Que “Wonka” no diga en su tráiler que es un musical tiene una explicación. Una que a Hollywood le da vergüenza admitir
Hace unos días fui al cine con mi pareja y unos amigos para ver la nueva versión cinematográfica de la novela de Roald Dahl, Wonka. Esta vez protagonizada por un vibrante Timothée Chalamet que, la verdad, nos sorprendió para bien. Sin embargo, otra cosa que nos sorprendió y en lo que coincidimos todos los que asistimos a la proyección es que la película fuera un musical.
Nos llamaba la atención porque ni en el tráiler ni en ningún sitio se había promocionado como tal. De hecho, me he dado cuenta de que es algo que me ha ido pasando a lo largo de los últimos años: voy a ver las películas al cine sin saber que son en realidad musicales. Y resulta que no soy yo sólo, sino que es una tendencia más que extendida. Al parecer, como los musicales no triunfan tanto entre el público, Hollywood está ocultando en sus campañas publicitarias que son en realidad musicales.
Cuando el primer avance de la película dirigida por Paul King vio la luz en julio, había pocos o ningún indicio de que la película incluyera números musicales. En mayo, el primer tráiler de otra película, The Color Purple, prometía “una nueva y audaz versión del querido clásico”, pero tampoco daba pistas de cuál era esa versión (se cantaron a la sumo dos palabras). El tráiler dice que está basada en la novela de 1982 de Alice Walker, pero no revelaba que también está adaptada de la obra de Broadway.
Y en noviembre, el tráiler de Mean Girls hizo lo mismo: no dijo en ningún lado que era un musical. El fenómeno también se extiende a películas animadas como Leo y Miraculous: Ladybug & Cat Noir, de Netflix. Conclusión: Hollywood sigue haciendo musicales, pero la industria no quiere que nadie lo sepa. La pregunta es: ¿Por qué esconderlo? La respuesta es obvia: los musicales no tienen muy buena reputación estos años.
Después de que a algunos les fuera medianamente bien en taquilla como a la cinta El Gran Showman de Hugh Jackman hace media década (recaudó 434 millones de dólares), muchos musicales recientes han tenido un desempeño muy inferior. Algunos ejemplos son En un barrio de Nueva York (sólo recaudó 45 millones) y la versión de Steven Spielgberg West Side Story (76 millones). Otro de Universal, Dear Evan Hansen, apenas recaudó 19 millones. Además, por supuesto, de Cats, que se llevó lo peor tanto en cifras como en críticas.
No, la pandemia no ayudó precisamente a los estrenos de musicales de aquellos años y los posteriores a Hamilton, incluso aquellos que fueron bien recibidos por la crítica, tampoco atrajeron la atención de los servicios de streaming. Una y otra vez, los musicales no lograban resonar entre la audiencia. ¿Qué tenían en común todas esas películas, además del género? Que todas admitieron desde el principio que eran musicales. Sus tráilers les dijeron a los espectadores qué esperar.
Pero Hollywood no quiere rendirse
Desde hace años que la palabra “musical” causa escalofríos entre cierto sector del público cinéfilo. Sobre todo por la falsa creencia de que los personajes van a estar cantando cada palabra que salga de sus bocas. El hecho de que los estudios eviten los elementos musicales en las campañas de marketing no es nada nuevo. “Es una respuesta simple: los estudios creen que la gente no irá a ver un musical”, explicaba Jeff Gritton, editor de tráilers en Trailer Park, Inc, en este artículo de The Ringer.
¿Y entonces por qué siguen produciendo musicales? Los ejecutivos de los estudios siguen empeñados en el éxito de taquilla animado de Disney de 2013, Frozen, que tampoco se comercializó como un musical pero que triunfó y llegó a recaudar en taquilla más de 1.280 millones.Hollywood no quiere abandonar este género.
De hecho, aunque comentábamos antes que los tráilers de de Mean Girls de internet no muestran canciones, si lo hizo una versión del teaser que mostraba a la estrella Reneé Rapp cantando una canción del musical de Broadway a la cámara. Se lanzó únicamente antes de la película del concierto de Taylor Swift, The Eras Tour. En este caso, sabían que la audiencia sería principalmente un grupo joven y femenino, por lo que era más posible que el tráiler tuviera más calado.
Lo cierto es que el fenómeno es una tragedia y casi una vergüenza para los directores de obras musicales. Pero a la industria les da totalmente igual: siempre que tengan más probabilidades de atraer al público a las salas si no comercializan las películas como musicales, lo harán.
Habrá pocos que se salgan del cine porque “era un musical y nadie me lo dijo”. De hecho, como he podido comprobar recientemente, los cinéfilos con poca o ninguna información que no se han dado cuenta del “truco” tienden, en realidad, a irse más contentos que unas pascuas. Sin duda, la ignorancia es a veces la felicidad.
Imagen: Wonka
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Albert Sanchis
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