El vino español lleva años trabajando para ganar prestigio fuera del país. Las falsificaciones lo están reventando
España es tierra de vinos, espumosos, cervezas, sidras, licores… Y falsificaciones. Así lo revela al menos el último balance de la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE (EUIPO), que ha lanzado un aviso a navegantes: las copias fraudulentas están golpeando con fuerza a la industria del alcohol, restándole miles de millones de euros en ventas, destruyendo miles de empleos y privando a las arcas públicas de cuantiosos ingresos vía impuestos. Y el que peor lo está pasando es España.
Aquí se localizan las bodegas y empresas que más dinero pierden.
La botella, la más afectada. Cuando hablamos de falsificaciones la mente suele irse a los artículos de lujo, prendas, carteras y bolsos de grandes marcas, relojes o joyas exclusivas. La sombra de las copias piratas es sin embargo alargada y se extiende a otras muchas mercancías, incluidos los alimentos. Es más, la EUIPO asegura que en 2020 las falsificaciones de comida fueron de las más comunes que se encontraron en las fronteras de la UE. Y por “comida” no solo se refiere a embutidos ibéricos. En la lista hay también galletas, pasta, patatas o dulces.
Si hay un sector que esté sufriendo de forma alarmante el mazazo de las copias es sin embargo el del vino y las bebidas espirituosas. “Fue uno de los más afectados durante el período 2013-2017”, aclara el organismo antes de deslizar un par de cifras. “Se estima que se perdieron 2.289 millones de euros en ventas y se destruyeron casi 5.700 empleos al año en la UE a causa de las falsificaciones en este sector”. Solo en impuestos se esfumaron 2.068 millones de euros.
España, en el foco. El sector no lo pasa igual de mal en toda la UE. EUIPO estima por ejemplo que a la industria portuguesa las falsificaciones le cuestan unos 33 millones de euros en ventas y algo más de 200 empleos cada año. En Austria las copias ilícitas le restan a los viticultores y demás profesionales del sector cerca de 28 millones de euros y en Grecia esa factura asciende a 49 millones. El golpe es más severo en Alemania, con unas pérdidas de 279 millones de euros, Italia (302 millones) o Francia, donde ese agujero asciende a 316 millones de euros.
Son cifras elevadas, pero no tanto como las que sufre España, una de las grandes potencias vinícolas del mundo junto a Italia o Francia. Lo advierte con claridad EUIPO, que lanza una advertencia: “España es el primer país de la UE en pérdida económica directa en este sector, con 380 millones en ventas no realizadas por falsificaciones”. El sector español es además uno de los que más empleo pierde por esa causa: más de 1.100 puestos al año, un dato que solo supera Francia.
Viejo problema, nuevos retos. Las falsificaciones de vinos y bebidas espirituosas no son ninguna novedad, pero las autoridades siguen encontrándose con nuevos desafíos. La EUIPO señala que el auge del comercio online “ha abierto nuevas vías” para la venta de copias y hace que a los clientes lo tengan “cada vez más difícil” a la hora de distinguir entre un artículo auténtico y otro falsificado, un problema que no afecta únicamente a la industria de las bebidas alcohólicas.
“Las redes criminales manipulan etiquetas, envases e incluso alteran los procesos de fabricación, centrándose en productos de valor”, añade el organismo. En el caso concreto del alcohol lo que sí perciben los expertos es que los falsificadores están recurriendo a “métodos sofisticados” para burlar controles, lo que incluye desde la reutilización de botellas originales a la impresión de etiquetas falsas.
Dos países: China y Turquía. Las autoridades comunitarias no solo han detectado las naciones más castigadas (a nivel económico y en empleo) por las falsificaciones. El informe de EUIPO hace algo más: señalar los países de origen que se relacionan con mayor frecuencia con las falsificaciones de alimentos y bebidas. Y hay dos que destacan si nos centramos en las copias piratas que se incautaron entre 2019 y 2020 en las fronteras de la UE: China y Turquía.
A modo de conclusión el texto desliza otra idea igual de importante. Las falsificaciones no son un problema solo por el daño que causan al sector o por su capacidad para destruir empleo. La EUIPO añade otro hándicap más importante: la salud pública. “Informes recientes alertan sobre los riesgos de estos productos para la salud de los consumidores”, advierte antes de recordar que se ha detectado comida y bebida con “sustancias peligrosas”, como metanol, mercurio o pesticidas.
Imágenes | Kelsey Chance (Unsplash) y Zachariah Hagy (Unsplash)
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El vino español lleva años trabajando para ganar prestigio fuera del país. Las falsificaciones lo están reventando
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Xataka
por
Carlos Prego
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