Hay gente diciendo que el sabor a vainilla se hace a partir del culo del castor. Pues bien: es un poco más complicado

Hay gente diciendo que el sabor a vainilla se hace a partir del culo del castor. Pues bien: es un poco más complicado

"Sí: has comido vainilla hecha a partir del ano de un castor". Lo he visto centenares de veces en redes sociales y páginas webs, pero estoy casi seguro que ese artículo de RTVE es el que va más al grano. El titular lo tiene todo: Vainilla, anos, castores y, en fin, comida.

El único problema es que hay muchísimas papeletas de que sea mentira. Pero empecemos por el principio.

¿Qué tiene que ver el ano del castor con la vainilla? Con las vainas de vainilla, nada de nada. Sin embargo, si nos referimos al "sabor a vainilla"... la cosa cambia. Según explicaba en la revista Vice la historiadora del sabor Nadia Berenstein, durante los años 60 y 70 los fabricantes de alimentos norteamericanos empezaron a usar cantidades muy pequeñas de castóreo para mejorar los sabores artificiales de vainilla, fresa y frambuesa.

Esa es la conexión: el castóreo es una sustancia oleosa que segregan los castores con unas glándulas cercanas situadas entre el ano y la cola. Los castores lo usan para acicalarse el pelo, pero desde tiempos inmemoriales (por su  aroma dulce, y a veces almizclado) ha sido usado como una sustancia de perfumería, medicina y alimentación.

O sea, que es verdad. Digamos, por el momento, que no es mentira. Y, de hecho, hoy en día la FDA norteamericana sigue aceptando la sustancia como aditivo alimentario. No obstante, lo cierto es que rápidamente esos mismos fabricantes norteamericanos se dieron cuenta de que el uso del castóreo era un enorme cuello de botella.

No hay castores para tanta vainilla. Bueno, para empezar, no hay vainilla para tanta vainilla. Ya en los años 60 los productores se dieron cuenta de que la demanda de cosas con sabor a vainilla iba a comerse la producción mundial de vainas de vainilla. Por ello, se pusieron a desarrollar formas de generar artificialmente ese sabor (como con la fresa y la frambuesa).

La historia es sencilla: como ocurre con los medicamentos, a nivel industrial siempre es mejor tener un compuesto estandarizado (y de fabricación sencilla). El sabor de las plantas depende de muchísimos factores ambientales y depende de ellas suele resultar una mala idea.

Durante los 60 y 70 muchos fabricantes de sabor de vainilla recurrieron al castóreo como forma de redondear sus saborizantes, pero se encontraron con el mismo problema. No había un circuito comercial a gran escala de "anos de castor". de hecho, ya para esa época las granjas de castores que habían gozado de buena salud hasta la primera mitad del siglo estaban de capa caída. La piel sintética había mandado a estos ganaderos a la ruina.

"¿Qué hacemos?", se preguntaron los fabricantes. Sustituir la vainilla y sustituir los castores. La clave era encontrar una forma de producir vainillina (el compuesto clave en el sabor). Y lo consiguieron, vaya si lo consiguieron. Hoy por hoy, menos del 0,3 % de la vainillina utilizada para dar sabor a los alimentos en realidad proviene naturalmente de las vainas de vainilla. Y, por supuesto, prácticamente ningún sabor a vainilla viene del ano del castor.

Por lo que sabemos, la inmensa mayor parte de la vainillina actual se sintetiza a partir del guayacol, un compuesto natural que puede sacarse de los guayacos, de las langostas del desierto y del procesamiento del carbón de hulla. Es decir, en sitios muy raros, sí, pero lamentablemente no en el culo de un castor.

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Imagen | Tim Umphreys

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En busca de la “cena saludable perfecta”: lo que dice la ciencia

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España cena tarde y, normalmente, mal. Lo primero, al contrario de lo que podríamos creer, no es una cosa moderna. Ya en el siglo XIX los españoles de a pie comían tarde (poco antes de las 16:00) y cenaban justo antes de acostarse (sobre las 10 de la noche).

Eso era una pesadilla para los turistas europeos, pero también de cualquiera que quisiera mantener una dieta saludable y equilibrada. Porque, sí. Los desbarajustes alimenticios a la hora de la cena tienen mucho que ver con nuestras particularidades horarias y con algunas cuestiones más.

