Elon Musk tiene un objetivo para X: convertirla en una “superapp” a lo WeChat. Pero no estamos en China

Elon Musk tiene un objetivo para X: convertirla en una

Elon Musk no debe tenerle envidia a muchas cosas, pero parece tenérsela a WeChat, la superaplicación china que sirve para todo: desde pedir un divorcio hasta abonar facturas. El creador de Tesla y SpaceX tiene entre ceja y ceja conseguir lo mismo con esa superapp llamada X de la que lleva hablando meses. Ha dado un polémico paso hacia ese objetivo, pero va a tener muy difícil lograr lo que ha logrado WeChat en el gigante asiático.

Un gigante al que copiar. Desde que Tencent lanzara WeChat en 2011, ha ido creciendo y evolucionando para convertirse en esa aplicación para todo que hoy en día los usuarios en China utilizan de forma masiva. De hecho en WeChat hay más de 1.200 millones de usuarios que pasaron de usarla como app de mensajería a una app de pagos móviles y, posteriormente, a una app para hacer prácticamente de todo. Eso es justamente lo que pretende Elon Musk con X.

Primer paso, decir adiós a Twitter. Al Sr. Musk no le ha temblado el pulso a la hora de anunciar una de las medidas más polémicas desde que compró Twitter en octubre de 2022 (y no han sido pocas). Hace unos días indicaba que Twitter dejaba de llamarse Twitter para llamarse X. Así, de buenas a primeras, decía adiós tanto al icónico nombre de la red social como a su logotipo, aunque que se mantenga el actual está por ver.

La ambición de la superapp. X quiere ir mucho más allá de lo que hacía Twitter, y Elon Musk dejaba claro que en los próximos meses la app se quiere convertir en centro de nuestro mundo financiero. "El nombre Twitter ya no tenía sentido sentido en ese contexto, así que debemos decirle adiós al pájaro".

WeChat lo tuvo (mucho) más fácil. Llegar a donde ha llegado WeChat no es desde luego fácil, pero China es un país muy distinto en este sentido. El gobierno veta aplicaciones y empresas —que se lo digan a Jack Ma— con la misma facilidad con la que las encumbra, y Tencent es un buen ejemplo. Esta empresa ha recibido siempre el apoyo del gobierno de Xi Jinping, y de hecho esos mismos gobernantes felicitaron recientemente a Tencent, Alibaba y Meituan por contribuir al progreso tecnológico de China. Algunos llaman a WeChat la herramienta de vigilancia más amada (y temida) por China.

Competencia y monopolios. WeChat es un monopolio de facto en China, y conseguir algo así sería prácticamente imposible en el mundo occidental: Europa lleva años con estrictas políticas antimonopolísticas, y en EEUU también se vigilan ese tipo de situaciones. El proceso por el que está pasando Microsoft en su intento por comprar Activision es un buen ejemplo de esa situación: poner en peligro la libre competencia está muy mal visto fuera de China, y una superapp que quiera hacerlo todo sacando del mercado al resto probablemente tendría serios problemas regulatorios.

Una cosa es China. La otra, el resto del mundo. Y luego está el hecho de que, como apuntaba Dani Sánchez-Crespo, WeChat solo funciona en un mercado con una moneda y una regulación: crear una superapp internacional que soporte las propias particularidades de cada país resulta aún más complejo.

Ya tenemos superapps: se llaman iOS y Android. Como bien apuntan en Fast Company, en realidad ya tenemos una especie de superapp en forma de sistemas operativos móviles. Tanto iOS como Android —un duopolio, al fin y al cabo— hacen tan fácil descargar y usar aplicaciones de terceras partes que parece complicado que una sola app lograrse retener a los usuarios. Centralizar todo en una sola aplicación puede ser atractivo, pero como suele decirse, quien mucho abarca, poco aprieta, y tenemos ejemplos potentes.

Y un montón de apps están demasiado asentadas. X no solo tendrá que hacer muchas cosas: tendrá que hacerlas mejor que la competencia. Y precisamente esa competencia solo tendrá que ocuparse de hacer bien lo que hacen, algo que es más fácil que tratar de "hacer bien todo". Hay segmentos en donde ganarle la partida a los grandes referentes parece imposible, y desde luego la industria financiera —primer objetivo de Elon Musk— no va a dejar que le roben la cartera.

Ni Apple acaba de lograrlo. Si hay alguien que tiene recursos para lograr encerrar a sus usuarios en una superapp, esa es Apple, que controla su ecosistema como ninguna otra empresa del mundo. Su entrada en el mundo financiero ha sido tímida a pesar del lanzamiento de Apple Pay y sobre todo de la Apple Card lo demuestran, y por ejemplo la alianza de Apple con el gigante financiero Goldman Sachs no parece haber ido sobre ruedas: ya se habla de un potencial divorcio.

Otros lo intentaron y fracasaron. Snap, la empresa matriz de Snapchat, lanzó el sistema de pagos entre particulares llamado Snapcash, pero acabó abandonando la iniciativa en 2018. También intentaron integrar juegos móviles en la red social, pero tuvieron que recortar gastos y también cancelaron ese proyecto. Meta es otra de las que dio pasos hacia esa teórica superapp, y la introducción de su propia criptodivisa, Libra —luego rebautizadaacabó en agua de borrajas y se desvaneció.Su cuenta de ahorro, recien lanzada en EEUU, es un producto interesante pero de alcance limitado y que también está sujeto a esa alianza, ahora aparentemente debilitada, con Goldman Sachs.

Pero es Elon. A pesar de todo lo expuesto, es imposible no tener en cuenta que quien va a intentar algo así no es un cualquiera. Hablamos de una persona que ha revolucionado industrias que parecían totalmente asentadas como la del automóvil o la del espacio. Musk ya ha demostrado que es capaz de lo peor —sus decisiones en Twitter no acaban de gustar a casi nadie—, pero también de lo mejor. Hay analistas que han destacado cómo Musk está tratando a Twitter X como si fuera su primera startup y no una empresa asentada e icónica. De momento el resultado parece ser un desastre, pero si algo se ha ganado el Sr. Musk —aunque se nos esté agotando— es el beneficio de la duda.

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Elon Musk ha decidido que Twitter se llame X. Eso plantea problemas legales con Meta y Microsoft

Elon Musk ha decidido que Twitter se llame X. Eso plantea problemas legales con Meta y Microsoft

Este fin de semana pasado Elon Musk soltaba una nueva bomba. La red social Twitter abandonaba su tradicional logo y también su nombre. A partir de ahora se llamaría, sencillamente, X. La decisión ha sido polémica, pero es que además con ella Musk se enfrenta a un nuevo problema. Uno legal.

Marca registrada. Resulta que esa letra ya había sido registrada como marca comercial anteriormente. Quienes la registraron, además, no son unos cualesquiera: tanto Microsoft como Meta ya habían solicitado tal marca en el pasado. Según Josh Gerben, abogado experto en marcas registradas, "hay una posibilidad del 100% de que Twitter acabe siendo demandada por alguien por esto". En realidad Meta y Microsoft no son las únicas: según sus datos, hay cerca de 900 solicitudes que cubren la letra X en un amplio rango de segmentos.

