Tenemos un término para los eventos tan improbables que resultan difíciles de imaginar: cisnes negros. Este apagón es candidato a serlo

Tenemos un término para los eventos tan improbables que resultan difíciles de imaginar: cisnes negros. Este apagón es candidato a serlo

¿Cómo podemos prepararnos para lo imprevisible? Ya estemos planeando un viaje o emprendiendo un negocio, o incluso si estamos tranquilamente friendo unas patatas en casa, estar preparado ante eventualidades puede ahorrarnos más de un disgusto.

Para una persona de a pie, e incluso para una empresa, lidiar con un apagón puede entrar dentro de una categoría de “imprevistos previsibles”: no sabemos cuándo ocurrirán pero sabemos por experiencias pasadas que es probable que en un momento u otro, nuestra luz se vaya durante un tiempo.

Sin embargo, es probable que las personas encargadas de gestionar la red eléctrica peninsular no se enfrentaran al apagón de esta semana con la misma actitud. Desde su punto de vista, lo que ocurrió era algo nunca antes visto, un buen candidato a catalogarse como eso que llamamos un “cisne negro”.

Antes de nada, qué es eso del cisne negro y de dónde sale. El concepto fue popularizado allá por 2007, en el libro El cisne negro: El impacto de lo altamente improbable, escrito por Nassim Taleb, experto en estadística y finanzas. En la obra como ensayista de este polémico pensador tiene un gran peso el concepto de la incertidumbre, y la idea del cisne negro es quizás el zenit de la incertidumbre.

No estamos hablando de la película de 2010 dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por Natalie Portman, ni tampoco del animal (aunque la teoría debe su nombre a este animal). Un cisne negro es un evento con dos características. La primera es que se trata de un evento posible pero tan improbable que resulta único en su categoría, un evento que sería impensable aunque en retrospectiva pudiera parecer incluso predecible. La segunda es que se trate de un evento de gran impacto, tampoco estamos hablando de una moneda que cae de canto mientras jugamos con ella aburridos.

El origen del nombre está, decíamos, en el animal. Y es que, tal y como explica Taleb en su libro, hasta la llegada de los exploradores europeos a Australia en el siglo XVII, para occidente los cisnes eran blancos y hablar de un cisne de color negro quedaría circunscrito al contexto de lo fantástico. Todo cambió con la llegada a Oceanía y la aparición de cisnes oscuros.

Un ejemplo claro de un evento de este tipo sería el de los atentados perpetrados el 11 de septiembre de 2001. Si bien en aquella fecha los secuestros de aviones por parte de terroristas no eran algo extraño, la idea de estrellar estos vehículos contra edificios para maximizar el daño causado habría resultado difícil de imaginar. El evento, no haría falta señalarlo, tuvo también consecuencias globales.

También tuvo consecuencias globales la pandemia de Covid-19, una epidemia global causada por un virus hasta entonces desconocido podría verse como un cisne negro (y de hecho hay quienes lo ven así). Sin embargo, la idea de una pandemia global, incluso la idea de que esta pudiera ser provocada por un virus respiratorio, no era tan remota y muchos la planteaban como una cuestión no de “si”, sino de “cuándo”. La experiencia de la pandemia de gripe de 1919, o epidemias como la del SARS (síndrome respiratorio agudo grave) no solo se ven a posteriori como advertencias, sino que ya eran vistas así antes de la pandemia.

Prepararse para lo imprevisible

Taleb, experto en estadísticas, explica que cuando tratamos de estimar las probabilidades de un suceso, en general tenemos que basarnos en lo que ya conocemos. Por ejemplo, si queremos estimar la probabilidad de que una nueva empresa continúe activa un año después de su creación, podemos atender a estadísticas basadas en empresas fundadas en los años previos. Si queremos predecir si un equipo ganará un partido, también podemos echar atrás y atender a las estadísticas del equipo y del rival.

Esa es, precisamente, la limitación que plantean las herramientas estadísticas: es entre extremadamente difícil e imposible estimar la probabilidad de un evento que nunca se ha llegado a dar.

Bueno, ¿y qué hay del apagón? Sin duda el apagón del 28 de abril ha sido un evento de importantes consecuencias que aún habrá que evaluar, los perjuicios causados por el corte no se ciñen solo a lo económico sino que probablemente haya tenido ramificaciones en otros contextos. Esa parte queda fuera de lugar, la gran pregunta ahora es si este era un evento impredecible.

Quizá no podamos contestar a esta pregunta con certeza aún ya que, aunque poco a poco vamos conociendo nuevos detalles sobre lo que ocurrió, aún es pronto para saber con certeza las causas de este gran apagón. En cuanto a la dimensión, podemos encontrar precedentes comparables si buscamos fuera de España, como el apagón italiano de 2003 o el sufrido por Texas en 2021.

Sin embargo, aquellos grandes apagones fueron, en cierto sentido, convencionales. En el caso italiano, el corte de una línea de alta tensión que conectaba Suiza con Italia cayó, arrastrando consigo toda la red del país transalpino. En el caso de Texas, el frío y su impacto en la generación eléctrica por gas fue el causante de que el sistema no pudiera con la demanda de energía eléctrica del estado sureño.

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Tenemos un término para los eventos tan improbables que resultan difíciles de imaginar: cisnes negros. Este apagón es candidato a serlo

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Pablo Martínez-Juarez

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