Por suerte, la ciencia tiene algo que decir.

"De grandes cenas, están las tumbas llenas". Eso dice el refranero popular y, aunque es una máxima de aplicación universal, los horarios españoles hacen que en nuestro país sea extremadamente certera. No es lo mismo cenar a las 18:00 que a las 21:00. Y esas tres horas tienen un impacto significativo no solo en la cantidad, sino también en la composición.

En cuanto a la cantidad, porque la digestión es un proceso complejo y costoso a nivel metabólico. No es que darse atracones sea algo recomendable a otras horas; pero comer mucho durante la cena (incluso si se trata de una comida equilibrada y nutritiva) hace que el sueño tenga más trabajo digestivo y hará queel sueño sea menos reparador.

Además, como dormir consume poca energía: las calorías excedentes no se quemarán. De hecho, tenderán a almacenarse en el organismo. En este sentido, lo recomendable es que la cena no aporte más que un 20% de las calorías del día.

¿Qué comemos para que la cena sea saludable? Este es el otro gran tema. Sobre todo, porque como en cualquier comida, lo recomendable es que la cena tenga hidratos, proteínas y grasas. Eso sí, siempre es mejor aumentar la cantidad de proteínas y reducir la de hidratos de carbono y grasas.

Pero la cosa no queda ahí. Se recomienda, por ejemplo, que las proteínas seande calidad, sí; pero magras. Es decir, cosas como la pechuga de pollo sin piel, el pescado, el queso fresco u otro tipo de lácteos y, por supuesto, la clara de huevo.

Mientras que con las grasas los consejos son sencillos (pocas y de buena calidad: aceite de oliva, frutos secos, semillas, aceitunas o aguacate), con los hidratos la cosa es algo más difícil. Se recomienda que sean hidratos conbajo índice glucémico (fundamentalmente, frutas y verduras; pero también arroz integral o legumbres).

Adaptarnos a la realidad. La regla de "hidratos de bajo índice glucémico, proteínas magras y grasas buenas en cantidades moderadas" es un criterio general. Y, en este sentido, "comer bien" tiene que ver con adaptarla a cada momento.

No es lo mismo cenar después de un entrenamiento intenso (tras el que tendremos hambre y podemos añadir cosas más saciantes como las legumbres, las patatas, el maíz o el arroz integral) que justo antes de irnos a bailar (donde la cantidad de hidratos puede subir sin mayor problema).

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Imagen | Stefan Vladimirov

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Polvo, patatas y lágrimas: el “hormigón cósmico” con el que unos científicos quieren colonizar Marte

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Seamos claros: querer construir una base permanente en la Luna o Marte sin hormigón es un sinsentido. Querer construirla con hormigón es un enorme problema tecnológico, económico y de ingeniería. Es decir, a medida que crece la inversión en la economía lunar y las misiones a Marte se van desarrollando, el asunto del hormigón se vuelve central.

Pero hablamos poco de él.

No podemos colonizar el espacio llevando el cemento con nosotros. No sólo sería algo carísimo, sino muy problemático. 40.000 millones de toneladas de materiales "en crudo" se come la construcción hoy por hoy. 40.000 millones. La idea de usar la Tierra como "mina" de todo el sistema solar (para así poder procesar fácilmente el cemento) es casi ridícula.

Así que solo queda una opción.

¿Cómo hacer hormigón en el espacio? Desde los años ochenta, varios grupos de investigación han trabajado en cómo conseguir fabricar hormigón lejos de la Tierra (y su agua). En los últimos años, se han empezado a presentar soluciones "viables" basadas en azufre o que añaden silicio a la mezcla. Pero el que quizás sea el mayor experto en el tema está en España.

No hay que olvidar que el laboratorio de la Universidad Politécnica de Catalunya coordinado por Ignasi Casanova lleva décadas trabajando en cómo hacer hormigón en la Luna y, de hecho, la Agencia Espacial Europea ha trabajado directamente con el equipo de cara a construir la primera base lunar (y para identificar y evaluar los recursos naturales disponibles en la superficie).

