Los estancos son los cajeros del futuro, y un banco recién llegado a España se ha dado cuenta: Nickel

Los estancos son los cajeros del futuro, y un banco recién llegado a España se ha dado cuenta: Nickel

BNP Paribas es un viejo conocido de la banca española, pero solo orientado a la banca privada, atendiendo a empresas, instituciones e inversores para dar servicios de gestión financiera y estrategia patrimonial. Es el banco más grande de Europa, aunque no tan conocido por clientes particulares, algo que está cambiando gracias al neobanco que está lanzando desde 2021 esta entidad. Su nombre es Nickel, y su peculiaridad, que permite ingresar y extraer dinero desde estancos y administraciones de lotería.

El eslógan de este neobanco es singular, y más aún si tenemos en cuenta cuál es su matriz: "Nickel, tu cuenta del barrio" es su forma de presentarse. Como buen neobanco permite darse de alta puramente desde el móvil, pero también en estos establecimientos asociados. Barrio.

Dos de Ducados y 50 euros, por favor

El anuncio de Nickel fue en 2020, aunque llegó algo después y su red de puntos llegó mucho más tarde, de forma gradual. El contexto era propicio: ante el cierre paulatino de cada vez más sucursales bancarias, Nickel contó con establecimientos ya existentes como forma de garantizar un servicio cercano para las gestiones básicas.

Algo en lo que también marca la diferencia es la forma de tarifar y de comunicar sus precios, quizás fruto de su origen orientado al mercado corporativo. En su web es fácil y rápido encontrar lo que cuesta cada uno de los trámites que podemos hacer con Nickel.

  • 20 euros anuales por el mantenimiento de la cuenta
  • Entre 0 y 80 euros por la emisión y renovación de la tarjeta de débito (en función de cuál escojamos, hay cuatro)
  • Ingresos de efectivo en un Punto Nickel: 2% de la cantidad depositada
  • 0,5 euros por retirada de efectivo en un Punto Nickel (las retiradas de efectivo en cajeros dependen de la comisión que cobre su entidad dueña)

Ahora mismo hay algo más de 1.100 Puntos Nickel repartidos por toda España, el segundo país de este neobanco tras su debut en Francia. Los próximos serán Bélgica y Portugal, según anunció la empresa.

Los puntos de venta reciben un terminal de pago mediante el cual los clientes hacen sus operaciones. A cambio, los establecimientos que deciden adherirse a Nickel reciben pequeñas comisiones por cada operación (por ejemplo, los 0,5 euros de comisión por la retirada de efectivo), aunque quizás lo más interesante sea un mayor flujo de visitas que puedan acabar haciendo compras que de otra forma no llegarían a entrar. Algo similar a lo visto con los establecimientos que se convierten en puntos de recogida y entrega de paquetería de compras online.

Esta dinámica recuerda mucho a la vista en el pasado con ING, cuando a través del servicio Twyp Cash permitió la retirada de efectivo de algunas cadenas de establecimientos, como los supermercados Dia.

Resulta curioso cómo se cierra el círculo: un gran banco tradicional (por mucho que su enfoque haya sido el de la banca privada y corporativa) lanzando un neobanco cuya característica más rompedora es que permite retirar e ingresar efectivo en establecimientos de barrio que no son sucursales bancarias ni cajeros automáticos.

Su intención es duplicar los puntos físicos que tiene actualmente para alcanzar los 2.500 en 2025, según reveló su consejera delegada en España, Mónica Correia, a The Objective. También apuntó que para entonces es su intención alcanzar los 600.000 clientes.

Paradójicamente, podría ser el primer neobanco en tener un acercamiento especialmente intenso a clientes de edad avanzada, especialmente aquellos que se han quedado sin sucursales cercanas y que ven cómo en un establecimiento que frecuentan les ofrecen una opción física para sus operaciones. No requiere vinculaciones ni cantidades mensuales mínimas ni nóminas ni pensiones para poder abrir una cuenta.

Nickel tampoco tiene productos más avanzados como un broker bursátil o concesión de pre´stamos e hipotecas, pero sí un argumento a su favor para las generaciones que no conciben ciertos servicios únicamente online.

Imagen: Nickel

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También envejecemos online: las actitudes que creíamos juveniles nos hacen parecer ancianos a ojos de los veinteañeros

También envejecemos online: las actitudes que creíamos juveniles nos hacen parecer ancianos a ojos de los veinteañeros

Dijo Patrick Ness, autor de 'Un monstruo viene a verme', que "cumplir años es envejecer, crecer es otra cosa. Es darse cuenta de que la vida no es lo que esperas. Es comprobar que a veces se gana y otras se pierde. Y sobre todo, que a veces se gana y se pierde al mismo tiempo. Crecer es aceptar la incertidumbre".

Esa misma sensación experimento desde la primera vez en que alguien me reveló que los GIFs son de "viejos". También los emojis. Que la juventud solo los usa de forma sarcástica. Usar GIFs y emojis en las comunicaciones personales, ayer símbolo de modernidad, es hoy distintivo de senectud vital. En toda la incertidumbre.

Lo cual me recuerda: hace tres meses me enteré por @janiraplanes de que usar GIFs es de viejo. Anoche escuché a una quinceañera decir que no usan apenas los emojis, que si los usan es de forma irónica, porque… también son de viejos.

🫠🫠🫠

— Javier Lacort (@jlacort) April 30, 2022

Los que éramos niños en los albores del IRC, la primera generación que llegó a la adolescencia usando compulsivamente el Messenger, los que supimos antes de minijuegos.com que de las aurigas de Platón, hoy nos enfrentamos  a la dura realidad de que la agenda ya la marcan los que vienen por debajo. Los de las coreografías en TikTok a las que si se nos ocurriera asomarnos llevaríamos la palabra C-R-E-E-P-Y tatuada en la frente.

Ayer gloria, hoy supervivencia.

Con naturalidad

Somos los que dejamos atrás la terrorífica escritura de SMS en los 2000s, que economizaba el lenguaje cometiendo tropelías, para abrazar la escritura correcta cuando WhatsApp destruyó las barreras económicas que acarreaba escribir bien. Hoy es motivo de chanza, según señala un artículo de El Paíspublicado justo después de que un servidor propusiera este tema a su jefe (grrr).

Repasar nuestras intervenciones en grupos de WhatsApp o nuestro timeline en Twitter, detectando que el tono y la forma dista mucho del de la juventud de hoy equivale a descubrirse canas frente al espejo. Ya son otros tiempos.

