El motivo por el que algunas personas vivían más de 100 años era un misterio. Las pistas están en la sangre
Desde hace ya un tiempo tenemos la intuición de que el secreto de la longevidad está en la sangre. Al menos en parte, claro. Ahora poco a poco la ciencia va confirmando la veracidad de esta intuición.
Buscando en la sangre. Un equipo internacional de investigadores ha encontrado en la sangre una serie de biomarcadores vinculados con la longevidad. Marcadores como los niveles de colesterol o glucosa pueden ayudarnos, según su último trabajo, a determinar las probabilidades de que una persona alcance los 90 años de vida.
Los investigadores compararon perfiles de biomarcadores entre personas “excepcionalmente longevas” y sus pares con vidas más cortas. Los investigadores partieron de una lista de doce biomarcadores vinculados con mortalidad o longevidad en distintos estudios previos. Observaron que diez de ellos mostraban vinculación con la longevidad.
El equipo observó que las personas más longevas presentaban en su sangre niveles más bajos de glucosa, creatinina y ácido úrico a partir de los 60. Tal y como señala Karin Modig, coautora del estudio, los “centenarios” raras veces mostraban valores extremos en sus biomarcadores. Eso sí, también explica que muchos de los participantes mostraban valores fuera de los que se podrían considerar normales, un hecho probablemente vinculado a que la edad avanzada de la muestra.
Doce candidatos. Modig y su equipo analizaron doce biomarcadores relacionados con la inflamación (niveles de ácido úrico), el funcionamiento metabólico (niveles de colesterol y glucosa), el funcionamiento de hígado y riñón (niveles de albumina y creatinina entre otros), grado de nutrición (albumina), y anemia (capacidad de fijación del hierro).
El equipo comparó los perfiles de aquellos que llegaron a la edad de 100 con los menos longevos, para lo que utilizaron información de 44.000 suecos de entre 64 y 99 años participantes de la llamada cohorte Amoris. Se realizó un seguimiento de los participantes a lo largo de 35 años, a lo largo de los cuales 1.224 participantes (el 2,7%) alcanzó la edad de 100 (la inmensa mayoría mujeres).
Modig y su equipo publicaron los detalles del estudio en un artículo en la revista GeroScience.
Pequeñas diferencias. Tal y como explica Modig en un artículo en The Conversation, las diferencias para algunos biomarcadores eran pequeñas en términos absolutos. Por ejemplo, una diferencia de 2,5 puntos porcentuales en los niveles de ácido úrico separaban al grupo “centenario” del resto. Alguien con los niveles altos de ácido úrico tendría una probabilidad de alcanzar los 100 de un 1,5%, mientras que alguien con los niveles bajos tendría un 4%.
La información no lo es todo. La sangre nos puede dar importantes pistas sobre nuestra longevidad, pero esta depende en última instancia de factores como nuestra genética, nuestro estilo de vida o todas esas variables incontrolables a las que podríamos llamar colectivamente “suerte”.
Como explica Modig, prestar atención a factores como el ácido úrico o a biomarcadores relacionados con hígado o riñón puede resultarnos de utilidad; pero decisiones como moderar el consumo de alcohol o llevar una vida activa son las que realmente pueden estirar nuestra esperanza de vida.
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Imagen | Katarzyna Grabowska
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El motivo por el que algunas personas vivían más de 100 años era un misterio. Las pistas están en la sangre
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Xataka
por
Pablo Martínez-Juarez
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