SpaceX lleva 11 semanas rascándose la cabeza para relanzar Starship. Ahora por fin tiene luz verde para volver a volar

SpaceX lleva 11 semanas rascándose la cabeza para relanzar Starship. Ahora por fin tiene luz verde para volver a volar

Tras dos explosiones consecutivas a principios de año, SpaceX ha recibido permiso del gobierno estadounidense para el noveno vuelo de prueba de Starship, que acaba de anunciar para la noche del martes 27 de mayo. La compañía ha detallado los cambios en la nave y las causas del fallo anterior.

¿A la tercera va la vencida? Los técnicos de Starbase han estado trabajando frenéticamente para implementar mejoras en el prototipo que volará en la novena misión de prueba del programa Starship. Este intento llega tras dos fracasos consecutivos de una nueva versión de la nave, conocida como Starship Block 2.

SpaceX ha completado incontables pruebas en tierra. Tras avanzar en la investigación del vuelo anterior y con la autorización de la Administración Federal de Aviación (FAA) en mano, todo está listo para que el cohete más grande del mundo vuelva a surcar los cielos. Si no hay contratiempos, la ventana de lanzamiento se abrirá el martes 27 de mayo a las 18:30, hora local de Texas (01:30 de la madrugada del miércoles 28 en horario peninsular español).

Problema resuelto. En los dos vuelos anteriores, que tuvieron lugar en enero y marzo, Starship tuvo un final prematuro y explosivo: los motores de la etapa superior se apagaron antes de tiempo, la nave perdió el control y acabó desintegrándose en la atmósfera superior, esparciendo sus restos cerca de las Bahamas y las Islas Turcas y Caicos. Un duro golpe para SpaceX, que había solicitado permiso para 25 vuelos de prueba de Starship al año.

La investigación del vuelo de enero, supervisada por la FAA, determinó que el fallo en vuelo se había originado por una fuga de oxígeno líquido y el consecuente incendio en el compartimento de motores de la nave, causados por vibraciones más intensas de lo previsto.

Aunque SpaceX realizó ajustes para el vuelo de marzo, la nave volvió a fallar, dando lugar a interminables rumores sobre un error de diseño en la versión 2 de Starship, ligeramente más alta y con un nuevo sistema de alimentación de combustible. Los hallazgos de la investigación, recién publicados, revelan que el segundo incidente no tuvo relación con el primero, y que el problema de las vibraciones había quedado resuelto antes del vuelo 8.

Qué falló en el vuelo. Según la investigación del vuelo de marzo, supervisada por la FAA, la causa más probable de la pérdida de la nave fue un fallo de hardware en uno de sus tres motores Raptor 2 centrales. El fallo provocó una mezcla e ignición accidental de propelente, lo que causó una explosión.

Inmediatamente después de la explosión, los otros dos motores centrales y un motor Raptor de vacío se apagaron, haciendo que Starship perdiera nuevamente el control. SpaceX cree que el sistema de terminación de vuelo se activó después de que perdiera las comunicaciones con la nave, asegurando su desintegración.

Las mejoras. Puesto que el problema de las vibraciones ya había quedado solucionado con las mitigaciones implementadas de cara al vuelo 8, SpaceX se ha centrado ahora en los motores de la etapa superior de Starship, que han recibido refuerzos en juntas clave, un nuevo sistema de purga de nitrógeno y mejoras en el sistema de drenaje de propelente.

Es una solución temporal que dejará de ser necesaria tras la introducción del motor Raptor 3, que tiene un diseño más minimalista con la integración de varios componentes e incluye mejoras de fiabilidad para abordar este este tipo de fallos. De todos modos, la FAA da por buenos los cambios en los Raptor 2, destacando que SpaceX "ha abordado satisfactoriamente las causas del percance del vuelo 8".

Puesta a punto. Hace unos días, la compañía completó con éxito un encendido estático de larga duración de los seis motores de Starship 35, el prototipo que usará en el noveno vuelo. Esta prueba ha sido un escollo importante de cara al vuelo 9 porque la nave necesitó varios intentos para completarlo.

En un primer intento a principios de mayo, uno de los motores emitió un fuerte destello y parte de su material salió volando. Tras el encendido exitoso, la Ship 35 volvió a las instalaciones de producción para los preparativos finales; presumiblemente, la carga de maquetas de satélites Starlink y retoques en su escudo térmico.

Cómo será el vuelo 9. El perfil del vuelo de la semana que viene será muy similar al de los intentos fallidos, pero con varios hitos importantes. El cohete Super Heavy que impulsará la nave, el Booster 14, será el primero en ser reutilizado tras su vuelo anterior de enero, en el que ascendió hasta el borde del espacio, se separó de la nave Starship y regresó a la plataforma de lanzamiento para ser atrapado en el aire por sus brazos mecánicos.

29 de los 33 motores del propulsor son "de segunda mano", aunque se les realizaron inspecciones exhaustivas y se les reemplazaron componentes de un solo uso (como el escudo térmico ablativo). Eso sí, esta vez no se recuperará: el Booster 14 maniobrará directamente sobre el mar para probar un perfil de vuelo más arriesgado, con un giro rápido tras la separación de etapas, un ángulo más agresivo en el descenso y un motor deliberadamente apagado en la maniobra de amerizaje.