Microsoft la tenía. La empresa de Redmond la registró en 2003 y aunque nunca la ha aprovechado, esa marca estaba relacionada con las comunicaciones de su consola de videojuegos, la Xbox. El usuario de Twitter X Keith Edwards mostró una captura de aquel registro, aunque información de contexto en ese mensaje dejaba claro que dado que el ámbito era distinto, era difícil que eso afectara a la empresa de Musk.

Meta también. Como explican en Business Insider, Meta/Facebook ya registró esa marca en 2019 indicando que estaba relacionada con "servicios online de redes sociales" y con "servicios de redes sociales en el ámbito del entretenimiento, los videojuegos y el desarrollo de aplicaciones". La emresa de Zuckerberg, que cambió su nombre el año pasado, fue demandada por la firma de inversión Metacapital y por la empresa de realidad virtual MetaX. Llegó a un acuerdo con otra empresa por el logo que ahora usan.

Sin comentarios. Ninguna de las empresas ha realizado comentarios sobre ese posible conflicto, pero en Reuters Gerben indicaba que Meta y microsoft "probablemente no demandarán a menos que se sientan amenazados por X".

Una letra difícil de proteger. Otro experto en el tema, Douglas Masters, destacaba la "dificultad de proteger una simple letra, especialmente una tan popular comercialmente como X". Además, señalaba, "el logo no tiene nada especialmente distintivo en él, lo que hace que la protección [de la marca] sea débil".

Un logo "robado" a las mates. Ha habido varios avisos de esto, pero uno de ellos es de Matthew Scroggs, investigador en la University College en Longres, que explicaba en Twitter X que el logotipo que ha utilizado Musk es en realidad "el carácter Unicode U+1D54F (𝕏), que se añadió a Unicode en 2001 y se ha utilizado en libros de texto de matemáticas desde los años 70". En efecto, el logo es idéntico a ese carácter Unicode. El logo utilizado por la marca que registró Meta, por ejemplo, es una X formada por los símbolos "mayor que" y "menor que" (><), lo que hace uno y otro totalmente diferenciables.

Elon nos prepara para su superapp. Mientras, Elon sigue defendiendo el cambio de nombre. En un tuit de hace unas horas el multimillonario explicaba que "esto no es solo una redenominación de una empresa" y añadía que "el nombre de Twitter tenía sentido cuando era de mandar mensajes de 140 caracteres de un lado a otro —como los pájaros que "tuitean"— pero ahora puedes publicar casi cualquier cosa, incluidas varias horas de vídeo. En los próximos meses, añadiremos comunicaciones completas y la capacidad de gestionar todo tu mundo financiero. El nombre de Twitter no tiene sentido en ese contexto, así que debemos decir adiós al pájaro".

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El Chromecast cumple 10 años de una revolución silenciosa. Una que hizo (mucho) mejores nuestras TVs

El Chromecast cumple 10 años de una revolución silenciosa. Una que hizo (mucho) mejores nuestras TVs

Aquel 24 de julio de 2013 Google cambió un poquito el mundo (a mejor), y lo hizo con el lanzamiento sorpresa del Chromecast. Aquel dongle HDMI pulía una idea que no era nueva, pero además iniciaba una revolución silenciosa.

Una que hizo que nuestras teles fueran mejores. Por entonces el concepto de Smart TV estaba en pañales y solo las televisiones de gama alta presumían de dar acceso sencillo a todo tipo de plataformas, pero el Chromecast permitió algo singular: convertir cualquier tele (por "tonta" que fuera) en mucho más "Smart".

El Chromecast lo hizo además a un precio casi ridículo: por 35 dólares uno por fin podía enviar cualquier contenido desde su móvil o tableta al televisor y disfrutar en cualquier TV de todo tipo de emisiones por streaming o de información vía el móvil. La historia de su origen la contaron los responsables de Google en 2018, cuando el dispositivo cumplió cinco años.

Tele Chromecast

Apple había dado un paso singular con sus Apple TV de 2007, que ganaron muchos más enteros con la segunda generación que llegaría en 2010 e impulsaría la tecnología AirPlay. Fuera del mundo Apple la opción era Miracast, que a pesar de ser un estándar bastante popular en la industria no acababa de cuajar entre los fabricantes de dispositivos, que lo camuflaban con otros nombres —como hizo Samsung con su AllShare Cast o LG como SmartShare— cuando lo integraban, que no era tan frecuente como parecía.

El Chromecast era uno de esos productos que planteaba una solución mejor a ese problema. Transmitir contenidos desde el móvil a la tele había sido hasta entonces incómodo (cuando no imposible) y difícil, pero el Chromecast, como escribió nuestro excompañero Juan Carlos González entonces, era un fantástico ejemplo de la necesaria simplificación de la tecnología.

Hacía mucho más fácil lo que parecía difícil, aunque ciertamente el Chromecast distaba de ser perfecto. No todas las aplicaciones permitían hacer 'casting', y el rendimiento dependía mucho nuestras conexiones Wi-Fi, aún algo limitadas. Eso daba igual, porque aquel pequeño dispositivo fue el detonante de la aparición de un nuevo segmento: el de los dongles HDMI.

Fire Tv 2014

El Amazon Fire TV original, que costaba 100 dólares, no 35 como el Chromecast. Los "sticks" llegarían más tarde.

Pronto aparecieron alternativas al Chromecast que iban desde dudosos/curiosos proyectos en Kickstarter o Indiegogo a intentos por rescatar Miracast o, desde luego, a la aparición de rivales que han acabado siendo también referentes en nuestros días. Nos referimos, cómo no, a los Fire TV de Amazon que aparecieron en abril de 2014 y que también evolucionarían mucho y bien en los años siguientes.

Roku es también protagonista, pero solo en EEUU—. Habría otros competidores notables, y por ejemplo NVIDIA tiene uno de los mejores y más ambiciosos, el Shield Android TV, pero aunque lo renovó en 2019 no parece interesada en actualizar mucho más la familia.

El Amazon Fire TV de hecho planteó una propuesta distinta y, hay que reconocerlo, mejor. El dispositivo se independizaba del móvil, y ya no era necesario hacer casting desde nuestro smartphone, porque toda la "inteligencia" estaba integrada en su dongle, que poco a poco fue mejorando. La clave estaba además en el otro componente estrella de aquel producto: el mando a distancia. Pequeño, sencillo, simple y, sobre todo, funcional. Un mando que hasta presumía del control por voz.

Chromecast 2a Gen

Aquel lanzamiento tensó la cuerda entre Google y Amazon, que estuvieron peleados durante años hasta que en 2019 firmaron la paz: YouTube se pudo ver al fin de forma nativa en los Fire TV, y Prime Video añadió soporte para los Chromecast.