Pese a peinar algunas, supe pronto que contárselas no sirve de nada, que empeñarse en que el tiempo no pasa no es una opción, y que las dudas existenciales solo son complicadas de responder en la medida en que uno quiere. No hay nada de malo en ir acercándose al boomer cuya comunicación dista de la los veinteañeros, lo jodido sería no asumir el paso del tiempo y pretender seguir forever young eternamente. El Señor Burns no es ridículo ni siquiera cuando dice frases como "¡Es una auténtica sinvergonzonería que las mozas de buen ver se libren con sus coqueteos de las multas por exceso de velocidad!". Pero sí lo es cuando aparece con gorro de lana y camiseta calavérica en el despacho del director.

Lo imperecedero de la presencia online es una anomalía. Cuando uno deja atrás los treinta es cuando va viendo cómo su entorno cambia: el bala ha tenido un hijo, la que encadenaba empleos aleatorios se ha asentado en una asesoría y el runner pasa más tiempo en el fisio que en el asfalto. En Internet esas señales de la madurez, o el envejecimiento, son tan sutiles como las podamos camuflar, y la irrealidad se cronifica. De aquellos barros en Instagram, estos lodos. En la vida real no hay filtros.

Los treintañeros nos reímos de los sesentañeros que mandan ilustraciones por WhatsApp para dar los buenos días y celebran cualquier logro familiar con treinta emojis de botellas de champán. Los que no tienen edad para bebérselo son los que ven ridículas nuestras conductas online. Qué le vamos a hacer. Nada es tan sano como asumir la edad y el momento vital sin pretender ser lo que ya no se es.

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Tras 5 años sin subir sus precios, los iPhone 14 son más caros que nunca

Tras 5 años sin subir sus precios, los iPhone 14 son más caros que nunca

Ya lo avisamos hace exactemente tres meses: ni un milagro evitaría que los iPhone 14 subieran de precio. Y mucho. Efectivamente, así ha sido. Los iPhone 14 parten de 1.009 euros, y los iPhone 14 Pro, de 1.319 euros.

Los motivos que han llevado a esta subida de precios, independientemente de que nos parezca mejor o peor, o de que sea más razonable o demasiado abusiva, son varios y ahora nos dejan unos nuevos iPhone menos accesibles que antes, especialmente en los modelos Pro, que habrá que ver en los próximos meses qué suponen para las ventas de Apple, y hasta qué punto las erosionan.

De la inflación al lustro estático

En primer lugar, Apple llevaba cinco generaciones seguidas manteniendo precios en los iPhone "Pro" o equivalente: X, Xs, 11 Pro, 12 Pro y 13 Pro han partido de 1.159 euros. Lo mismo con los 1.259 euros de partida de los modelos Max que tenemos desde 2018. Es cierto que la subida de 2017 fue muy grande, pero también es cierto que no es habitual mantener precios durante tantos años. Esto significa que los iPhone han sido cada año más baratos en términos reales durante el último lustro.

En segundo lugar, el euro ha caído casi un 20% en un año frente al dólar. Ha alcanzado la paridad tras muchos años por encima, lo cual devalúa las ganancias de Apple en zona euro, puesto que es una empresa estadounidense que convierte sus ingresos a dólares.

En tercer lugar,  los años de tipos negativos e inflación prácticamente inexistente se han terminado. El coste de la vida se ha incrementado en un 10% y las tecnológicas también se han adaptado a ello. Unas más que otras. Sony anunció que la PlayStation 5 subiría su precio un 10% y Amazon hizo lo propio con Prime, aunque en su caso con un 39%. Apple, por su parte, subió 90 euros el precio del MacBook Air M1 tras casi un año y medio en el mercado.

En el caso de la última subida de los modelos de la gama superior, en 2017, una parte del aumento se explicaba por factores propios de Apple y aquella generación, la del iPhone X, que estrenó lenguaje de diseño, cambió Touch ID por Face ID, con la incorporación de un módulo más complejo y caro; e incorporó panel OLED por primera vez en un iPhone.

El nuevo iPhone más barato ha subido un 11% su precio respecto a su predecesor. El más caro, un 16%.

En esta presentación no hemos visto cambios intergeneracionales de ese nivel, siendo un modelo mucho más continuista. Trae el mismo módulo de Touch ID (rediseñado, miniaturizado e integrado en la interfaz con el nombre Dynamic Island, eso sí); un panel que sigue siendo OLED, no ha dado el salto a miniLED; y un mismo lenguaje de diseño únicamente variado por el paso a bordes planos desde 2020.

Los iPhone de este año baten el récord en precios dentro de la marca. En los últimos meses algunos rumores hablaban de subidas de unos 100 euros por modelo, y algunos ya aventurábamos que esa subida sería más que baja para lo esperado, puesto que con ese aumento no se cubría ni el cambio de divisa desfavorable ni la inflación. Así ha sido, y ahora tenemos precios que han subido entre un 11% y un 16% de una generación a otra.

El detalle quizá menos esperado es que los iPhone 13 mantienen su precio respecto a su lanzamiento. Contrariamente a la tradición, no se han abaratado tras la presentación de sus sucesores, y Apple sigue vendiéndolos por 809 euros en el caso del 13 mini (descansa en paz, mini) y por 909 euros en el caso del 13 normal.

Si bien en los últimos años Apple ha pasado de extremo a promedio en cuanto a terminales de gama alta, ya que este mercado también se ha disparado en Android acostumbrándonos a terminales por encima de los 1.000 euros (incluso de los 2.000 en el caso de los plegables); esta subida es un jarro de agua fría para sus compradores. No por anticipada escuece menos al bolsillo.

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AppLovin quiere comprar Unity. Está a dispuesta a pagar casi tanto como lo que pagó Facebook por WhatsApp

AppLovin quiere comprar Unity. Está a dispuesta a pagar casi tanto como lo que pagó Facebook por WhatsApp

Unity Software, la empresa creadora del popular motor de videojuegos Unity, está cerca de ser comprada por AppLovin, quien según Reuters está dispuesta a desembolsar 17.500 millones de dólares por hacerse con este estudio con sede en San Francisco.

Rivalizando con otros motores como Unreal Engine 5, Unity es uno de los principales actores en su sector gracias a las espectaculares posibilidades gráficas que ofrece, entre otros factores gracias a su tecnología RT3D (Real Time 3D, 3D en tiempo real) que permite lograr niveles de realismo prácticamente perfectos en las facciones humanas o en efectos visuales como los del fuego o la iluminación de la escena.

Pokémon Go, Call of Duty Mobile... y así hasta dominar su industria junto a Unreal

Unity, junto a otros motores como el mencionado Unreal Engine, han triunfado en el mercado gracias a su labor facilitadora para los desarrolladores de videojuegos. Al usar un motor de terceros, pueden centrarse en el desarrollo del juego en sí, sin tener que dar forma primero a un motor propio y sus físicas o librerías para importaciones, y luego ya pasar al juego en sí, como ocurría anteriormente... y sigue ocurriendo, pero cada vez en menor medida.

