La crisis de los semiconductores empeora (aún más): en marzo el plazo de entrega superó ya el medio año
El optimismo moderado con el que había arrancado 2022 la industria de los semiconductores se enfría poco a poco. Si a finales de marzo era ASML, uno de los grandes referentes del sector, el que advertía de que la escasez irá para largo, ahora es Susquehanna Financial Group la que refrena los ánimos. Y lo hace poniendo datos sobre la mesa. Según su estudio, en marzo el plazo medio de entrega de semiconductores aumentó ligeramente hasta situarse en 26,6 semanas.
La cifra es relevante por varias razones. La principal y más importante es que representa un repunte de dos días con respecto al mes anterior. Más allá de ese aumento, hay otra lectura simbólica: en la práctica supone que, al menos en marzo, los fabricantes de chips tardaban más de medio año en entregar sus piezas, como chips de memoria o microcontroladores. Según detalla The Register, representa el plazo de espera promedio general más alto para semiconductores que anotan los analistas de Susquehanna desde que empezaron a recopilar datos, hace ya un lustro.
En otoño de 2020 entre el pedido y la entrega de las piezas transcurría una media de 13,9 semanas. Al margen de la marca global, no todos los componentes presentan la misma demora. El peor dato, de hecho, lo registraron los chips analógicos, que tras sumar 18 días a su cuenta manejan ya un margen de entrega por encima de las 30 semanas, lo que representa casi siete meses.
Un “cóctel” de factores
El informe también deja algunos datos positivos. El tiempo de entrega de los componentes pasivos, como las resistencias o condensadores, por ejemplo, descendió ligeramente. Otra lectura favorable es que, aunque los márgenes de espera crecen de nuevo, lo hacen a una velocidad más baja que en 2021. Los datos recogidos por Bloomberg ayudan a trazar una perspectiva general de su evolución. Si entre enero y marzo de 2021 la demora había crecido un 20,7% —pasó de 15 a 18,1—, en el mismo período de 2022 fue de “solo” el 3,5%. De diciembre a enero incluso descendió.
¿A qué se debe el aumento de marzo? El informe de Susquehanna señala algunos factores fundamentales que se concentraron el mes pasado y se sumaron a una crisis que la industria arrastra desde hace tiempo como una herencia de la pandemia: el terremoto que afectó a Japón a mediados de mes; la guerra de Ucrania, un país clave en la distribución de gas neón; o los bloqueos que está provocando la política de “Covid cero” aplicada por las autoridades de China en sus ciudades.
Un cóctel que para Chris Rolland, analista de Susquehanna Financial Group, “tendrá un impacto a corto plazo en el primer trimestre, pero puede tener efectos persistentes en la cadena de suministro severamente restringida durante el año”. No es la única voz que dibuja un escenario complejo en, al menos, el medio plazo. ASML reconocía en marzo que el acceso a chips va a seguir siendo limitado durante los próximos dos años, en el sector de la automoción hay quien cree que la crisis se extenderá hasta “bien entrado 2022” y algunas consultoras la alargan incluso a 2023.
Imagen de portada | Christian Wiediger (Unsplash)
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Carlos Prego
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