Google, eso sí, tardó en apuntarse a ese concepto, y siguió defendiendo el concepto de dongle puro —aquí fue algo cabezona, admitámoslo— que hacía que siguiéramos dependiendo de un móvil (o un ordenador) para emitir los contenidos.

Chromecast Ultra 1

El Chromecast Ultra fue el primero de la familia en ofrecer soporte para emisiones 4K. Luego sería además parte fundamental de un lanzamiento singular: Google Stadia.

El Chromecast de segunda generación de 2015 mejoraba en muchas cosas, pero seguía demasiado atado a nuestro smartphone y también contaba con limitaciones importantes como la ausencia de soporte para contenidos 4K. El Chromecast de tercera generación fue también conservador, y seguía limitado a emisiones 1080p. Si querías 4K podías tenerlo, pero pagando el doble, que es lo que costaba el Chromecast Ultra.

De hecho, tuvimos que esperar bastante para disfrutar de un competidor de Google que aprovechara ese concepto de independencia del móvil. Ocurrió en 2020 con la llegada del (en mi opinión) excelso Chromecast con Google TV, un producto algo más caro y ambicioso que sus predecesores, pero que llevaba la experiencia a otra dimensión: la interfaz ganaba muchos enteros, y también lo hacía la fluidez de aquel pequeño dispositivo que desde entonces se ha convertido en claro referente.

Chromecast

El Chromecast ya era bueno. El Chromecast con Google TV era (y es) aún mejor.

Aquel producto presumía además de dar soporte a emisiones 4K —incluyendo Dolby Vision y Atmos—, y desde su lanzamiento ha seguido mostrando su fortaleza. No se ha renovado como tal, pero Google anunció en octubre de 2022 una versión más modesta y asequible que solo soportaba emisiones 1080p.

La evolución del Chromecast ha ido acompañada de esa misma evolución por parte de sus competidores. El más relevante ha sido sin duda Amazon, cuya familia Fire TV se ha ampliado con el paso de los años para convertirse en una rival formidable: a los Fire TV Stick y Fire TV Stick Lite se les sumaron los Fire TV 4K,  los Fire TV 4K Max y los aún más ambiciosos Fire TV Cube. Mientras, Apple ha seguido también planteando mejoras en sus Apple TV, cuyo modelo de 2022 es sin duda una de las mejores opciones del mercado —ese Apple A15 Bionic da mucho margen de maniobra— si uno está dispuesto a pagar bastante más que los tradicionales 'sticks'.

Pero es que además el Chromecast no solo ha hecho que sus rivales directos se pongan las pilas. También ha impulsado la evolución de nuestras Smart TVs, que hace diez años contaban con plataformas muy pobres a la hora de mostrar contenidos en streaming.

Hoy el cuento es muy diferente, y lo normal al comprar una televisión es que ésta cuente con una plataforma de gestión de contenidos más que decente. Aquí las cosas tardaron en cambiar y los fabricantes parecían no querer un Android TV tan fuerte en la tele como en el móvil, pero poco a poco tanto esa plataforma fue mejorando para convertirse en una de las más extendidas entre los fabricantes. No solo eso: el éxito del Chromecast con Google TV hizo que ambas plataformas —qué manía tiene Google de tener varias cosas que hagan lo smismo— se fueran fusionando y ahora sean cada vez más difícilmente distinguibles.

Sony

Mientras, por supuesto, algunos fabricantes han ido trabajando más y más en sus propias propuestas porque veían que estaban perdiendo una batalla importante. Tizen, webOS, VIDAA, Fire TV (que algunos fabricantes como JVC o Toshiba también usan) o HarmonyOS han ido ganando enteros y se han convertido en propuestas con un comportamiento más que decente. Todas ellas son un argumento más de venta para los potenciales compradores, y son una opción imprescindible a estas alturas en este segmento.

Pero esas plataformas también tienen su cara oscura, sobre todo en lo que se refiere a la recolección de datos. Algunos fabricantes monitorizan nuestra actividad —LG lo hacía, y Samsung, desde luego, también— y quieren que sus teles sean no listas, sino unas listillas.

Sus interfaces de usuario no siempre son ideales, y algunos incluso abogamos por algo que no es muy intuitivo: que los fabricantes ofrezcan no solo televisiones inteligentes, sino que también nos ofrezcan teles tontas. Ya las volveremos nosotros más o menos listas con un Chromecast, por ejemplo.

No hay muchas opciones, pero existen. El problema es que no solo recortan a la hora de evitar la integración de plataformas inteligentes, sino que también recortan en el resto de prestaciones: los paneles suelen ser más pequeños y de menor calidad, lo que hace que al final lo que muchos acaban (acabamos) haciendo es comprar una Smart TV para, sencillamente, no tenerla conectada a la Wi-Fi o a la red mediante Ethernet. Una encuesta reciente revela que más de la mitad de los usuarios de uns Smart TV acaban usando un dongle HDMI en lugar de la plataforma nativa de esas TVs.

Quien suscribe, desde luego, es de ese grupo: compré una Smart TV de Philips con tecnología OLED y con Ambilight hace dos años. Está basada en Android TV, pero jamás he usado el sistema nativo porque tras probarlo siempre tuve la impresión que no iba del todo fluido. ¿Solución? Desconecté la tele de la red Wi-Fi y de la red de cable, y me compré un Chromecast con Google TV para disfrutar de las plataformas de streaming. No he vuelto a mirar atrás.

Puede que estéis en esa situación y uséis dongles HDMI en vuestra Smart TV, pero también es cierto que para muchos la integración nativa de esas plataformas es suficientemente (o incluso muy) buena y tanto el Chromecast como el Fire TV o sus alternativas son productos redundantes. Hay quien de hecho sigue aprovechando un viejo Chromecast para usarlo de vacaciones, lo que demuestra que lo mejor de todo esto es que las opciones están ahí para quien quiera aprovecharlas.

Y buena culpa de esa situación, yo diría, la tuvo aquel pequeño dispositivo que apareció por sorpresa en 2013. Se llamó Chromecast.

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Elon Musk ha matado al pajarito: Twitter cambia de nombre y de logo, y ahora todo es, simplemente, X

Elon Musk ha matado al pajarito: Twitter cambia de nombre  y de logo, y ahora todo es, simplemente, X

"La X marca el lugar", decía Indiana. Para Elon Musk aquello pareció convertirse ciertamente en una señal, porque el multimillonario llegó a comprar el dominio X.com en 2007. No hizo mucho más con aquel dominio, pero años después, con la compra de Twitter, anunció que esa operación "era un acelerador para la creación de X, la aplicación para todo". Ahora ha dado un paso más en esa particular obsesión.

