C-Crete quiere ser la alternativa sostenible al hormigón. Su estrategia: fabricarlo sin usar cemento
Hemos probado con posos de café, mascarillas usadas, pañales e incluso con una fórmula “cósmica” a base de patatas, polvo y sal, todo el propósito de reinventar el hormigón y reducir la tremenda factura medioambiental que tiene fabricarlo. En California hay sin embargo una compañía que plantea una nueva estrategia, tan o incluso más curiosa que las anteriores: crear hormigón sin necesidad de cemento Portland, un aglutinante muy popular hoy en día y en cuyo proceso de elaboración se emiten —según algunos estudios— importantes cantidades de CO2.
Su propuesta se llama C-Crete, el “hormigón sin cemento”.
No digas cemento, di C-Crete. Así es como la compañía homónima (C-Crete Technologies) ha decidido bautizar su creación, un material de construcción que presenta como un “innovador hormigón sin cemento”. No es mucho lo que se sabe de su propuesta porque de momento la empresa quiere proteger su fórmula, pero ya ha dejado algunas pinceladas. Y también demostraciones prácticas.
La clave de C-Crete es una sustancia aglutinante sin cemento que usa materiales pendientes de patente, minerales naturales y subproductos industriales. Gracias a esa combinación sus creadores creen garantizada una “abundante materia prima”.
¿Tenemos más datos? Sí. Hace poco el MIT publicó un artículo sobre el C-Crete en el que asegura que sus materiales se pueden fabricar sin necesidad de alcanzar las altas temperaturas que sí requiere la elaboración del cemento Portland, lo que reduce su factura energética. Su gran objetivo es sin embargo otro: mejorar el balance de CO2 que tiene el hormigón actual. ¿Cómo? Con un material que reduzca las emisiones de CO2 e incluso sea capaz de atraparlo.
“Casi no produce dióxido de carbono durante su fabricación y lo absorbe del aire con el tiempo”, recalca la compañía. Una de sus líneas de trabajo es de hecho cómo aprovechar el CO2 capturado para reforzar su hormigón. “Haría que el material fuera más fuerte, resistente y duradero que el hormigón normal”, promete.
De la teoría, a la práctica. No todo es teoría. En julio la compañía ofreció una demostración al usar su material en un edificio comercial de Seattle, en el estado de Washington, EEUU. Durante la prueba vertió aproximadamente 60 toneladas de hormigón sin cemento en los cimientos y muros de un antiguo edificio.
“El hormigón tenía una gran fluidez, se bombeaba y alcanzaba una resistencia a la carga de más de 5.000 libras por pulgada cuadrada, superior a la norma ASTM de unas 4.000 psi para la mayoría de aplicaciones de hormigón residencial, comercial y de infraestructuras. También cumple otros estándares clave de la industria”.
Su promesa: sostenible y resistente. C-Crete garantiza que además de cumplir con los estándares, su mezcla muestra “una durabilidad excepcional”, es resistente a la congelación y compatible con los aditivos habituales del hormigón, una ventaja con la que espera facilitar su expansión comercial.
El MIT asegura que la “fórmula” de C-Crete será una incógnita al menos hasta que la empresa logre las patentes, pero habría “pruebas de terceros” que constatan que cumple con los requisitos de resistencia y fluidez del cemento Portland.
¿Cuál es su objetivo? La empresa lo recalca una y otra vez. A lo que aspira es convertirse en una “alternativa viable y sostenible” al cemento Portland. No es un objetivo menor, tanto por el peso de este tipo de aglutinante en la industria como por lo que supondría para el medioambiente. Hay estudios que sostienen que la producción global de esta sustancia se asocia con entre el 5 y 8% de las emisiones antropogénicas de CO2 y la propia C-Crete sostiene que es responsable de aproximadamente el 7% de las emisiones totales de carbono.
“Si se usa en su lugar, el nuevo material puede ayudar a reducir de forma sustancial el impacto ambiental de la construcción. Cada tonelada de aglutinante C-Crete que reemplaza al cemento Portland evita aproximadamente una tonelada de emisiones de CO2”, sostiene. De momento las instalaciones de la empresa están preparadas para producir decenas de toneladas de aglutinante al día, lo que la sitúa bastante lejos de la capacidad de los grandes fabricantes de cemento.
¿Quién está detrás? En un sector en el que son frecuentes los intentos por “reinventar” el hormigón, a menudo con el propósito de conseguir variantes más sostenibles y resistentes, la pregunta es pertinente. El fundador y presidente de la compañía es Rouzbeh Savary, quien a finales de la década de 2000 realizó su doctorado en el Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental del MIT y se embarcó en el MIT Concrete Sustainability Hub. Gracias a su propuesta de bajas emisiones de CO2 ganó el concurso de emprendimiento de la institución, premiado con 100.000 dólares. Durante su último año en el MIT fundó C-Crete.
Respaldo institucional. Hace apenas unas semanas la compañía anunciaba que ha logrado el respaldo del Departamento de Energía de EEUU para avanzar en su método para aprovechar el CO2 capturado como un ingrediente más de su hormigón sin cemento. Ese apoyo se materializa en dos millones de dólares.
“El CO2 incorporado al producto —captado del aire al fraguar el hormigón o procedente de fuentes industriales— podría usarse en forma diluida, eliminando el costoso paso de separarlo de otros gases”, explica C-Crete Tecnologies: “Una vez mineralizado en el hormigón, el CO2 diluido haría que el nuevo material fuera más fuerte, resistente y duradero que el hormigón convencional”.
Imágenes: C-Crete Technologies 1 y 2
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C-Crete quiere ser la alternativa sostenible al hormigón. Su estrategia: fabricarlo sin usar cemento
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Carlos Prego
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