Las tecnológicas están orientando su producto hacia un terreno pantanoso: el crédito fácil

Las tecnológicas están orientando su producto hacia un terreno pantanoso: el crédito fácil

En occidente estamos viviendo un importante auge del ateísmo. La ruptura con el catolicismo tiene consecuencias sociológicas tan sutiles como imparables, y una de ellas es otro auge, el del hedonismo, una variante más del cortoplacismo.

La moral católica tradicional venía condicionada por la idea de que en esta vida uno ha venido a sufrir y a sacrificarse bajo la promesa de que, una vez muerto, la vida eterna en el reino de los cielos le daría todo lo que no pudo saborear en vida. Antes funcionaba, los esclavos no se rebelaban y en general nuestras abuelas encajaban el sufrimiento cronificado como forma de vida. Hoy, con menos del 10% de la población ubicando a la fe como algo indispensable en su vida, las normas han cambiado y en general abrazamos los placeres inmediatos, el disfrute de la vida sin esperar a ese hipotético cielo cristiano y en resumidas cuentas planificamos menos.


Leer más

Así ha caído la letalidad del COVID-19 gracias a las vacunas por cada grupo de edad: miles de vidas han sido salvadas

Así ha caído la letalidad del COVID-19 gracias a las vacunas por cada grupo de edad: miles de vidas han sido salvadas

Ya al principio de la campaña de vacunación hablamos de qué significaba realmente la eficacia de las vacunas: obedece a una cuestión de probabilidades (un 95% de eficacia no significa que el 5% de las personas se infecte, sino que hay un 95% menos de probabilidades de hacerlo), y además, incluso en casos positivos, también hacen caer la probabilidad de que se desarrollen síntomas, de que estos sean graves o de que acaben en un fallecimiento.

El verano de 2021 llegó con un repunte progresivo de casos positivos que hizo temblar muchas de las previsiones estivales y contemplar nuevas restricciones para las administraciones públicas. Aunque efectivamente sigue habiendo riesgos para la salud pública, sobre todo con muchos ciudadanos todavía no vacunados o sin haber recibido la pauta completa, el efecto de la campaña de vacunación se nota, sobre todo, en que el COVID-19 ha pasado a ser un virus mucho menos letal.


Leer más

Vine por la energía sostenible, me quedé por el precio (Ovejas Eléctricas, 1×06)

Vine por la energía sostenible, me quedé por el precio (Ovejas Eléctricas, 1x06)

Hasta hace cuatro días (marca temporal coloquial), la eficiencia de muchas energías renovables, especialmente algunas como la solar, era bastante reducida; y sus instalaciones e infraestructuras, bastante caras. Abrazar el uso de energías renovables tenía mucho de filosófico, pero no tanto de decisión financiera favorable. Eso ya cambió. El coste de pasarse a usar renovables es hasta un 90% más bajo que hace unos años, reduciendo así el tiempo necesario para amortizar la inversión.

Y además de un coste de instalación más bajo, la eficiencia también ha aumentado. Uno de esos indicadores sutiles de que vivimos en el futuro, aunque a veces nos cueste darnos cuenta: la transición a las renovables ya es perfectamente posible en todos los sentidos.


Leer más

El fin del Internet del “todo gratis”

El fin del Internet del

No hace tanto, todos teníamos un Hotmail. Con la friolera de 2 MB de almacenamiento. Luego llegó Google ofreciendo 1 GB de correo gratuito y tras aceptar que no era una broma, nos entregamos a su causa. Y así siguieron floreciendo servicios online, todos con la gratuidad como carta de presentación. Hoy en día todos compramos por Internet con la misma naturalidad con la que nos cepillamos los dientes, pero en los dosmiles, que una web nos pidiese la tarjeta de crédito era una cuestión mayor y no aceptable para cualquiera. Había que dar todo gratis.

La financiación salía de la publicidad online: ayer gloria, hoy supervivencia. El CPM ("coste por mil", una unidad estándar en la publicidad para determinar el coste de una campaña por cada mil impresiones de sus anuncios) se ha hundido con el paso de los años.

A finales de los noventa y primeros 2000 estaba disparado, tanto por el hecho de que todavía nos fijábamos en los banners como porque los que ponían el dinero sentían que anunciarse en Internet era un plus para su reputación, era parte de la imagen de marca que querían cincelar, y eso se pagaba tan bien que permitía ofrecer gratis cualquier cosa.

Hoy esa historia es diferente: el CPM se ha hundido respecto a hace quince o veinte años, las audiencias necesarias para mantenerse con vida son muchísimo mayores, entraron en juego las redes sociales y plataformas de entretenimiento online, y también la importancia de Google como buscador.