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Imagen | Aled D. Roberts y Nigel S. Scrutton

Polvo, patatas y lágrimas. Sin embargo, lo que me lleva hoy a hablar del "hormigón cósmico" es la curiosa fórmula que acaba de presentar la gente del Future Biomanufacturing Research Hub. Según sus primeras estimaciones, han encontrado una solución casi el doble de resistente que el tradicional (capaz de soportar 72 megapascales frente a los 32 habituales). Pero eso no es lo más curioso.

Lo curioso es la receta: una mezcla de regolito marciano (el "polvo planetario"), almidón de patata y sal. Se trata de un proceso que trata de integrar el cultivo de alimentos como la patata y la fabricación de materiales (en entornos con muy poca agua). La sal, por cierto, se extraería de las lágrimas de los colonos.

Parece una 'marcianada', pero este mismo equipo nos tiene acostumbrados a cosas mucho peores. No en vano, hace un par de años estudiaron como compactar el regolito marciano a base de sangre, excrementos y, sí, lágrimas. Su nueva idea parece, al menos, algo más razonable.

Aunque no sé si viable, la verdad. Porque pasa el tiempo y la principal cuestión sigue sin poder responderse. Desde hace unos pocos años sabemos que se puede mezclar hormigón en el espacio (se hizo en la estación Espacial Internacional), pero el resultado es muy distinto al terrestre. Su estructura es muy distinta a la terrestre.

Y es que una de las grandes tareas pendientes es saber qué pasa con el hormigón en condiciones de microgravedad. En la ISS, se hicieron burbujas y aún no tenemos claro cómo compromete eso la integridad del material. Hasta que no sepamos qué pasaría en Marte, será mejor que los colonos contengan las lágrimas y se coman las patatas fritas.

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Imagen | The Martian

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Creíamos que nadie conocía el acero en Europa hasta que lo introdujeron las tropas romanas. No contábamos con Badajoz

Creíamos que nadie conocía el acero en Europa hasta que lo introdujeron las tropas romanas. No contábamos con Badajoz

Hasta ahora, la historia era así. Cuando las tropas invadieron Europa entre el 200 a. C. y el 14 d. C, se encontraron con un continente sin acero. Muchas zonas manejaban el hierro, sí; pero era un hierro rudimentario, débil y lleno de problemas.

Hasta ahora. Porque la historia ha cambiado.

El misterio de las piedras talladas. Lo curioso es que la historia ha cambiado casi por accidente. En los últimos años, el equipo de Ralph Araque Gonzalez, de la University of Freiburg, ha trabajado para descubrir qué tipo de herramientas se utilizaban para fabricar las estelas de piedra de la Península Ibérica.

Y es que durante la Edad del Bronce Final (del 1200 al 800 a. C.) y la Edad del Hierro Temprana (del 800 al 600 a. C.), la Península Ibérica se llenó de intrincadísimas tallas de piedra con figuras antropomórficas, animales o imágenes de armas.

La arqueología experimental. El problema es que investigar sobre las herramientas que se usaron para tallar piedras es algo bastante complejo. De hecho, Araque Gonzalez es arqueólogo experimental: es decir, trata de rellenar los huecos de la historia material reconstruyendo las situaciones históricas y tecnológicas.

En este caso, analizaron petrológicamente la composición de las estelas (la mayoría de las cuales se descubrieron en la Sierra de la Moraleja, en Badajoz) para descubrir que se trataba de unas piedras extremadamente duras. Muy duras. Demasiado duras. Probaron herramientas de bronce, de cuarcita y de hierro, pero los resultados no eran buenos.

El cincel de Rocha do Vigio. Hasta que se encontraron un cincel compuesto por un 30% de ferrita y un 70% de perlita. Un cincel que, al replicarlo, sí permitió hacer unas inscripciones idénticas en una roca muy similar.

El yacimiento de Rocha do Vigio, en el Alentejo portugués, no dejaba lugar a dudas. Al contrario, el lugar mostraba "que la metalurgia del hierro, incluida la producción y el templado del acero, probablemente fueron desarrollos indígenas de pequeñas comunidades centralizadas en Iberia, y no debido a la influencia de procesos de colonización posteriores”.

