Estamos obsesionados con las cámaras gigantes en móviles. Es como matar moscas a cañonazos
Menudo año nos espera con las cámaras de los móviles. El Samsung Galaxy S23 Ultra ha marcado un antes y un después en la historia fotográfica de Samsung. El iPhone 15 Pro promete más que nunca con su gigantesco módulo, y Xiaomi traerá a España un Xiaomi 13 Pro con sensor de una pulgada. Hardware brutal que está logrando importantes avances… a medias.
La potencia sin control no tiene demasiada utilidad, y esto es algo que llevamos viendo desde hace un tiempo. El procesado fotográfico es el gran enemigo de la naturalidad en las cámaras actuales, y de nada servirá que sigamos aumentando el tamaño de lentes y sensores mientras los fabricantes sigan obsesionados con lo mismo: fotografías artificiales y “pintonas”.
Hay que hacer malabares para tener la fotografía que deberíamos tener en automático
Estamos en un punto curioso con la fotografía móvil. El hardware es, prácticamente, el que soñábamos los aficionados a la fotografía. Sensores gigantes, teleobjetivos y grandes angulares. El problema es que los móviles no están pensados para fotógrafos, están pensados para el usuario medio. Curioso, cuando los fabricantes no dejan de venderle asombrosas capacidades fotográficas y tácticas marketinianas a los usuarios medios.
Pero de poco sirven todas estas implementaciones si, de cara a disparar en automático, seguimos con la misma filosofía de hace cinco años: lavar el maligno ruido, hacer que las fotografías nocturnas parezcan casi hechas de día, suavizar pieles y desenfocar mucho en el modo retrato. Y, por supuesto, una pizca de sobresaturación para que la fotografía sea más “vívida”.
Nadie se libra aquí. Apple ha ido cambiando sus algoritmos de procesado apoyándose en la fotografía computacional. Hay decisiones muy bien tomadas, y otras enfocadas completamente a esta filosofía de “demos a los usuarios lo que (creemos que) quieren”. El ejemplo que ves más arriba es bastante curioso, si entran personas en la escena, el teléfono da un punch de color. ¿Por qué no respetar los colores naturales?
ProRAW es la mejor muestra de ello. Podrás apreciar que la fotografía en automático tiene un color saturado y poco realista, un detalle forzado de forma artificial y, en líneas generales, un procesado desagradable para el que busque naturalidad. El punto no es tanto el potencial que tiene el RAW, sino de cómo nos muestra este lo que de verdad “ve” la cámara… frente a lo que nos acaba ofreciendo.
Estoy ilusionado por las nuevas lentes del iPhone 15 Pro, me gustaría que tuviese un nuevo sensor pero… de poco servirá si la filosofía sigue siendo procesar de forma artificial para que la fotografía sea más vistosa.
Samsung, con su ISOCELL HP2 de 200 megapíxeles, parece seguir los mismos pasos. Si disparamos en automático (lo que hará el 90% de los usuarios, probablemente), tenemos una fotografía ultraprocesada, con detalle artificial y colores alejados de la realidad. Basta con disparar en 50, 200 megapíxeles o en RAW para que desaparezca esta carga de procesado y obtengamos el resultado esperado.
Con probabilidad, el mejor sensor del mercado Android, el más capaz… siempre y cuando disparemos en esos modos no tan a la vista y que buena parte de los usuarios no usará. Con el procesado hemos topado.
Este año será la gran oportunidad para los rivales que quedan por llegar. El OPPO Find X6 Pro apunta maneras y, si controla su ambición con el procesado, podremos estar ante una de las mejores cámaras del momento. Lo mismo sucede con Xiaomi, la cual está logrando gran naturalidad en su gama alta. Si se prima la naturalidad, el sensor de 1 pulgada y acuerdo con Leica del Xiaomi 13 Pro tendrá mucho que decir. Necesitamos un software amigable con los fotógrafos, si queremos vender una cámara pegada a un teléfono.
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Xataka
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Ricardo Aguilar
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