En los años 80 EEUU se propuso crear el mejor avión de vigilancia furtivo. Le salió un “bus escolar alienígena”

En los años 80 EEUU se propuso crear el mejor avión de vigilancia furtivo. Le salió un

Cuando el piloto de la Air Force Denny Jarvi vio por primera vez el avión Tacit Blue, allá por los años 80, debió de llevarse un chasco considerable. Se suponía que estaba ante un diseño ultramoderno y “Top Secret”, un prototipo único, fruto de la tecnología más avanzada de Estados Unidos en lo que a naves furtivas se refería, y sin embargo Jarvi no podía obviar que la nave era bastante fea. “Vaya, jaja, no es la máquina más bonita que he visto”, pensó al tenerla delante, una reflexión que compartiría décadas más tarde con el canal de YouTube 10 Percent True.

No le faltaba razón.

Al Northrop Tacit Blue se le conoce habitualmente por su apodo, “Ballena” o incluso hay quien se ha referido a él como “autobús escolar alienígena”. Y de nuevo ambos motes no le van nada mal: la aeronave pesaba unos 13.600 kilos, medía 17 metros de largo, 14,7 de envergadura y poco más de tres de alto y a bordo tenía capacidad para un único tripulante. En cuanto a operativa, estaba diseñado para operar en altitudes medias y era capaz de alcanzar una velocidad de 250 nudos.

Pero sobre todo y dejando la ficha técnica a un lado, Tacit Blue parecía efectivamente una peculiar ballena metálica, achaparrada, baja y no demasiado aerodinámica. “En ese momento era posiblemente el avión más inestable que jamás había volado”, reconocería décadas después a Air Force Magazine John Cashen, uno de los ingenieros de Northrop que participó en el proyecto.

El “bus escolar alienígena”

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A pesar de su aspecto o maniobrabilidad y de que solo se llegó a ensamblar una unidad —hubo una segunda a medio montar—, el Tacit Blue ocupa un papel clave en la historia de la aviación militar. Gracias a él la “tecnología furtiva” (o stealth), que aspira a que las aeronaves y barcos se vuelvan prácticamente invisibles a ojos de los radares enemigos, pudo experimentar un avance notable. Y gracias a él, en parte, hemos podido lograr modelos que probablemente pilotos como Jarvi habrían visto con mejores ojos, como el B-2 Spirit o B-21 Raider.

Para conocer su historia hay que remontarse a los años 70, cuando la agencia DARPA lanzó el programa BSAX, siglas en inglés de experimento de aeronaves de vigilancia del campo de batalla. Su objetivo resultaba tan sencillo de resumir como complicado de trasladar a la práctica: conseguir una nave capaz de observar a los enemigos desde el aire mientras burlaba sus sistemas de vigilancia.

El ejército de EEUU quería un avión que viera sin ser visto.

El encargo recayó sobre la compañía Northrop, que decidió que la mejor opción pasaba por idear una nueva aeronave, una especial y construida en torno a un gran sistema de radar revolucionario, capaz de apuntar su haz sin tener que moverse. El resultado —explican desde la compañía— fue el Tacit Blue, un avión de corte casi rectangular, de bordes ligeramente redondeados y alas delgadas.

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Su diseño supuso un desafío para los ingenieros. Antes de los 80 EEUU disponía ya de otros aviones de reconocimiento avanzados, como el popular Lockheed SR-71 “Blackburd”, e incluso de la aeronave furtiva Lochheed Have Blue, un bombardero que realizó su vuelo inaugural en diciembre de 1977. Cuando de lo que se trataba era sin embargo de combinar habilidades y lograr un avión de vigilancia capaz de reducir su exposición a los radares enemigos, la cosa se complicaba.

Los bombarderos y cazas suelen lanzarse hacia sus objetivos para luego alejarse con rapidez. De Tacit Blue se esperaba algo distinto: su misión consistiría en merodear por territorio hostil, volando en círculos y recabando datos mientras se exponía a los múltiples dispositivos de detección del enemigo. No solo eso. Como recuerda Air & Space Forces, para cumplir con su cometido la “Ballena” debía además portar un radar LPIR, un dispositivo grande y de alta capacidad.

¿Cómo lograrlo? Pues con un diseño novedoso, que no resultón, característica que comprobaría poco más tarde Denny Jarvi. “La integración de la antena dio lugar a la forma cuadrada del cuerpo”, recuerda Cashen: “El resto del diseño giró en torno a intentar que esa caja volara y fuera en todos los aspectos sigilosa”.

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Cuando tocó plantearse cómo dar forma a la aeronave, el equipo de Northrop pensó en un inicio usar las mismas superficies facetadas que tan buenos resultados estaban dando al Have Blue a la hora de esquivar el control de los radares, pero acabó desechando la idea al comprobar que no se ajustaba a su nave.

Solución: apostar por las superficies curvilíneas, un diseño útil a la hora de redistribuir la energía de un haz de radar y acabó dando al Tacit Blue el peculiar aspecto que, andando el tiempo, le valió el apodo de “bus escolar alienígena”. Para febrero de 1982, alrededor de un lustro después del inicio del programa del Tacit Blue, los ingenieros de Northrop tenía ya un prototipo de avión fabricado en su mayor parte con aluminio y listo para encarar su primera vuelo de prueba.

No era bonito, cierto.

No era especialmente estable, sí.

Ni fácil de manejar, cierto también.

Pero superó las pruebas con éxito y entre el 82 y el 85 aquella peculiar ballena aérea completaría 135 misiones que le mantendrían aproximadamente 250 horas en el aire. Al menos parte de esas pruebas se realizaron en el Área 51. Su destino no era sin embargo convertirse en un avión fabricado en serie, sino más bien servir de enorme banco de pruebas tecnológico, uno que sirvió para aprender técnicas de encubrimiento de radar, LPI o perfeccionar el diseño de las naves furtivas.

Al fin y al cabo el propio Tacit Blue dejaba frentes en los que era importante avanzar. Uno de sus grandes hándicaps era que  su fuselaje resultaba visible desde el suelo, lo que le restaba eficiencia de día y exigía que lo acompañara un caza.

“Demostró que un avión furtivo podría tener superficies curvas, a diferencia de las superficies facetadas del F-117 Nighthawk, lo que influyó en aviones posteriores como el B-2″, explica el museo de Air Force: “El diseño también minimizó la firma de calor emitida por los motores, enmascarando aún más su presencia”.

El programa se mantuvo hasta 1985, cuando el avión dejó de volar y pasó a convertirse en un secreto del ejército de EEUU. Así fue al menos hasta que su desarrollo se desclasificó y en 1996 pasó a exhibirse en el Museo Nacional de la Air Force junto con una placa que recuerda a figuras destacadas en su desarrollo.

Hoy tanto DARPA como Northrop e incluso Defensa sacan pecho por sus logros.

Y el Tacit Blue se recuerda como una pieza valiosa en el desarrollo de la aviación militar estadounidense y la apuesta por la tecnología furtiva.

No es la máquina más bonita que haya sobrevolado EEUU, en palabras de Jarvi, pero sí ha dejado un legado más que importante en la aviación del país.

Imágenes: U.S. Air Force photo by Ty Greenlees, U.S. Air Force

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En los años 80 EEUU se propuso crear el mejor avión de vigilancia furtivo. Le salió un “bus escolar alienígena”

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por
Carlos Prego

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