Es decir, todo parece indicar que los pueblos ibéricos manejaban el acero (y su templado) 700 años antes de la llegada de las tropas romanas. Roma 0 - Badajoz 1

En Xataka | Paradójicamente, casi todo lo que ocurre en Juego de Tronos tiene explicación científica

Imagen | Museo Arqueológico de Badajoz

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Un agujero donde caben 30 planetas y vientos a 600 kilómetros por segundo: la tormenta solar que nos acaba de impactar

Un agujero donde caben 30 planetas y vientos a 600 kilómetros por segundo: la tormenta solar que nos acaba de impactar

Esta semana, un enorme agujero ha aparecido en la corona del Sol. Concretamente en el hemisferio sur. Y cuando digo enorme, es enorme. Se calcula que ronda los 300.000 o 400.000 km de ancho. Es decir, tiene espacio suficiente para meter tres decenas de Tierras como la nuestra.

Pues bien, ese agujero tiene consecuencias.

Bienvenidos al ciclo solar 25. Un ciclo caracterizado por una más que considerable actividad de manchas y erupciones solares. Pero el agujero actual se ha llevado la palma y ha provocado una tormenta solar que, por lo que dicen las últimas observaciones, ya está entre nosotros.

Pese a que los pronósticos del Centro de Predicción de Clima Espacial hablaban de una tormenta geomagnética G3 (fuerte), la NOAA explicaba que, aunque durante las últimas horas del 23 de marzo podría darse una tormenta solar de nivel G1, el viernes 24 sería de nivel G2.  Sea como sea, sus efectos comenzaron ayer y se extenderán al menos hasta el día 26.

¿Consecuencias? Sí, aunque no muy graves. Hablamos de variaciones de voltaje en la red eléctrica y dealteraciones intermitentes en el Sistema GPS. Además, habrá que monitorizar todos los satélitesen la órbita terrestre baja porque podrían cambiar ligeramente su movimiento, velocidad y trayectoria.

Auroras, muchas auroras. Si bien no está previsto que suframos mucho las consecuencias de esta tormenta, la perturbación del campo magnético del planeta ya ha dejado un reguero de espectaculares auroras boreales en países como Canadá, Alaska, Rusia, Noruega, Groenlandia o Escocia.

Más allá de las auroras y los problemas. La llegada de otra tormenta geomagnética esconde una buena noticia y una mala. La buena es que nuestros sistemas funcionan. La mala es que nos recuerda que no estamos listos para la próxima gran tormenta.

En 2008, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó un informe estudiando qué pasaría si una tormenta como la de septiembre de 1859 (el evento Carrington) ocurriera hoy en día. Las conclusiones fueron devastadoras: un evento de ese tipo produciría una interrupción sin precedentes en el metabolismo social, político y económico del mundo. Mucho mayor a la de la pandemia.

Los satélites, las redes eléctricas y los dispositivos electrónicos se quedarían fuera de juego. Y con ellos, las redes logísticas de alimentación y suministros se vendrían abajo. Los daños totales, en el mejor de los casos, se estiman entre uno y dos billones de euros. En el mejor de los casos.

Seguimos sin estar preparados. El problema es que no hemos avanzado mucho desde entonces. Lo hemos intentado, pero los resultados han sido desiguales. Tanto que, como decía la Comisión Europea, la «injustificable ausencia, todavía hoy, de planes de emergencia» ante tormentas solares no tiene ningún sentido. Valga esta tormenta para no perderlo de vista.

En Xataka | Aún no estamos preparados para la próxima gran tormenta solar y deberíamos empezar a tomárnoslo en serio

Imagen | NASA

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Los prospectos de medicamentos deben morir: Europa se ha empeñado en convertirlos en códigos QR por un buen motivo

Los prospectos de medicamentos deben morir: Europa se ha empeñado en convertirlos en códigos QR por un buen motivo

No es algo muy conocido, pero durante el otoño de 2022 (justo cuando la escasez de algunos medicamentos se hacía más patente) muchas farmacéuticas tenían bloqueados lotes eneros de pastillas, sobres e inyectables porque no tenían papel para imprimir los prospectos.

Es solo una anécdota, pero llegó en un momento clave: cuando la Unión Europea trabaja en la legislación que va a permitir convertir el prospecto impreso en un código QR.

¿Por qué matar el prospecto? Sobre el papel, las ventajas son muchas. Más allá de resolver problemas como los del otoño pasado, simplificar la cadena de suministro o ahorrar papel (y dinero), el argumento más importante es que digitalizar la información sobre los fármacos permite modificarla de manera inmediata.

