La ciencia detrás de descongelar alimentos: por qué hacerlo al aire libre es mala idea

La ciencia detrás de descongelar alimentos: por qué hacerlo al aire libre es mala idea

Ese brócoli que hay sobre la encimera de la cocina está cambiando. No lo ves, no puedes verlo; pero está cambiando y mucho. Se calcula, por ejemplo, que las verduras verdes pierden hasta un 15% de su aporte en vitamina C. Un 15% cada día.

Y, ante eso solo se puede decir una cosa, ¡Bendito sea William Cullen, el escocés que inventó la máquina del tiempo!

Porque eso es un congelador: una máquina del tiempo. Es un cacharro "capaz de detener los procesos bacteriológicos y enzimáticos que destruyen los alimentos": un cacharro capaz de darnos tiempo. Es, por decirlo en términos técnicos, una maravilla.

Está claro que Cullen no inventó el concepto, la geografía mundial está llena de ingenios que usaban la nieve y el hielo para conservar mejor los alimentos. No obstante, la senda que abrió este físico escocés en 1755, la del congelador eléctrico, ha sido una de las maravillas tecnológicas más subestimadas de la historia.

Y, sin embargo, es tan central en el día a día del mundo contemporáneo que nadie puede discutir su impacto revolucionario. No obstante, cada año cuando llega el verano hay una parte de su uso que acaba generando enormes problemas: el descongelado.

¿Qué es realmente congelar un alimento? Demos un paso atrás. La respuesta más obvia consiste en decir que 'congelar' es convertir el agua que contienen los alimentos en hielo. Esto tiene muchas ventajas. La más evidente es la que comentaba: destruye o paraliza el metabolismo de las bacterias que descomponen los alimentos.

La otra gran ventaja es nutricional. Sobre todo, porque no se producen variaciones importantes en los alimentos y, por lo que comentábamos antes, las verduras ultracongeladas suelen tener mejores cualidades nutritivas que las frescas -- que tardan días en llegar al supermercado. Pero, como es evidente, también tiene cosas negativas: la principal es que, incluso en los alimentos que mejor se congelan, se suele producir una pérdida de agua y, con ella, algunos componentes encapsulados en las estructuras celulares.

Y ese es el gran problema. Como decía, no todos los microroganismos mueren en el proceso de congelación. Y los que sobreviven, al reactivarse, se encuentran de frente con un medio increíblemente proclive a su reproducción: agua abundante y todo tipo alimento.

Si esos tres elementos se encuentran a temperaturas 'normales', la proliferación bacteriana se dispara. Y sí, 'normales' significa 'fuera del frigorífico'.

Una idea de sentido común que puede salir mal... Al final, es muy común que lo que más nos interese a la hora de descongelar sea el tiempo. Hacerlos rápidamente, quiero decir. Por eso, muchas personas suelen poner las piezas congeladas al aire libre y, si es posible, en un lugar cálido de la cocina.

Es un error. Al menos, desde un punto de vista científico y sanitario. Lo idóneo es que el proceso de descongelado sea lenta y dentro del frigorífico. Es decir, los expertos recomiendan sacar los productos unas 12 horas antes de su preparación. Y siempre en la nevera. Esa es la mejor garantía para evitar intoxicaciones alimentarias (salmonella, e. coli, camylobacter, etc).

¿Y si tengo prisa? En casos de urgencia, la mejor opción (aunque no lo parezca) es usar el microondas y cocinar el alimento de inmediato. Hay un ramillete de consejos básicos que nos pueden ayudarnos a optimizar el resultado.

En caso de que esto no sea viable, lo mejor (sin lugar a dudas) es comer otra cosa.

En Xataka | Por qué hay que conservar los huevos en el frigorífico (si en el supermercado no los tienen refrigerados)

Imagen | Kate Trifo

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AEMET tiene una buena noticia y no es la inminente DANA que llega: es que vuelve la “primavera” hasta junio

AEMET tiene una buena noticia y no es la inminente DANA que llega: es que vuelve la

Definitivamente, la cosa ha cambiado. Ayer los últimos coletazos de la entrada de aire frío del fin de semana dejaban fuertes tormentas (granizo, incluso) en el levante y trufaba de chubascos el resto del país; AEMET anuncia ahora la llegada de una DANA al suroeste de la península que va a terminar de romper el esquema meteorológico que llevamos sufriendo meses.

¿Qué vamos a ver? A partir del miércoles vamos a ver un aumento de la inestabilidad en el entorno del Estrecho. Eso se va a traducir en chubascos en la zona sur de la península, Ceuta y Melilla. Pero eso es solo el principio.

