiocarbono, el conocido carbono-14, sucedido hacia el año 12.350 a.e.c., hacia el final del último periodo glacial. Esto implica que la tormenta no solo es la más potente de la que tenemos constancia, también es la única tormenta solar conocida fuera del Holoceno, la época geológica contemporánea (si excluimos la existencia debatida del Antropoceno).

Distintas tormentas. La tormenta analizada fue una tormenta solar de partículas. Existen distintos eventos que podemos catalogar como tormentas solares, cada uno con sus características, como los apagones de radio, las tormentas de radiación solar o las tormentas geomagnéticas.

Las tormentas de radiación, como la estudiada, solar se producen cuando grandes cantidades de partículas cargadas procedentes del Sol alcanzan el campo magnético de la Tierra. Este campo tiende a desviar las partículas hacia los polos, haciendo que el efecto en latitudes altas sea mayor.

Carbono 14. El equipo responsable del nuevo estudio recurrió a un nuevo modelo químico-climático, SOCOL:14C-Ex, para su análisis. Este es un modelo diseñado para reconstruir tormentas solares de partículas en condiciones climáticas propias de las pasadas glaciaciones. Gracias a este modelo, explican, fue posible constatar que esta tormenta solar fue un 18% más fuerte que el evento del año 775 e.c., la mayor tormenta solar conocida hasta el descubrimiento de este evento.

“Comparado con el mayor evento en la era moderna de los satélites (la tormenta de partículas de 2005) el antiguo evento de 12.350 a.C. fue unas 500 veces más intenso, de acuerdo con nuestras estimaciones”, explicaba en una nota de prensa Kseniia Golubenko, coautora del estudio

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Earth and Planetary Science Letters.

Más que establecer un récord. El estudio nos permite establecer un nuevo marco al  “escenario más pesimista”, señala Golubenko. Conocer a qué nos podemos llegar a enfrentar nos da herramientas imprescindibles a la hora de prevenir este tipo de eventos.

El estudio también puede ayudar unos científicos que estudian algo muy distinto: los arqueólogos. El análisis se ha basado en el carbono-14, un isótopo muy importante a la hora de datar restos de materia orgánica muy diversos, desde telas hasta barcos. Comprender los picos de este isótopo causados por el impacto de partículas cargadas procedentes del Sol puede ayudarnos a datar con mayor precisión objetos creados en épocas pasadas.

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Comer col fermentada puede parecer una idea desagradable. La ciencia cada vez tiene más claro que es excelente para tu dieta

Comer col fermentada puede parecer una idea desagradable. La ciencia cada vez tiene más claro que es excelente para tu dieta

Los alemanes la denominan sauerkraut y los franceses choucroute, término que suele castellanizarse como chucrut. Se trata de col fermentada, una preparación típica en diversos países europeos donde se utiliza como acompañamiento en platos de diversa índole.

Un preparado beneficioso. Hace tiempo que tenemos indicios de que esta preparación tradicional podía aportar importantes beneficios a nuestra salud. Ahora, un nuevo estudio realizado por dos investigadores de la Universidad de California, Davis ha encontrado nuevas pruebas de que el chucrut puede ayudar a nuestra salud a través de la digestión.

Según el estudio, la col fermentada puede ayudar a mantener la integridad de nuestras células intestinales. Una buena noticia es que este efecto beneficioso se producía tanto con el chucrut casero como con el que compramos ya preparado.

“No importa, en cierta manera, si hacemos sauerkraut en casa o si lo compramos en la tienda; ambos tipos de sauerkraut parecen proteger la función intestinal”, explicaba en una nota de prensa Maria Marco, coautora del estudio.

Tres elementos. El equipo comparó tres elementos relacionados con el chucrut y su proceso de fermentación: la verdura “en crudo”, la salmuera extraída del producto fermentado, y producto en sí mismo, el sauerkraut. Los esfuerzos del equipo se centraron en el estudio de los metabolitos presentes en este alimento.

Los metabolitos son compuestos que se producen al descomponer biológicamente los alimentos y sus compuestos. Al pasar por un proceso de fermentación, los cambios químicos que se dan en un alimento pueden ser importantes, de ahí que cambie su sabor y aroma, pero también su valor nutricional.

Cambios nutricionales. El análisis químico realizado por el equipo mostró cambios en el perfil nutricional de la col tras su fermentación. Encontraron metabolitos beneficiosos, entre ellos ácido láctico y aminoácidos, pero también observaron por ejemplo un menor aporte de carbohidratos.

Algunos de los metabolitos hallados eran idénticos a los generados por el mcirobioma intestinal. Los cambios encontrados, destaca el equipo, podrían explicar los beneficios digestivos a menudo atribuidos a los productos fermentados.

Los detalles del estudio fueron publicados en un artículo en la revista Applied and Environmental Microbiology.

Más que probióticos. El estudio realizado en laboratorio es un indicio más en favor de la idea de que la col fermentada es un alimento saludable que podemos incluir en el contexto de una dieta equilibrada y variada. Los alimentos fermentados no son solo un aporte de nutrientes metabolizados por los microorganismos responsables de la fermentación, también pueden aportarnos a modo de probióticos bacterias beneficiosas que realicen procesos similares en nuestro sistema digestivo.