Y eso, en un momento en que las alertas sanitarias están (demasiado) a la orden del día, puede ser un elemento muy interesante para mejorar la seguridad de toda la población. De hecho, siempre según os informes de la Comisión Europea, todas las partes que participan en la negociación están de acuerdo con que es un paso que hay que dar. Algo que solo puede indicar que en la negociación faltan grupos.

No todo son ventajas. Y la más evidente es que esta medida corre el riesgo de hacer menos accesible esa información para aquellos que tienen menos habilidades para manejarse en entornos digitales. Gente que, por lo general, también tiene una menor alfabetización sanitaria.

De hecho, el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos lleva tiempo pidiendo que no se avance demasiado rápidamente en esta línea y que, en todo caso, se simultanee el papel con el online. Y las organizaciones de consumidores no lo ven nada claro.

¿Y cómo lo hacemos? Poco a poco. En este sentido, la nueva regulación parece que va a permitir que los estados miembros apliquen la norma como crean conveniente, atendiendo, sobre todo, al nivel de digitalización de cada una de sus sociedades.

Esto significa, por ejemplo, que se podría retirar los prospectos de los medicamentos de uso hospitalario (donde el personal sanitario no tendría dificultades para acceder a la información) mientras se dejan los de ventas en farmacias.

En España ya se hace. Hace un año, la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) puso en marcha ya un proyecto piloto para ver qué resultados daba la retirada del prospecto en hospitales. Aún no hay datos oficiales, pero las informaciones que hay apuntan a que está funcionando muy bien.

Aunque queda mucho. No obstante, queda mucha tela que cortar. Por el proceso legislativo europeo, aún quedarán años hasta que la futura directiva se traslade a los estados miembros y la industria espera que el avance de las nuevas tecnologías allane el camino.

En el fondo, estamos ante una de las grandes cuestiones del presente: cómo introducimos la digitalización en entornos fuertemente regulados sin dejar atrás a los más vulnerables. Una pregunta para la que aún no tenemos buenas respuestas.

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Imagen | FDA

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“Si no llueve en los próximos dos meses, las consecuencias serán catastróficas”: España, la sequía y una primavera crítica

Llevamos casi una década inmersos en una sequía tan generalizada que ha llegado a convertirse en algo "normal". Pero no, no lo es. De hecho, los últimos cuatro años han sido muy duros y la extraña sucesión de olas de calor y falta de lluvias de 2022 ha acabado por agotar a unos ecosistemas muy tocados. Lo que empieza a preocupar a los expertos es que los próximos 60 días pueden acabar por hundirlos.

Dos meses clave. A los enormes problemas del aceite de oliva (que han provocado precios altísimos en los últimos meses), les están siguiendo una larga sucesión de crisis en casi cada ámbito agrícola.

El último ejemplo ha sido el jamón ibérico. Y es que la sequía ha provocado tal escasez de bellotas que si sumamos las cuatro denominaciones de origen de la península, comprobamos que se han reducido en un 12,6% el número de animales sacrificados. En consecuencia, se espera un alza más que considerable en el precio.

El problema del agua. Para entender el problema, el caso andaluz es muy claro. La comunidad autónoma tiene capacidad para acumular 11.971 hm3 de agua en sus pantanos. A estas alturas de año lo normal (es decir, la media de los últimos 10 años) era tener en torno al 60% de esa agua. A día de hoy, en cambio, hay solo un 29,84% (3.572 hm3). Las reservas están, de hecho, peor que el año pasado.

No estamos solos. Mientras la Unión Europea avisa de que el continente va camino de meterse en una de las sequías más grandes y persistentes de los últimos años, los datos de Copernicus señalan que el norte de África va a sufrir mucho también y las consecuencias sobre la producción de alimentos van a ser considerables.

No es un consuelo, pero sí nos recuerda algo sobre lo que llevamos hablando mucho tiempo:  el agua se va a convertir en un recurso fundamental y (en la medida en que su escasez tiene consecuencias directas a lo largo de toda la economía) es buena idea ponerse manos a la obra y crear planes de contingencia.

