Hemos enviado semillas al espacio para someterlas a radiación cósmica. Los alimentos del futuro dependen de ello

Hemos enviado semillas al espacio para someterlas a radiación cósmica. Los alimentos del futuro dependen de ello

Cuando a principios de noviembre la nave robótica Cygnus despegó desde las instalaciones de la NASA en Wallops, Virginia, lo hizo con algo más que su habitual carga de reabastecimiento para la Estación Espacial Internacional. A bordo llevaba una colección de semillas, un puñado de simientes de sorgo y Arabidopsis (berro) escogidas, seleccionadas, empaquetadas y preparadas con mimo con un objetivo tan ambicioso como llamativo: someterlas a la radiación cósmica en un proceso que, con suerte, nos ayudará a estar mejor preparados ante el cambio climático.

Suena a locura, pero tiene todo el sentido del mundo.

¿Llevar semillas al espacio? Exacto. Eso es lo que acaban de hacer la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización de Agricultura y Alimentación de la ONU (FAO) como parte de una curiosa iniciativa de astrobotánica. Ambas instituciones gestionan un centro conjunto que aspira a explorar los efectos de la radiación cósmica en las semillas con un propósito muy claro: comprobar si son más fuertes y resistentes ante el cambio climático.

“El objetivo es determinar si las duras condiciones del espacio, como las temperaturas extremas y la radiación cósmica, provocarán cambios evolutivos en las semillas y si estos podrían ayudar a las plantas a ser más resistentes ante unas condiciones de cultivo cada vez más difíciles en la Tierra”, detalla la OIEA.

¿Y en qué consiste el experimento? En resumen, en llevar una muestra de simientes al espacio, someterlas a una serie de condiciones muy peculiares y luego traerlas de vuelta para que los científicos las analicen en detalle. La prueba arrancó el 7 de noviembre de 2022, cuando como parte de la carga de la misión CRS2 NG-18 se envió a la ISS una colección de semillas de Arabidopsis y sorgo. La primera es una planta que se suele usar en experimentos genéticos; el grano del segundo destaca por sus nutrientes y se emplea habitualmente en alimentación.

Una vez en la ISS, el 13 de diciembre, la muestra de semillas se dividió en dos grupos: una mitad se situó en la plataforma externa ISS Nanoracks para someterla a la radiación cósmica y las temperaturas extremas del espacio; la otra se conservó a bordo de la ISS para emplearla en comparativas y mantenerla expuesta a unas condiciones distintas de microgravedad y niveles de radiación. Si todo va según lo previsto, las simientes regresarán a la Tierra en abril. Una vez aquí, la OIEA se encargará de germinarlas, cultivarlas y analizar las variaciones del ADN.

¿Tanto preocupa el cambio climático? La respuesta del organismo es rotunda. “A medida que el mundo se enfrenta a las consecuencias del cambio climático debemos acelerar la investigación sobre fitomejoramiento para encontrar soluciones adecuadas y rentables”, anota Najat Mokhtar, directora general adjunta de la organización. Mensaje similar emite María Helena Semedo, de la FAO: “Las condiciones de crecimiento cada vez más duras amenazan la producción de alimentos”. Su esperanza es que la ciencia espacial ayuda a cambiarlo.

El temor está fundado. La ONU estima que el aumento de las temperaturas y perturbaciones climáticas ya han recortado la productividad alimentaria en casi un 13% desde 1961. Y el propio IPCC prevé que la estabilidad del suministro mundial de alimentos se resentirá, afectando sobre todo a la población más vulnerable. La OIEA da al proyecto la suficiente relevancia como para que hace unos días lo haya citado su director general: “Utilizarán lo que aprendan para desarrollar nuevos cultivos capaces de resistir las condiciones del cambio climático”.

¿Es la primera vez que lo hacen? Sí. Y no. Es la primera vez que la OIEA recurre a la radiación cósmica para mutar semillas, pero el experimento entronca con otros realizados por sus científicos. El organismo ya ha investigado con dosis de radiación controlada utilizando cobalto-60 y acumula décadas de experiencia en la inducción de mutaciones en plantas en su centro conjunto con la FAO.

El empeño de lograr nuevas y mejores variedades de cultivo agrícolas no es ni mucho menos nuevo: “Hasta el momento se han desarrollado más de 3.400 nuevas variedades de más de 210 especies de plantas usando variación genética inducida por la radiación y el mejoramiento por mutaciones”. Ni la OIEA ni la FAO son las únicas embarcadas en un proceso similar. China también lleva años interesada en los cambios que pueden tener sobre las semillas de miles de plantas diferentes las variaciones de gravedad o la exposición a la radiación en el espacio.

Imagen de portada: IAEA


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Xataka

por
Carlos Prego

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