Esta tarea de facilitación ha hecho que Unity está presente en una enorme cantidad de juegos para móviles y en todavía un mayor porcentaje de los juegos de entornos de realidad aumentada o virtual, precisamente donde más costoso y complejo es el desarrollo de motores propios. Además, Unity está presente en juegos extremadamente exitosos, como Pokémon Go o Call of Duty: Mobile, entre otros.

AppLovin, por su parte, es una empresa líder en el sector del marketing móvil y la monetización. Con esta operación podría ofrecer también el motor Unity en su catálogo de servicios.

Uno de los grandes culpables y beneficiados de una tendencia consolidada: el uso de motores de terceros frente a los propios

Unity está yendo mucho más allá del entorno de su motor. Recientemente fue anunciado como el responsable del software de los sistemas de infoentretenimiento (la pantalla central) de los coches fabricados por Mercedes-Benz como parte de MB.OS, el sistema operativo de la marca germánica. "Las pantallas son los nuevos caballos de potencia", dijo Unity en un comunicado en su blog oficial.

Si se acaba formalizando esta compra, pasaría a ocupar el decimocuarto puesto en las mayores operaciones de la historia de la tecnología (el decimotercero si excluimos la de Elon Musk y Twitter), justo después de la que llevó a WhatsApp a formar parte de Facebook en 2014 a cambio de 19.000 millones de dólares.

Ahora queda ver cómo encaja Unity esta oferta, que supone un 18% de sobreprecio a su valoración previa a la oferta (ha abierto la jornada con una subida del 5% respecto a su cierre anterior), y si anuncia fumata blanca en los próximos días. John Riccitiello, CEO de Unity, sería el CEO de la empresa resultante, quedando Adam Foroughi, CEO actual de AppLovin, como COO (director de operaciones). Las acciones de AppLovin, por su parte, cayeron más de un 10% tras el anuncio de la oferta.

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Los hinchas de Osasuna entran al estadio con su cara, como quien usa Face ID. La empresa que está detrás es española

Los hinchas de Osasuna entran al estadio con su cara, como quien usa Face ID. La empresa que está detrás es española

El Sadar, el estadio de Osasuna, es conocido por su atmósfera intensa, casi infernal, que intimida a cualquier rival, por grande que sea. Y desde una de las últimas jornadas de la temporada pasada, también por ser el primer estadio de España que permite el acceso de sus socios vía reconocimiento facial. Entran mirando a uno de los tótems habilitados por el club, previo registro de su cara en la aplicación oficial, y listo. Sin papeles, sin tarjetas de plástico, sin QRs, incluso sin el móvil.

Un Osasuna - Alavés, que además acabó con victoria local por la mínima gracias a un gol en el descuento, fue el partido que vio nacer esa nueva forma de acceder a un campo de fútbol. Y la tecnología que lo hizo posible, tanto a nivel de hardware como de software, es española. Es más: es pamplonesa, donde trabajan la mayoría de sus 180 empleados.

Moncayola en el centro y Veridas en la entrada

La empresa de soluciones biométricas Veridas, cuya sede central se encuentra a menos de cuatro kilómetros del estadio rojillo, es la que desarrolló tanto la parte de verificación de la identidad de los socios que decidieron probar esta forma de acceder al estadio como la de autenticación (determinar quién está queriendo acceder al campo).

Para registrarse en el sistema no es necesario acudir al estadio, todo se hace desde el móvil

La propuesta es voluntaria y solo los socios que quisieron probarla cumplimentaron los pasos previos, que solo son necesarios una única vez: enseñar el DNI y el carné de abonado a la cámara del móvil, y luego mostrar el rostro. Un registro que se puede hacer desde donde sea, a través del móvil.

Veridas, a través de dasGate, su línea de negocio del ámbito físico, convierte esas imágenes en un hash, una cantidad de dígitos únicos para cada rostro que no puede volver a convertirse en imagen. Lo hace mediante un motor de Inteligencia Artificial previamente entrenado. Una vez ese motor detecta una cara, es capaz de distinguirla y reconocerla incluso ante cambios en el físico o pese al paso del tiempo. Incluye un sistema de detección de vida para evitar fraudes en forma de fotos, vídeos o incluso máscaras.

"No usa información como las distancias entre partes de la cara ni nada similar, eso lo hacían los sistemas biométricos antiguos, las tecnologías modernas usan el hash. Aprende a distinguir una cara de la misma forma que nuestro cerebro: no mide distancias ni crea máscaras de puntos que encajar, simplemente lo reconoce de forma abstracta", explica el CEO de Veridas, Eduardo Azanza, en conversación con Xataka.

El acceso biométrico es voluntario y puede cederse temporalmente, también vía rostro, a un amigo para que asista a un partido por nosotros

Cuenta Azanza que la empresa no conserva la información de sus clientes. En este caso, Osasuna es quien custodia esos hashes en sus propios servidores. Si esa información le fuese robada, el ladrón solo vería el vector numérico que corresponde a cada hash, pero no imágenes de caras junto al nombre de cada persona.

Una de las dudas habituales era si quienes adoptaran este sistema podrían continuar cediendo su abono a un amigo o un familiar en caso de no poder asistir. La respuesta es positiva... tanto de la forma tradicional, como de la nueva.

Por un lado, el abono físico sigue siendo plenamente funcional aunque alguien haya registrado su acceso biométrico. Basta con prestárselo físicamente a la otra persona. Por otro lado, la aplicación permite enviar un enlace a otra persona para que registre su rostro y pueda entrar al partido concreto para el cual queramos cedérselo. "De esta forma se evita la falsificación o la reventa, porque asocias un abono o una entrada a una identidad", dice Eduardo.

Dasgate Sadar4

Proceso de registro del rostro vinculado al abono vía QR. Imagen: Veridas.

El resultado de esta implementación es que quienes la usaron entraron al campo en tres segundos cada uno. A un ritmo de veinte accesos por minuto. El promedio de accesos vía tarjeta con QR es de seis accesos por minuto. Una rapidez especialmente importante en un momento delicado como el de los instantes previos de un partido: hay gente que llega a última hora y se pone nerviosa si tarda en acceder, hay grupos algo alterados por el propio partido, se juntan muchas personas en un espacio reducido...

La fabricación de los tótems que utiliza Veridas a modo de tornos, equipados con cámaras y pantallas, también es nacional. "La competencia básicamente era asática. Cuando hablamos de datos personales, biométricos, protección de datos... Queríamos asegurar el dato de principio a fin, que no hubiese posibilidad alguna de fugas de información ni de puertas traseras", explica el CEO.

