Tesla se ha hartado de la “tiranía” de las tierras raras. Su solución: crear un motor eléctrico nuevo
A Elon Musk le gustan los golpes de efecto. No es ningún secreto. Forma parte de la particular filosofía empresarial que ha desplegado al frente de Tesla, The Boring Company, SpaceX y ahora —quizás con más ruido de lo habitual— en Twitter. Por eso no sorprende demasiado que durante el Tesla Investor Day 2023 su compañía de automóviles trazase uno de esos quiebros mediáticos tan de su gusto: se guardó casi todas las novedades sobre el Tesla Model 2, la información que más esperaban sus seguidores, y en su lugar anunció la nueva gran apuesta de la marca.
¿Cuál? Un nuevo motor eléctrico libre de tierras raras.
¿Qué ha anunciado la compañía? Que su próxima generación de motores eléctricos no incluirá “tierras raras”, etiqueta con la que se conoce a un grupo de 17 elementos que —dado su precio, volatilidad, disponibilidad, cadena de suministro e incluso el rol geopolítico que han acabado jugando en el tablero internacional— suponen un auténtico quebradero de cabeza para el sector de la automoción.
¿Qué sabemos de los nuevos motores? De momento no demasiado. Únicamente que su nueva generación de motores de imanes permanentes se fabricarán sin metales de tierras raras, lo que le permitirá prescindir del neodimio y reducir los costes de producción. Colin Campbell, el responsable de ingeniería de sistemas de propulsión de Tesla, fue más allá y precisó que la firma ha encontrado la forma de reducir el uso de transistores de carburo de silicio en un 75% logrando casi la cuadratura del círculo: “Sin comprometer el rendimiento o la eficiencia”.
¿Es una novedad? Sí. Y no. En un inicio Tesla no usaba motores con imanes permanentes (PM), apuesta que cambió más tarde. IDTechEx recuerda que sus primeros vehículos —incluidos los Model S y X originales— utilizaban un motor de inducción y que fue con el lanzamiento del Model 3, en 2017, cuando optó por un motor PM que incorporaba potentes imanes. La empresa conservó el de inducción para su unidad de accionamiento secundaria, pero se benefició de las ventajas que le ofrecían los imanes permanentes. Según las estoimaciones de IDTechEx, el año pasado más del 80% de los motores de coches eléctricos eran de ese tipo.
Tesla reivindica que ya ha logrado reducir alrededor de un 25% su uso de tierras raras gracias a una mayor eficiencia. Ahora lo realmente interesante de su anuncio es que haya conseguido liberarse de ellas mientras sigue empleando un motor de imanes permanentes. ¿Cómo? De momento se desconocen los detalles exactos, si bien hay quien desliza ya posibles estrategias, como el empleo de ferrita.
¿Y por qué alejarse de las tierras raras? El esfuerzo de Tesla se enmarca en un escenario más amplio y complejo. Los imanes permanentes que usan neodimio o praseodimio se han vuelto habituales en la automoción eléctrica, pero la gran familia a la que pertenecen, las conocidas como tierras raras, presenta algunos hándicaps importantes: precios elevados y volátiles, una cadena de suministro compleja y —en última instancia— una dependencia de China, que domina la producción a nivel mundial de unos materiales de alto valor geopolítico.
A Pekín no le ha temblado el pulso al usar ese dominio como arma política. En 2010 y en pleno rifirrafe diplomático por la retención de uno de sus pesqueros, las autoridades chinas ya decidieron cortar las exportaciones de tierras raras a Japón. IDTechEx recuerda cómo, con ese telón de fondo, en el pasado han llegado a darse alzas de precio desorbitadas, que en el caso del neodimio llegaron al 750% y en el del disprosio al 2000%. A esas preocupaciones se añaden otras que les restan atractivo, como el impacto medioambiental negativo de la actividad minera.
¿Ha tenido consecuencias el anuncio? Sí. Al anuncio de Tesla le siguió un “pinchazo” en las acciones de algunos fabricantes de chips y firmas vinculadas con las tierras raras, como MP Materials, que proporciona neodimio a los fabricantes de coches, o Lynas Rare Earths, de Australia. La primera cayó cerca de un 11%; la segunda un 6,8% tras la noticia. Algunos analistas relativizan sin embargo el impacto que la decisión de la compañía puede tener en el mercado.
Los imanes permanentes no se utilizan únicamente en los coches eléctricos y la “huella” de Tesla es también limitada. Según Adamas, los motores EV representan alrededor del 12% del consumo global de imanes y Tesla aglutina entre el 15 y 20% de la demanda del sector. “El mercado de neodimio-hierro-boro (NdFeB) perderá entre un 2 y 3% de la demanda a corto plazo y un máximo del 3 al 4% a largo plazo, suponiendo que Tesla mantenga su liderazgo en el mercado”, estima Adamas, que cree que las peticiones de tierras raras como el terbio o disprosio aumentarán.
Imágenes: Tesla (YouTube)
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Tesla se ha hartado de la “tiranía” de las tierras raras. Su solución: crear un motor eléctrico nuevo
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Carlos Prego
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