En cuanto a la Starship 35. La nave, por su parte, alcanzará más de 160 kilómetros de altitud y demostrará por primera vez el despliegue de carga, lanzando ocho simuladores de Starlink con su sistema inspirado en los dispensadores de caramelos Pez. Una hora después del despegue, reentrará sobre el océano Índico para realizar un amerizaje controlado.

Más allá de superar los problemas anteriores, uno de los objetivos pendientes es probar el rendimiento del escudo térmico mejorado de la Starship Block 2, que será crucial para poder reutilizar la nave. Los fallos previos impidieron que el cohete llegara al punto donde este escudo entra en juego: la reentrada.

SpaceX ha eliminado un número significativo de losetas térmicas para probar áreas vulnerables. En el vuelo 9 probará nuevas losetas metálicas (una de ellas con refrigeración activa) y nuevos accesorios de captura para futuros aterrizajes. También se pondrán a prueba durante la reentrada los alerones nuevos de la nave.

Los aviones estarán más lejos esta vez. A pesar del voto de confianza en SpaceX, la FAA ha impuesto algunas condiciones, como la ampliación de las zonas de exclusión aérea, tanto en Estados Unidos como en otros países. La zona de peligro para aeronaves se extenderá 1.600 millas náuticas hacia el este desde Starbase, atravesando el estrecho de Florida hasta llegar a las Bahamas y las Islas Turcas y Caicos, donde se desintegraron las naves anteriores.

Esta medida afectará a 175 vuelos en más de 70 rutas aéreas, causando retrasos de unos 40 minutos; pero si SpaceX vuelve a lograr una racha de vuelos exitosos, es probable que las zonas de exclusión se reduzcan de nuevo. Las próximas semanas serán cruciales para Starship. El éxito del vuelo 9 no solo significaría superar los recientes fracasos, sino dar un respiro a la NASA, que espera una Starship lunar para transportar astronautas desde la órbita a la superficie de la Luna en 2027.

Imagen | SpaceX

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Llenar el espacio de espejos es un negocio en auge. El objetivo: que no se haga de noche sobre los paneles solares

Llenar el espacio de espejos es un negocio en auge. El objetivo: que no se haga de noche sobre los paneles solares

Supongamos que adquieres el poder de cancelar la noche en un determinado lugar del mundo; de reflejar la luz del Sol desde el espacio para que ilumine algo concreto, para que se haga de día en una zona determinada. ¿En qué lo usarías?

Reflect Orbital. Una startup californiana quiere obtener este poder para iluminar los paneles fotovoltaicos en las horas próximas al amanecer y el atardecer, cuando más falta nos hace su energía renovable, y cuando más cara podrían venderla las compañías energéticas.

Reflect Orbital acaba de recibir 20 millones de dólares en financiación, que usará para desplegar una constelación de satélites equipados con espejos gigantescos. Su objetivo es reflejar la luz solar hacia la Tierra bajo demanda.

El Sol a la carta. El concepto es sencillo: aumentar la producción de energía solar en la Tierra dirigiendo la luz del Sol hacia las grandes plantas fotovoltaicas del suelo antes del amanecer y después del atardecer.

Al igual que las estaciones solares espaciales, pero sin las complicaciones de concentrar la energía en un haz láser o de microondas, colocar grandes espejos en órbita ampliaría significativamente el tiempo de luz que recibe una granja solar para generar electricidad, solventando uno de los grandes peros de la energía solar: su intermitencia.

La compañía ya ha realizado pruebas con un espejo en un globo aerostático a 240 metros sobre una granja solar, generando 500 vatios de energía por metro cuadrado de panel fotovoltaico con aproximadamente la mitad del brillo del sol.

Una primera demostración. La primera misión de Reflect Orbital está programada para la primavera de 2026. Un satélite de demostración probará un espejo de 18 x 18 metros hecho con plástico mylar tensado para formar una superficie reflectante sólida.

Se espera que alcance un brillo de 0,1 lux, comparable a una luna llena en una noche despejada. La misión pretende iluminar 10 ubicaciones icónicas durante la noche para generar difusión e interés público.

Un objetivo ambicioso. La idea inicial contempla una constelación de 57 pequeños satélites en una órbita polar sincrónica con el Sol, a unos 600 kilómetros de altitud. Proporcionarían unos 30 minutos adicionales de luz solar a las plantas fotovoltaicas.

A largo plazo, Reflect Orbital prevé lanzar una constelación de miles de satélites con reflectores mucho mayores, de hasta 55 x 55 metros. A esta escala, la luminosidad total de la constelación sería comparable a la del Sol a mediodía.

Otras aplicaciones. Aunque el impulso a la energía solar es el objetivo final, la empresa tiene planes para generar ingresos a corto y medio plazo con otras aplicaciones. Desde su fundación en 2021, la compañía ha recibido más de 260.000 solicitudes desde 157 países para su servicio de entrega de luz solar.