Capital riesgo y suscripciones

Tarjeta de crédito con el logo de Xataka

Los años posteriores al boom de lo gratuito fueron los del auge de Silicon Valley, con empresas dopadas con camiones llenos de dólares permitiéndose seguir ofreciendo productos gratuitos a costa de vivir de la inversión hasta ya veremos cuándo.

Dropbox se permitió durante años tener una masa crítica de usuarios que entraron a costa de promociones gratuitas de almacenamiento con la compra de un móvil cualquiera, o invitando a otros usuarios a la plataforma, y era suficiente. Incluso el software tradicionalmente de pago pasó a ser gratuito: así lo hicieron Apple con macOS o Microsoft con Windows u Office, cuyo modelo de negocio se acentuó en venta de hardware, entornos de suscripción y en el caso de los de Redmond, servicios corporativos.

Luego la historia empezó a cambiar. Las anteriormente startups tuvieron que preocuparse más por sus finanzas, y las grandes tecnológicas aprovecharon habernos hechos cautivos de sus plataformas, como Google Fotos o Dropbox, para acabar con el tiempo de gracia y pasar a cobrarnos sin mucha alternativa. Una variante del efecto Ikea: me compensa más pagar unos euros al mes y no tener que reconstruir mis playlists y sistema de archivos online en otro sitio que quizás me lleve al mismo punto en un par de años.

Hasta los medios de comunicación, sobre todo los generalistas, uno de los últimos reductos profesionalizados en tratar de exprimir el negocio publicitario a costa de la gratuidad para sus lectores, han acabado dando el salto a los muros de pago. Las redes sociales, otras que tal bailan, también han incorporado modelos para arañar unos euros más allá de la publicidad. Twitter con su Super Follow, Instagram con nuevos métodos para influencers no-tan-grandes. YouTube habilitó suscripciones de pago y Twitch, ingeniosa para monetizar, está arrasando.

El Internet del "todo gratis" se siente viejo y alejado, como soplar un cartucho o rebobinar una cinta con un casette

Incluso la descarga de contenidos, como películas, series y música, también ha caído en picado. La llegada de servicios cómodos y con precios razonables será la causa principal, pero sobre todo en el vídeo hay fragmentación de contenidos, y pese a ello convivimos con la idea de pagar más de un servicio de vídeo al mismo tiempo, o ir alternando con el paso de los meses. Es el mercado, amigo.

En realidad el paso del mercado basado en compras únicas a los entornos bajo suscripción ha sido la llave que ha desbloqueado lo que no hace tanto parece una quimera: (casi) todos pasamos por caja. La fatiga de la suscripción es real, pero lo mismo ha ocurrido con todo modelo en auge: llega un momento de saturación que da paso a la autorregulación. Quien abusa del modelo acaba siendo expulsado por los usuarios que le dan la espalda.

Mientras tanto, recordamos aquel Internet donde se daba por sentado que todo era gratis como quien recuerda cosas que ya no existen, como soplar el cartucho o rebobinar un casette con un lápiz. Ya es otra época.

-
La noticia El fin del Internet del "todo gratis" fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .

Leer más

El fin del Internet del “todo gratis”

El fin del Internet del

No hace tanto, todos teníamos un Hotmail. Con la friolera de 2 MB de almacenamiento. Luego llegó Google ofreciendo 1 GB de correo gratuito y tras aceptar que no era una broma, nos entregamos a su causa. Y así siguieron floreciendo servicios online, todos con la gratuidad como carta de presentación. Hoy en día todos compramos por Internet con la misma naturalidad con la que nos cepillamos los dientes, pero en los dosmiles, que una web nos pidiese la tarjeta de crédito era una cuestión mayor y no aceptable para cualquiera. Había que dar todo gratis.

La financiación salía de la publicidad online: ayer gloria, hoy supervivencia. El CPM ("coste por mil", una unidad estándar en la publicidad para determinar el coste de una campaña por cada mil impresiones de sus anuncios) se ha hundido con el paso de los años.

A finales de los noventa y primeros 2000 estaba disparado, tanto por el hecho de que todavía nos fijábamos en los banners como porque los que ponían el dinero sentían que anunciarse en Internet era un plus para su reputación, era parte de la imagen de marca que querían cincelar, y eso se pagaba tan bien que permitía ofrecer gratis cualquier cosa.

Hoy esa historia es diferente: el CPM se ha hundido respecto a hace quince o veinte años, las audiencias necesarias para mantenerse con vida son muchísimo mayores, entraron en juego las redes sociales y plataformas de entretenimiento online, y también la importancia de Google como buscador.

