Probamos la gama Segway Powersports: tres juguetes diabólicos para el campo que hacen olvidar los patinetes eléctricos
Si te decimos Segway posiblemente te venga a la cabeza el típico vehículo de movilidad personal (VMP) con dos ruedas, una plataforma y un manillar. Pues hoy no vamos a hablar de eso, porque la marca ha creado una división de vehículos recreativos y de trabajo con motor de combustión que hemos probado y con la que nos hemos ensuciado.
Segway Powersports ha llegado a España con una batería de vehículos con los que disfrutar en el campo: un ATV, un UTV y un side-by-side con motores de combustión, mucho carácter y más aptos para la diversión que para el trabajo.
Fundada en Estados Unidos como una de las empresas pioneras en dispositivos VMP, Segway ha crecido hasta convertirse en un monstruo tecnológico que se ha ido ramificando con el paso de los años y la evolución del sector.
Fue en 2019 cuando Segway presentó en el Salón de Milán su división Segway Powersports como constatación del crecimiento de la compañía, yendo un paso más allá de los dispositivos de movilidad personal y las alianzas con grandes compañías del sector tanto tecnológico como de la automoción.
Ahora Segway Powersports redobla su presencia y ha querido darnos a conocer su catálogo de productos offroad, que ya están disponibles en el mercado a través de Multimoto. Ellos han sido los encargados de montar un plan perfecto para cualquiera al que le guste el motor y hacer gamberradas sobre ruedas poniendo a nuestra disposición el ATV Snarler AT6, el UTV Fugleman y el SSV Villain. Un trío de (supuestas) herramientas de trabajo pero que dan mucho, mucho juego
Segway Snarler AT6: un tanque con manillar de moto
Grande, con una estética poderosa y de estética llamativa. Así es el ATV de la gama Segway, el Snarler AT6. ¿Es un quad? No. Los ATV (All Terrain Vehicle) son aparatos pensados para llegar a lugares difíciles, con una actitud imparable y buena capacidad de carga.
Reconozco que nunca me había subido a un cacharro de estos y la verdad es que la primera impresión es la de un aparato que impresiona. Es grande, bueno, muy grande para alguien acostumbrado a moverse en moto en estos entornos donde la ligereza es un factor crucial.
El Snarler AT6 tiene unas cotas de 2,35 metros de largo por 1,28 metros de ancho y 1,43 metros de alto para 384 kg de peso en vacío y un depósito de 23 litros para autonomías kilométricas fuera del asfalto.
Se divide en dos versiones: un chasis corto (S) y un chasis largo (L). Nosotros hemos podido probar la segunda de ellas, pero en ambos casos están homologados para dos plazas, aunque en la versión amplia el enfoque es algo más recreativo. Las dos versiones tienen variantes E y X, que se diferencian por su equipamiento, añadiendo la versión más equipada llantas beadlock de 14 pulgadas en lugar de llantas de hierro de 12 pulgadas, iluminación LED y diferencial trasero (el delantero es de serie, igual que la tracción 4×4 desconectable).
A sus mandos nos encontramos con un vehículo confortable, con asiento amplísimo y puesto de conducción erguido. Los controles son los típicos de estos ATV, con acelerador por gatillo, frenos en mano y pie derechos, freno de estacionamiento en la mano izquierda…
Nos ponemos a trastear con el bicho y al poco ya tenemos al Snarler AT6 empujándonos por el barro de Toledo. El primer contacto nos da la sensación de estar ante un vehículo que puede con todo, mucho más allá de lo que uno piensa en inicio.
El tacto de la dirección (asistida) funciona muy distinto al de una moto pese a que ambos se manejan con manillar. Hay que entender cómo funciona y no pelearse con él, más que nada porque el Snarler AT6 tiene las de ganar en un enfrentamiento directo contra tu voluntad.
Las curvas hay que atacarlas con cabeza. El Snarler AT6 frena una barbaridad con su equipo de discos en las cuatro ruedas, pero es más útil (y sobre todo menos cansado) dejar que el motor y la física vayan reteniendo al llegar a la curva para una vez efectuado el giro rematarlo a golpe de gas.