Twitter cambia de logo. En una serie de mensajes el sábado, Elon Musk indicó que el logotipo de la compañía ya no sería un pajarito azul como siempre, sino una letra X con un diseño especial que mostró en un pequeño vídeo. Ya había avisado en abril, cuando Twitter Inc. dejó de existir para pasar a llamarse X Corp. Esta madrugada ha vuelto a insistir y de aquel mensaje de abril, en el que solo escribía "X", publicaba un tuit con esa letra con el nuevo diseño, "𝕏".

Adiós Twitter, hola X. Pero como él mismo explicaba, además del cambio de logo habrá un cambio de nombre. La compañía y la aplicación se llamarán X, afirmaba: "Y pronto diremos adiós a la marca twitter y, gradualmente, a todos los pájaros". En una conversación en un espacio de Twitter pocas horas después indicó que el logo de Twitter cambiaría este domingo y que ese cambio "debería haberse hecho hace mucho tiempo, perdón por tardar tanto". Esa promesa no se ha cumplido de momento, porque el logo sigue siendo el tradicional.

Equis por doquier. Hace tiempo que Elon Musk viene aprovechando la equis en sus proyectos. No solo en aquel viejo dominio de 2007: está en el nombre de SpaceX, su exitosa empresa dedicada a misiones espaciales, está en el nombre de SUV de Tesla, y lleva tiempo hablándonos de cómo X será una superaplicación que irá más allá de Twitter e integrará, por ejemplo, pagos móviles.

Linda Yaccarino confirma el anuncio. Linda Yaccarino, CEO de Twitter, se sumaba al anuncio hace unas horas publicando una serie de tuits en los que comentaba que " Es algo excepcional -tanto en la vida como en los negocios- tener una segunda oportunidad para provocar otra gran impresión. Twitter causó una gran impresión y cambió nuestra forma de comunicarnos. Ahora, X irá más allá, transformando la plaza mayor global".

El logo por todos lados. Yaccarino mostró el logo —que Elon afirmó que podría pulirse próximamente— y también una imagen de ese logo proyectado sobre el edificio de oficinas de la sede de Twitter. La CEO ya usa el nuevo logo como su imagen de cabecera en el perfil, y explicó que "X será la plataforma puede ofrecer, bueno... cualquier cosa".

Un cambio difícil de asumir. El impacto que esto tendrá en la comunidad de usuarios es impredecible, pero los analistas avisan. Mike Proulx, de la consultora Forrester, indicaba que este movimiento podría alienar aún más a la base de usuarios de Twitter: "Por un lado, se puede argumentar que se estaría deshaciendo de una marca icónica. Por otro lado, está señalando que es un nuevo día para lo que una vez fue Twitter y que la empresa se dirige en una dirección diferente con una base de usuarios diferente". Esther Crawford, exempleada de Twitter, apuntaba a que esto es como un "harakiri corporativo", haciendo referencia al ritual de suicidio japonés. Hay otros que indican que "la marca Twitter es parte de la historia de internet. Esto es un sacrilegio".

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Microsoft Copilot 365 costará 30 dólares al mes. Parece mucho, pero también es una señal: la IA no saldrá barata

Microsoft Copilot 365 costará 30 dólares al mes. Parece mucho, pero también es una señal: la IA no saldrá barata

ChatGPT nació siendo gratis. Midjourney, lo mismo. Aprovechar estos espectaculares modelos de IA generativa, como otros que competían con ellos, sigue siendo posible sin que sea necesario pagar un euro. La versión básica de ChatGPT sigue siendo gratuita, como también lo son Google Bard, Bing Chat o, en el caso de las imágenes, Stable Difussion o Bing Image Creator.

Sin embargo poco a poco estamos viendo cómo en realidad todo el ámbito de la inteligencia artificial está haciendo uso de un modelo de negocio muy conocido: el modelo freemium. Se proporciona un producto o servicio básico que cualquiera puede usar gratuitamente, pero luego ese mismo producto o servicio cuesta dinero si uno quiere usar una versión avanzada que expande las funciones del original.

Lo hemos visto desde luego con ChatGPT Plus y con lo que ocurrió con Midjourney, que dijo adiós a las cuentas gratuitas en marzo y dejó claro que si querías usar el mejor generador de imágenes por IA, tocaba pagar.

La avalancha de servicios de IA que nos piden pagar por ellos es asombrosa. Hay multitud de ellos, y las promesas son de lo más variadas. Crean resúmenes de documentos, nos ayudan a programar (aún más y mejor), extraen datos de forma automatizada, generan textos para redes sociales como Facebook, Instagram o Twitter, escriben cuentos para niños, nos preparan para entrevistas de trabajo, crean calendarios personalizados para alcanzar metas, generan fotos o vídeos de producto, o nos tratan de orientar en inversiones financieras, por ejemplo.

Todos esos servicios se basan en hombros de gigantes. Que en este caso es lo mismo que decir que se apoyan (especialmente) en las APIs de OpenAI, empresa que se ha logrado hacer de oro con un modelo de negocio en el cual el acceso a las prestaciones de ChatGPT o de DALL E 2 se puede externalizar e integrar en esa miriada de productos y servicios para adaptarlos a escenarios concretos.

En todos esos casos el discurso es el mismo. Te dejan probar gratis el servicio, si quieres aprovecharlo de verdad toca apoquinar. Los precios varían, pero por poner algunos ejemplos rápidos, Fina, un asesor financiero, cobra 8 dólares al mes. ScribbletoArt, que transforma tus garabatos en arte, cuesta 10 dólares al mes por 100 imágenes. Alphy, que transcribe audios, cuesta 5 dólares al mes. Y ChatNode, que crea chatbots personalizables, cuesta 19 dólares al mes para 2.000 mensajes al mes. En muchos de ellos hay varios planes: si los usas más, pagarás más, lógicamente.

Quizás por eso resulte curiosa la reacción que ha habido al conocerse los precios que tendría la suscripción a Microsoft 365 Copilot. La empresa de Redmond aprovechaba esta semana para anunciar una nueva alianza con Meta tras el lanzamiento de Llama 2, pero además hablaba de ese nuevo y ambicioso servicio y el coste que tendría.

Así, indicaron, Microsoft 365 Copilot tendría un precio de 30 dólares al mes. Es mucho más de lo esperado, afirmaban nuestros compañeros de Genbeta, que recordaban que para quienes se suscriban ese precio representará un aumento de entre el 52% y el 83% en el coste mensual que los clientes empresariales ya pagan por Microsoft 365.

¿Es, efectivamente, mucho más de lo esperado? Eso depende, claro, del partido que se les saque a estas herramientas. La propuesta de Microsoft parece clara a primera vista, pero quizás haya tener en cuenta lo que por ejemplo comentaba Steven Sinofsky, es directivo de Microsoft.

Y es que como él apuntaba en Twitter, esos 30 dólares no pagan solo "la IA", sino que es un coste en el que se incluye el aislamiento de datos, la privacidad, la seguridad y (probablemente, añadía), no estar expuesto a posibles demandas por violación de propiedad intelectual.