Entre los servicios futuros, ofrecen la iluminación de proyectos de construcción nocturnos, eventos públicos, esfuerzos de ayuda en desastres, y operaciones de defensa. "Queremos que sea lo más fácil posible: entras en una web, nos dices tus coordenadas GPS y te enviamos algo de luz solar después del anochecer", explica el CEO de Reflect Orbital, Ben Nowack. Ciencia ficción hecha realidad.

Imagen | Reflect Orbital

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Solo tres países han lanzado seres humanos al espacio. Un cuarto está a punto de sumarse al club: India

Solo tres países han lanzado seres humanos al espacio. Un cuarto está a punto de sumarse al club: India

La última gran potencia espacial se prepara para inscribir su nombre en uno de los clubes más exclusivos de la humanidad: el de las naciones capaces de enviar astronautas al espacio por sus propios medios. Hasta ahora, solo Estados Unidos, Rusia (heredera de la Unión Soviética) y China ostentan ese honor. Pero India y su ambicioso programa Gaganyaan están llamando a la puerta.

En dos años. Anunciado en 2018 por el primer ministro Narendra Modi con el objetivo de lanzarse en 2022, para que coincidiera con el 75 aniversario de la independencia del país, el programa Gaganyaan acumula varios retrasos.

Sin embargo, la Organización de Investigación Espacial de la India (ISRO) ha pisado el acelerador, confirmando que, si bien la primera misión tripulada se pospone a principios de 2027, los preparativos avanzan a buen ritmo.

La hoja de ruta. ISRO prepara tres misiones orbitales no tripuladas de la nave Gaganyaan antes de empezar a lanzar astronautas, según Eureka. La primera se denomina G1 y está prevista para el último trimestre de 2025. Llevará a bordo el robot humanoide Vyommitra, cargado de sensores para preparar los vuelos tripulados.

Le seguirán las misiones G2 y G3 en 2026, también con Vyommitra. Y, si todo marcha según lo previsto, la misión H1, la primera tripulada, despegará en el primer trimestre de 2027 a bordo del cohete HLVM3 (una versión del LVM3 adaptada para vuelos tripulados), seguida de la misión H2.

Los astronautas. India ya ha designado cuatro astronautas para estas históricas misiones: los pilotos de la Fuerza Aérea India Prashanth Balakrishnan Nair, Angad Prathap, Angad Pratap y Shubhanshu Shukla, quien antes volará a la Estación Espacial Internacional en la misión Axiom 4 a bordo de una nave de SpaceX.

Todos se han formado como astronautas en Rusia y, uno de ellos, Shubhanshu Shukla, tendrá una experiencia previa este mismo antes, cuando vuele a la Estación Espacial Internacional a bordo de una nave Crew Dragon como parte de la misión comercial Axiom 4.

Planes ambiciosos. Las ambiciones de India no terminan con poner astronautas en órbita. Tras las dos primeras misiones tripuladas, una cuarta misión no tripulada de Gaganyaan, la G4, se acoplará al segmento estadounidense de la Estación Espacial Internacional con un sistema de acoplamiento compatible con el estándar de la NASA.

Servirá como prueba de concepto para poner el órbita el primer módulo de la estación espacial india Bharatiya Antariksha Station (BAS), cuyo primer módulo se lanzaría en 2028 en una órbita similar a la ISS. La primera misión de carga a BAS, la G5, está prevista para 2029. BAS tiene el objetivo de establecer una presencia permanente de indios en órbita baja, sumándose a China, que tiene su propia estación espacial, y a los países miembros de la ISS, que será abandonada en 2030.

El siguiente paso será poner un astronauta indio en la superficie lunar para 2040. Para ello, ISRO está desarrollando un cohete de nueva generación propulsado por metano, el NGLV (Next Generation Launch Vehicle), que contará con una versión capaz de colocar 70 toneladas en órbita baja.

Imagen | ISRO

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La mala noticia es que el oxígeno de la Tierra tiene fecha de caducidad. La buena es que no estaremos aquí para verlo

La mala noticia es que el oxígeno de la Tierra tiene fecha de caducidad. La buena es que no estaremos aquí para verlo

Podemos respirar tranquilos. También los nietos de los nietos de nuestros nietos. Pero el oxígeno que sustenta la vida compleja en la Tierra no será eterno. A nuestra atmósfera rica en oxígeno le quedan, aproximadamente, mil millones de años. Entonces, el cambio será drástico.

Una desoxigenación rápida. Un estudio internacional publicado en Nature Geoscience detalla los cálculos. Después de hacer más de 400.000 simulaciones sobre la evolución geológica y biológica de nuestro planeta, científicos japoneses y estadounidenses llegaron a la conclusión de que la Tierra experimentará una desoxigenación rápida que la devolverá a un estado atmosférico similar al de la Tierra Arcaica de hace unos 2.500 millones de años.

Lo que el Sol te da, el Sol te lo quita. Hasta hace poco, la comunidad científica estimaba la esperanza de vida de la biosfera terrestre en otros 2.000 millones de años, cuando el calentamiento global a escalas de tiempo geológico lleve a la evaporación de los océanos. Pero este nuevo modelo proyecta un escenario diferente.