Capital riesgo y suscripciones

Tarjeta de crédito con el logo de Xataka

Los años posteriores al boom de lo gratuito fueron los del auge de Silicon Valley, con empresas dopadas con camiones llenos de dólares permitiéndose seguir ofreciendo productos gratuitos a costa de vivir de la inversión hasta ya veremos cuándo.

Dropbox se permitió durante años tener una masa crítica de usuarios que entraron a costa de promociones gratuitas de almacenamiento con la compra de un móvil cualquiera, o invitando a otros usuarios a la plataforma, y era suficiente. Incluso el software tradicionalmente de pago pasó a ser gratuito: así lo hicieron Apple con macOS o Microsoft con Windows u Office, cuyo modelo de negocio se acentuó en venta de hardware, entornos de suscripción y en el caso de los de Redmond, servicios corporativos.

Luego la historia empezó a cambiar. Las anteriormente startups tuvieron que preocuparse más por sus finanzas, y las grandes tecnológicas aprovecharon habernos hechos cautivos de sus plataformas, como Google Fotos o Dropbox, para acabar con el tiempo de gracia y pasar a cobrarnos sin mucha alternativa. Una variante del efecto Ikea: me compensa más pagar unos euros al mes y no tener que reconstruir mis playlists y sistema de archivos online en otro sitio que quizás me lleve al mismo punto en un par de años.

Hasta los medios de comunicación, sobre todo los generalistas, uno de los últimos reductos profesionalizados en tratar de exprimir el negocio publicitario a costa de la gratuidad para sus lectores, han acabado dando el salto a los muros de pago. Las redes sociales, otras que tal bailan, también han incorporado modelos para arañar unos euros más allá de la publicidad. Twitter con su Super Follow, Instagram con nuevos métodos para influencers no-tan-grandes. YouTube habilitó suscripciones de pago y Twitch, ingeniosa para monetizar, está arrasando.

El Internet del "todo gratis" se siente viejo y alejado, como soplar un cartucho o rebobinar una cinta con un casette

Incluso la descarga de contenidos, como películas, series y música, también ha caído en picado. La llegada de servicios cómodos y con precios razonables será la causa principal, pero sobre todo en el vídeo hay fragmentación de contenidos, y pese a ello convivimos con la idea de pagar más de un servicio de vídeo al mismo tiempo, o ir alternando con el paso de los meses. Es el mercado, amigo.

En realidad el paso del mercado basado en compras únicas a los entornos bajo suscripción ha sido la llave que ha desbloqueado lo que no hace tanto parece una quimera: (casi) todos pasamos por caja. La fatiga de la suscripción es real, pero lo mismo ha ocurrido con todo modelo en auge: llega un momento de saturación que da paso a la autorregulación. Quien abusa del modelo acaba siendo expulsado por los usuarios que le dan la espalda.

Mientras tanto, recordamos aquel Internet donde se daba por sentado que todo era gratis como quien recuerda cosas que ya no existen, como soplar el cartucho o rebobinar un casette con un lápiz. Ya es otra época.

-
La noticia El fin del Internet del "todo gratis" fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .

Leer más

Soy ciego y trabajo como programador (Ovejas Eléctricas 01×03)

Soy ciego y trabajo como programador (Ovejas Eléctricas 01x03)

Hasta no hace mucho, la accesibilidad todavía era una quimera para quien quería dedicarse a la informática, algo lleno de obstáculos, a veces insalvables, donde hacía falta muchísimo empeño al margen del ya necesario para lograr una carrera en esta profesión. De forma gradual, la accesibilidad fue aumentando hasta formar parte fundamental de casi todo lo que rodea a un ordenador o un móvil. Y esto es solo el principio.

En los últimos años, la palabra “accesibilidad” ha ido normalizándose y formando parte de todo desarrollo que se precie, y eso es lo que ha permitido en última instancia que gente como Juanjo, con ceguera total, pueda trabajar como programador con absoluta normalidad, simplemente adaptando algunas de sus herramientas. Es un botón más que demuestra que en el mundo tecnológico, el futuro ya está aquí.


Leer más

Windows se ha dejado 20 puntos de cuota de mercado en una década: Windows 11 debe ser su gran reinicio

Windows se ha dejado 20 puntos de cuota de mercado en una década: Windows 11 debe ser su gran reinicio

En el año 2009 los smartphones todavía no habían terminado de estallar como hicieron poco después y los relojes inteligentes solo eran un futurismo más, así que los reyes de la tecnología y la electrónica de consumo todavía eran los ordenadores en general y los portátiles en particular, que ya se habían abaratado mucho al mismo tiempo que habían mejorado la experiencia que podían ofrecer. Gloria efímera.