En efecto, la promesa de Microsoft 365 Copilot va más allá de ser un "ChatGPT" para Office, porque se centra muy especialmente en evitar los riesgos que impone el uso de ChatGPT en empresas. Como sabemos, este modelo no sabe guardar secretos, y eso ha provocado que varias compañías —Samsung, Apple, o JP Morgan entre ellas— veten o restrinjan su uso entre sus empleados.

Así que lo que se supone que la empresa paga con esos 30 dólares al mes (adicionales) es, además de potencia, tranquilidad. Garantizar que los datos que se van a usar en Microsoft 365 Copilot se mantienen aislados y a salvo es una promesa arriesgada por parte de la empresa de Redmond, pero si la cumple tenemos ante nosotros un servicio que puede, bien aprovechado, ser una pequeña revolución en la empresa.

Y lo puede ser porque como en el caso de GitHub Copilot, aquí estamos ante una herramienta que permitirá a los profesionales ganar (mucho) tiempo. El servicio les generará automáticamente resúmenes de documentos, presentaciones a partir de otros, y será teóricamente una poderosa fuente de inteligencia de negocio que, insistimos, permitirá usar datos internos sin miedo a que puedan "salir fuera".

Si Microsoft logra cumplir esa promesa estará desde luego ante la disrupción más importante de sus soluciones empresariales en años, y eso impone un coste elevado. Y sin embargo, que Microsoft 365 Copilot cueste 30 dólares seguirá pareciendo caro a quienes no le saquen partido, pero bien aprovechado apunta a ser una ayuda espectacular para mejorar la productividad e incluso la calidad del trabajo, dando a los profesionales más tiempo para resolver otras tareas que antes no podían resolver por tener que completar tareas más rutinarias.

En realidad, por tanto, el precio puede no ser ninguna burrada. Lo que sí es es la prueba definitiva de que aprovechar estas herramientas acabará obligándonos a pagar cuando las queramos aprovechar de verdad. Es posible que para un uso ligero o esporádico podamos conformarnos con las versiones básicas de esos servicios, pero una cosa está clara: usar IA de forma intensiva no va a ser "barato".

No al menos si no la aprovechamos de verdad. Si lo hacemos es probable que nos ahorre tanto tiempo y nos permita sacar tanto trabajo adelante que al final no solo nos parezca barata. Nos acabará pareciendo hasta un chollo. Y si no, que se lo digan al trabajador que ha logrado teletrabajar en tres empleos a jornada completa y ganar 315.500 euros anuales gracias a la IA.

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En Xataka | Se suponía que ChatGPT debía mejorar con el paso del tiempo. Está sucediendo exactamente lo contrario 

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Se suponía que con el tiempo ChatGPT sería cada vez mejor. Según un estudio, está pasando justo lo contrario

Se suponía que con el tiempo ChatGPT sería cada vez mejor. Según un estudio, está pasando justo lo contrario

"¿Es el número 17077 primo? Razónalo paso a paso". Esa sencilla pregunta debería ser bastante fácil de responder para un modelo de IA como ChatGPT, sobre todo con el tiempo que ha pasado desde su lanzamiento y su evolución. Uno pensaría que este chatbot es cada vez mejor y más preciso, pero no parece que eso esté pasando.

El estudio. El pasado martes unos investigadores de la Universidad de Stanford y de la Universidad de California en Berkeley publicaron un estudio que evaluaba cómo han evolucionado tanto GPT-3.5 (usado en el ChatGPT que se puede usar gratuitamente) como GPT-4 (usado en ChatGPT Plus y en Bing Chat). Las conclusiones son sorprendentes: en general ambos modelos han empeorado.

Las pruebas. Usando la API de estos modelos, los investigadores analizaron el rendimiento de estos modelos en dos versiones distintas, la de marzo de 2023 y la de junio de 2023. Realizaron pruebas consistentes en preguntas de resolución de problemas matemáticos, cuestiones sensibles, generación de código y razonamiento visual.

Chatgpt

17077 es primo, pero no para ChatGPT. Una de las pruebas más llamativas fue la que indicábamos al comezar el artículo. Se le preguntó al chatbot si el número 17077 es primo (lo es) razonando la respuesta, y esa misma prueba se realizó con 500 ejemplos. Los cambios en la precisión fueron sorprendentes. GPT-4, que acierta el 97,6% de las preguntas con su versión de marzo, caía a una precisión del 2,4% en su versión de junio. A GPT-3.5 le pasaba justo lo contrario y pasaba del 7,4% de marzo al 86,8% de junio.

Más (o menos) parlanchines. También notaron que GPT-4 era menos "parlanchín": las respuestas eran más escuetas y el número de caracteres generado pasaba de 821,2 en marzo a 3,8 en junio. GPT-3.5, por contra, escribía respuestas un 40% más largas. En Xataka comprobamos que con el ejemplo expuesto, 17077, GPT-3.5 decía directamente que no era primo, mientras que GPT-4 no era capaz de asegurarlo y generaba un pequeño programa en Python que el usuario debía ejecutar para comprobarlo (pero no daba respuesta). El programa, al ser ejecutado, daba la respuesta correcta.

Más protegidos contra 'jailbreaks'. Los investigadores también quisieron tratar de preguntar cuestiones delicadas para tratar de forzar a las distintas versiones de ChatGPT a que se comportaran de forma incorrecta. Los jailbreak y exploits son ya conocidos, pero al menos en GPT-4 el comportamiento fue más seguro (contestó solo el 5% de las preguntas sensibles en su versión de junio, por el 21% de marzo), aunque apenas explica por qué no contesta bien. GPT-3.5 contestó más en su última versión (del 2% al 8% de junio).

Código menos ejecutable. Este chatbot se usa mucho para generar código, pero su evolución en este apartado también es errática. Según los investigadores, para GPT-4 el código generado directamente ejecutable (y por tanto, que ofrece mejores respuestas) cayó del 52% al 10% en junio, y para GPT-3.5 el porcentaje también cayó del 22 al 2%. GPT-4 escribió respuestas más largas y con más texto que no era código.

¿Se está volviendo peor ChatGPT? El estudio llega en un momento curioso, sobre todo porque varios debates en foros como Hacker News revelan que para muchos usuarios la calidad de ChatGPT se ha degradado. Entre las teorías que se barajan está la de que OpenAI podría estar ofreciendo versiones "ligeras" para reducir los recursos necesarios —como tiempo de GPU— para computar toda esa información.

En OpenAI niegan la mayor. Peter Welinder, uno de sus directivos, indicaba que todo se debe probablemente a nuestra percepción: al usarlo mucho, empezamos a detectar problemas que antes no notábamos. Aún así los responsables de la empresa están investigando esas quejas.

Pruebas discutibles. Otros expertos argumentan que el estudio no es especialmente concluyente debido a las métricas utilizabas. Arvind Narayanan, profesor de informática en Princeton, explicaba que en las pruebas de código "no evalúan la corrección del código (extraño). Se limitan a comprobar si el código es directamente ejecutable. Así que el intento del nuevo modelo de ser más útil contó en su contra".