Según los investigadores, el aumento de la radiación solar intensificará el ciclo de los carbonatos y silicatos. Esto provocará una disminución drástica de las concentraciones de dióxido de carbono. Con menos CO₂, los organismos fotosintéticos como las plantas, las principales productoras de oxígeno, morirán. El resultado: una caída vertiginosa del oxígeno atmosférico.

Si acaso, quedará la vida anaeróbica. Con una millonésima parte del oxígeno que tenemos hoy, las formas de vida compleja se extinguirán mucho antes de que los océanos hiervan y el planeta se quede sin agua superficial. Para la gran mayoría de formas de vida, cuyo metabolismo depende del oxígeno, este será el final del camino.

El modelo indica que la desoxigenación ocurrirá en 1.080 millones de años (con una desviación de ±140 millones de años). Para entonces, la atmósfera terrestre será radicalmente distinta, con niveles elevados de metano, niveles bajos de dióxido de carbono, y una ausencia total de capa de ozono. Con suerte, será un mundo de formas de vida anaeróbicas.

Y para qué nos sirve este dato. Aunque no nos vaya a afectar a nosotros, ni a los nietos de los nietos de nuestros nietos, el estudio, financiado por el proyecto Nexus for Exoplanet System Science de la NASA, tiene implicaciones importantes para la búsqueda de vida extraterrestre. Sugiere que una atmósfera oxigenada no es una característica permanente de los mundos habitables.

El oxígeno, y su subproducto fotoquímico, el ozono, son dos de las biofirmas que buscan las agencias espaciales en los exoplanetas. Si la atmósfera rica en oxígeno de la Tierra va a durar entre un 20 y un 30% de la vida total del planeta, otros planetas similares a la Tierra podrían tener ahora atmósferas débilmente oxigenadas o anóxicas. La búsqueda de vida más allá de nuestro sistema solar tendrá que ampliar su alcance a otras firmas biológicas.

Imagen | NASA

En Xataka | 20 años de cambios en la biosfera de la Tierra resumidos en un maravilloso vídeo 4K de sólo dos minutos

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La Voyager 1 se niega a morir: los ingenieros de la NASA han reparado in extremis unos motores perdidos hace 20 años

La Voyager 1 se niega a morir: los ingenieros de la NASA han reparado in extremis unos motores perdidos hace 20 años

Cuando creíamos haberlo visto todo de la Voyager 1, la NASA nos sorprende con una nueva hazaña. La venerable sonda espacial, que lleva casi medio siglo alejándose de la Tierra, ha recuperado unos motores que se consideraban perdidos desde 2024; una reparación crucial que llega justo a tiempo.

¿Milagro? Nada de eso. Ha sido una mezcla de ingenio y riesgo lo que permitió a los ingenieros de la NASA resucitar los propulsores de alabeo de la Voyager 1, inutilizados desde 2004. La reparación confirmada por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) no solo promete agotar la vida útil de la sonda, sino que fue realizada justo antes de que la única antena terrestre capaz de enviarle comandos entrara en un largo periodo de mantenimiento.

Contexto. La sonda Voyager 1, lanzada en 1977 junto a su gemela Voyager 2, se encuentra en el espacio interestelar, a unos 25.000 millones de kilómetros de la Tierra. Viajando a casi 56.000 kilómetros por hora, para mantener su antena principal apuntando hacia nosotros y poder enviarnos sus datos, la nave necesita realizar ajustes sutiles de orientación.

Estos movimientos, recuerda Sondasespaciales, son de tres tipos: cabeceo (arriba y abajo), guiñada (izquierda y derecha) y alabeo. Este último, el movimiento de "roll", hace girar la nave sobre su eje, y es esencial para mantener a la vista una estrella guía que la Voyager usa para orientarse y calibrar su magnetómetro.

Tiraron la toalla. Los propulsores principales de alabeo de la Voyager 1 dejaron de funcionar en 2004 por la pérdida de energía de dos pequeños calentadores internos. Sin los calentadores, el combustible de los propulsores (hidracina) se congela y puede provocar una explosión en la tobera de la nave.

En aquel momento, los ingenieros de la NASA concluyeron que el fallo era irreparable y decidieron pasar a los propulsores de alabeo de reserva, que han estado funcionando para orientar la nave desde entonces. "Probablemente no pensaron que las Voyager seguirían funcionando otros 20 años", dijo en un comunicado Kareem Badaruddin, líder de la misión Voyager en el JPL.

20 años más tarde. Los conductos de los propulsores de reserva están empezando a obstruirse debido a los residuos de hidracina. Según las estimaciones de la NASA, podrían quedar completamente bloqueados este próximo otoño, lo que haría que la Voyager 1 perdiera la capacidad de controlar el alabeo, poniendo en serio peligro la misión.

Ante esta perspectiva, el equipo de las Voyager inició una carrera a contrareloj para reexaminar el fallo de 2004. La sospecha era que una perturbación en los circuitos que controlan el suministro de energía de los calentadores había "movido un interruptor" a la posición incorrecta. Si podían devolver ese interruptor a su estado original, tal vez los calentadores volverían a funcionar y, con ellos, los propulsores de alabeo.