Durante el jueves y el viernes las tormentas van a cubrir buena parte del valle del Guadalquivir y todas las cordilleras Béticas. Es decir, lluvia en buena parte de Andalucía, Murcia, Albacete y el sur de la Comunidad Valenciana.

Durante el fin de semana se unirán a la fiesta la cordillera Cantábrica y los Pirineos dejando la mayor parte de la España peninsular y Baleares en un estado de inestabilidad atmosférica bastante alto. No obstante, nada de esto es en sí mismo una buena noticia.

¿Dónde está la lluvia? Porque, si nos vamos a los datos, descubriremos que pese a que ha llovido persistentemente en el Cantábrico y a que hemos tenido chubascos intensos en muchas partes del país, "la primera quincena de mayo ha sido muy seca en España. Se han acumulado tan solo 9 l/m², es decir, un 62 % menos de lo normal para ese período".

No es que sea raro, claro. "La primavera de 2023 está siendo excepcionalmente seca". Muy seca. Para que nos hagamos una idea, la primavera completa más seca de la serie histórica es la de 1995 con un acumulado de 85,7 l/m². Ahora mismo, estamos en 44,4 l/m². Tiene lógica que, en este periodo tan extremadamente seco, magnifiquemos cualquier chubasco.

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¿No hay buenas noticias? Nada de eso, hay al menos una noticia fantástica. La última predicción del modelo europeo empieza a dibujar un escenario esperanzador y lo dibuja hasta finales de junio. Es pronto para lanzar las campanas al vuelo, pero (en caso de que acierte) nos vamos a encontrar con un carrusel de bajas presiones y lluvia.

Está claro que la sequía va a seguir con nosotros ("necesitaríamos unas semanas extremadamente lluviosas" para moderar la falta de agua), pero estas lluvias moderadas y unas temperaturas más frescas son un respiro muy necesario antes de encarar el verano.

Esto no va de resolver el problema... Toca ser sinceros: no tiene solución. Los niveles de agua embalsada no dejan de bajar y, como comentábamos, las lluvias de estos días pueden tener un efecto 'cosmético', pero no tienen intensidad suficiente como para reponer los acuíferos y 'reiniciar' el sistema. No va a resolverse el problema, pero el reto actual no es ese.

...esto va de aguantar lo mejor que podamos. Aunque ahora lo estamos notando en toda su dureza, llevamos en 'sequía' desde 2014. Desde ese año, todos y en cada uno de los años hídricos ha llovido menos que la media histórica. La situación cada vez es más grave y no sabemos cuánto va a durar: el reto actual es aguantar lo mejor que podamos; es prepararnos para los cambios a medio plazo.

Parece un objetivo moderado, pero es algo tremendamente difícil.

En Xataka | Los largos periodos de sequía van a ser cada vez más y más normales. Es hora de acostumbrarnos a ellos

Imagen | ECMWF

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En 2022, el melón y la sandía llegaron a estar tres veces más caros de lo normal. 2023 va camino de ser peor

En 2022, el melón y la sandía llegaron a estar tres veces más caros de lo normal. 2023 va camino de ser peor

Hace cuatro semanas, los agricultores de Villaconejos lanzaron la voz de alarma: la campaña del que pasa por ser uno de los mejores melones de España estaba pendiendo de un hilo. Sin agua embalsada, sin lluvias en el horizonte y con los costes disparados, apostar por esta fruta de verano se había convertido en una lotería.

Ahora acabamos de confirmar que es algo que va mucho más allá del municipio madrileño.

Dos de cada diez. Esas son las cuentas que hacen los productores: las estimaciones más optimistas dicen que la cosecha será un 20% más baja que la del año anterior. Aunque la dependencia del sector a acuerdos internacionales (como los de la fresa) es menor y eso tensionará menos el mercado, sigue siendo una pésima noticia. Nadie descarta que, por segundo año consecutivo, se alcancen precios récord.

¿Volvemos a 2022? En junio de 2022, el kilo de melón y sandía llegó a ponerse en 12 euros debido a una concatenación de hechos "aparentemente" fortuita: una menor importación del producto marroquí, el retraso de la cosecha nacional y las bajas temperaturas que hubo en primavera.

Los factores que están detrás de la falta de melones y sandías de hoy son distintas (básicamente que el retraso de los cultivos que provocó la ola de frío de finales de febrero que ha hecho que no se pueda cultivar a tiempo), pero el resultado es muy parecido: va a faltar producto y va a faltar muy pronto.

Una profunda tendencia a la baja... El problema, de todas formas, no es nuevo. Según los datos de Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, las hectáreas dedicadas a estos productos no han dejado de bajar en los últimos años.