5 personas acceden a El Sadar:

1) Abono físico.
2) Con su cara.
3) Con su cara.
4) Con su cara.
5) Abono físico.

✅ El acceso biométrico facial es mucho más rápido, cómodo y seguro. Aquí la prueba: pic.twitter.com/DywTtoQjiT

— dasGate (@dasGate_es) April 21, 2022

El recorrido de Veridas en la verificación de identidad y la autenticación viene de lejos. Fueron quienes estuvieron detrás de la campaña de BBVA que invitaba a darse de alta en el banco "haciéndose un selfie" con un principio de funcionamiento como el de registro biométrico de Osasuna: verifican que una persona es quien dice ser a través de su DNI y su rostro. También trabajan junto a la Dirección General de Ordenación del Juego para evitar que menores de edad o miembros de la lista de autoexcluidos puedan jugar.

Además de otros sectores en los que están presentes, como en una residencia de discapacitados psíquicos para permitir a sus usuarios acceder a sus habitaciones simplemente poniéndose frente a la puerta y escaneando su cara ("son personas que a menudo no son autónomas para manejar una llave o una tarjeta de acceso", dice el CEO), Veridas aumentará su presencia en el fútbol, nacional e internacional. Varios clubes de primera y segunda división se han interesado por su producto y están en negociaciones, así como la liga mexicana de fútbol.

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Llevo tres años haciendo un podcast diario. Esto es lo que me hubiese gustado saber antes de empezar

Llevo tres años haciendo un podcast diario. Esto es lo que me hubiese gustado saber antes de empezar

En el verano de 2019 decidí comenzar un podcast diario sobre Apple. Sin mucha idea, con más motivación que puntería, pero ahí que empecé con él en septiembre.

En estos tres años es habitual que Loop Infinito sea el número 1 en el ranking de tecnología de Apple Podcasts, si bien es una métrica con trampa: la plataforma de Apple es un lugar propicio para que queden sobrerrepresentados los podcasts sobre ídem. No soy tan guapo como sugiere Apple Podcasts, y quizás tampoco tan feo como indica Spotify, exactamente por las razones opuestas. El contexto es importante.

Hace tres años no sabía gran cosa sobre esto y ahora solo sé dos o tres, pero me gustaría compartirlas contigo, aspirante a podcaster, para que tu desembarco sea más sencillo que el mío.

Una auténtica pasión como temática del podcast

Las pasiones genuinas son las que resisten el paso del tiempo. En la era del online somos muchos los que oscilamos entre obsesionarnos con algo y perder todo el interés unos meses después.

Para algo orientado al largo plazo es mejor asegurarnos de que no nos cansaremos del tema. Así que lo aconsejable es algo que lleve formando parte de nosotros desde hace muchísimo tiempo.

Bonus: a mayor nivel de concreción llegue tu temática, más fiel será el nicho al que accedas. Hablar de tecnología, de cine o de videojuegos en general puede ser fantástico, pero tendrás mucha competencia y menos posibilidad de diferenciarte. Hablar de relojes para hacer deporte, de bandas sonoras o de videojuegos para Nintendo Switch, en cambio, son cuestiones tan específicas que muchísimos de los interesados en ellas querrán escucharte sí o sí. Supondrán menos oyentes, pero serán mucho más fieles y se identificarán mucho más contigo.

Define la periodicidad...

Me lancé a la piscina de hacerlo diario por dos motivos. El primero es que tenía un cierto rodaje previo en el podcasting, aunque nunca como host. El segundo es que cubrir a Apple lo hacía más sencillo: ninguna otra empresa del mundo despierta un nivel de interés constante comparable a Apple.

Ser demasiado ambicioso en la periodicidad de un podcast puede ser el primer paso hacia el abandono prematuro

Por lo general, hacerlo semanal o quincenal es más recomendable, al menos en una primera fase. ¿Uno mensual? También es adecuado, aunque tendrán que ser necesariamente más largos y profundos. Nadie entiende un soliloquio mensual de tan solo diez minutos de duración, tampoco parece viable uno diario de cuatro horas. Nuevamente, el contexto. En caso de duda, mi recomendación es ser conservador. Ya habrá tiempo para pisar el acelerador. Esprintar demasiado pronto suele acabar en hartazgo.

Bonus: mi idea desde el principio fue convertirme en parte de la rutina de las personas que decidiesen escucharme. Mi promesa es que podrán escucharme cada día a las 7 de la mañana, de lunes a viernes. Sea enero o sea agosto. Llueva o nieve. Ahí estaré. Sin un marco temporal al que acogerse es más complicado que te tengan en cuenta.

...y la duración

En función de la periodicidad escogida habrá una extensión recomendable. A mayor frecuencia, menor duración. Diario: hasta veinte minutos. Semanal: entre media hora y una hora. Quincenal: entre una y dos horas. Mensual: entre una y tres horas.

Son valores aproximados, no algo que grabar en piedra. E igualmente, uno puede estar equivocado. Hace unos años un podcast diario era una extrañeza, casi un exceso, y con el paso del tiempo se han normalizado. También hay que tener en cuenta la temática, si dependemos o no de la actualidad o hasta qué punto estemos preparados para estirar el tema.

Solos o acompañados

Un podcast en compañía siempre dará más juego, sobre todo si tenemos química previa con la otra persona; requerirá algo menos de preparación y será más entretenido. Por contra, ser cosa de dos implicará más riesgos de retrasos y ausencias.

La soledad aumenta la dificultad de sacar el trabajo adelante, pero también nos permite no depender de nadie para ello

La alternativa es un podcast de entrevistas. Funcionan muy bien, aunque eso depende de la calidad del entrevistado, de la cantidad de historias interesantes que tenga que contar. Encontrar a esa gente interesante puede ser complicado para alguien que empieza desde cero, o casi. Crecer en audiencia entrevistando a perfiles anónimos también es un desafío mayor.

Lo que desaconsejaría salvo que tenga muy claro que es lo deseable es una multitud alrededor de una mesa. Es difícil para el oyente seguir el hilo de quién está hablando en un formato puramente acústico, se tiende a pisarse unos a otros... Es confuso y suele restar más que añadir, sobre todo si todo el episodio es una conversación entre todos, en lugar de secciones separadas y bien estructuradas donde queda claro quién protagoniza o quiénes intervienen.

Marca

En Xataka quizás no estamos para dar lecciones, pero los nombres cortos y específicos se recuerdan mejor que las mezclas de generalidades. También los que jueguen de forma inteligente con su contexto o su temática.