La opacidad lo complica todo. Lo cierto es que es difícil evaluar la progresión de estos modelos si tenemos en cuenta que OpenAI es especialmente opaca respecto a sus modelos. Como explican en Ars Technica, no hay transparencia sobre cómo son entrenados o los conjuntos de datos que se usan, y su propio funcionamiento interno es un misterio hasta para sus creadores. Aquí la opción sería adoptar un enfoque Open Source como el que por ejemplo Meta ha seguido con Llama y Llama 2, recién lanzado.

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En Xataka | Bard cae en el mismo error que ChatGPT aunque esté conectado a internet: se lo inventa absolutamente todo

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Este Nubia Red Magic 8 Pro+ tiene 24 GB de memoria RAM. La pregunta es para qué

Este Nubia Red Magic 8 Pro+ tiene 24 GB de memoria RAM. La pregunta es para qué

Mucho ha llovido desde que en 2011 el Motorola Altrix 4G se convirtiese en el primer smartphone vendido masivamente que presumía de tener 1 GB de RAM. Aquella capacidad de memoria —que también integró el Galaxy SII— era por entonces asombrosa, pero la cosa avanzó rápidamente. De hecho tras esos lanzamientos nos preguntábamos si no era demasiado pronto para los móviles con 2 GB de RAM. En 2015 la cuestión era si los 4 GB de RAM en móviles que ya estaban aquí servían para algo o eran solo marketing.

Ahora deberíamos hacernos esa pregunta ligeramente cambiada: ¿no es demasiado pronto para móviles con 24 GB? Es más. ¿Tiene sentido un móvil con esta cantidad de memoria? Eso es precisamente lo que trata de demostrar el nuevo Nubia Red Magic 8 Pro+, un terminal que en su variante más ambiciosa presume de contar precisamente con esa cantidad de memoria RAM. La pregunta, claro, es para qué podríamos necesitarla.

La orientación del Red Magic 8 Pro+ es clara: gaming. Esa orientación es también el gran argumento para esa decisión de diseño que desde luego sorprende: aunque ya habíamos visto diversos terminales con 12 y hasta 16 GB de RAM, este es el primero que presume de contar con 24 GB de RAM. Es, eso sí, una versión solo disponible en China, y que allí tiene un precio de 

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Fuente: Steam Hardware & Software Survey

Esa cantidad de memoria es de hecho superior a la que la mayoría de usuarios tienen en sus PCs y portátiles. Lo normal en estos tiempos es contar con 16 GB de RAM, algo que por ejemplo se ve claramente en la base de datos de Steam: según los datos recolectados por esta plataforma —totalmente orientada a gamers de PC y portátil— uno de cada dos usuarios dispone de esos 16 GB de RAM, y solo uno de cada cinco tiene más de 16 GB.

Pero claro, un PC o portátil con un sistema operativo de PC o portátil se supone que debe estar preparado para hacer más cosas de lo que las hace un móvil. Y sobre todo, a hacer más cosas a la vez: mientras que en los móviles lo normal es que todo se centre en una sola aplicación maximizada en pantalla, en nuestros ordenadores estamos acostumbrados a ejecutar varias tareas o por ejemplo tener varias instancias de un navegador con muchísimas pestañas abiertas en ellas.

Eso hace que sea inevitable plantear esa comparación con el móvil de Nubia. ¿Hay alguna situación en la que esos 24 GB vayan a ser necesarios? Es cierto que hay juegos muy exigentes y que hacen uso de la memoria de forma intensiva para los enormes recursos que se utilizan en esos juegos (texturas, por ejemplo), pero también lo es que los desarrolladores de videojuegos móviles saben en qué márgenes se mueve la industria: no tendría desarrollar un juego que usa tanta memoria que solo unos pocos móviles podrían ejecutarlo con solvencia.

Tampoco es que el sistema operativo creado por Google esté pensado para aprovechar grandes cantidades de RAM. De hecho lo que hace constantemente es tratar de liberar la que puede para seguir funcionando incluso en terminales con poca RAM. Así, cuando pasamos de una aplicación a otra, Android realiza lo que llama la "recolección de basura"; liberando memoria de aplicaciones que ya no están activas. Eso hace a su vez que cuando cambiemos de una aplicación a otra la aplicación se relance como si no hubiera estado abierta antes (aunque a nosotros no nos lo parezca).

Tampoco parece haber otros escenarios en los que esa memoria no resulte excesiva: sin duda será útil si navegamos de forma especialmente intensiva en el móvil y tenemos una gran cantidad de aplicaciones en segundo plano, pero a priori no parece que los 24 GB vayan a poder aprovecharse de forma fácil en escenarios convencionales.

Al menos, no en la actualidad.

Esa es una apreciación importante, porque aunque 24 GB parecen muchos GB hoy en día, puede que no nos parezcan tantos dentro de dos años, cuando este móvil —armado hasta los dientes en todo lo demás— siga dando guerra. Puede que entonces sí comiencen a surgir escenarios de uso que saquen buen provecho de esa capacidad de memoria RAM.

Entre ellos está por ejemplo el mundo de la inteligencia artificial. Poder correr un chatbot del estilo de ChatGPT en local se verá muy beneficiado por esos 24 GB de RAM. No digamos tampoco la capacidad de generar imágenes con modelos como Stable Diffusion: Qualcomm ya presentó recientemente una demostración técnica en la que precisamente habilitaba esa capacidad en un prototipo del que no dio muchos detalles.

Hay otras posibilidades, y entre ellas está desde luego la de plantear móviles que aprovechen mejor ese margen de maniobra para convertirse en verdaderos PCs de escritorio. Desarrollos como Samsung DeX lo permiten, y aunque este fabricante parece haber dejado esta opción un poco en segundo plano, ya se habla de cómo los Pixel 8 podrían volver a impulsar ese "modo escritorio" que convierte nuestros móviles en singulares PCs de sobremesa.

Y luego, por supuesto, está el hecho de que nunca viene mal tener todo el margen de maniobra que podamos permitirnos. Es probable que a corto plazo no vayamos a sacar partido de esos asombrosos 24 GB de RAM del Nubia Red Magic 8 Pro+, pero nunca se sabe qué puede pasar en el futuro.

En Xataka Android | Todo sobre la memoria RAM en móviles: qué es y qué papel juega en el rendimiento de tu smartphone

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Threads se deja ver en su versión web. Y como esperábamos, es prácticamente idéntica a Twitter

Threads se deja ver en su versión web. Y como esperábamos, es prácticamente idéntica a Twitter

Si había un momento ideal para lanzar una alternativa a Twitter, ese era este. Y eso es justo lo que han hecho en Meta, que a través de Instagram han creado una nueva red social llamada Threads de la que se viene hablando desde hace semanas. Se espera que mañana aparezca disponible para iOS, pero hoy ya hemos podido ver su interfaz web y una cosa está clara: si sabes usar Twitter, sabrás usar Threads.