De las 19.000 hectáreas de melones que se plantaron en 2021, hemos pasado a 17.915; de las 23.202 de sandías en 2021 se ha pasado a 22.178. Las caídas parecen pequeñas, pero son constantes y apuntan a un problema mucho mayor.

...que va mucho más allá de melones y sandías. Como hemos visto con los ganaderos de leche (en la última década, "han desaparecido el 49%"), el sector agrario lleva años viviendo al límite de la rentabilidad y cada golpe, supone la desaparición de muchos empresarios.

En este sentido, solo en el último año han desaparecido el 9% de los lecheros de Andalucía y, aunque el sector hortofrutícola (debido a que su flexibilidad operativa es mayor) puede capear mejor el temporal, no dejamos de ver problemas similares en todos los productos del país.

¿Tiene futuro el campo español? España es un gigante agroganadero a nivel europeo. El problema es que, a medida que las condiciones climáticas se hacen más duras, los costos suben y la Unión llega a acuerdos con terceros países que permiten la entrada de producto más barato, la posición estratégica del sector empeora.

Y este es el verdadero drama. Porque los agricultores y agricultores españoles han hecho un trabajo inmejorable, pero se van quedando sin más opciones que sobrevivir en un entorno lleno de incertidumbres. Por ello, la gran pregunta por el futuro del campo español tiene más vigencia que nunca.

En Xataka | España está tirando a la basura diariamente 600.000 litros de leche en buen estado. Por un buen motivo

Imagen | Floh Keitgen

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“Más peligro que un móvil en una gasolinera”: las razones científicas de una de las prohibiciones más raras de la DGT

Espero que no estéis leyendo esto mientras echéis gasolina. Y no porque la DGT esté multando a gente por ello, sino porque aunque en Xataka nos gustan los experienciales... tampoco hay que llevar las cosas hasta el extremo.

Sea como sea, cada vez que surge un nuevo bulo sobre gasolineras y teléfonos móviles la pregunta es la misma: ¿De verdad hay peligro de que salte todo por los aires? ¿No será un mito urbano? ¿Estamos seguros ni siquiera de que esté prohibido? Bien, vayamos por partes...

¿Realmente está prohibido? El Reglamento General de Circulación  dice en el artículo 115.3 que [las gasolineras] "no podrán facilitar los combustibles para su carga si no está parado el motor y apagadas las luces de los vehículos, los sistemas eléctricos como la radio y los dispositivos emisores de radiación electromagnética como los teléfonos móviles".

Por supuesto, puede haber normativas internas de las estaciones de servicio, pero (aunque la redacción puede resultar algo equívoca) la prohibición de nuestra legislación vigente hace referencia a eso: a usar el móvil mientras se llena el depósito.

¿Realmente es tan peligroso? Lo cierto es que, como señala la RACC, "no hay constancia de incidentes por culpa del uso del móvil en una gasolinera. Y, si nos ponemos estrictos, no es de extrañar.

Porque... ¿a qué se debe esta prohibición? Y la respuesta, como era previsible, no está demasiado clara. La primera posible explicación (muy relacionada con el texto del Reglamento) tiene que ver con lo que son: "transmisores de radiofrecuencia de baja potencia (entre 450 y 2700 MHz)" y un pico de potencia que "oscila entre los 0,1 y los 2 vatios".

El problema es que ninguno de los dos problemas vinculados a esto (que se produzcan una explosión o un incendio) tienen una alta probabilidad de ocurrir. Al fin y al cabo, tienen muy poca potencia (menos de 1 w/cm2) y solo un defecto de la batería podría causar un problema serio en este sentido.

¿Y si el problema fuera otro? No obstante, en los últimos días se ha viralizado otra explicación. En este caso, la ha dado RubenBlackMountain, tiktoker, bombero y divulgador de temas relacionados con su profesión. Y tiene que ver con los botones físicos.

"Para explicar [esta prohibición] nos tenemos que ir unos años atrás, cuando los  teléfonos móviles eran analógicos y tenían botones físicos. Los combustibles líquidos liberan gases muy inflamables y todos sabemos que haría falta una pequeña fuente de ignición para que esto para se incendiara".

"¿Y dónde se produce esa chispa?" En el caso de los teléfonos analógicos, siempre según RubenBlackMountain, esta posible chispa se produciría en los botones físicos y "al no ser estancos podían ser suficiente para que provocara un incendio en un  ambiente muy inflamable".

¿Entonces? No hemos podido confirmar esta última teoría y, aunque puede ser cierta, no está claro que el legislador tenga en mente las teclas físicas del Nokia 3310 para mantener la prohibición vigente. De todas formas, también parece algo muy improbable.