Un plan doblemente arriesgado. Implicaba encender los propulsores inactivos y luego intentar arreglar y reiniciar los calentadores. Si durante este proceso, el rastreador de la nave se desviaba demasiado de su estrella guía, los propulsores inactivos se dispararían automáticamente. Y si los calentadores seguían apagados en ese momento, podría haberse producido una explosión.

Para colmo, la NASA solo tenía de margen hasta el 4 de mayo por un mantenimiento programado de la antena 43 de la Red del Espacio Profundo. La antena de 70 metros, ubicada en la estación de Camberra, es la única con potencia suficiente para enviar comandos a las Voyager, pero estará inoperativa hasta febrero de 2026. Teniendo en cuenta que las comunicaciones con la sonda tardan un día entero en llegar y otro en volver, jugaban a contrarreloj.

Éxito. A pesar de todo, el equipo envió los comandos necesarios el 18 de marzo. El 20 de marzo, recibieron la telemetría con los resultados. Para alivio y euforia del equipo, a los 20 minutos de empezar a recibir los datos, la temperatura de los calentadores aumentó drásticamente. El plan había funcionado.

Con esta reparación, el equipo de la misión respira más tranquilo. Si los propulsores de alabeo actuales se obstruyen en los próximos meses, la Voyager 1 podrá cambiarse sin problemas a estos propulsores recién reactivados y seguir funcionando con normalidad.

Imagen | NASA-JPL

En Xataka | El rescate de la Voyager 1 ha comenzado. Con 8 KB de memoria, un lenguaje de programación de 1957 y un lag sin igual

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¿Milagro? Nada de eso. Ha sido una mezcla de ingenio y riesgo lo que permitió a los ingenieros de la NASA resucitar los propulsores de alabeo de la Voyager 1, inutilizados desde 2004. La reparación confirmada por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) no solo promete agotar la vida útil de la sonda, sino que fue realizada justo antes de que la única antena terrestre capaz de enviarle comandos entrara en un largo periodo de mantenimiento.

Contexto. La sonda Voyager 1, lanzada en 1977 junto a su gemela Voyager 2, se encuentra en el espacio interestelar, a unos 25.000 millones de kilómetros de la Tierra. Viajando a casi 56.000 kilómetros por hora, para mantener su antena principal apuntando hacia nosotros y poder enviarnos sus datos, la nave necesita realizar ajustes sutiles de orientación.

Estos movimientos, recuerda Sondasespaciales, son de tres tipos: cabeceo (arriba y abajo), guiñada (izquierda y derecha) y alabeo. Este último, el movimiento de "roll", hace girar la nave sobre su eje, y es esencial para mantener a la vista una estrella guía que la Voyager usa para orientarse y calibrar su magnetómetro.

Tiraron la toalla. Los propulsores principales de alabeo de la Voyager 1 dejaron de funcionar en 2004 por la pérdida de energía de dos pequeños calentadores internos. Sin los calentadores, el combustible de los propulsores (hidracina) se congela y puede provocar una explosión en la tobera de la nave.

En aquel momento, los ingenieros de la NASA concluyeron que el fallo era irreparable y decidieron pasar a los propulsores de alabeo de reserva, que han estado funcionando para orientar la nave desde entonces. "Probablemente no pensaron que las Voyager seguirían funcionando otros 20 años", dijo en un comunicado Kareem Badaruddin, líder de la misión Voyager en el JPL.

20 años más tarde. Los conductos de los propulsores de reserva están empezando a obstruirse debido a los residuos de hidracina. Según las estimaciones de la NASA, podrían quedar completamente bloqueados este próximo otoño, lo que haría que la Voyager 1 perdiera la capacidad de controlar el alabeo, poniendo en serio peligro la misión.

Ante esta perspectiva, el equipo de las Voyager inició una carrera a contrareloj para reexaminar el fallo de 2004. La sospecha era que una perturbación en los circuitos que controlan el suministro de energía de los calentadores había "movido un interruptor" a la posición incorrecta. Si podían devolver ese interruptor a su estado original, tal vez los calentadores volverían a funcionar y, con ellos, los propulsores de alabeo.

Un plan doblemente arriesgado. Implicaba encender los propulsores inactivos y luego intentar arreglar y reiniciar los calentadores. Si durante este proceso, el rastreador de la nave se desviaba demasiado de su estrella guía, los propulsores inactivos se dispararían automáticamente. Y si los calentadores seguían apagados en ese momento, podría haberse producido una explosión.

Para colmo, la NASA solo tenía de margen hasta el 4 de mayo por un mantenimiento programado de la antena 43 de la Red del Espacio Profundo. La antena de 70 metros, ubicada en la estación de Camberra, es la única con potencia suficiente para enviar comandos a las Voyager, pero estará inoperativa hasta febrero de 2026. Teniendo en cuenta que las comunicaciones con la sonda tardan un día entero en llegar y otro en volver, jugaban a contrarreloj.