Un buen ejemplo es el de Office Ladies, el podcast de dos de las integrantes de la serie The Office. Diez puntos extra si no contiene la palabra "podcast" en el nombre o si tampoco encaja nada que acaba en "cast". E importante: que sea sencillo de escuchar y escribir. Una forma de crecer en el podcasting es ganarse las recomendaciones e intervenciones en podcasts ajenos. Con un nombre ininteligible solo estaremos disuadiendo a otros de lanzarse a buscarnos.

Infraestructura: modera tu entusiasmo

Es un lugar común en el podcast gastar trescientos o cuatrocientos euros en equipamiento en el mismo momento del lanzamiento. Te diré un secreto: casi nadie necesita empezar con una interfaz de audio ni micrófonos de más de cien euros cada pieza. Yo tengo ambos (los que aparecen en la foto que encabeza este artículo) porque también pasé por esa fase, y precisamente solo puedo recomendarte huir de ello.

Es muy tentador también empezar con algo más básico, y unos meses después, pensar que invertir en equipamiento es lo único que nos falta para crecer en número de reproducciones. Spoiler: sale mal.

A partir de cierto nivel no habrá mejoras apreciables en el sonido; gastar más en equipamiento no aumentará las escuchas

Mi recomendación como micrófono es el fantástico Audio-Technica ATR2100x-USB, un modelo que suena bien, es pequeño y ligero, y tiene conexión tanto USB como XLR, por si el día de mañana nos venimos arriba y vamos a por la interfaz de audio. Donde sí recomiendo apostar más fuerte de lo normal es en un buen brazo para el micrófono, mi elección es el Rode PSA1, que cuesta casi tanto como el micrófono pero que está hecho para durar mucho y en muy buena forma, frente a brazos más baratos que no tardan en mostrarse endebles y deformes. Este es pura calidad. Si no quieres gastar ese dinero en un brazo, valora un pie para el micrófono, porque el ATR2100x incorpora un trípode poco recomendable para usarlo con continuidad.

Bonus: dedica ese dinero a que un profesional diseñen la portada o la identidad sonora del podcast, transmitirá profesionalidad y capacidad de ser distinguido. Un micrófono que suene un poco mejor, a partir de cierto nivel, no será apenas distinguible.

El software

¿Puedes y quieres pagar por la mejor solución para el podcaster? Escoge Hindenburg. La mezcla perfecta entre sencillez y versatilidad. ¿Quieres anclarte en algo gratuito, al menos de momento? Ve a por Audacity. ¿Quieres enfrentarte a una infernal lucha contra el eco y a una absurda interfaz que se desprendió de herramientas para podcasters sin motivo aparente? Entonces GarageBand, de serie en todos los Mac, es ideal.

Más allá de la broma, las dos primeras opciones son las naturales, digamos. Y si vas a hacer entrevistas o a grabar junto a otra persona en remoto, echa un vistazo a Zencastr.

El guión

Improvisar no se le da bien a todo el mundo, y suele notarse. Para mal. Conversaciones circulares, pérdidas de enfoque, temas que se finalizan sin ser resueltos... Durante mucho tiempo, y a veces sigo haciéndolo, mis guiones son el texto completo que luego leeré. Hace falta práctica y conciencia para que no parezca que lo estás leyendo, pero es mi forma de asegurarme de ir al grano y no divagar o quedarme en blanco.

Improvisar a partir de un título suele salir mal. Como mínimo, enumera con cierto detalle los puntos que quieres tocar

Lo que suelo hacer ahora, con mucha más práctica que antes, es limitarme a enumerar los puntos clave de aquello de lo que quiero hablar, e improvisar levemente cada uno de esos puntos, con las ideas que previamente he pensado. Empezar sin planificar lo que diremos más allá de un titular suele salir mal.

Para escribirlos utilizo Ulysses, me gusta mucho su forma de gestionar los objetivos de escritura y la información que ofrece, aunque cualquier bloc de notas será más que válido.

Las expectativas

Nadie con menos de quince dioptrías crea un podcast para hacerse rico ni famoso. Si esos son tus objetivos, YouTube, Instagram, TikTok o Twitch son herramientas mucho mejores. Un podcast permite crear y consolidar una sana comunidad que comparte una misma pasión.

Solo el paso del tiempo, el talento y el trabajo que uno esté dispuesto a hacer terminarán dictando hasta dónde llega esa creación. Para mí es algo placentero que además me ayuda a mantener un hábito de creación, así como a transmitir ideas, compartir conocimiento, obtenerlo de vuelta gracias a los correos de los oyentes y en definitiva contar con un aprendizaje constante.


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Logitech y Tencent lanzarán una consola portátil para jugar en la nube. Xbox Cloud Gaming y GeForce Now, confirmados

Logitech y Tencent lanzarán una consola portátil para jugar en la nube. Xbox Cloud Gaming y GeForce Now, confirmados

Logitech G, la línea de periféricos de Logi orientada al gaming, ha anunciado que está trabajando de forma conjunta con Tencent Games, la división de videojuegos del gigante tecnológico chino, para lanzar una consola portátil orientada al juego en la nube para finales de este mismo año.

No un periférico para conectar al teléfono, como los lanzados por Backbone u otros fabricantes, sino una consola como tal. Algo que rivalice con Nintendo Switch o la flamante Steam Deck, pero con el enfoque en el juego por streaming.

En el anuncio se ha avanzado que tanto Xbox Cloud Gaming como GeForce Now, los servicios de Microsoft y Nvidia, serán compatibles con esta consola. El astuto lector ya se habrá dado cuenta de qué servicio de juego en la nube se ha quedado sin silla musical pese a tratarse de un negocio en explosión.

Un pre-anuncio con muchas incógnitas

La idea de una consola portátil centrada en el juego en la nube lleva a la posibilidad de ejecutar juegos AAA en cualquier lugar, aunque estemos lejos de nuestra consola o nuestro ordenador, si bien queda la incógnita, de momento, de cuáles serán las capacidades de la consola si también estamos lejos de una red WiFi.

Otra incógnita es hasta qué punto podrá ser competitivo un producto así, que no requerirá demasiada potencia al estar centrada en el juego por streaming, frente a los teléfonos móviles, que han crecido una barbaridad en los últimos años y permiten usarlos conectados a un mando de Xbox o PlayStation con un acople barato, y así poder usar cualquiera de los mencionados servicios para jugar en la nube.

Cabe la posibilidad de que este dispositivo llegue con conectividad 5G, mucho más idónea a priori para usos que requieren alto ancha de banda y muy baja latencia que el 4G, aunque eso encarecería tanto su precio como el coste mensual de usarla. También es una incógnita si el papel de Tencent supondría el lanzamiento de una suscripción asociada a la propia consola, aunque el hecho de necesitar otra adicional como las de Microsoft o Nvidia complica esta vía.