Como en el caso de los aviones, la prohibición de los teléfonos móviles mientras repostamos parece más bien un residuo del pasado que, en aplicación del principio de precaución ("para que no pase nada") se mantiene. Al fin y al cabo, es más probable que el uso de móviles sea más peligroso como fuente de distracción ("atropellos, despistes con el coche y otros peatones, etc") que como posible origen de una explosión.

No debería de sorprendernos, al final siempre la clave está en el factor humano.

En Xataka | La DGT no te va a multar por llevar el móvil en un soporte con ventosa (pero hay algunas excepciones)

Imagen | Erik Maclean

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No me gusta el café, pero tras repasar lo que dice la ciencia he empezado a consumirlo diariamente

No me gusta el café, pero tras repasar lo que dice la ciencia he empezado a consumirlo diariamente

Durante buena parte de mi vida, hubiera preferido que me sirvieran una taza humeante de agua sucia del cubo de fregar el suelo que un café con leche. No era nada personal: tengo cierta aversión a las cosas amargas. Ni el café, ni la cerveza, ni el chocolate negro son santos de mi devoción.

"Además, seguro que no es bueno", pensaba para convencerme. El problema es que, según una reciente revisión sistemática, los efectos del café en la salud (sobre todo, cognitiva) señalan que, en general, los beneficios del consumo de café superan a los posibles perjuicios. 

Tras ver eso, me puse a darle vueltas a la idea de internarme en el mundo del café. Estas son algunas de las cosas que he aprendido.

Hay muchas razones para tomar café, claro. La primera (y seguramente la central) es que despeja la mente y quita el sueño. Es un asunto de la cafeína. Bloqueando la acción de la adenosina, un neuromodulador que tiene efectos sedantes e inhibitorios con efectos vasculares y en el sistema nervioso central.

Pero no acaba ahí la cosa. Por lo que sabemos, el café "activa la dopamina y actúa sobre la  circunvolución del cíngulo anterior". Esto tiene efectos claros en el rendimiento cognitivo: mejora la memoria ejecutiva, la atención y la concentración; nos ayuda en la planificación y el seguimiento de tareas y, por si fuera poco, acelera los tiempos de reacción.

No obstante, también hay problemas con el consumo. El más evidente es que la cafeína bloquea la acción de la adenosina y eso nos viene bien. A veces. Porque, como es evidente, la adenosina tiene efectos necesarios. Por ejemplo, este neuromodulador dilata los vasos sanguíneos y, al bloquearla, puede subir la tensión arterial.

El café también suele aumentar el ácido en el estómago y es una fuente constante de ardores y ausencias de apetito (por esto, por cierto, se suele permitir el café solo como parte del 'ayuno intermitente'). No se nos puede olvidar, por supuesto, el tema del insomnio: como la cafeína tarda hasta seis horas en eliminarse completamente del organismo, si no medimos bien el café que consumimos puede tenernos despiertos toda la noche.

Esto es especialmente relevante para los grandes consumidores de café. Al fin y al cabo, el café es adictivo y causa tolerancia. Es decir, que cada vez se necesita una mayor cantidad del producto para obtener el mismo efecto. Y, precisamente eso, es muy fácil acabar consumiendo cantidades desorbitadas.

¿Y por qué no bebemos café todo el rato? Al margen de los inconvenientes que hemos comentado, la razón más evidente es que hay una cantidad "óptima" de café que consumir. Durante más de diez años, un equipo de investigadores coordinado por Boukje van Gelder siguió a casi 700 ancianos para estudiar cómo los hábitos de vida influían en el declive cognitivo. En 2017, llegaron a la conclusión de que el café podía tener cierto efecto protector.

En concreto, se dieron cuenta de que las personas que consumían entre dos y tres tazas de café al día sufría menor decline cognitivo que los que consumían menos y los que consumían más. No era, desde luego, una sorpresa.

En 2019, otro equipo de investigadores vio algo parecido. Tras un seguimiento de 21 años, descubrieron que las personas que habían bebido (unas dos tazas) de café al día durante la adultez, tenían menor riesgo de demencia que los que no lo habían consumido nunca (o los que consumían más).

Entonces... ¿Cuánto café bebemos? Parece que hay cierto consenso en que es seguro que un adulto tome hasta 400mg de café al día. Eso, según la cultura y los modos, son entre dos y cuatro tazas. A partir de ahí, se empieza a generar tolerancia, los "efectos secundarios" se magnifican y crecen los problemas.

Bonus track: ¿cuál es la mejor hora para tomarlo? Como dato interesante, parece que (de cara a sacarle todo el partido posible) lo idóneo no es "desayunar con café", sino esperar a que los niveles de cortisol empiecen a bajar. El cortisol es un glucocorticoide de la corteza adrenal que regula muchas partes de nuestro metabolismo y, por decirlo en términos coloquiales, nos ayuda activarnos.

