El Fantasma de Belgrado, o cómo el Vaquilla local se burló de la dictadura yugoslava al volante de un Porsche 911 robado

El Fantasma de Belgrado, o cómo el Vaquilla local se burló de la dictadura yugoslava al volante de un Porsche 911 robado

El coche es un fantástico instrumento de libertad de movimiento. Las restricciones al tráfico durante el confinamiento de hace unos años han reforzado esa noción de libertad asociada al coche. Y esa libertad de movimiento, que damos por sentada, no es tan evidente en una dictadura.

Hay muchas maneras de reclamar esa anhelada libertad, pero hacerlo al volante de un Porsche 911 en una dictadura comunista, burlándose de la policía y de los dirigentes con el apoyo del pueblo, no tiene precio.

Y es exactamente lo que pasó en Belgrado, en la antigua Yugoslavia, en 1979.

El único Porsche 911 de Belgrado

Una mañana de septiembre de 1979, el tenista Ivko Plecevic se queda parado delante de su casa de Belgrado con las maletas en la mano. “¿Dónde está el coche? ¿Y ahora cómo vuelvo a Alemania?”, debió pensar al ver el hueco vacío donde la noche anterior había dejado aparcado su Porsche 911 Targa blanco, el único 911 de todo Belgrado.

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Como contó en la revista ‘Gloria’ en abril de 2009, el tenista profesional no encontró su coche donde lo había aparcado: “Había puesto el coche en la acera delante de la casa. (…). En aquella época, a finales de los años 70, nadie robaba coches en Yugoslavia. Algunas personas tomaban prestados los coches, sólo para conducirlos y los devolvían, a veces incluso en el mismo lugar donde los habían robado”.

Entonces, Plecevic aún no lo sabía, pero su coche se volvería legendario al mismo tiempo que su ladrón, el que llamarían más tarde “el Fantasma de Belgrado”. Quizá por su habilidad para surgir de la nada en mitad de la noche y desvanecerse al volante de un coche de color fantasmagórico.

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El ladrón, al principio, simplemente se burlaba de la policía, dejándolos atrás. Pobres, cómo iban a poder alcanzar un 911 Targa S de 180 CV al volante sus Zastava 101 de 56 CV. No tenían ninguna posibilidad.

Al principio, nadie se da cuenta de lo que ocurre de noche entre el piloto de ese Porsche y la policía, pero a partir de la tercera noche, el ladrón empezó a ganar fama. Demasiada, incluso. Pronto, Belgrado se llenó de rumores que contaban las hazañas nocturnas del Fantasma.

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Cada noche, el ritual era inmutable: el Porsche llegaba por Terazije Slavija, una enorme rotonda de Belgrado con múltiples salidas: nadie sabía por donde iba a llegar. Y es a partir de ese punto que empezaba el show.

Poco a poco, el público se fue congregando y las persecuciones nocturnas se convirtieron en una cita ineludible para todos los ciudadanos de la capital. El Fantasma reunía a más gente que un partido de la selección de fútbol.

Cuando el gato no está…

Fantasma De Belgrado Publico

Nadie sabía quién era ese piloto, pero la vergüenza que causaba a la policía le resultaba muy divertida a la población. Afortunadamente para las fuerzas del orden, el Mariscal Tito se encontraba entonces en Cuba para asistir a la VIª cumbre del Movimiento de los No Alineados, junto a Fidel Castro.

Tito dirigía Yugoslavia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial con mano de hierro. Si bien comparado con otros regímenes comunistas, el suyo parecía más amable y abierto, la realidad es que era una dictadura como otra y quien expresase su descontento con el régimen no duraba mucha.

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Por eso la popularidad del Fantasma creció como la pólvora. Su capacidad para poner en evidencia al sistema cada noche, era un bálsamo para la gente, era su héroe. En todos los sistemas autoritarios, la policía es uno de los pilares de ese régimen. La policía era intocable. Nadie podía cuestionar la capacidad de las fuerzas policiales. Hacerlo, era un ataque directo al propio régimen.

Con Tito fuera, la policía tiene unos días para resolver este problema antes de que empezasen a rodar cabezas. La policía recurrió entonces a Dusan Zivkovic, apodado Fangio, una suerte de Brigadiere Spatafora balcánico que en lugar de un Ferrari 250 GTE Pininfarina conducía un Ford Granada. Pero el Fangio local no pudo con el Fantasma.

Fantasma De Belgrado

Llega entonces un punto en el que el Fantasma se atreve incluso a llamar a la emisora de radio más escuchada de Belgrado para anunciar su hora de llegada a Slavija y el itinerario de esa noche. Y cada noche, el público se volvía más numeroso para aplaudir al Fantasma.

A la policía se le estaba yendo de las manos el asunto, eran el hazme reír de todos. Han pasado ya varios días y el Mariscal Tito llegaría pronto. No se podían arriesgar a que a su llegada le pasase por delante un 911 blanco. Tenían que pararlo, pero ya.

Cazando fantasmas

Fantasma De Belgrado Accidente Trampa

Para poner fin a su miseria, la policía decidió tender una trampa al Fantasma. La policía inundó la rotonda de Slavija y fue bloqueando todas las salidas con varios coches de policía. Al Fantasma sólo le quedaba una salida.

En esa calle, dos autobuses a cada lado. En uno de ellos, el Fangio local, y en el otro, uno de sus colegas. Al llegar el Fantasma, la trampa se cerró sobre él. Aun así intentó pasar entre los dos autobuses, pero se estrelló contra uno de ellos. Tras 10 noches de persecuciones, la carrera del Fantasma terminaba ahí.

Aún así, el Fantasma, haciendo honor a su apodo, consiguió salir del coche y desaparecer entre la multitud que lo protegió y bloqueó a una policía desbordada. Se desvaneció en la noche.

Fantasma De Belgrado Accidente 02

Pasaron los días y la identidad del Fantasma seguía siendo un misterio. Con el tiempo, alguien del círculo de ladrones de coches se chivó a la policía. Se trataba de un joven de 29 años llamado Vlada Vasiljevic.

Nadie nunca supo las motivaciones que llevaron Vlada Vasiljevic a ofrecer diez legendarias noches a Belgrado. Quizá lo hizo primero por diversión, luego por la fama y, de paso, a modo de protesta. O simplemente se aburría, quién sabe. Vlada Vasiljevic nunca explicó realmente porque lo hizo, más allá de que le gustaba conducir.

Condenado a dos años y medio de cárcel, murió unos días después de salir de prisión a consecuencia de lo que parecía un accidente de coche. Ya conocen aquello de “qué parezca un accidente”.

Tampoco sería la primera persona incómoda para el régimen en desaparecer en extrañas circunstancias. Al fin y al cabo, Vasiljevic dejó en ridículo a la policía yugoslava y por tanto al régimen.

Demostró que no eran tan omnipotentes como querían hacer creer y que si un sólo hombre los podía hacer temblar, qué pasaría si la población se rebelaba. Tenía que desaparecer.

Para saber más sobre la increíble historia del Fantasma de Belgrado, recomendamos ver ‘The Belgrade Phantom’ (2009), dirigida por Jovan Todorović, cuyos fotogramas han servido para ilustrar el artículo. Esta película serbia reúne recreaciones, imágenes de archivo y entrevistas para contar esta increíble historia.


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El Fantasma de Belgrado, o cómo el Vaquilla local se burló de la dictadura yugoslava al volante de un Porsche 911 robado

fue publicada originalmente en

Motorpasión

por
Daniel Murias

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