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¿Qué dice la Agencia Estatal de Meteorología? En principio, AEMET tenía buenas noticias: los modelos a largo plazo señalaban que había un 75% de probabilidades de que abril y mayo sean más húmedos de la media. Eso sería una excelente noticia. Pero, incluso en caso de que el pronóstico se cumpla, no significa nada.

Como ocurrió el año pasado, una ola de calor en un mal momento podría tumbar completamente la producción de aceite de oliva o de cualquier producto agrícola. Y eso, en un contexto como el actual, solo significa una cosa: subidas de precios, subidas de precios y subidas de precios. Es el momento de esperar la lluvia como agua de mayo.

En Xataka | España no va a dejar de arder: así se han quemado 200.000  hectáreas y 2022 se ha convertido en la peor campaña de incendios  forestales del siglo

Imagen | Ángela Bellido

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Por qué seguimos llamando teléfono al smartphone aunque no lo usamos para llamar.

Por qué seguimos llamando teléfono al smartphone aunque no lo usamos para llamar.

Por higiene moral e intelectual debo empezar este texto confesando que desde pequeño siempre he sido hincha (enfervorecido, loco, radical) del Racing de Avellaneda. Inexplicablemente; porque nací en un pueblecito de Andalucía y, en aquellos años, mi único contacto con Argentina era un bote de dulce de leche que guardábamos en la despensa.

Lo aclaro para que se valore lo mucho que me está costando recomendar '¿Hola? un réquiem para el telefóno'. Y es que su autor será un magnífico novelista, un pensador muy divertido y una excelente persona, sí; pero, sobre todo, es un hincha del Boca Juniors. "No pasa nada", me digo mientras redacto estas líneas. "Podía ser peor, podía ser del Independiente".

Una generación que no conoce lo que es un teléfono

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Imagen | Camilo Jimenez Qzeno

Más allá de la broma, el libro está muy bien. Sobre todo, porque cuando uno escribe sobre una tecnología en plena retirada siempre se corre el riesgo de convertirse en un "señor mayor gritándole a las nubes". Y algo de eso hay, claro. Pero Kohan va mucho más allá y, sin dejar de reconocer que hemos ganado muchísimo estos años,  reflexiona también sobre lo que hemos perdido.

Desde el ritual adolescente de llamar a la persona que nos gustaba y tener que hablar, entre tanto se ponía, con el padre, la madre o los hermanos mayores a un número que, por lo visto, existía en Argentina al que podías llamar para que te dijeran la hora. Cosas que configuraban el mundo antes de que el teléfono móvil entrara en nuestras vidas y que pueden parecer nimias, pero que constituían una forma específica de hablar, escuchar y vincularse que ya ha dejado de existir.

Leyendo el libro, mientras recorrían en sus páginas el largo final de la telefonía convencional, me he hecho una pregunta tan simple que no sabía responder: ¿por qué seguimos llamando teléfono al smartphone si no lo usamos para llamar?

Y, ojo, reconozco que el "no lo usamos ya para llamar", puede ser polémico, pero a efectos prácticos los datos están conmigo. Según las encuestas, la mensajería instantánea le ha comido el terreno al teléfono de forma espectacular. Mientras un 60% de la población envía mensajes de forma diaria, solo uno de cada cuatro realiza algún tipo de llamadas desde el móvil y apenas un 12% utiliza el teléfono fijo.

Está claro que es algo muy generacional. El 98,6% de los jóvenes entre 25 y 34 años usan la mensajería instantánea como canal preferido de comunicación. Cifras que no se dan en el conjunto de la población. Sin embargo, a medida que el tiempo pasa, esa "característica generacional" se está convirtiendo en la opción generacional por defecto.

Y, en el fondo, no es solo una cuestión de "usos y costumbres". Lo que llevamos en el bolsillo dejó hace mucho de ser "un teléfono móvil": es una computadora. Al fin y al cabo, fuimos a la Luna con dispositivos menos potentes que un smartphone cualquiera y, sin embargo, seguimos llamándolos móviles.

La forma en que pensamos en la tecnología

No es que me extrañe. De hecho, me recuerda a la polémica recurrente sobre si usar un disquette como símbolo de guardar sigue siendo útil. O un sombre para los mensajes o una lupa para buscar.  Es decir, sobre cómo los términos, símbolos e ideas se 'independizan' de su referente clásico y pasan a usarse de otra manera.