Los niveles de concentración del cortisol son altos en horas muy tempranas de la mañana (6am-8am) y presentan una actividad mínima en la tarde (4pm-6pm). El momento óptimo para consumir café sería cuando esos niveles empiezan a decaer y nosotros queremos mantener la activación del cuerpo.

En Xataka | El mejor truco para hacer el café en la cafetera italiana es no hacer el café en la cafetera italiana

Imagen | Natham Dunlao

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De origen vasco, con chorizo y hasta sin arroz: corren malos tiempos para los talibanes de la paella

De origen vasco, con chorizo y hasta sin arroz: corren malos tiempos para los talibanes de la paella

Era un día maravilloso. Los pájaros cantaban, la primavera inundaba de amor la esquinas del país y en un vaso, olvidada, florecía una flor. Pero, entonces, Alberto Fernández Bombín tomó la palabra en el 'El Programa de Ana Rosa' para defender que la paella era un invento vasco.

Naciones enteras fueron a la guerra por menos que eso.

¿Vasco? ¿Del País Vasco? Sí, efectivamente. Y lo cierto es que esta teoría no es nueva. Hay muchos expertos que han puesto encima de la mesa que la irrupción de la paella en la gastronomía popular valenciana solo pude ocurrir a finales del siglo XIX, después de la tercera guerra carlista. Es decir, cuando las acerías vascas consiguieron producir sartenes de este tipo a precios asequibles.

La idea ha gozado de mucho éxito porque, aunque en el resto de España se conoce a la sartén como 'paellera', el nombre técnico es efectivamente 'paella'. Es decir, el plato recibe el nombre del artilugio... ¿Cómo va a existir la 'paella' antes de que la gente tuviera 'paella'?

La explicación es sencilla: existiendo. Como siempre, la escritora y divulgadora gastronómica vasca Ana Vega pone la sensatez y los datos. Por un lado, Vega ha rastreado los catálogos de los fabricantes vascos de ollas y sartenes, pero no ha encontrado ninguna paella a la venta.

Lo que sí sabe a ciencia cierta es que, en todo caso, la paella es previa al acero barato. De hecho, la primera receta escrita de paella que se ha encontrado es de 1857 y se la denomina "sartén a la valenciana (paella)". Además, en 1859, ya hay registros de un 'oficio' llamado 'paellero' que regentaba barracas o pequeños merenderos.

Como explicaba en La Razón, lo más probable es que "las paellas grandes, para quince o veinte personas, [fueran] muy escasas" y que "en las casas normales se usaban recipientes ni tan planos ni tan  grandes, más parecidos a una sartén normal, pero más alta; como se puede  ver en numerosas fotografías de la época". Es decir, que los vascos pudieron ayudar perfeccionando el recipiente... pero la receta ya estaba allí.

Pero las polémicas paelleras no se acaban aquí. Y es que cada vez hay más gente que pone en cuestión que la "receta canónica" de la paella (la que añade al arroz solo conejo, pollo, garrofó o bajoqueta, pero curiosamente se olvida del ingrediente estrella: la rata) sea realmente canónica. Sobre todo, porque asumir que eso es así conlleva 'expulsar' del canon recetas tan tradicionales como esa, pero que se preparaban en otras partes de la región.

La paella no es una lista de ingredientes. Esa es la conclusión de la investigación que está llevando a cabo el que quizás sea el portal más importante del mundo de la paella, Wikipaella. Sé que suena a herejía. Pero, como explicaba Josep Piera, la paella no son unos ingredientes: es una preparación. "La paella es aquel arroz hecho en  paella, y cuyo resultado final es un arroz entero, seco, suelto y  sabroso, independientemente de los ingredientes que lleve".

Así, siguiendo esa máxima, la gente de Wikipaella (con la ayuda de restaurantes, ayuntamientos, asociaciones culturales y asociaciones de hostelería, vecinos y vecinas particulares) han rescatado 20 recetas tradicionales de 'arroz a la valenciana' que por su carácter local están casi desaparecidas.

Hay 20 paellas auténticas (y una ni siquiera lleva arroz). Como nos explican en DAP,podemos encontrarnos desde la paella de matanza o la paella de frità (típica de la comarca de interior de Utiel-Requena) a la paella de fetge de bou (un clásico invernal de L'Horta  Nord). Paellas de lubina, de col y bacalao, de bancal o con chorizo (porque, se pongan como se pongan, la paella sí llevaba chorizo). Y, por supuesto, la paella de trigo (que es típica de La Safor, La Valldigna, La Costera, La Ribera y La Marina Alta).

