Los dentistas se han topado con un enemigo inesperado: los propios dentistas y los tratamientos innecesarios
Ocurre en todos los oficios. Sobre todo en aquellos en los que el vínculo entre quienes prestan un servicio y quienes lo demandan es más sensible, como ocurre con los médicos y sus pacientes o, pongamos, quienes nos dedicamos a informar y quienes buscan información. Hay profesionales buenos. Y los hay malos. Los hay de ética intachable. Y los hay sin escrúpulos. A lo largo de los últimos años se han alzado voces —incluso dentro del sector— para denunciar a los de esta última clase en un campo delicado por lo vulnerables que son sus usuarios: la odontología.
Lo hacen además con datos en las manos.
¿Debería tratarme la boca? Hace unos años la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) decidió realizar un experimento que giraba en torno a esa pregunta. Su planteamiento de partida era tan curioso como acabó siéndolo el resultado: la ETH pidió a un voluntario que visitara a 180 dentistas de Zúrich escogidos al azar. Y aunque el paciente en cuestión tenía solo pequeñas caries, tan poco relevantes que no requerían empastes según las directrices dentales suizas, se encontró con que 50 de los profesionales le plantearon tratamientos que no necesitaba.
No solo eso. Los investigadores mostraban su asombro por la disparidad de criterios en las consultas: al paciente llegaron a aconsejarle que se realizara entre uno y seis empastes e incluso le propusieron que se tratara 13 dientes distintos.
Cuestión de dentistas… y de pacientes. “Observamos una tasa de recomendación de sobretratamiento del 28% y una sorprendente heterogeneidad”, recoge el estudio del ETH, que desliza además otra idea no menos preocupante: los consejos de intervenciones innecesarias eran más frecuentes cuando el paciente se presentaba como una persona de nivel socioeconómico bajo. En aquellas ocasiones en las que el voluntario mostraba un estatus mayor los consejos excesivos eran —en palabras de los propios investigadores— “significativamente menores”.
Lo más curioso es que bastó con que el voluntario cambiase su apariencia, luciendo ropa más o menos cara, maletín o mochila, un móvil de alta gama, las llaves de un vehículo caro… Cuando su aspecto era el de una persona de extracción económica baja recibió consejos de sobretratamiento en más del 32% de las ocasiones. Si daba a entender que tenía dinero y una buena posición social, en el 23%. La cosa cambiaba también en función de los conocimientos que mostrara.
¿Es el único estudio? No. La investigación del ETH, publicada en 2017, resultó especialmente mediática, pero no es la única que pone el dedo en la llaga. Hace años el escritor William Ecenbarger se sometió también a una prueba peculiar: acudió a 50 dentistas seleccionados al azar de 28 estados de EEUU, siempre explicando que era un recién llegado a la ciudad en busca de una clínica.
“Algunos querían solo 500 dólares para devolverme la buena salud dental. Otros querían 10, 20 e incluso 50 veces esa cantidad. Sin duda, no todos podían tener la razón”, comenta en el reportaje que preparó para Reader´s Digest. Un dentista le ofreció un presupuesto de 460 dólares por el tratamiento que, afirmaba, necesitaba para disfrutar de una boca totalmente sana. Otro creía necesarios 29.850 dólares. En España la OCU señalaba en 2019 que una de las quejas más frecuentes de los los clientes de las cadenas de franquicias eran los “tratamientos innecesarios” (11%), solo por detrás del cambio de profesionales y las negligencias.
La presión por ofrecer tratamientos. En 2015 se realizó otros estudio en Suiza que muestra la “preocupación” de los profesionales por lo que ya se conoce como “sobretratamiento”. Años después, en 2020, y lejos de allí investigadores de las universidades de Sídney y Otago, en Nueva Zelanda, abordaron otra cuestión clave: ¿Hasta qué punto se sienten presionados los dentistas para ofrecer servicios innecesarios, sobre todo cuando muchos de ellos trabajan en clínicas privadas, negocios cuyo nivel de ingresos al final del mes depende de su actividad?
Su conclusión, tras entrevistar a 20 profesionales: “Los participantes expresaron que la forma en que se remunera la odontología, en función de la actividad, fue una motivación para realizar tratamientos excesivos. También hablaron de conseguir un equilibrio entre comercialismo y profesionalismo en la práctica dental privada”. El estudio centró su foco en Australia, pero su reflexión es interesante en España, donde el Consejo General de Dentistas estima que el 97% de los colegiados ejerce en el ámbito privado. Su día a día se desempeña en alguna de las 23.000 clínicas registradas. En la pública hay apenas 1.300 dentistas en Atención Primaria.
Las peculiaridades del sector. La reflexión de la Universidad de Sídney y los datos del Consejo General reflejan una de las grandes peculiaridades del sector: su vinculación con el sector privado. El Informe sobre Demografía de los Dentistas en España constata que solo el 3% de los profesionales trabaja en la sanidad pública. De los 40.417 dentistas colegiados en el país, la inmensa mayoría, cerca del 97%, desempeña su labor en el ámbito privado. lo que arroja un saldo de 85 por cada 100.000 habitantes, por encima de la media de la Unión Europea, de 76.
“Es muy urgente ampliar el número de plazas para dentistas en la sanidad pública”, recalcaba en 2022 Óscar Castro, presidente del Consejo General en declaraciones recogidas por EFE. Si se analiza el conjunto de los 192.000 médicos que hay en activo en España el peso de la actividad privada es considerablemente inferior: cerca del 30% trabaja en centros privados, según datos de RTVE. En un extenso reportaje sobre dentistas The Atlantic ahonda en otras peculiaridades de la profesión, como su peculiar historia, imagen o incluso tradición científica. En 2007 en EEUU se creó incluso el centro de Odontología Basada en la Evidencia, CEBD.
Los profesionales, primeros interesados. Los pacientes no son los únicos preocupados por los tratamientos excesivos e innecesarios. Si hay otra conclusión que se desprenda de estudios como el de la ETH, es que parece ser una quebradero de cabeza para los propios dentistas. Para su investigación, el centro suizo contó de hecho con el asesoramiento de profesionales y un ensayo publicado en 2015 sobre las implicaciones éticas del sobretratamiento en Suiza, concluye, de forma clara: “Parece una conducta éticamente inaceptable a ojos de una muestra de dentistas”.
Y si bien sus autores reconocen que los profesionales consideraban muy poco probable que el colectivo pudiese comportarse de forma inadecuada, sí admitían cierta preocupación “por la prevalencia de comportamientos no éticos”. Casos ha habido incluso, como el de un célebre odontólogo californiano que supuestamente cobró miles y miles de dólares a sus pacientes por cuidados que no necesitaban, en los que el embuste se destapó por denuncias de otros colegas de profesión.
Imágenes: Quang Tri Nguyen (Unsplash) y Organización Colegial de Dentistas de España-Fundación Dental Española (FDE)
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Los dentistas se han topado con un enemigo inesperado: los propios dentistas y los tratamientos innecesarios
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Xataka
por
Carlos Prego
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