La incógnita del 5%: cómo D’Hont y la barrera electoral han revivido el “voto estratégico” en las elecciones
Este domingo 28 de mayo se celebrarán elecciones autonómicas y municipales en nuestro país. Concretamente, los comicios se realizarán en doce comunidades autónomas (Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura, La Rioja, Comunidad de Madrid, Murcia y Navarra) así como en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Por otro lado, las elecciones municipales se celebrarán en toda España.
Todos a sus puestos. Estos comicios adquieren una especial importancia ya que a finales de este año se deberán celebrar elecciones generales, y los partidos quieren afianzar su posición de cara a esa fecha. Así las cosas, como España abandonó el modelo bipartidista hace años, entender el funcionamiento de la Ley D’Hondt es clave para conocer las posibilidades de representación de los partidos más pequeños y, paralelamente, las opciones de gobierno de las grandes formaciones políticas.
Origen belga. Según el Ministerio del Interior, el método D’Hondt es el sistema que se emplea “para repartir los escaños o concejales entre las candidaturas de forma proporcional al número de votos obtenidos”. Este sistema, creado por el jurista y matemático belga Víctor D’Hondt en 1878, ordena los resultados electorales de mayor a menor, calculando el porcentaje de cada uno sobre el total de los votos válidos, teniendo en cuenta los votos en blanco.
Democracia pero sin fragmentar. Sin embargo, el método D’Hondt establece un porcentaje mínimo de votos “para evitar una excesiva fragmentación de la cámara o la corporación”, según indica el Ministerio encabezado ahora por Fernando Grande-Marlaska. A continuación se elabora “una tabla con tantas columnas como número de escaños o concejales a distribuir”, completando cada columna con el número de votos de cada candidatura dividido por 1, 2, 3, hasta completar todos los escaños a repartir.
Finalmente, los escaños o concejales se asignan a los coeficientes más altos, en orden decreciente. Es decir, si un ayuntamiento cuenta con doce escaños, se seleccionarán los doce coeficientes más altos.
Los votos en blanco se contabilizan como votos válidos, los nulos y las abstenciones no.
En este reparto el 3% de los votos válidos es 288,6. El partido F es eliminado pero el E entra en el reparto y obtiene un escaño. pic.twitter.com/IK30jYpL6Q— Sócrates (@icantsutup) May 24, 2023
La barrera electoral. Por lo tanto, para no quedar descartada, cada candidatura debe llegar a un porcentaje mínimo de votos. En el caso de las elecciones generales de España, este porcentaje es del 3%, mientras que en las elecciones locales es del 5%. En el caso de los comicios autonómicos, cada comunidad establece en sus estatutos el porcentaje mínimo de votos al que hay que llegar para tener representación.
Las autonomías, entre 3% y el 5%. Así, ocho comunidades autónomas marcan el umbral de voto en el 3% de la circunscripción electoral: Asturias, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Por otro lado, Galicia, Cantabria, La Rioja, Comunidad de Madrid, Islas Baleares, Ceuta y Melilla lo fijan en el 5% de la circunscripción electoral.
Cuentas a la extremeña y a la valenciana. Adicionalmente, otras comunidades también establecen la denominada barrera electoral en el 5% de los votos, aunque con criterios distintos. En Extremadura, si bien el estatuto marca el límite del 5% de los votos en una circunscripción, también permite a las candidaturas tener representación si éstas se han presentado en Cáceres y en Badajoz y, en conjunto, han logrado el 5% de los votos. En el caso de la Comunidad Valenciana, el umbral se sitúa en el 5% de todos los votos válidos realizados en la región.
El caso canario. Por su parte, en Canarias el número de escaños se reparte de dos formas distintas: mediante circunscripción insular y autonómica. En el caso de los escaños repartidos por circunscripción insular, las candidaturas podrán obtener representación si cosechan el 15% de los votos válidos en la circunscripción insular o si sumando todas las circunscripciones insulares obtienen el 4% de los votos. En el caso de los escaños repartidos por circunscripción autonómica, las candidaturas deberán obtener un 4% de los votos válidos de toda la comunidad para alcanzar la representación.
Cuentas favorables a los grandes. Es decir, que el reparto final de los escaños o concejales depende del número de candidaturas que superen la barrera electoral estipulada. Eso es importante ya que si una candidatura se queda sin representación, el número de escaños o concejales a repartir entre de las formaciones que sí logren representación, favoreciendo a los partidos más votados.