En Magnet | "No quiero que los españoles vengan a por mí": la Inquisición de la paella da sus frutos

Imagen | Kaitlin Dowis

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España se rompe, meteorológicamente hablando: las lluvias y el frío regresan solo a una mitad del país

España se rompe, meteorológicamente hablando: las lluvias y el frío regresan solo a una mitad del país

Por fin. Tras el mes de abril más cálido desde que tenemos registros, por fin llega un respiro. No solo estamos a punto de disfrutar de un descenso de temperaturas (bastante pronunciado en algunos sitios), sino que el fin de semana lo van a protagonizar las tormentas y los chubascos.

¿Qué va a pasar? Durante semanas, la península ha sufrido una situación de bloqueo. Es decir, hemos tenido un enorme anticiclón que cubría buena parte del país y bloqueaba la llegada de frentes atlánticos o mangas de aire polar. Ahora la situación parece que está empezando a cambiar.

En esencia, parece que el bloqueo ahora está más hacia el oeste: en pleno atlántico. Eso hará que no entren frentes desde el océano, pero (al estar acompañado por amplias áreas de bajas presiones en Europa continental) creará un pasillo que permita que masas de aire del norte se descuelguen hacia el país. Sobre todo, hacia el norte y el este.

Y el mejor ejemplo es ahora. Este fin de semana, por ejemplo, va a llegar un embolsamiento de aire frío. Ese será el responsable de la bajada de las temperaturas y el aumento de la inestabilidad atmosférica. De paso, hará que la cota de nieve baje hasta los 1.400 en algunas partes de la cordillera Cantábrica, Pirineos y los sistemas Central e Ibérico. Sí, vuelve la nieve en mayo, sí.

La mala noticia es que esta entrada de aire es menos intensa de lo que esperábamos. La buena es que los modelos dibujan un escenario muy similar durante todo el mes. Es decir, que si las piezas meteorológicas se mantienen como están, iremos viendo como sucesivas masas de aire frío se descuelgan hasta España.

Las incógnitas se mantienen en el resto del país, pero el cambio es a mejor.

Imagen | MeteoMóstoles

España se divide en dos. De hecho, si hacemos caso a la actualización semanal del modelo europeo podremos ver que España se va a partir en dos. Mientras las anomalías cálidas van a persistir en el suroeste, el nordeste de la península va a enfriarse bastante. De la misma forma, Andalucía y Extremadura van a seguir sin recibir agua, mientras que en el Cantábrico, Navarra, el Pirineo y el Mediterráneo la situación va a ir mucho mejor.

Hora de tomar decisiones. Con la temporada turística en ciernes, el cambio asfixiándose y el agua embalsada al 48.90% (un 0,27 menos que la semana pasada), lo razonable sería pensar que es hora de tomar decisiones. Decisiones que, en el suroeste del país pueden llegar a ser muy duras.

Sin embargo, hay un problema: las elecciones municipales. Y el mejor ejemplo es Doñana y la polémica sobre el regadío que ha enfrentado a la Junta de Andalucía no solo con el Gobierno de España, sino con la misma Comisión Europea. Las administraciones parecen dispuestas a apurar todo lo posible antes de tomar las medidas más duras. Y eso, me temo, son semanas desperdiciadas que luego vamos a echar en falta.

En Xataka | La imagen más deprimente y que mejor explica la sequía en España se ha tomado desde el espacio

Imagen | ECMWF

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La nueva ley de ciencia mexicana no es una ley más: es una batalla clave en la gran guerra por la ciencia moderna

La nueva ley de ciencia mexicana no es una ley más: es una batalla clave en la gran guerra por la ciencia moderna

Desde hace años, los investigadores mexicanos reclaman una ley nacional que ponga a la ciencia en el lugar que le corresponde como uno de los recursos clave para el siglo XXI.

Y sí, ha hecho falta una pandemia, una "guerra" de chips, una nueva carrera biotecnológica, una crisis climática global y el boom de la inteligencia artificial para que el Gobierno Federal se pusiera manos a la obra, pero lo ha hecho.

El problema es que lo ha hecho todo mal.

¿Qué ha pasado con la ley? Al margen de la polémica eminentemente política (que ha sido aprobada en menos de una semana en medio de numerosas acusaciones e irregularidades), la nueva 'Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación' pretende cambiar radicalmente el ecosistema científico mexicano.

Tanto es así que saca de la ecuación al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt): el organismo central de la investigación científica mexicana que, durante años, ha perseguido la legislación para "garantizar al pueblo de México el derecho humano a la ciencia".