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Imagen | Jana Ohajdova

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Sabíamos que las esferas espaciales estaban en algún punto del universo. Tenemos una nueva teoría sobre su origen

Sabíamos que las esferas espaciales estaban en algún punto del universo. Tenemos una nueva teoría sobre su origen

El universo está repleto de objetos esféricos: estrellas, planetas, agujeros negros y una parte de los satélites que podemos encontrar en nuestro entorno tienen formas más o menos redondas. Sin embargo hay otro tipo de esferas (o más bien otros tipos), esferas que no están formadas de materia compacta pero cuya naturaleza circular puede ser captada por nuestros instrumentos.

Teleios. Hace unos días, un equipo internacional liderado por investigadores de la Western Sydney University anunciaba el descubrimiento de un singular objeto esférico ubicado en nuestra propia galaxia. Aunque la principal hipótesis sobre el origen de este objeto esté en el estallido de una supernova de tipo Ia, el equipo admitió que algunas piezas no encajaban. Esto deja la puerta abierta a distintas posibilidades.

Uno de los detalles que sabemos de este objeto es que puede detectarse “casi exclusivamente” en frecuencias de radio, algo no tan convencional en este tipo de objetos. Este y otros detalles del descubrimiento convierten al objeto en un inmenso enigma. Un enigma del que no escapa siquiera su ubicación.

El problema de la distancia. Sabemos que esta esfera se encuentra a una distancia no muy grande de nuestro sistema solar, en el interior de la Vía Láctea. El problema es que el equipo responsable de su estudio solo ha podido delimitar dos posibles distancias a las que podría encontrarse el objeto: bien a alrededor de 7.175 años-luz de nosotros, o bien a unos 25.114 años luz de nuestra ubicación.

Esto tiene una implicación evidente y es que tampoco sabemos qué tamaño tiene esta esfera. Si suponemos que se ubica en el punto más cercano, su tamaño sería de unos 45,7 años luz en diámetro. Sin embargo podría también estar más lejos y ser más grande: tendría más bien 156,6 años luz de longitud si se encontrara en la ubicación más lejana contemplada.

Edad desconocida. El tamaño tiene a su vez una implicación temporal. Al tratarse de una explosión, el objeto se habría formado de dentro hacia afuera, como una onda expansiva. Es decir, si el radio de esta explosión es más largo, nos encontraríamos ante un estallido ocurrido hace más tiempo que si estuviéramos observando un radio más corto.

Las estimaciones del equipo señalan que, de ubicarse en el punto más cercano, la supernova que habría dejado tras de sí este remanente se habría dado hace menos de un milenio; mientras que si de la ubicación lejana se tratara, estaríamos hablando de un evento acontecido hace más de 10.000 años.

El problema de los rayos X. Uno de los enigmas que rodean a Teleios tiene que ver con los rayos X o, más bien, con la ausencia de estos. Los modelos empleados por el equipo sugieren que los remanentes de una supernova como la detectada deberían emitir radiación no solo en frecuencias de radio sino también en rayos X.

Las supernovas tipo Iax. El hecho de que este no sea el caso ha llevado al equipo a plantear una hipótesis algo distinta: que no se trate de los remanentes de una supernova de tipo Ia sino de una de tipo Iax. Las supernovas Iax son un subtipo de las primeras. Las supernovas Ia se producen en sistemas binarios dominados por una estrella enana blanca que va absorbiendo materia de su estrella compañera hasta alcanzar una masa crítica que la lleva a explotar.

Las explosiones de este tipo de supernovas son muy predecibles: como siempre estallan al alcanzar las mismas condiciones críticas, estas supernovas brillan con una intensidad predecible. Pero no siempre: existen casos en los que el estallido es de menor velocidad y luminosidad. Algo que hace singular a estas supernovas es que dejan tras de sí un importante remanente, una “estrella zombi” que no podemos encontrar en las supernovas Ia convencionales.

Esta hipótesis sin embargo plantea otro problema, y es que para que este fuera el caso, Teleios tendría que estar mucho más cerca de nuestro planeta de lo que las estimaciones del propio equipo planteaban. Como señalan, ninguna de las hipótesis planteadas puede responder todas las cuestiones que plantea este enigmático objeto, por lo que serán necesarias más observaciones y determinar con exactitud qué es lo que tenemos delante.

ASKAP. El hallazgo de G305.4–2.2, otra designación para Teleios, fue realizado en el contexto de la creación del Mapa Evolutivo del Universo o EMU (Evolutionary Map of the Universe), un trabajo realizado por el observatorio ASKAP (Australian Square Kilometre Array Pathfinder).

El equipo envió recientemente un artículo a la revista Publications of the Astronomical Society of Australia detallando los pormenores del hallazgo. El borrador, aún en revisión, puede consultarse a través del repositorio arXiv.

ORCS. En los últimos años se ha hecho relativamente común toparnos con extraños objetos circulares con cierto parecido a Teleios. Algunos de estos objetos suelen ser clasificados como círculo extraño de radio u ORCS (Odd Radio Circles), un nombre que ya da cuenta de la extrañeza que generan en los astrónomos.

Estos círculos suelen producirse en el espacio intergaláctico por lo que la escala en la que se dan es distinta a la de Teleios. Inicialmente catalogados como supernovas, estos círculos aún siguen planteando un importante enigma para los astrónomos.

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Imagen | Supernova Tycho, NASA/CXC/SAO/JPL-Caltech/MPIA/Calar Alto/O. Krause et al. 

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