Éxito. A pesar de todo, el equipo envió los comandos necesarios el 18 de marzo. El 20 de marzo, recibieron la telemetría con los resultados. Para alivio y euforia del equipo, a los 20 minutos de empezar a recibir los datos, la temperatura de los calentadores aumentó drásticamente. El plan había funcionado.

Con esta reparación, el equipo de la misión respira más tranquilo. Si los propulsores de alabeo actuales se obstruyen en los próximos meses, la Voyager 1 podrá cambiarse sin problemas a estos propulsores recién reactivados y seguir funcionando con normalidad.

Imagen | NASA-JPL

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Por si estuvieran pasando pocas cosas, el Sol acaba de causar un apagón de radio con su erupción más potente de 2025

Por si estuvieran pasando pocas cosas, el Sol acaba de causar un apagón de radio con su erupción más potente de 2025

El Sol ha decidido recordarnos que estamos en sus manos. Una nueva región activa de manchas solares, denominada AR4087, ha liberado esta mañana una erupción solar de clase X2.7, la más potente en lo que va de año.

El Sol no estaba dormido. Las erupciones, fulguraciones o llamaradas solares se clasifican en cinco categorías según su intensidad: A, B, C, M y X. Cada letra representa eventos diez veces más intensos que la letra anterior. Una erupción X2.7 se sitúa en el extremo inferior de la categoría más potente, pero sigue siendo una erupción importante y poco común.

Los observatorios que monitorizan constantemente la corona solar la detectaron el 14 de mayo a las 08:25 UTC (las 10:25 en España). La llamarada de clase X2.7 ha sido la más fuerte de 2025, demostrando que el Sol sigue despierto tras la actividad del año pasado, cuando alcanzó el máximo solar.

Bloqueo de radio. Aunque no estaba dirigida directamente a la Tierra, la erupción lanzó un intenso pulso de rayos X y radiación ultravioleta extrema que alcanzó nuestro planeta a la velocidad de la luz.

Al impactar con la atmósfera superior de la Tierra, esta radiación la ha ionizado rápidamente, interfiriendo con las señales de radio de alta frecuencia (HF) en la cara visible de nuestro planeta. Como resultado, se detectó un apagón de radio de nivel R3 (catalogado como "fuerte") en Europa, Asia y Oriente Medio.

Empieza el show. La mancha solar AR4087 sigue muy activa y pronto mirará directamente hacia la Tierra a medida que el Sol gira sobre su propio eje. En las últimas horas ha producido erupciones de clase M5.3, X2.7 y M7.74.

La gran pregunta ahora es si la erupción más potente estuvo acompañada de una eyección de masa coronal, las famosas lenguas de plasma solar y campo magnético que, al impactar con el campo magnético terrestre, pueden provocar tormentas geomagnéticas y auroras intensas a diferentes latitudes, como las históricas auroras rojas de 2024.  Por el momento, la región AR4087 se encuentra en el borde visible del Sol, así que la Tierra parece estar fuera de su alcance.

Imagen | SpaceWeather

En Xataka | Los telescopios Webb y Hubble observaron a la vez las auroras de Júpiter. El problema es que no vieron lo mismo

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Los telescopios Webb y Hubble observaron a la vez las auroras de Júpiter. Por algún motivo, no vieron lo mismo

Los telescopios Webb y Hubble observaron a la vez las auroras de Júpiter. Por algún motivo, no vieron lo mismo

La Gran Mancha Roja, los ciclones polares, las bandas de nubes. Júpiter es conocido por sus dimensiones colosales y sus tormentas eternas. Pero sus auroras no se quedan atrás, y solo ahora las estamos viendo en detalle gracias al poder del telescopio espacial James Webb.

Un regalo de Navidad. Recién publicadas junto a un estudio de Nature Communications, las imágenes fueron capturadas el 25 de diciembre de 2023 con la cámara NIRCam del telescopio Webb.

La conclusión más inmediata es que las auroras jovianas son de otro nivel. Cientos de veces más brillantes y energéticas que las de la Tierra, no solo se alimentan, como en nuestro planeta, de las partículas cargadas del viento solar, sino también del material volcánico expulsado por la luna activa Ío.

Hiperactivas. El equipo que lideró las observaciones se llevó una sorpresa al analizar los datos. Esperaban ver cambios lentos y graduales en las auroras, pero en lugar de eso se encontraron con "toda la región bullendo y estallando de luz", un espectáculo hiperactivo que "variaba en cuestión de segundos".

"¡Qué regalo de Navidad fue aquello, me dejó alucinado!", confiesa el investigador Jonathan Nichols de la Universidad de Leicester, Reino Unido.

Un misterio. Para redondear el estudio, el equipo coordinó las observaciones del Webb en el infrarrojo con observaciones simultáneas del telescopio espacial Hubble en el espectro ultravioleta. Y aquí estaba el rompecabezas: las luces más brillantes observadas por el Webb en la atmósfera de Júpiter no tenían una contraparte en las imágenes del Hubble.