A medida que ganamos confianza nos atrevemos con roderas y obstáculos más complicados. La capacidad de tracción con el 4×4 engranado es excelente y permite afrontar pendientes muy pronunciadas sobre terreno deslizante con el motor casi al ralentí.
Un motor por cierto que tiene una configuración bastante convencional: es un monocilíndrico de doble árbol de levas en cabeza con 567 cc alimentados por inyección electrónica Bosch capaz de desarrollar 44,2 CV y 48 Nm de par motor. La transmisión es automática por variador continuo. Más sencillo, imposible.
¿Corre? Corre. Tener al motor trabajando siempre en su rango óptimo de vueltas y la buena capacidad de tracción permiten al Snarler AT6 acelerar más incluso de lo necesario para los caminos en los que generalmente estará destinado a trabajar.
Y cuando digo que corre es porque llegas a ese punto de cansancio físico propio de cuando vas fuerte. Te diviertes, sí, pero también te cansas. Al fin y al cabo estamos intentando domar una montura de casi 400 kg.
Segway Villain: lo más hardcore de Segway
Y cambiamos de tercio radicalmente para subirnos al extremo opuesto de la gama. El Segway Villain SX10 es un side-by-side (SSV), o coloquialmente conocido como un buggy, que era el plato fuerte del día.
¿Por qué? Pues salta a la vista. Este cuadriciclo es una especie de coche pensado con un único objetivo: divertirse fuera del asfalto. Es más pequeño que un Toyota Aygo pero con una pinta más radical: 3,375 metros de largo por 1,8 m de alto y 1,63 m de ancho. Saca músculo con mirada felina, chasis a la vista y un bastidor muy reforzado para soportar un uso duro.
Al igual que el resto de vehículos de la gama el Villain se divide en dos acabados: E y X, nuevamente diferenciados por el equipamiento, añadiendo una vistosa intrumentación digital, bloqueo de diferencial delantero y llantas beadlock de 14 pulgadas. Opcionalmente se puede complementar con chucherías al gusto de cada cliente como parabrisas o elementos de protección adicionales.
Saltamos al interior del Villain y la cosa se pone seria. Nos tenemos que amarrar a un arnés de cuatro puntos, atarnos bien, regular la distancia del asiento de tipo báquet y posicionar el volante en su lugar correcto. Procedimiento de arranque y, espera, esto no suena igual.
En este caso la compañía ha dotado al Villain de un propulsor de 1.000 cc de dos cilindros que duplica las cifras del Snarler AT6 hasta llegar a los 105 CV y 93,5 Nm de par motor para un peso en vacío de 835 kg. ¡Ojo! No está nada mal.
La pegada no es brutal, pero damos fe de que el Villain es un trasto con el que divertirse mucho. Trabajando en modo 4×4 va muy, muy por el sitio de manera constante y se puede conducir muy rápido, ya sea por tramos de giros enlazados como por seciones rotas. El pie derecho a tabla siempre y el tacto de la dirección nos ha parecido de lo mejor de este producto, muy confiable y precisa.
Enfocado al ocio puro sigue siendo un vehículo dotado de transmisión CVT, por lo que es muy sencillo de utilizar. Sólo hay que acelerar y frenar. Quizá una transmisión manual acentuaría las sensaciones, pero haría un poco más complicada la experiencia.
Si buscamos más sensaciones podemos seleccionar el modo 2×4 y empezar a bailar un poco más. Decimos un poco porque no es fácil descolocar la parte trasera. Su capacidad de tracción es buenísima y la transmisión CVT hacen que, salvo que le obliguemos a hacerlo, la zaga no tiende al sobreviraje. Sí que nos ayudará a cerrar los giros más complicados, pero sin volverse loco tampoco.
Las suspensiones por su parte se merecen una mención aparte. Este Villain equipa amortiguadores de gas con depósito separado, suspensiones de doble trapecio y multibrazo con barras estabilizadoras y una altura libre al suelo de 37 cm, así que salvo que hagamos mucho el burro no habrá topes de suspensión ni roces en los bajos.
¿Qué es lo peor del Segway Villain? Que no tenemos uno ni más tiempo para poder exprimirlo y ver de qué es capaz en una ruta larga de aventuras.