Zuck nos da la bienvenida. El primer mensaje (¿el primer 'thread'?) de esta nueva red social lo ha publicado Mark Zuckerberg, que con su nombre de usuario habitual en otras plataformas de la compañía ('zuck') ha escrito "Hagámoslo. Bienvenidos a Threads".

De momento no es posible crear cuentas. Aunque es posible ver el mensaje y sus respuestas, el sitio web de la plataforma (www.threads.net, el .com está cogido y sus propietarios están aprovechándolo) no da opción a crear nuevas cuentas. Eso sí: en Meta han dado acceso preliminar a algunas personas, algo que se puede comprobar rápidamente al ver que el mensaje de Zuckerberg ha recibido varios "Me gusta" y respuestas.

Igualita a Twitter. La interfaz web de Threads es muy similar a la que nos presenta Twitter. Se impone la claridad, y en la parte superior está el logotipo de la plataforma, que al ser pulsado hace que se cambie de un tema claro a un tema oscuro. Otros usuarios con acceso preliminar han mostrado publicaciones con imágenes o vídeos,  y el funcionamiento es por tanto aparentemente idéntico al que tiene Twitter. 

El fediverso espera. Por debajo, eso sí, Threads se basa en ActivityPub, la misma tecnología que Mastodon. En The Verge indican que la integración con el fediverso no estará disponible inicialmente, pero se espera que añadan dicha característica pronto, algo que probablemente sería un impulso importante para la plataforma de Meta.

¿Estará disponible en Europa? No está del todo claro. Ayer el diario irlandés Independent citaba las palabras de un portavoz de la Comisión de Protección de Datos (DPC) de Irlanda que indicaba que Threads no se desplegaría en la Unión Europea "en este momento". El lanzamiento se limitaría a Estados Unidos y al Reino Unido, que tras el Brexit no está gobernado de forma completa por el RGPD o las leyes de privacidad europeas, indicaban en dicho medio.

La DMA acecha. Según Bloomberg, "Meta está a la espera de más orientaciones sobre la Ley de Mercados Digitales (DMA), las nuevas normas de competencia de la UE que rigen el modo en que las grandes plataformas en línea utilizan su poder de mercado". Esta normativa pretende acabar con ecosistemas cerrados, y entre otras cosas obligará a que los grandes guardianes de los contenidos (Google, Apple, Meta, Twitter y Microsoft) permitan pasar datos de un lugar a otro. Mientras, eso sí, en Instagram anunciaron ayer la actualización de las Condiciones de uso del servicio. Esos nuevos términos están en vigor desde hoy, 5 de julio de 2023.

Twitter, más amenazada que nunca. Mientras, Twitter sigue en una situación caótica y mantiene los extraños límites de uso que Musk anunció este fin de semana. Las decisiones del multimillonario emprendedor han sido desde el comienzo polémicas y erráticas, y eso ha hecho que alternativas como Mastodon o Bluesky estén ganando popularidad aunque aún estén lejos de Twitter. Ninguna de ellas tiene, eso sí, a toda una Meta detrás. Esta podría ser la amenaza más importante para Twitter desde su creación.

Imágen: Anthony Quintano

En Xataka | La nueva red social que considera a Mastodon poco descentralizada y defendida por el fundador de Twitter

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Google tiene claro cómo va a entrenar sus modelos de IA. Cogiendo todo lo que publiquemos en internet

Google tiene claro cómo va a entrenar sus modelos de IA. Cogiendo todo lo que publiquemos en internet

Uno suele saber a lo que atenerse cuando usa servicios de Google. Es el Gran Hermano definitivo, y sabemos que la recolección de datos es una constante al usar cualquiera de sus plataformas. Es un sacrificio que aceptamos implícitamente al usar herramientas como Gmail, YouTube o Google Maps, pero las cosas pueden ir aún más allá. De hecho, lo acaban de hacer.

Nuevos términos de privacidad. Como indican en Gizmodo, Google actualizó hace unos días su política de privacidad. Lo hicieron con un cambio importante que hace mención específica a cómo entrenan sus modelos de inteligencia artificial. En el documento oficial explican lo siguiente:

"Google puede recoger información públicamente disponible online, o a partir de otras fuentes públicas, para ayudar a entrenar modelos de IA de Google y desarrollar productos y funciones como el Traductor de Google, Bard y funciones de IA de Cloud".

Si es contenido público, lo usarán (potencialmente). Es importante destacar que Google habla de información públicamente disponible online. La empresa parece por tanto reservarse el derecho de recopilar y potencialmente aprovechar contenidos de toda la web, y hacerlo precisamente por el hecho de que ese contenido es público.

Cuidado con lo que publicas. Eso hace que una vez más no sea mala idea reflexionar sobre todo lo que publicamos o subimos en internet sin más. A menos que marquemos esos contenidos como privados o protegidos por derechos de autor, Google los podrá usar para cosas como entrenar sus modelos de inteligencia artificial. Lo dicen bien en Gizmodo: lo importante ya no es tanto quién puede ver esa información que publicamos, sino cómo va a acabar usándola (porque podrá acabar haciéndolo).

Transparencia casi nula. Y mientras esto pasa, las empresas que ofrecen modelos de IA generativa siguen sin ofrecer datos claros sobre cómo entrenan sus plataformas. Google es una de las pocas que expone esos "datasets" utilizados en algunos modelos: el llamado Google C4 es un gigantesco conjunto de datos que permiten descubrir que las fuentes más relevantes son Google Patents, Wikipedia y Scribd.

Modelos

Entre las fuentes de datos la Wikipedia parece quedarse pequeña frente a otras fuentes como Reddit o la navegación web en bruto, que recopila información públicamente disponible de internet ("Common Crawl"). Fuente: LifeArchitect

Sin embargo no hay apenas datos sobre Infiniset, el conjunto de datos usados para el modelo de lenguaje LaMDA utilizado en Bard. De PaLM2 no sabemos mucho, y tampoco está demasiado claro cómo entrenó OpenAI el modelo GPT-3 —hay un estudio de sus ingenieros que no aclara demasiado la cuestión— y la opacidad se ha convertido en una máxima últimamente: las empresas desvelan cada vez menos detalles porque la competencia es feroz.

Pero todas usan internet sin piedad. Lo que sí está claro es que los contenidos publicados en internet en todo tipo de plataformas —blogs, redes sociales, foros, etc— acaba siendo potencialmente usada para entrenar esos modelos de datos. Lo que no sabemos en la mayoría de los casos es si eso que nosotros publicamos estará o no, y sin saber las fuentes concretas, tampoco es posible entender hasta qué punto los ChatGPT o Bard del mundo pueden tener ciertos sesgos en un sentido u otro.