El Webb se centró en las emisiones de catión trihidrógeno (H3+), una molécula que brilla intensamente en el infrarrojo cuando electrones de alta energía impactan contra el hidrógeno molecular. Pero para producir la combinación de brillos observada por ambos telescopios, se necesitaría una cantidad ingente de partículas de muy baja energía golpeando la atmósfera de Júpiter, algo que hasta ahora se consideraba prácticamente imposible.

Lo que sigue. El equipo planea estudiar a fondo esta diferencia entre los datos del Webb y el Hubble, y explorar sus implicaciones para el entorno de Júpiter. Las próximas observaciones del Webb se compararán con los datos de la sonda Juno de la NASA para intentar desentrañar el origen de la emisión.

Los hallazgos se usarán para guiar la misión Juice de la ESA, que viaja ahora hacia Júpiter. Siete de sus instrumentos, incluidas sus dos cámaras, se dedicarán a estudiar las auroras jovianas cuando la sonda llegue a su destino. Sus mediciones cercanas ayudarán a los astrónomos a comprender mejor la interacción entre el campo magnético y la atmósfera del planeta, además de con la luna Ío.

Imágenes | NASA, ESA, CSA

En Xataka | Estas imágenes reales eran impensables antes del telescopio Webb: son planetas orbitando otras estrellas a 130 años luz

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La NOAA detectó metales en la atmósfera asociados principalmente a SpaceX. La Casa Blanca ha liquidado su investigación

La NOAA detectó metales en la atmósfera asociados principalmente a SpaceX. La Casa Blanca ha liquidado su investigación

El Gobierno de Estados Unidos acaba de truncar una de las investigaciones más intrigantes sobre la contaminación espacial. Una decisión que, según algunas voces suspicaces, es beneficiosa para los intereses comerciales de Elon Musk.

Lo último de Trump. A falta de que los presupuestos se aprueben en el Congreso, la Casa Blanca busca eliminar la financiación de dos proyectos de investigación clave sobre la contaminación causada por cohetes y satélites.

El plan forma parte de los drásticos recortes que, junto con la NASA, ha sufrido el brazo científico de la Oficina Nacional de Investigación Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos: la NOAA.

Un hallazgo llamativo. A finales de 2023, los investigadores atmosféricos de Estados Unidos descubrieron una creciente acumulación de metales en la estratosfera. Un equipo liderado por la NOAA analizó las partículas de ácido sulfúrico muestreadas por el avión WB-57 de la NASA en vuelos de gran altitud sobre Alaska y el Medio Oeste de Estados Unidos. El estudio identificó más de 20 elementos distintos, incluido el litio, el aluminio, el cobre y otros metales más exóticos, como el niobio y el hafnio.

Estos materiales no se encuentran naturalmente en la atmósfera. Están vinculados con la industria espacial, y por tanto, se asociaron con las cada vez más frecuentes reentradas de cohetes y satélites, que se vaporizan al desorbitar. El alcance del problema aún se desconoce. Se teme, por ejemplo, que un aumento exponencial pueda dañar la capa de ozono, que actúa como escudo contra los rayos ultravioleta, desestabilizando aún más el clima.

Adiós a la investigación. Los esfuerzos de la NOAA para resolver estas dudas ya estaban en marcha. Por un lado, un estudio de continuidad para tomar nuevas muestras atmosféricas. Por otro, un taller en el que participaba la industria privada para explorar posibles soluciones. Ambos se quedan sin financiación federal con los recortes, lo que obligará a cancelarlos si se aprueban los presupuestos.

Aunque la Casa Blanca ha propuesto todo tipo de recortes en ciencia, el portavoz de la organización Public Employees for Environmental Responsibility señaló a The Guardian que en este caso "hay una motivación política", relacionando el trabajo de la NOAA con los intereses comerciales de Elon Musk.

El factor SpaceX. Nunca antes había habido tantos lanzamientos de satélites porque nunca antes había habido un cohete capaz de aterrizar sobre sus patas. La empresa aeroespacial de Elon Musk pone en órbita más del 80% de la carga útil lanzada al espacio, en términos de masa. Casi todos son satélites de la constelación Starlink, que se ha convertido en un activo estratégico para Estados Unidos.

SpaceX ha lanzado unos 8.400 satélites Starlink, de los cuales 1.080 han reentrado ya. Aunque Starlink es la constelación más grande, otras empresas tienen planes similares de lanzar decenas de miles de satélites a la órbita baja terrestre; entre ellas, varias startups chinas y el gigante tecnológico Amazon, con su Project Kuiper de Internet satelital. En total, el número de satélites en órbita podría crecer hasta 100.000 en los próximos años. Y con él, el número de reentradas atmosféricas.

Y así cada cinco años. Los satélites de SpaceX y la incipiente constelación Kuiper orbitan la Tierra a menos de 600 km de altitud. Por efecto del frenado atmosférico, van reduciendo su altura y acaban quemándose en la atmósfera cinco años después de su lanzamiento. También los cohetes, incluida la etapa superior del Falcon 9, desorbitan para desintegrarse en la atmósfera.

