Ciclismo a 54 km/h sin pedalear: la ciencia que explica las propiedades aerodinámicas del pelotón

Ciclismo a 54 km/h sin pedalear: la ciencia que explica las propiedades aerodinámicas del pelotón

La estampa es de lo más veraniega: un cúmulo de pobres desgraciados, a menudo tres o cuatro, cabalgan contra viento y marea en busca de una exigua victoria de etapa que adorne su discreto palmarés. Por detrás, una bestia serpenteante y colorida de más de cien ciclistas consume los minutos y los kilómetros entre bostezos y una aparente e inexplicable relajación. El reloj corre, y también el cuentakilómetros: unos los zampan a 40 kilómetros por hora. Otros, a 50.

¿Por qué? El hecho en sí no es misterioso: todos los aficionados ciclistas y todos los ciclistas profesionales son plenamente conscientes de las ventajas de circular dentro del pelotón. La resolución del escenario previo es casi siempre invariable, especialmente en la primera semana: conforme la llegada se acerca, el pelotón acelera el ritmo, se enfila y devora la antaño gigantesca ventaja de los escapados. Es la primera semana del Tour y el espectador novicio, probablemente aturdido por la siesta, se dispone a contemplar un sprint.


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Del caballo al tanque, del globo al avión: así fue como la Primera Guerra Mundial revolucionó el arte de matar para siempre

Del caballo al tanque, del globo al avión: así fue como la Primera Guerra Mundial revolucionó el arte de matar para siempre

La Primera Guerra Mundial fue el primer conflicto bélico moderno de la historia. Y como tal, deparó millones de muertos, pero también una revolución integral y transversal de las armas de guerra. No sólo en materia de tácticas, sino en aspectos antes ajenos al arte bélico como la aviación, los submarinos o los carros blindados. Aquello que se libró en los campos belgas y picardos durante cuatro años era reconocible como una guerra sólo por el barro y la sangre, pero todo lo demás había cambiado. Y lo había hecho para siempre.

En 1914, el último conflicto armado a gran escala que recordaban las grandes potencias europeas se remontaba casi cinco décadas en el tiempo. Entre tanto, los imperios, tan en boga por aquel entonces, se habían prodigado en la conquista de otros continentes, a menudo frente a tribus o naciones menos doctas en el arte de la tecnología de guerra. Europa había olvidado la práctica de la guerra, pero su espectro jamás se evaporó.


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