No hay mucha más información en el comunicado. Ni precio, ni una fecha de disponibilidad concreta (solo que llegará a finales de año), ni un avance de la interfaz o el aspecto físico del dispositivo. Sí se ha habilitado una web específica para recibir novedades y se ha explicado que este acuerdo parte de la experiencia de Logi en el mundo del hardware y de Tencent en los servicios de software.

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La noticia Logitech y Tencent lanzarán una consola portátil para jugar en la nube. Xbox Cloud Gaming y GeForce Now, confirmados fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .

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Esta startup madrileña acaba de lograr 250 millones de euros de inversión. Su propuesta, ser el futuro de la publicidad online

Esta startup madrileña acaba de lograr 250 millones de euros de inversión. Su propuesta, ser el futuro de la publicidad online

Más de 250 millones de euros (la cantidad exacta no ha sido concretada) ha conseguido la española Seedtag en una ronda de financiación, apenas diez meses después de otra ampliación de capital mediante la que logró 40 millones de dólares. Esta vez ha sido de la mano del inversor Advent International.

Una inversión acumulada que roza los 300 millones de euros para seguir expandiendo y mejorando el núcleo de la empresa: su tecnología de inteligencia contextual con fines publicitarios. Especialmente, para fortalecer su presencia en Estados Unidos, una vez conquistados los mercados europeo y latinoamericano.

Seedtag, con sede central en el centro de Madrid y diez oficinas más por todo el mundo, trabaja en soluciones de publicidad contextual utilizando Inteligencia Artificial y sin hacer uso de cookies, dato esencial cuando miramos hacia un horizonte cookieless que, si bien Google ha ido retrasando de cuando en cuando, es inevitable, además de ir acompasado del endurecimiento de las reglas que supuso la llegada de la GDPR hace cuatro años.

La compañía fue fundada en 2014 por dos antiguos empleados de Google, Albert Nieto y Jorge Poyatos. Trabajando para la empresa de Mountain View decidieron fundar su propia empresa: viniendo de Alphabet, la idea de combinar Inteligencia Artificial con publicidad online fue natural.

Ocupando la brecha del futuro cookieless

Uno de los mensajes que lanza Seedtag para definir su propuesta es "integramos tus mensajes [publicitarios] donde tus consumidores están mirando". Para esta actividad, Seedtag utiliza un motor de aprendizaje automático, LIZ, que analiza 10.000 artículos por minuto para poder comprender de qué habla exactamente cada uno. Combina texto e imagen para categorizarlos y así decidir qué tipo de anuncio mostrar en cada contenido.

En un ejemplo que documenta Seedtag en su web corporativa podemos ver cómo analiza una imagen para determinar qué elementos aparecen en ella, y con qué importancia de cara al espectador.

Publi Seedtag 2

Tipos de publicidad en función de la ubicación y formato que puede decidir Seedtag de forma automática.

Además de qué tipo de anuncio mostrar, también puede decidir dónde insertarlo. Dentro de una imagen, dentro de un vídeo, apareciendo flotante en el marco inferior de la pantalla o como un banner tradicional dentro del texto del artículo.

Según sus propias cifras, esta integración aumenta tanto el tiempo de atención al anuncio como la favorabilidad de la marca en un contenido contextual.

Entre sus clientes están medios de comunicación y grupos editoriales como Marca, Vanity Fair, Sky Sport o Forbes; y grandes empresas como Microsoft, Heineken, Nestlé o Renault.

Segmentación publicitaria sin rastreo

Con Seedtag esas empresas pueden anunciarse en esos medios sin tener que hacer uso de las cookies para mostrar su publicidad solo hacia aquellos usuarios potencialmente interesados en sus productos o que encajan, por demográficos o intereses, en su público de interés. Segmentación publicitaria sin rastreo.

La brecha que va abriendo la transición hacia un futuro sin cookies está dando alas a empresas como Seedtag, que se posicionan ahí para seguir ofreciendo resultados adaptándose a las nuevas reglas. Las cookies del pasado dan paso a la Inteligencia Artificial del futuro.

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Futurofobia, el retrato de una generación con permanente miedo al mañana: “Ahora estar mal genera ‘engagement'”

Futurofobia, el retrato de una generación con permanente miedo al mañana:

Héctor G. Barnés, madrileño del 85, trabaja como periodista en El Confidencial, donde entre otras cosas, publica cada domingo una columna sobre costumbrismos y sociología cotidiana de nuestra era. Lee el presente con tanta facilidad como si fuera 'Teo va a explicar la vida' y tan pronto describe cómo la hiperproductividad ha profesionalizado la gestión de las amistades hasta un extremo espantoso, como el vacío de nuestra huella fotográfica entre 2003 y 2013, ese período de entreguerras posterior a los fotos de carrete pero anterior a las redes sociales que no olvidan.

Hace un par de meses (este humilde rompeteclas es el único culpable de la demora de este artículo) publicó su primer libro, Futurofobia: Una generación atrapada entre la nostalgia y la apocalipsis, editado por Plaza & Janés. Bajo este término acuñado por él mismo, narra el devenir de una generación con pánico al futuro, acostumbrada a que el apocalipsis (económico, laboral, ambiental) está a la vuelta de la esquina, que de paso se ha acabado refugiando en su propio victimismo. Con él hablamos de su libro, especialmente en los temas que a Xataka atañen.

De los paseos programados a hacerle recados a ancianos durante el confinamiento

La idea de Futurofobia se gestó en los primeros meses de pandemia. Concretamente, cuando los primeros paseos vespertinos, mascarilla en rostro y a metro y medio de distancia interpersonal.

"Ahí descubrí el concepto: me di cuenta de la naturalidad con la que la gente aceptaba una situación en principio inaceptable, no previsible. Hay una parte científico-técnica que sí sabía que podía ocurrir una pandemia, pero la población general no ´eramos conscientes de ello. No se produjo un efecto de negación, eso fue algo más tarde, sobre todo a raíz de las vacunas. Había un efecto de aceptación de la catástrofe", cuenta Barnés.

"La lectura que se hizo es que era algo inevitable. Como la sensación de que estábamos viviendo un estilo de vida insostenible. A nivel medioambiental, psicológico, económico... Aceptamos los paseos a metro y medio de distancia por la sensación de que el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina". En esos meses de confinamiento duro hubo algo que la anterior alerta, la de la emergencia climática, no pudo ofrecer: consecuencias visibles.

"Con la alerta climática todos somos conscientes de que hay que cambiar algo, pero no sabemos bien qué ni por qué. Hay un amplio abanico de actitudes para no hacerlo: desde pedir que otros dejen sus jets privados primero, hasta no poder medir la magnitud de nuestros actos. En pandemia, en cambio, los efectos eran muy visibles: quedándonos todos en casa, bajaban las muertes diarias por COVID. O haciéndole la compra a un vecino anciano, evitábamos que se arriesgara a contagiarse. Parte de la futurofobia es que algo que tiene que cambiar pero no sabes qué, ni por qué, ni cómo hacerlo, ni cómo se justifica".