Segway Fugleman
Por último saltamos al Segway Fugleman, un UTV. De los tres es el que tiene la vocación más laboral. Entiéndase laboral por aquello de estar pensado para irse al bosque a cortar leña, mover troncos caídos o reparar el cercado de una finca en medio de la nada.
Es una especie de vehículo a caballo entre el buggy anterior y un tractor, con un chasis tubular mucho más compacto que resulta en un tamaño de 3,1 metros de largo, 1,62 m de ancho y 2,01 m de alto. El peso es de 780 kg.
Su vocación de trabajo queda patente sobre todo en una parte trasera ocupada por una caja de carga abatible y con portón en la que llevar lo que sea que quieras llevar y un habitáculo más recio. El asiento se limita a un banco corrido para dos plazas y sendos cinturones de seguridad.
Lo curioso es que en posición central se sitúa el mismo motor bicilíndrico DOHC del Villain, con los mismos 1.000 cc, 105 CV y 100 Nm de par motor. Más par incluso que en el Villain y 55 kg menos de peso para un vehículo con las ruedas sensiblemente más juntas y el centro de gravedad más alto.
¿Qué quiere decir esto? Pues que el Fugleman puede ir muy muy rápido y convertirse más en un juguete que en una herramienta de trabajo. A decir verdad no entiendo muy bien quién puede necesitar llevar leña tan rápido por el campo como con este UTV, porque corre una barbaridad. En serio.
Nos resultó fácil superar los 100 km/h en un camino de tierra rodeado de árboles y sin mucho espacio a los lados. Eso sí, a la hora de girar hay que tener cuidado. Funciona mejor en modo 4×4 y con el modo de conducción menos agresivo de los dos disponibles para evitar sustos porque es posible que en lugar de hacerlo derrapar en las curvas acabemos volcando.
Es muy divertido, mucho. Esa sensación de ir en un kart por el bosque te obliga a mostrar una sonrisa dentro del casco, porque sí, lo suyo es ir con casco. Por lo que pueda pasar. De hecho echamos en falta un asiento con más sujección porque es complicado atacar curvas bacheadas a ritmo alegre y permanecer delante del volante.
Supongo que Segway Powesports ha querido crear vehículos con carácter, porque lo han conseguido y posiblemente el UTV, que es por el que menos podríamos apostar inicialmente, nos ha parecido de los más divertido. Eso sí, se nota que las suspensiones son menos robustas que en el Villain y el tarado es más seco.
Segway Powersports: offroad más allá del trabajo
Los Snarler, Fugleman y Villain vienen bien equipados a nivel de suspensiones y complementos como el cabrestante, además Segway ha hecho un esfuerzo por complementar la oferta con guiños al mundo tecnológico, pantallas vistosas y conectividad con smartphone para disfrutar al máximo de nuestras rutas. Eso sí, el polvo y la suciedad no se llevan demasiado bien con las pantallas.
Si tuviéramos que ponerle un pero a los vehículos de Segway Powersports es que no tenemos uno de cada ni una finca para disfrutarlos en su hábitat natural. Lo que sí tenemos es la seguridad de entender por qué estos productos de nicho tienen tan buena acogida. Por relativamente poco dinero (si lo comparamos con el mundo de las preparaciones 4×4) puedes divertirte mucho.
Los precios son de 16.990 euros para el Fugleman UT10 E y 18.970 euros para el Fugleman UT10 X y 19.490 euros Villain SX10 E y 20.990 euros para el Villain SX10 X. En el caso del Snarler AT6 el precio parte de 7.780 euros para el SE de chasis corto homologado como tractor (T3b) y 9.870 euros homologado como cuadriciclo (L7e), 8.870 euros para el SX de chasis corto y 10.270 y 11.360 euros para los LE y LX respectivamente.
Además, Segway está preparando mecánicas híbridas para mover a sus creaciones y que deberían llegar a lo largo de los próximos meses, aunque no nos han revelado ningún dato ni de prestaciones ni de comercialización, pero el plan de electrificación es firme.
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Probamos la gama Segway Powersports: tres juguetes diabólicos para el campo que hacen olvidar los patinetes eléctricos
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Motorpasión
por
Jesús Martín
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