Esto es lo deseable: que la basura espacial se "recicle" en el menor tiempo posible. Pero la cadencia de lanzamientos, encabezada por Starlink, está produciendo varias reentradas al día, que pronto se convertirán en docenas, y luego en centenares. El efecto de estas inyecciones diarias de metal en la atmósfera es algo que ahora tendrán que investigar otros países, al menos con fondos públicos.

Imagen | Sociedad de Astronomia del Caribe

En Xataka | Los cohetes de SpaceX están abriendo agujeros de color rojo en la atmósfera. Los llaman "auroras de SpaceX"

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Los mineros de Bitcoin de Nueva York están comprando viejas centrales eléctricas. Los neoyorquinos no están contentos

Los mineros de Bitcoin de Nueva York están comprando viejas centrales eléctricas. Los neoyorquinos no están contentos

Minar bitcoins puede ser un negocio muy rentable, pero la creciente dificultad de añadir un nuevo bloque y las reglas de la economía de escala hacen que, al final, solo estén ganando dinero las granjas de minería que tienen acceso a enormes cantidades de energía a un precio bajo.

Qué son las granjas de minería. Son grandes centros de datos repletos de ASICs, ordenadores especializados en resolver problemas criptográficos. Su labor consiste en encontrar un hash (la salida de una función matemática llamada SHA-256) para que aparezca un bloque válido.

Este proceso ordena y propaga las transacciones seguras de la cadena de bloques de Bitcoin, lo que tiene una jugosa recompensa: cada vez que un minero logra añadir un bloque a la cadena (una vez cada aproximadamente 10 minutos), recibe 3,125 bitcoins nuevos, el equivalente a 101.606 dólares. Pero no todo es beneficio. De hecho, minar Bitcoin tiene un coste energético altísimo.

Aquí es donde entra en juego el precio de la electricidad. Y el norte del estado de Nueva York es especialmente atractivo gracias a su abundante energía hidroeléctrica. Pero las centrales hidroeléctricas no son precisamente el principal objetivo de las granjas de minería.

Centrales de gas y minería de Bitcoin. En Nueva York, el apetito energético de los mineros de Bitcoin ha alcanzado un cariz distópico con las empresas que adquieren centrales eléctricas antiguas o poco utilizadas, principalmente de gas natural, para alimentar sus operaciones 24/7.

La antigua planta de carbón de Greenidge Generation, ubicada junto al lago Seneca, al norte del estado, se convirtió en una central de ciclo combinado en 2017, funcionando solo cuando la demanda energética fuera alta. En 2020, la empresa instaló una granja de minería de Bitcoin a su lado alimentada directamente de la planta.

Greenidge Generation abrió la veda. En 2018, la central de ciclo combinado suministró 203.918 MWh a la red eléctrica. En 2020, con la minería como su principal negocio, empezó a quemar mucho más gas, generando 215.588 MWh para la red y 132.215 MWh adicionales para minar Bitcoin.

Sus emisiones se han multiplicado por seis desde que está la mina de Bitcoin, según un reportaje de Inside Climate News. Pero además, selló una especie de simbiosis entre centrales de gas y minería de criptomonedas. Greenidge se convirtió en una prueba de concepto para resucitar otras 49 plantas similares en el estado de Nueva York.

En un limbo legal. Nueva York no es precisamente un estado permisivo en política de medio ambiente. El Departamento de Conservación Ambiental denegó la renovación de permisos de Greenidge en 2022 por violar la ley climática del estado, que exige fuertes reducciones de emisiones.

Sin embargo, Greenidge sigue operando gracias a sus apelaciones. La ley estatal le permite funcionar mientras dure el proceso administrativo.

Los neoyorquinos no están contentos. Otro caso controvertido es el de Digi Power X. La empresa canadiense compró a Fortistar la central de ciclo combinado de North Tonawanda, cerca de las cataratas del Niágara, para alimentar su propia granja de bitcoins.

Los vecinos empezaron a quejarse de un "zumbido persistente" proveniente de los enormes ventiladores que refrigeran el centro de datos. Acabaron demandando a la compañía, lo que desencadenó una moratoria de dos años y estudios formales sobre el ruido y el consumo de agua de la instalación, estimado en 1,9 millones de litros al día para enfriar los servidores. No es agua potable, pero ejerce presión sobre la infraestructura de aguas residuales local.

En noviembre de 2024, la Corte Suprema de Nueva York ordenó a la Comisión de Servicios Públicos reevaluar la venta de Fortistar por una posible infracción de la ley climática estatal. Sin embargo, como pasa con Greenidge, la planta puede seguir operando mientras dure el proceso.

La batalla continúa. Con Trump las cosas han cambiado a nivel federal. En favor de los mineros. La nueva administración ha levantado restricciones en el uso de los combustibles fósiles y planea un nuevo marco regulatorio más laxo para las criptomonedas.

Mientras tanto, a pesar de las batallas legales, las minas de Greenidge y North Tonawanda siguen operando, junto con sus centrales eléctricas asociadas. Según la Agencia de Información Energética de Estados Unidos, la minería de criptomonedas representa hasta un 2,3% del consumo eléctrico total del país.

En Xataka | Bitcoin no tiene la culpa de que un lago glaciar se haya convertido en un "jacuzzi caliente". Aún

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