El voto útil. Esa es la razón por la que el PSOE y el PP han apelado estas últimas semanas a conceptos como el voto útil y la concentración del voto, en los mitines electorales celebrados en las regiones donde tienen más opciones de ganar. Por su parte, los partidos más pequeños también apelan a conceptos similares en los lugares donde las estadísticas indican dudas sobre si obtendrán representación parlamentaria.
El voto estratégico de color morado. El pasado 13 de mayo, Ione Belarra, secretaria general de Podemos, afirmó en un mitin celebrado en el madrileño barrio de Chueca que “el voto más estratégico para sacar a Almeida del Ayuntamiento” era el destinado a Roberto Sotomayor, candidato de Podemos -en coalición con Izquierda Unida y Alianza Verde- a la Alcaldía de Madrid. En este sentido, los datos de una encuesta de 40 dB elaborada recientemente para El País y la Cadena SER indicaban que una entrada de Podemos en el ayuntamiento evitaría una mayoría absoluta del PP.
Según Belén Barreiro, “si no entra Ciudadanos y sí lo hace Podemos se puede dar una victoria improbable, pero no imposible de la izquierda. Así lo afirmó en declaraciones a El País señalando que, no obstante, lo más probable es un gobierno de derechas en la ciudad de Madrid.
El ejemplo Ayuso. En términos autonómicos, la encuesta de 40db da la mayoría absoluta a Isabel Díaz Ayuso, otorgando 69 escaños al PP. Sin embargo, como Vox conseguiría mantener sus 13 escaños, el éxito de la líder conservadora depende de si Podemos, junto con IU y Alianza Verde, obtienen representación parlamentaria: si logran el 5% de los votos, obtendrían un mínimo de siete escaños, lo cual impediría al Partido Popular conseguir la mayoría absoluta.
En Valencia con la calculadora. Así, Podemos buscará persuadir a los votantes de izquierda para garantizar el 5% de los votos, estrategia que podría restar electores a las otras formaciones progresistas, concretamente a Más Madrid, disminuyendo el número de escaños de este partido. Esa es, por otro lado, la misma estrategia que está siguiendo las fuerzas a la izquierda del PSOE en la Comunidad Valenciana: la absorción de Ciudadanos por parte del PP complica la reedición del pacto del Botànic, acuerdo que para conseguirse requiere que Podemos logre el 5% de los votos.
Inquietud naranja. Por su parte, la formación naranja, que en 2017 llegó a ganar las elecciones autonómicas de Cataluña, se encuentra desde hace tiempo en una dinámica regresiva que amenaza con borrarle del mapa político. Consciente de ello, Patricia Guasp, portavoz nacional de Ciudadanos, afirmó recientemente en conversaciones con Europa Press que su partido constituye el “voto útil” para las próximas elecciones municipales y autonómicas.
El ejemplo manchego. Así pretende Guasp evitar lo que puede suceder en Castilla-La Mancha según una encuesta publicada recientemente por RTVE, la cual señala que la formación naranja no obtendría representación parlamentaria al cosechar solo 2% de los votos. Por otro lado, estos datos revelan que Podemos, aún obteniendo más del 5% de los votos, se quedaría fuera del parlamento. Ello revela las enormes dificultades que tienen los partidos políticos minoritarios bajo la Ley D’Hondt.
Gran diferencia. En definitiva, la representación parlamentaria de los partidos pequeños no sólo es una cuestión vital para ellos, sino para las formaciones más votadas. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el umbral del 5% significa que un partido puede pasar de 0 a 7 escaños, lo cual tiene una influencia directa en las posibilidades de victoria -o de mayoría absoluta- de los partidos más votados.
Por ello, incidir en el carácter estratégico o útil del voto a las formaciones más pequeñas como plan para evitar la victoria de una candidatura rival constituye una táctica de comunicación política muy utilizada.
Imagen: GTRES
En Xataka | Qué es el voto útil, cómo funciona en el sistema electoral y a quién beneficia en las elecciones generales
–
La noticia
La incógnita del 5%: cómo D’Hont y la barrera electoral han revivido el “voto estratégico” en las elecciones
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Fernández
.