En ese contexto, Windows reinaba como sistema operativo de escritorio con una cuota de mercado de más del 95%. La informática era cosa de Microsoft, con macOS (entonces Mac OS X) y Linux limitándose a las migas que dejaba el primero. Entonces llegaron los años diez, y con ellos, el auge del smartphone, la era post-PC (que nunca significó que fuésemos a quemar nuestros ordenadores, sino simplemente a usarlos mucho menos en favor de otros dispositivos) y el cambio de reglas del juego.


Leer más

Windows se ha dejado 20 puntos de cuota de mercado en una década: Windows 11 debe ser su gran reinicio

Windows se ha dejado 20 puntos de cuota de mercado en una década: Windows 11 debe ser su gran reinicio

En el año 2009 los smartphones todavía no habían terminado de estallar como hicieron poco después y los relojes inteligentes solo eran un futurismo más, así que los reyes de la tecnología y la electrónica de consumo todavía eran los ordenadores en general y los portátiles en particular, que ya se habían abaratado mucho al mismo tiempo que habían mejorado la experiencia que podían ofrecer. Gloria efímera.

En ese contexto, Windows reinaba como sistema operativo de escritorio con una cuota de mercado de más del 95%. La informática era cosa de Microsoft, con macOS (entonces Mac OS X) y Linux limitándose a las migas que dejaba el primero. Entonces llegaron los años diez, y con ellos, el auge del smartphone, la era post-PC (que nunca significó que fuésemos a quemar nuestros ordenadores, sino simplemente a usarlos mucho menos en favor de otros dispositivos) y el cambio de reglas del juego.


Leer más

España alcanza con retraso su tercer objetivo de vacunación: ya somos 15 millones de vacunados de pauta completa

España alcanza con retraso su tercer objetivo de vacunación: ya somos 15 millones de vacunados de pauta completa

El ritmo inicial fue muy bajo, y las proyecciones si no lo mejorábamos apuntaban a varios años hasta poder alcanzar la inmunidad de grupo. Eso fue en las primeras semanas de enero. Para final de aquel mes directamente hubo retrasos y comunidades autónomas que dejaron de vacunar para poder asegurar las segundas dosis, ya que no estaban llegando nuevas remesas. Sin embargo, y pese a otros obstáculos añadidos como los problemas con AstraZeneca o con Janssen, España fue acelerando su ritmo de administración de dosis y acaba de superar su tercer objetivo de vacunación con tres días de retraso respecto al plazo previsto, llegando a los 15 millones de vacunados de pauta completa. Concretamente, 15.138.439 de españoles.

Los dos primeros sí fueron superados en el plazo fijado e incluso con cierta antelación: el de los 5 millones de vacunados en la primera semana de mayo y el de los diez millones para la primera semana de junio. Al margen del buen hacer de las comunidades autónomas administrando dosis, también ayudó a los primeros hitos el empujón logístico y de fabricación que ha permitido a Pfizer enviar más dosis de las previstas, así como la llegada de Janssen, que en una sola dosis ya suma un nuevo vacunado completo más a la lista. Pero precisamente el retraso de Janssen en entregar las últimas dosis ha sido el causante de este hito cumplido fuera del plazo previsto según las palabras del Gobierno.


Leer más

Las entregas ultrarrápidas innecesarias “en tu casa hasta en 10 minutos” son el último mal de la era del empacho online

Las entregas ultrarrápidas innecesarias

Andaba yo el otro día buscando un libro complicado de encontrar por las vías offline, así que tiré de Amazon, que cómo no, lo tenía en su catálogo. Eso no me sorprendió, lo que me sorprendió fue ver que la habitual cuenta atrás de “Haz el pedido en…” que muestra el tiempo que resta para pedirlo y poder recibirlo al día siguiente llegaba hasta medianoche. Normalmente, cuando me había fijado en ese contador, llegaba como mucho hasta las seis de la tarde. Ahora hasta las doce.

Hice el clásico proceso de “continuar, continuar, continuar” para pasar a otra cosa en lo que la furgona de la mensajería me lo traía a casa en la mañana siguiente, pero luego empecé a darle vueltas. Amazon (como seguramente tantas otras empresas) ha optimizado sus procesos para recortar plazos hasta el extremo. Amazon no compite contra otro ecommerce, sino contra nuestras ganas de ponernos los zapatos y pisar la calle para comprar algo: ya se encargan ellos de tráernoslo en cada vez menos tiempo y disuadirnos de entrar a un establecimiento físico. Ninguna empresa ha desembarcado en Asturias en los últimos treinta años como lo acaba de hacer Amazon, pero es que la casi-inmediatez pasa por tener centros logísticos a mano de cualquiera.


Leer más