Hemos pedido a dos nutricionistas que evalúen a ciegas un menú semanal creado con GPT-4. Ha salido muy bien parado
Entre los muchos usos que se le pueden dar a ChatGPT está el de apoyo nutricional. Si le pedimos consejos dietéticos y gastronómicos, nos los dará. Pero como esto no se trata de hacer pruebas por el jijijaja ni de atajar código para programar más rápido, sino de algo que puede ir directamente relacionado con nuestra salud, la cuestión se vuelve más delicada.
Para poner a prueba las capacidades de GPT-4, pago Plus mediante, hemos querido hacer un pequeño experimento: solicitarle un menú semanal con unas condiciones concretas, aunque no muy específicas, y pedir a dos nutricionistas que la evalúen a ciegas. Es decir, les hemos facilitado dos dietas: la hecha por ChatGPT, y otra hecha por otro nutricionista profesional; para que las evalúen sin saber cuál era cuál. Y así evitar que cualquiera pueda creer que estaban opinando con algún tipo de sesgo.
Dos menús y opiniones similares
Estos son los menús que les facilitamos, sin especificarles cuál era el creado por ChatGPT y cuál el creado por un nutricionista.
menú A (gpt-4) |
menú B (un nutricionista) |
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domingo |
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El prompt utilizado para la dieta de ChatGPT fue el siguiente, matizando lo suficiente para que pudiese intuir mis condiciones corporales y mis necesidades energéticas y de macronutrientes.
Soy un hombre de 32 años, mido 1,90 m, peso 89 kg, tengo un trabajo extremadamente sedentario pero voy al gimnasio a hacer una hora de musculación cinco veces por semana y salgo a correr entre 5 y 15 kilómetros de dos a tres veces por semana. Prepara un menú semanal para alguien como yo, basado en alimentos frescos, sin productos industriales o ultraprocesados. De lunes a domingo, desayuno, comida, merienda y cena.
No se trataba de comparar las dos dietas para una misma persona, sino compararlas de forma aislada. Y por supuesto, sin considerar que el B representa a todo su gremio.
La primera nutricionista es Miriam Ruiz, médico y nutricionista, creadora de la escuela online de alimentación y salud Edyal y autora del libro ‘Alimenta tu salud con comida real‘ (editorial Aguilar). El segundo, Alberto Esteban, dietista nutricionista del hospital Virgen del Rocío, en Sevilla.
Miriam explica que si ella tuviese que haber preparado un menú, hubiese hecho el A (sin saber que ese era el que preparó ChatGPT). “Tienen diferencias. Por ejemplo, el A describe comidas sin establecer cantidades, mientras que el B sí se centra en las cantidades. Es llamativo que el B ni huele las verduras, ni las legumbres, ni los tubérculos, ni granos enteros… Salvo por la fruta, parecería una dieta baja en carbohidratos. Y usa carnes procesadas, como fiambres, algo que no tiene el menú A y me hace pensar que el A es más interesante”. Añade sobre la ausencia de verduras que “no son sustituibles por fruta”, aunque para algunos pueda parecer que sí.
Alberto ve el B “más atractivo en fibra y más equilibrado en proteína”, pero considera que el A “tiene una mayor y mejor variedad de alimentos, más apetecibles para consumir en un menú equilibrado: ensalada, salmón al horno… El B se limita a darte alimentos, sin indicarte técnicas de elaboración. Es repetitivo”.
El A le parece bastante positivo, aunque “echo de menos productos de cercanía. Algo más de pan, algo para desayunar tan habitual como el café o las infusiones… Pero no está mal”. Sobre el B, cree que es apto para alguien con experiencia nutricional, ya que sabrá cómo preparar los alimentos para hacerlos atractivos y apetecibles. Para quien no, quizás resulte poco sostenible.
“Si me he de quedar con una, me quedaría con la A, por atractiva y variada”, dice Alberto. “El defecto de A es que me metería quizás más legumbres y menos carne, pero grosso modo está muy bien diseñado. A mí me sacas un menú así y me parece de lujo, con dos retoques se queda muy bien”, añade Miriam.
Como extra, Juan Revenga, nutricionista y profesor asociado en la Universidad San Jorge y en la Universidad San Francisco de Vitoria, además de autor del libro ‘Adelgázame, miénteme‘, también ha hecho algunas valoraciones de la dieta de ChatGPT: “De entrada, es buena, porque no incluye mierdecillas. El mejor consejo que se le puede dar a alguien para que se alimente bien es que deje de comer productos intrínsicamente negativos. Patatas fritas de bolsa, refrescos gaseosos, galletas de chocolate…”. Un punto de partida tan sencillo y efectivo como difícil de cumplir para muchos.
“Solo con eso, ya se han ganado un 70% de alimentación saludable. Además, tiene buena imaginación, aunque le falta algo de fruta y concretar un poco más las cantidades. Por ejemplo, cuando habla de fajitas de pollo. Tampoco dice si es algo que hay que comprar o si hay que hacerlo. Solo eso. Se ve que te está invitando a cocinar”.
Alberto coincide con la cuestión de las cantidades, con algún matiz: “Es cierto que le faltan gramajes, pero también es cierto que la gente no suele andar pesando, no es práctico. Si acaso, al principio, para hacerse una idea. La gente funciona de otra manera, pero hoy en día las redes nos muestran talibanes de la dieta.
Sin malinterpretaciones
¿Significa esto que podemos olvidar a los nutricionistas humanos y que GPT-4 deja obsoleta su labor? Por supuesto que no. Lo explica Miriam de una forma más que razonable: “ChatGPT le da mil patadas a la clásica dieta de cajón, de los años 80, que ni se ha actualizado en mucho tiempo. Pero no reemplaza al nutricionista. La educación nutricional que hace él, no te la va a hacer ChatGPT”.
Y matiza las diferencias del rol de uno y otro: “Su función no es hacerte una dieta, va mucho mas allá: te educa nutricionalmente, te acompaña, te hace adaptaciones… El menú que te da ChatGPT puede estar perfecto, pero quizás en tu estilo de vida o tus gustos puede no encajar. Un nutricionista te lo adapta, te ayuda a sobrellevarlo. La cuestión no es si el menú es bueno o malo, sino que la labor del dietista nutricionista va mucho más allá”.
Como sucede con tantas otras profesiones, se perfila mejor como un copiloto para el profesional que dispare su productividad que como un reemplazo. “Es una herramienta interesante para profesionales. Para alguien que se pase el día diseñando menús para pacientes, puede pedirle sugerencias y que él se encargue de revisarlo y retocarlo. Ahorra mucho trabajo porque lo hace bastante bien. Si tuviera que inventar el menú A desde cero, tardaría más que si ChatGPT me lo saca y yo solo tengo que hacerle un par de cambios. Es una buena herramienta de apoyo”.
Alberto lo ve de forma idéntica: “Es una herramienta para el profesional. Te proporciona ideas y a partir de ahí puedes arrancar”. Insistimos: como en tantos otros gremios.
Imagen destacada | Javier Lacort con Midjourney.
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Hemos pedido a dos nutricionistas que evalúen a ciegas un menú semanal creado con GPT-4. Ha salido muy bien parado
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Xataka
por
Javier Lacort
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