Cambios "aberrantes" y "regresivos". De hecho, ese es uno de los grandes cambios que introduce la Ley. Hasta ahora, los 26 centros públicos del Conacyt tenían autoridad presupuestaria para elegir sus proyectos de investigación; ahora todo dependerá de un nuevo consejo integrado por las Secretarías de Estado, los gobiernos estatales e incluso el ejército nacional.

La idea que maneja el equipo de López Obrador parece de sentido común: el presupuesto dedicado a ciencia, investigación y desarrollo debe orientarse a "problemáticas nacionales urgentes" y debe ofrecer "soluciones pertinentes y culturalmente adecuadas" a esos asuntos.

El problema está en quién va a decidir qué problemáticas son urgentes y qué es una solución adecuada. Ahí es donde la comunidad científica, temiendo que las ingerencias políticas dificulten o impidan el desarrollo de líneas de investigación, se ha llevado las manos a la cabeza. Los calificativos han ido desde "absolutamente aberrantes" a definir la ley como "discriminatoria".

El campo de batalla es México, pero la guerra es internacional. En medio del clima de polarización que vive el país, puede parecer que la nueva Ley de ciencia es una ley más de MORENA y el equipo de López Obrador, pero no lo es: hace años que vivimos en una crisis sistémica  de la ciencia internacional y esta ley toma partido de la peor forma posible.

Porque es indiscutible que la academia tiene muchos problemas y que la "privatización" del conocimiento científico es una lacra que hay que combatir. Pero eso solo se puede hacer reforzando los mecanismos institucionales que alinean los incentivos de los científicos con la búsqueda de la verdad. Todo lo que nos aleje de eso, es un paso en falso.

En Xataka |México tiene nueva ley de ciencia y tecnología que desaparece al Conacyt: la comunidad científica dará pelea para detenerla

Imagen | Ocean Jiang

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Ya sabemos qué pasa sin aire condicionado en los aulas. Los niños se vuelven literalmente más tontos

Ya sabemos qué pasa sin aire condicionado en los aulas. Los niños se vuelven literalmente más tontos

Ocho de cada diez estudiantes españoles han tenido que refrescarse o que utilizar ventiladores durante las clases. Es más, "tan solo el 16% del tiempo que pasan en las escuelas se encuentran en condiciones adecuadas". No son datos aislados: es la realidad de un país en el que la mayoría de escuelas fueron construidas antes de que existieran criterios de eficiencia energética.

Y eso, ahora que descubrimos que el calor no es solo una cuestión ambiental o de confort, sino también netamente educativa. Es un enorme problema.

¿Un problema educativo? Es lo que dicen los datos. Por ejemplo, en 2020 y tras analizar más de 13 años de exámenes y temperaturas en la ciudad de Nueva York, el profesor R. Jisung Park, de la Universidad de Pensilvania, llegó a una conclusión (quizás no tan) sorprendente: para alumnos con un nivel equivalente, hacer un examen a 32 grados suponía notas un 15% más bajas que hacerlo a 21 grados.

Eso se traducía en que (a 32 grados) había un 10,9% de posibilidades menos de aprobar la asignatura y un 2,5% menos de graduarse a tiempo. Si aterrizamos los porcentajes, nos encontramos con que, solo entre 1998 y 2011, se suspendieron 510.000 exámenes que no se habrían suspendido con mejores condiciones térmicas. Al menos 90.000 estudiantes se vieron afectados.

Y no es (ni mucho menos) un caso aislado. El mismo Jisung Park, junto a un equipo de la UCLA, indagaron en los datos en el ámbito de EEUU y descubrieron que era algo bastante establecido. Descubrieron que "sin aire acondicionado, un aumento de 0,55 grados centígrados durante el año escolar reduce el aprendizaje de ese año en un 1%". Además, eso explicaría hasta un 5% de la brecha de rendimiento entre estudiantes (porque, según descubrieron, el calor afecta más a las minorías).

"Distraídos, agitados y les cueste enfocarse". Esas palabras de otro de los investigadores de referencia internacional, Joshua Goodman, resumen bien el consenso científico.

¿Qué ocurre en España? "En la actualidad, España es uno de los países más afectados por el  aumento de las temperaturas y las olas de calor dentro de la región  Mediterránea", explicaba Dariya Ordanovich, del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC. Según un estudio publicado hace unos meses, la población de España ha sido capaz de adaptarse de forma relativamente exitosa a las temperaturas extremas en los últimos años. Lo ha hecho, la mayoría de las veces, a pesar de las infraestructuras. Y el mejor ejemplo son los colegios.

Aunque cada vez está más claro que los picos de calor se van a hacer más frecuentes en los próximos años, el mensaje que se lanza desde las administraciones es que el "plan RENOVE" que necesitaríamos para climatizar los 30.000 centros educativos que hay en el país "es inasumible" y la respuesta se reduce, como denunciaba hace unas semanas la Confederación Andaluza de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado por la Educación Pública (Codapa), en repetir "un año tras otro los mismos planes de  emergencia que no dan resultado".

