El capítulo cuarto de ‘The Last of Us’ corrobora la táctica que seguirá la serie para hacer crecer el mundo del videojuego
El giro más radical que dio ‘The Last of Us’ en su tercer episodio no consistió en hacer explícita la relación entre Bill y Frank, sino en la táctica narrativa -muy elogiada por unos, muy criticada por otros- de convertir a Ellie y Joel en personajes secundarios y centrar la historia en quienes hasta ese momento habían sido testigos de su aventura. Y puede que nos dé una pista acerca de en qué dirección va a orientarse esta adaptación, una vez ha quedado claro que los infectados son lo de menos.
Es una táctica narrativa clásica. Tradicionalmente se ha hecho en episodios autoconclusivos de todo tipo de series que se permitían, en algún momento, distanciarse de sus tramas principales, y con sus protagonistas habituales u otros, den un descanso a los espectadores con episodios a menudo humorísticos o más livianos. No ha sido el caso de ‘The Last of Us’, que aprovechó la primera de estas disgresiones para presentarnos una de las historias más emotivas de la serie.
Lo que sí parece es que Druckmann y Bazin van a seguir con esta táctica de presentar secundarios y expandir sus historias de forma mucho más directa a como se hacía en el juego, donde a menudo había que indagar en historias paralelas semiescondidas para descubrir el hondo trabajo de caracterización de secundarios. En la serie eso es imposible, por supuesto, pero muy acertadamente, no tiene problemas en mirar a otro lado, más allá del recorrido de Ellie y Joel, y hablarnos de otra gente.
El resultado de esta estrategia está claro: se nos presenta un mundo mucho más rico y diverso que si simplemente nos hablaran de la relación entre Joel y Ellie (que, obviamente, sigue siendo el centro de la historia). La serie de ‘The Last of Us’ nos quiere presentar un mosaico de reacciones al apocalipsis, desde los que renuncian al mundo exterior y se encierran en una historia de amor a quienes dejan salir sus instintos más bajos.
La historia de Kathleen
Además, HBO tiene el inteligentísimo detalle de emplear a actores y actrices de primer nivel para encarnar a estos personajes. Lo habitual en una serie de un canal que siempre ha cuidado a sus intérpretes, pero que se ve acentuado debido al fugaz paso de estos personajes por la serie. Nick Offerman y Murray Bartlett dieron vida a Bill y Frank en un par de encarnaciones realistas y sin excesos, y esta vez Melanie Lynskey hace lo propio con Kathleen.
La protagonista de ‘Criaturas celestiales’, ‘Up in the Air’ o la magnífica y reciente ‘Yellowjackets’ es la cabecilla de un movimiento revolucionario asentado en Kansas City. Es una especie de suma de distintos personajes y tramas secundarias que en el videojuego estaban relacionadas con los Cazadores, una banda de supervivientes que se han rebelado contra el régimen militar de FEDRA.
En la serie, Kathleen quiere dar caza de forma implacable a un tal Henry, de quien asegura que era un informante de FEDRA y entregó a su hermano, que acabó asesinado en su celda. Con un punto alucinado y obsesivo, este personaje demuestra hasta qué punto Bazin y Druckmann están pensando muy bien todos los pasos que dan a la hora de adaptar el juego.
Después de unos pasos iniciales dubitativos y que nos hicieron pensar que la apuesta de HBO iba por la clonación de la aventura de Ellie y Joel, la sorpresa está siendo extremadamente agradable: estamos viendo cómo los juegos de ‘The Last of Us’ eran tan ricos que se pueden expandir de forma prácticamente infinita. Pese a quien pese.
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El capítulo cuarto de ‘The Last of Us’ corrobora la táctica que seguirá la serie para hacer crecer el mundo del videojuego
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John Tones
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