En 2022, durante unas semanas, “el mundo se quedó sin color rosa”. Y el culpable de todo fue la Barbie
En 2022, mientras industrias de todo el mundo trataban de hacer frente a la crisis de las cadenas de suministros, un grupito de personas se plantaron en la sede de Rosco, uno de los gigantes del color a nivel mundial, y le pidieron todo el rosa que tenían.
Eran los encargados de decorados de ‘Barbie’, la película y estaban a punto de dejar el mundo sin color rosa.
Y no, no es una exageración. Como explicaba Lauren Proud, vicepresidenta de marketing global de Rosco, no solo “usaron toda la pintura que tenían”; ser capaces de suplir todo el rosa que necesitaba la producción fue algo realmente complicado. Las cantidades que necesitaba ‘Barbilandia’ para ser creíble fueron tan grandes que dejaron las existencias a cero.
No sólo era la crisis de las cadenas de suministros, es que en febrero del año anterior una extrañísima tormenta de nieve había dejado a Texas fuera de juego y muchos componentes básicos para la confección de los tipos de rosa que necesitaban se habían visto afectados.
Pese a las declaraciones de Rosco, no sé hasta qué punto es cierto. Teniendo en cuenta que hay algunos sabores, olores y colores concretos que solo se fabrican en sitios muy concretos… es perfectamente posible. Aunque solo fuera para una tonalidad determinada. No obstante, pensar en esto, es lo que me ha llevado a preguntarme algo que nunca creí que preguntaría en público…
¿Cómo se hace el rosa? No es ningún misterio que cuando hablamos de rosa, hablamos, esencialmente, de un tono claro de rojo. Eso significa que, tiene el mismo origen que el rojo. Se puede conseguir de algunas plantas, raíces y productos químicos… pero hoy, como explicábamos hace unas semanas, la mayor parte del color rosa viene de la cochinilla.
Esta idea tan tonta explica muchas cosas sobre el rosa. Porque la historia cultural del color rosa es curiosa. Pese a que, como muestra la película de ‘Barbie’ su vinculación con los roles de género femeninos es poderorísima. Eso no siempre ha sido así. En 1927, por poner un ejemplo, la revista Time hizo una encuesta entre tiendas especializadas de todo Estados Unidos para saber de qué color era apropiado vestir a cada género. En torno al 60%, adscribían el rosa a los chicos.
En 1918, la revista para padres Earnshaw decía que “La regla generalmente aceptada es que el color rosa es para los chicos y el azul, para las niñas. La razón es que el rosa es un color más decidido y fuerte, más adecuado para el niño; mientras, el azul, más delicado, es más bonito para la niña”. Es decir, hace aproximadamente un siglo Norte América vestía a los niños de rosa.
Y la explicación que se daban es más sencilla de lo que parece: en las culturas cristianas, el rojo era un color de hombres porque mezclaba el rojo de la pasión con el blanco de la pureza. En cambio, en la iconografía clásica, el azul (y muy especialmente el celeste) se vinculaba directamente con la virginidad, con la Inmaculada.
Una cultura unisex. No obstante, a los niños se los solía vestir de forma unisex. En parte por practicidad (nacían muchos niños y la ropa era cara); en parte porque los niños eran mucho menos valiosos de lo que lo son ahora. Las sociedades, acostumbradas a tasas de mortalidad que hoy darían pavor, se protegían a sí mismas controlando la importancia social y cultural de los niños.
Hace unos años la profesora Viviana Zeliner investigó el tema y llegó a la conclusión de que antes de 1800 no hay evidencias históricas de que el profundo duelo por la muerte de los niños pequeños estuviera generalizado en Inglaterra, Francia o Estados Unidos. Precisamente a partir de ese momento (entre 1800 y 1930) es cuando “los niños pequeños comenzaron a convertirse en tesoros de incalculable valor”.
Tampoco es una exageración. En 1896, un niño de dos años murió debido a una negligencia de la Southern Railroad Company of Georgia. Los padres solicitaron una compensación de dos dólares por mes de vida. El juez lo rechazó y solo obligó a la empresa a pagar los gastos del entierro.
El razonamiento fue que “no era posible que un niño de esa edad generara ningún tipo de ingresos en la familia y, por lo tanto, el acusado no podía ser considerado responsable de los daños”. En 1979, los padres de un niño de la misma edad recibieron 750.000 dólares. En menos de cien años, el valor social de los niños se disparó.
Es ahí cuando todo cambio y empezó a tener sentido educar a los niños desde pequeños para que fueran lo que los adultos queríamos que fueran. El resto de la historia, me temo, es conocida.
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Imagen | Barbie, la película
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La noticia
En 2022, durante unas semanas, “el mundo se quedó sin color rosa”. Y el culpable de todo fue la Barbie
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Xataka
por
Javier Jiménez
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