Por eso Reddit y Twitter están tomando medidas. Lo que acaba de hacer Google al cambiar su política de privacidad tiene mucho que ver con la decisión de Reddit y Twitter de limitar el acceso a sus APIs: si no se paga, no se podrá acceder a ellas. O lo que es lo mismo: si no se paga, usar las enormes cantidades de contenido publicado en esas redes es mucho más difícil para empresas que quieren entrenar sus modelos de IA con esos datos.

Internautas sin voz ni voto. Y mientras, los internautas que publicamos esos contenidos no parecemos poder hacer nada al respecto. Cuando publicamos algo en internet, sea donde sea, normalmente lo hacemos de forma automática y sin pensar en si ese contenido debería estar sujeto a alguna licencia. Mi blog, por ejemplo, usa una licencia Creative Commons que requiere atribución. Aunque el dataset Google C4 ha recopilado algunos de mis posts para su entrenamiento, a mí jamás se me ha pedido permiso (en realidad no tendrían que hacerlo obligatoriamente) ni se me ha citado o atribuido (que sí deberían hacer según esa licencia).

¿Demandas a la vista? Google, como todas las demás, están aprovechando internet como su particular campo de entrenamiento para trabajar en el campo de la inteligencia artificial, pero eso podría acabar costándole caro. OpenAI y Microsoft están ahora en medio de una demanda por GitHub Copilot y todo el código que esa herramienta ha usado sin pedir permiso a los programadores.

A Stable Diffusion le pasa algo similar con Getty, cansada de que la IA le robe sus fotos. El propio David Holz, fundador de Midjourney, admitía que al entrenar su modelo "No hay realmente una forma de coger cien millones de imágenes y saber de  dónde provienen. Estaría bien que las imágenes tuvieran metadatos  incrustados sobre el propietario del copyright o algo así. Pero eso no  existe; no hay ningún registro".

La AI Act persigue este tipo de problemas. Mientras tanto en la Unión Europea progresa la aprobación definitiva de la AI Act, su primer intento de regular la inteligencia artificial. En esta normativa hay un apartado específico dedicado a la transparencia, y teóricamente se exigirá a las empresas que desarrollan modelos de IA que expliquen de dónde provienen los datos de entrenamiento

Eso es mucho más fácil de hacer que de dedir aparentemente, pero nos enfrentamos a un futuro en el que este tipo de recopilación masiva de datos puede tener problemas adicionales: ya no solo de posible violación de privacidad, sino de su uso en según qué escenarios. En Xataka nos hemos puesto en contacto con los responsables de Google, y actualizaremos la noticia si recibimos más información sobre estos cambios en su política de privacidad.

Imagen | Xataka con Bing Image Creator

En Xataka | OpenAI ha usado millones de textos para entrenar a ChatGPT. El problema es que muchos de ellos tienen copyright

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Chrome tiene fama de agotar la batería de tu móvil. En realidad quien se la traga es una app “invisible” de Google

Chrome tiene fama de agotar la batería de tu móvil. En realidad quien se la traga es una app

Algo le pasa a mi móvil. Estaba al 86% de batería hace un rato y de repente está en el 45%. Está, de hecho, hasta un poco más caliente de lo normal ¿Qué está pasando? Las culpas suelen ir a aplicaciones con fama de ser glotonas de recursos como el navegador Google Chrome, pero lo más probable es que en dispositivos Android la culpa la tenga otra aplicación. Una que podríamos considerar invisible.

Servicios de Google Play. En la inmensa mayoría de dispositivos Android hay una aplicación llamada Servicios de Google Play que es absolutamente imprescindible para poder trabajar con las aplicaciones de Google. Sin ella no tendríamos por ejemplo acceso a la tienda de apps, a Google Maps, a YouTube o a Google Pay.

Invisible. Esta aplicación no está presente por ejemplo en los móviles de Huawei, que no tienen acceso a ella por el veto establecido por EEUU en 2019. Para el resto de móviles Android certificados, la app siempre está ahí, preinstalada y funcionando en segundo plano para dar soporte al resto de aplicaciones que dependen de ella. Su funcionamiento, no obstante, es transparente para los usuarios. Es invisible, y no contamos con el típico icono de la aplicación ni la encontraremos en nuestros escritorios del móvil con el resto de apps "normales" instaladas.

Una app glotona (pero con cierta razón). Los Servicios de Google Play tienen el problema de ser claves para el funcionamiento de muchas otras aplicaciones y herramientas que usamos en el día a día. Normalmente los servicios en segundo plano no suelen ser procesos especialmente voraces en memoria o batería, pero esta app de Google es tan utilizada por el resto del sistema que en ciertos momentos su consumo de batería puede dispararse. Así pues, si uno consulta qué aplicaciones están consumiendo más batería en su móvil Android y ve que los Servicios de Google Play está entre los que más lo hacen, no hay que asustarse: es normal.

Servicios Google Play

Pero es que además está caliente. Si nuestra batería se está agotando rápidamente ya habrá señales de que algo raro puede estar pasando, pero también hay casos en los que nuestro móvil se sobrecalienta. Ahí es posible acudir a algunas posibles soluciones para atajar el problema y volver a un funcionamiento normal del dispositivo. Entre ellas, las siguientes destacadas:

  • Reiniciar el móvil: la vieja broma de IT Crowd sigue siendo una forma sencilla de "desatascar" el problema.
  • Actualización pendiente: en ocasiones ocurre que hay alguna actualización incompleta de esta herramienta que se actualiza también de forma invisible. Para completarla basta con activar manualmente esa actualización desde Google Play.
  • Detener la app: se puede hacer desde Ajustes -> Aplicaciones y luego mostrando las apps de sistema, seleccionando "Servicios de Google Play" para finalmente pulsar sobre "Forzar detención".
  • Borrar datos: si nada de lo anterior funciona, podemos probar a borrar los datos asociados a los Servicios de Google Play. Para ello hay que ir primero a Ajustes -> Aplicaciones. Allí pulsamos en mostrar apps del sistema, pulsamos en Almacenamiento -> Gestionar espacio, y allí pulsamos en la opción "Borrar todos los datos". No hay peligro haciendo esto, no perderemos nada porque todo se sincronizará desde Google. Una recomendación aquí: hacerlo desde una Wi-Fi, ya que este proceso puede consumir bastantes datos móviles.


Ni se te ocurra desinstalarla. Normalmente los fabricantes no ofrecen una opción fácil para desinstalar los Servicios de Google Play debido a que muchas otras apps dependen de ella. Entre las opciones de esta aplicación lo normal es uqe el botón de "Desinstalar" esté en color gris por esa razón. Aunque hay métodos alternativos de lograrlo, no es nada recomendable hacerlo. Eso sí: hay ROMs Android enfocadas a la privacidad —como LineageOS— que por ejemplo no preinstalan ni los Servicios de Google Play ni las aplicaciones de Google (GMail, YouTube, Maps, la tienda Google Play, etc) aunque luego es posible añadir esos componentes con paquetes como el célebre GApps.

Imagen | Freepik

En Xataka | Cómo saber el estado de salud de la batería de tu Android y cómo puede perder capacidad

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