Sálvese quién pueda. De hecho, en la misma Andalucía, los centros e institutos llevan años "adelantando la salida o dando clase en parques para paliar el calor". Es más, los que han instalado aire acondicionado lo han hecho (salvo alguna iniciativa municipal aislada) con el dinero del AMPA y los fondos propios del centro.

Es cierto que algunas administraciones autonómicas han anunciado la futura climatización de los centros, pero sin planes claros y concretos (o, directamente, desdiciéndose al poco tiempo). Tampoco avanzan las iniciativas para mejorar el aislamiento y el funcionamiento térmico de guarderías, colegios e institutos. 

Lo único que empieza a "moverse" son regulaciones que permiten adaptar los horarios. Algo que tampoco es demasiado efectivo en un país donde el horario escolar intensivo es casi omnipresente

¿A qué esperamos? Esa es la gran pregunta. Una pregunta que es crítica porque, aunque no hay estudios costo-efectivos en España, los que se han realizado en EEUU concluyen que las "estimaciones implican que los beneficios del aire acondicionado en las escuelas probablemente superen los costos [...] especialmente dado el cambio climático que se prevé para el futuro".

Es decir, que mientras España va camino de ser una sucursal del desierto del Sahara, el sistema educativo parece que no se ha enterado.

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Imagen | Shubham Sharan

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Una agonía de más de 12.000 años: la historia de cómo nos quedamos solos no es como nos la contaron

Una agonía de más de 12.000 años: la historia de cómo nos quedamos solos no es como nos la contaron

La historia parecía sencilla: mientras los neandertales habitaban y prosperaban en Europa, los Sapiens modernos evolucionaron en África. Hace unos 45.000 años, estos últimos se expandieron por todo el mundo y el resto de especies humanas... desaparecieron sin dejar más que un puñado de rastros.

El problema es que, como suele ocurrir, la historia real no tiene nada de sencilla.

Un misterio inexplicable. Hace unos años, en la cueva francesa de Mandrin en el valle francés del Ródano, se encontraron un molar humano y diversas herramientas que parecían hechos por humanos modernos. ¿El problema? Que tenían 54.000 años y eso no era posible.

Según se pensaba los humanos modernos habían llegado a Europa unos 10.000 años después. ¿Qué estaban haciendo allí esos restos y esas herramientas? Tras analizar la cronología, los investigadores descubrieron que, efectivamente, parecía haber una pequeña ocupación de sapiens modernos. Antes y después de esa ocupación, había comunidades neandertales.

¿Tiene sentido eso? ¿No se habría contaminado el yacimiento? Ahora, un equipo de investigadores ha analizado varias herramientas de piedra de distintos yacimientos para descubrir que la expansión de los humanos modernos se produjo en tres oleadas migratorias distintas. Es decir, que durante miles de años las dos especies convivieron en (mayor o menor) armonía.

Un hilo invisible. A veces, por muy evidentes que sean las cosas, no te das cuentas de lo parecidas que son las cosas hasta que las pones una junta a la otra. Eso es lo que ha hecho Ludovic Slimak, arqueólogo del Centro Nacional para la Investigación Científica: comparar la tecnología lítica del yacimiento libanés de Ksar Akil con los yacimientos de la cueva de Mandrin.

Según Slimak, entre ambos yacimientos (cada uno a un lado del Mediterráneo) hay importantes equivalencias desde el punto de vista técnico y cronológico. Algo que sugiere que la llegada de los sapiens no fue uniforme. La de Mandrin parece ser una pequeña colonia sapiens moderna en mitad del territorio neandertal y está conectada por un hilo invisible con el resto de comunidades sapiens del Mediterráneo.

Journal Pone 0277444 G009

Doce mil años de convivencia. Eso ocurrió hace unos 54.000 años. Las siguientes oleadas fueron hace unos 45.000 años y la última y definitiva hace 42.000. Todas se pueden rastrear por la tecnología y dan una imagen nueva muy alejada del aparente genocidio: una tupida red de comunidades de ambas subespecies en Europa que se extendieron hasta 12.000 años y que, según todos los indicios, convivieron e intercambiaron tecnologías (y otros rasgos culturales).

Una larga historia triste. Eso quiere decir que, a diferencia de lo que se pensaba hasta hace pocos años, el proceso de 'sustitución' de los neandertales no fue rápido, sino una larguísima historia que ha dejado sus restos en nuestro ADN.

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Imagen | Apocalipsis neandertal 

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