La rotura del vértice polar vuelve a estar sobre la mesa: el invierno y el frío se guardan una traca final
Algo pasa en el polo norte y ese “algo” lleva semanas preocupando a los expertos. No es una novedad, lo hemos hablado en varias ocasiones. Es más, el runrún de la rotura del vórtice polar, de los calentamientos súbitos y las mangas de aire gélido lleva con nosotros desde que empezó el año.
Sin embargo, pese al ruido, no ha pasado nada. O, mejor dicho, lo que ha pasado ha tenido poca entidad y casi ninguna consecuencia práctica para nosotros. Sin embargo, ahora mismo los modelos hablan de más de un 80% de posibilidades de un calentamiento de gran entidad que puede hacer que acabemos el invierno con la primera ola de frío del año.
¿Qué es eso de “calentamiento súbito estratosférico”? Para entender bien de qué hablamos, tenemos que recordar que, cuando hablamos de las diferentes capas de la atmósfera, lo hacemos porque cada una de ellas siguen sus propias lógicas y funcionan de forma bastante diferente e independiente. En este caso, la circulación del aire en la troposfera (la que está más pegada a la superficie) y en la estratosfera (la capa directamente superior) están relacionadas, sí; pero van cada una a lo suyo.
En los “calentamientos súbitos estratosféricos” lo que ocurre es que una parte de la troposfera se calienta rápidamente y, por la tendencia a subir del aire caliente, esta invade la estratosfera provocando una profunda alteración de la circulación a gran altura. Todo se pone patas arriba durante algunos días.
Lo que se está cociendo ahora mismo. Que, después de varios calentamientos súbitos menores y un ligero desplazamiento del vórtice estratosférico, parece que se está cociendo uno mucho mayor. Tan grande que, potencialmente, podría afectar seriamente a la circulación atmosférica de todo el hemisferio norte.
¿”Todo el hemisferio norte” significa que nos va a afectar? De nuevo, aquí tenemos una incógnita. Ante este tipo de fenómenos, resulta relativamente normal que las masas de aire frío se vean obligadas a moverse a latitudes más bajas. Eso conlleva, efectivamente, frío, nevadas y todo tipo de fenómenos invernales.
Sin embargo, ese “escape” de aire frío del vórtice polar no tiene por qué pasarnos por encima. Un fenómeno de este tipo nos afectó cuando Filomena, sí; pero hace unas semanas, algo similar afectó a Estados Unidos y no nos causó ningún problema a nivel local.
Incertidumbres. Predecir esto con este nivel de detalle es complicado. Pero ante fenómenos tan potencialmente disruptivos, es buena idea monitorizarlos y estar preparados. Un episodio de frío polar cerca de la primavera podría tener consecuencias inenarrables para el campo y todas las industrias derivadas. Y, ante ese escenario, las incertidumbres no son una excusa.
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La rotura del vértice polar vuelve a estar sobre la mesa: el invierno y el frío se guardan una traca final
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Xataka
por
Javier Jiménez
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