El tema, no obstante, tiene otra vuelta. Hace unas semanas, discutíamos en Magnet cómo cada cultura tiene una forma distinta de entender el tiempo (y el futuro y el pasado). Según parece, mientras que para los hablantes de lenguas latinas, el tiempo va de izquierda a derecha; para árabes y hebreos funciona al revés. Y, en el caso de chinos y japoneses, el pasado se queda arriba y el futuro abajo.

Esto parece ser consecuencia de cómo escribimos, pero (sea como sea) tiene consecuencias en cómo interaccionamos con el mundo. Un ejemplo conocido es el del economista conductual, Keith Chen. Según el análisis de Chen, los hablantes de las lenguas que no tienen formas verbales para referirse al futuro (o son más débiles e inespecíficas), tienen más fácil ahorrar a largo plazo.

Es decir, la forma en la que pensamos sobre las cosas condiciona, potencia o limita lo que hacemos con esas mismas cosas. De ahí que sea inevitable preguntarnos... ¿Qué nos estamos perdiendo por pensar en los smartphones como si fueran un teléfono?  

En Magnet | El futuro está "abajo": cómo nuestro idioma cambia radicalmente la forma en la que entendemos el tiempo

Imagen | Julian Hochgesang

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España está a punto de saltarse dos meses de golpe: AEMET ya prevé un calor récord este mes de marzo

España está a punto de saltarse dos meses de golpe: AEMET ya prevé un calor récord este mes de marzo

España está a punto de saltarse dos meses de golpe. A partir de mañana tendremos el tiempo de finales de mayo y principios de junio. Un evento rarísimo que pondrá los termómetros a más de 30 grados y descolocará, por completo, la transición 'natural' entre el frío del invierno y el calor del verano.

Lo que pasará el resto de la primavera es un misterio, pero lo que va a pasar en los próximos días es de locos que se pueden resumir en una palabra: calor.

Calor, calor y calor. Y es que, como el final de febrero y el comienzo de marzo han sido realmente fríos para esas fechas, corremos el riesgo de pensar que el calor que vamos a sentir este fin de semana no es real; que es fruto de que el cambio de tiempo ha sido muy rápido.

Pero no, la misma AEMET decía que el episodio va a tener temperaturas inusualmente altas: valores por encima del 5 % de los días más cálidos de todos los marzos de 1991 hacia acá. De hecho, es posible que nos encontremos con el día de marzo más cálido de los últimos 30 años.

Pero ¿por qué? La explicación está en que la masa de aire que nos abrazará este fin de semana procede del océano Atlántico de latitudes inferiores a los 30ºN. Eso significa que el aire es muy cálido ya por sí mismo, pero la cosa no acaba ahí.

Porque, como el anticiclón se quedará estancado sobre la península, a esa masa de aire cálido le van a empezar a pasar cosas: estabilidad, vientos moderados y de componente oeste, ausencia de nubes... vamos a tener todos los ingredientes meteorológicos que convierten a la península en un "horno" y eso, evidentemente, va a disparar las temperaturas.

¿Una ola de calor? No, no va a tener una ola de calor. Sería muy raro que lo fuera. En países tan calurosos como el nuestro, para tener una 'ola de calor' necesitamos que haga muchísimo calor: "por encima del percentil 95 de su serie de temperaturas  máximas diarias de los meses de julio y agosto del periodo 1971-2000". Por suerte, no vamos a sufrir eso estos días: nos quedamos por encima del percentil 95, pero del mes de marzo.

Sin embargo, hay que tener cuidado con las palabras: no hace falta que sea oficialmente una 'ola de calor' para que las temperaturas sean extraordinariamente altas. Más aún si (como va a pasar) no estamos en modo "veraniego". La transición ha sido tan breve que nos va a pillar con el paso cambiado en cuanto a climatización, vestimenta y prácticas sociales. En muchas zonas del país lo vamos a pasar mal.

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Imagen | Wxmaps

¿Dónde lo pasaremos peor? Sobre todo,en ciudades como Valencia, Murcia o Santa Cruz de Tenerife. Allí el calor se va a notar mucho y es posible que haya hasta 10 grados por encima de lo habitual.