Nostalgia, no futuro

Cuando le preguntamos por el rol de la tecnología en la futurofobia, habla de ciclos rápidos. Demasiado rápidos. "Hay una paradoja: pensamos en los momentos sin tecnología como momentos en los que éramos más felices, pero somos incapaces de dejar de usarla. Es contradictorio: la tecnología ya empieza a ser nostálgica. Una nueva entrega de Monkey Island, el pixel art, las consolas mini... La tecnología debería ser una propiciadora de futuro, pero se termina convirtiendo en un vector de la nostalgia que ya tiene su propia industria detrás. Quema los ciclos tan rápido que se facilita la nostalgia. Recordamos mucho la época de Tuenti, pero en realidad fue muy breve".

De la nostalgia dice Héctor en las páginas de Futurofobia que "se ha instalado con tanta fuerza porque promete que volveremos a experimentar las mismas sensaciones que en nuestra infancia o adolescencia, cuando cada día de verano en el pueblo nos cambiaba la vida, cuando escuchábamos las canciones que seguirian emocionandonos decadas mas tarde o cuando vimos por primera vez nuestra pelicula preferida. Esa época es la base de la industria cultural de hoy, que se centra en vendernos aquellos momentos de revelación. Tu primera bici, tu primera consola, la primera vez que viste Star Wars, tu primer novio". Un párrafo dedicado a las personas que se pasaron cuarenta años hablando de las mismas seis películas de Star Wars.

"En la adolescencia", dice el autor sobre la nostalgia, "es cuando descubres a los que serán tus amigos para toda la vida, a la canción que escucharás siempre, etc. Son recuerdos muy ligados al verano por ser un momento de relajación, de vacaciones de dos meses que de adultos jamás volveremos a tener, un paréntesis donde tenemos la mente abierta para recibir estímulos". Un estado que muy difícilmente volvemos a alcanzar llegada la edad adulta y que también contextualiza la nostalgia que ha generado su propia industria.

"Casi que prefiero el odio de Twitter al buenrrollismo impostado de TikTok"

No podía faltar en un artículo en Xataka sobre este asunto una pregunta sobre el papel de las redes sociales en la futurofobia. "Se han convertido en un intercambio de ansiedades, depresión, traumas y otros problemas, en ocasiones solidario, en ocasiones exhibicionista", dice el autor en sus páginas.

Al ser preguntado por ello, pone ejemplos prácticos: "Cada red genera su propia dinámica, Twitter es el lugar del odio y TikTok el del buenrrollismo, pero casi que prefiero lo de Twitter. Lo de TikTok me parece muy impostado, creo que son llamadas de atención. 'Hacedme caso, soy muy majo'. Pero ha ocurrido siempre: en Messenger si estabas triste ponías una frase ambigua para que la gente te preguntase qué te pasaba. Ahora estar mal genera engagement". Hacer de la vulnerabilidad capital social.

Las llamadas de atención camufladas de buen rollo social tienen su desdoble en el solucionismo psicológico que hemos visto en los últimos años. El movimiento pendular en el que la salud mental ha pasado de tabú (de esto no se habla, por esto no se pregunta) a omnipresencia (todo se arregla enviando a la persona a terapia argumentando que es muy sano y natural).

"Hay cierto peligro en conducirnos a una sociedad con todos en terapia"

"Tal vez no todo el mundo necesite ir a terapia ni sea la solución para todos los problemas que sufrimos. Quizás deberíamos aspirar a cambiar nuestro entorno y no solo nuestra reacción frente a él", comenta Héctor.

"Ese discurso puede provocar un solucionismo que obvie los condicionantes que hay ahí. Quizás esto viene de que tu jefe es un capullo, o tu pareja es un capullo, hay cierto peligro en conducirnos a una sociedad con todos en terapia, pero no tiene que ver con el acceso universal a la terapia". La salud mental, por cierto, ya es un gran negocio en forma de aplicaciones que prometen mejorarla.

Sin llegar al extremo de la salud, pero sí de algo que quizás nos vendría bien mentalmente, va otra petición de Héctor: "Quizás nos sobre periodismo, reality shows, debates televisados, datos... Es decir, nos sobre realidad, y nos falte aventura, imaginación, relatos. Hay cierto orgullo cuando alguien dice que solo lee ensayos. Una mujer tuiteó hace poco que eso es una red flag. Nos pasa a muchos, pensamos que es algo inteligente, pero la imaginación está quedando cancelada. La fantasía es lo que te ofrece las posibilidades de pensar las diferencias que existen con tu vida, de abrir horizontes y salir de tus marcos mentales habituales. La narrativa de ficción te abre perspectivas, y eso nos falta en el mundo futurofóbico".

Las 259 páginas de Futurofobia son un relato sobre la sociedad actual y sobre una generación que, por su contexto y por sus defectos, ha hecho suya una forma de vivir basada en el miedo al mañana. Un estilo de vida contado con profundidad pero sencillez que cualquiera puede entender.

Imagen destacada: Salomé Sagüillo.

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Futurofobia, el retrato de una generación con permanente miedo al mañana: “Ahora estar mal genera ‘engagement'”

Futurofobia, el retrato de una generación con permanente miedo al mañana:

Héctor G. Barnés, madrileño del 85, trabaja como periodista en El Confidencial, donde entre otras cosas, publica cada domingo una columna sobre costumbrismos y sociología cotidiana de nuestra era. Lee el presente con tanta facilidad como si fuera 'Teo va a explicar la vida' y tan pronto describe cómo la hiperproductividad ha profesionalizado la gestión de las amistades hasta un extremo espantoso, como el vacío de nuestra huella fotográfica entre 2003 y 2013, ese período de entreguerras posterior a los fotos de carrete pero anterior a las redes sociales que no olvidan.

Hace un par de meses (este humilde rompeteclas es el único culpable de la demora de este artículo) publicó su primer libro, Futurofobia: Una generación atrapada entre la nostalgia y la apocalipsis, editado por Plaza & Janés. Bajo este término acuñado por él mismo, narra el devenir de una generación con pánico al futuro, acostumbrada a que el apocalipsis (económico, laboral, ambiental) está a la vuelta de la esquina, que de paso se ha acabado refugiando en su propio victimismo. Con él hablamos de su libro, especialmente en los temas que a Xataka atañen.

De los paseos programados a hacerle recados a ancianos durante el confinamiento

La idea de Futurofobia se gestó en los primeros meses de pandemia. Concretamente, cuando los primeros paseos vespertinos, mascarilla en rostro y a metro y medio de distancia interpersonal.

"Ahí descubrí el concepto: me di cuenta de la naturalidad con la que la gente aceptaba una situación en principio inaceptable, no previsible. Hay una parte científico-técnica que sí sabía que podía ocurrir una pandemia, pero la población general no ´eramos conscientes de ello. No se produjo un efecto de negación, eso fue algo más tarde, sobre todo a raíz de las vacunas. Había un efecto de aceptación de la catástrofe", cuenta Barnés.

"La lectura que se hizo es que era algo inevitable. Como la sensación de que estábamos viviendo un estilo de vida insostenible. A nivel medioambiental, psicológico, económico... Aceptamos los paseos a metro y medio de distancia por la sensación de que el apocalipsis estaba a la vuelta de la esquina". En esos meses de confinamiento duro hubo algo que la anterior alerta, la de la emergencia climática, no pudo ofrecer: consecuencias visibles.

"Con la alerta climática todos somos conscientes de que hay que cambiar algo, pero no sabemos bien qué ni por qué. Hay un amplio abanico de actitudes para no hacerlo: desde pedir que otros dejen sus jets privados primero, hasta no poder medir la magnitud de nuestros actos. En pandemia, en cambio, los efectos eran muy visibles: quedándonos todos en casa, bajaban las muertes diarias por COVID. O haciéndole la compra a un vecino anciano, evitábamos que se arriesgara a contagiarse. Parte de la futurofobia es que algo que tiene que cambiar pero no sabes qué, ni por qué, ni cómo hacerlo, ni cómo se justifica".

Nostalgia, no futuro

Cuando le preguntamos por el rol de la tecnología en la futurofobia, habla de ciclos rápidos. Demasiado rápidos. "Hay una paradoja: pensamos en los momentos sin tecnología como momentos en los que éramos más felices, pero somos incapaces de dejar de usarla. Es contradictorio: la tecnología ya empieza a ser nostálgica. Una nueva entrega de Monkey Island, el pixel art, las consolas mini... La tecnología debería ser una propiciadora de futuro, pero se termina convirtiendo en un vector de la nostalgia que ya tiene su propia industria detrás. Quema los ciclos tan rápido que se facilita la nostalgia. Recordamos mucho la época de Tuenti, pero en realidad fue muy breve".

De la nostalgia dice Héctor en las páginas de Futurofobia que "se ha instalado con tanta fuerza porque promete que volveremos a experimentar las mismas sensaciones que en nuestra infancia o adolescencia, cuando cada día de verano en el pueblo nos cambiaba la vida, cuando escuchábamos las canciones que seguirian emocionandonos decadas mas tarde o cuando vimos por primera vez nuestra pelicula preferida. Esa época es la base de la industria cultural de hoy, que se centra en vendernos aquellos momentos de revelación. Tu primera bici, tu primera consola, la primera vez que viste Star Wars, tu primer novio". Un párrafo dedicado a las personas que se pasaron cuarenta años hablando de las mismas seis películas de Star Wars.

"En la adolescencia", dice el autor sobre la nostalgia, "es cuando descubres a los que serán tus amigos para toda la vida, a la canción que escucharás siempre, etc. Son recuerdos muy ligados al verano por ser un momento de relajación, de vacaciones de dos meses que de adultos jamás volveremos a tener, un paréntesis donde tenemos la mente abierta para recibir estímulos". Un estado que muy difícilmente volvemos a alcanzar llegada la edad adulta y que también contextualiza la nostalgia que ha generado su propia industria.

"Casi que prefiero el odio de Twitter al buenrrollismo impostado de TikTok"

No podía faltar en un artículo en Xataka sobre este asunto una pregunta sobre el papel de las redes sociales en la futurofobia. "Se han convertido en un intercambio de ansiedades, depresión, traumas y otros problemas, en ocasiones solidario, en ocasiones exhibicionista", dice el autor en sus páginas.

Al ser preguntado por ello, pone ejemplos prácticos: "Cada red genera su propia dinámica, Twitter es el lugar del odio y TikTok el del buenrrollismo, pero casi que prefiero lo de Twitter. Lo de TikTok me parece muy impostado, creo que son llamadas de atención. 'Hacedme caso, soy muy majo'. Pero ha ocurrido siempre: en Messenger si estabas triste ponías una frase ambigua para que la gente te preguntase qué te pasaba. Ahora estar mal genera engagement". Hacer de la vulnerabilidad capital social.

Las llamadas de atención camufladas de buen rollo social tienen su desdoble en el solucionismo psicológico que hemos visto en los últimos años. El movimiento pendular en el que la salud mental ha pasado de tabú (de esto no se habla, por esto no se pregunta) a omnipresencia (todo se arregla enviando a la persona a terapia argumentando que es muy sano y natural).

"Hay cierto peligro en conducirnos a una sociedad con todos en terapia"

"Tal vez no todo el mundo necesite ir a terapia ni sea la solución para todos los problemas que sufrimos. Quizás deberíamos aspirar a cambiar nuestro entorno y no solo nuestra reacción frente a él", comenta Héctor.

"Ese discurso puede provocar un solucionismo que obvie los condicionantes que hay ahí. Quizás esto viene de que tu jefe es un capullo, o tu pareja es un capullo, hay cierto peligro en conducirnos a una sociedad con todos en terapia, pero no tiene que ver con el acceso universal a la terapia". La salud mental, por cierto, ya es un gran negocio en forma de aplicaciones que prometen mejorarla.

Sin llegar al extremo de la salud, pero sí de algo que quizás nos vendría bien mentalmente, va otra petición de Héctor: "Quizás nos sobre periodismo, reality shows, debates televisados, datos... Es decir, nos sobre realidad, y nos falte aventura, imaginación, relatos. Hay cierto orgullo cuando alguien dice que solo lee ensayos. Una mujer tuiteó hace poco que eso es una red flag. Nos pasa a muchos, pensamos que es algo inteligente, pero la imaginación está quedando cancelada. La fantasía es lo que te ofrece las posibilidades de pensar las diferencias que existen con tu vida, de abrir horizontes y salir de tus marcos mentales habituales. La narrativa de ficción te abre perspectivas, y eso nos falta en el mundo futurofóbico".

Las 259 páginas de Futurofobia son un relato sobre la sociedad actual y sobre una generación que, por su contexto y por sus defectos, ha hecho suya una forma de vivir basada en el miedo al mañana. Un estilo de vida contado con profundidad pero sencillez que cualquiera puede entender.

Imagen destacada: Salomé Sagüillo.

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La noticia Futurofobia, el retrato de una generación con permanente miedo al mañana: "Ahora estar mal genera 'engagement'" fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .

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