¿Qué pasará después? Se espera que este evento de altas temperaturas empiece a remitir la próxima semana. Es decir, se espera que, progresivamente, vayamos recuperando temperaturas más primaverales. Crucemos los dedos, porque las consecuencias de perder la primavera pueden ser devastadoras en el campo.

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El “eficaz truco” para ahorrar papel higiénico en boca de todos ni es eficaz ni es un truco ni sirve para ahorrar

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Desde la fiebre acumuladora de la pandemia, sabemos que tenemos una obsesión extraña con el papel higiénico. De hecho, mientras indagaba por la cantidad media de papel que gastamos en España, casi todo lo que he encontrado fue publicado en aquellas devastadoras semanas de marzo de 2020.

Y eso explica, al menos en parte, por qué recurrentemente en estos meses de incertidumbre e inflación siempre hay un artículo sobre el papel higiénico entre lo más visto o leído de todos los periódicos. Mi duda, no obstante, es ¿de verdad se puede ahorrar papel higiénico?

¿Cuánto papel higiénico se gasta en España? Como de costumbre, no tenemos datos actualizados del sector, pero desde hace años la media de papel higiénico que usa un hogar español se encuentra entre los 105 y los 140 kilos al año.  Es decir, unos treintaytantos kilos por persona.

No obstante, eso supone en torno a unos 30 euros al año en un hogar medio. De ahí que, por mucho que "en plena crisis cada euro cuente", hablar de 'ahorrar' no deje de sonarme extraño.

Más allá del dinero... Está claro que el dinero no es la única cuestión por la que podríamos querer ahorrar en papel: hay cuestiones ecológicas (cada rollo requiere usar 140 litros de agua), sanitarias (sobre todo ahora que se ha empezado a relacionar algunos componentes con ciertas enfermedades como el cáncer) e incluso culturales. No debemos olvidar que hay muchísimas zonas del mundo en las que no se usa papel higiénico, sino agua (el culto civil de los argentinos al bidé da buena muestra de ello).

...pero el dinero sigue estando ahí. Y es curioso. Los artículos sobre cómo ahorrar aplastando el rollo para limitar la cantidad de papel que "sale" en cada tirón se han convertido en un género en sí mismos. Y me pregunto por qué.

Sobre todo, teniendo en cuenta que es un tema que se ve, también, al otro lado: en el de los ricos. Hace unos años, un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan descubrió que, en general, los ricos gastaban menos en papel higiénico que los pobres.

El motivo era muy simple: lo compraban en grandes cantidades aprovechando las ofertas. Y eso se traducía en un ahorro mínimo, pero que aplicado a otras facetas de la vida se traducía en ahorros más importantes. Es decir, era un indicador, una metáfora: pero un montón de gente se obsesionó con comprar papel a gran escala.

¿Qué está pasando aquí? Eso de que "debemos centrar nuestros esfuerzos en lo que podemos controlar y no preocuparnos por aquello que está fuera de nuestro control" es una idea antiquísima que se puede remontar al estoicismo clásico y se encuentra en las entrañas filosóficas de la psicología cognitivo-conductual contemporánea. Además, nos ayuda a entender el problema: porque la obsesión con el papel higiénico es todo lo contrario.

Ahorrar en este gasto, por mucho que pueda tener sentido en algún contexto, es querer intervenir lo que está fuera de nuestro control a través de cosas que sí están en nuestra mano, pero no tienen capacidad de influir en el otro problema. Es querer achicar el agua del Titanic con una cucharilla de café. Marginalmente, todo suma: pero nos vamos a hundir igual.

¿Entonces? ¿Nos ponemos a derrochar? los seres humanos necesitamos formas de gestionar la impotencia, de decirnos a nosotros mismos que no malgastamos, que hacemos todo lo que podemos. En ese sentido, bienvenidos sean los rollos aplastados.

Pero no debemos de olvidar que no debemos tomarnos todo esto demasiado en serio. Hacerlo, nos repite las terapias psicológicas más avanzadas, nos puede impedir tomar decisiones con mayor impacto en nuestra vida.

Imagen | Jas Min

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La noticia El "eficaz truco" para ahorrar papel higiénico en boca de todos ni es eficaz ni es un truco ni sirve para ahorrar fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .

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