Casi 800 millones de personas estaban condenadas a tener lupus para siempre. Este tratamiento les da esperanza
“No es lupus, nunca es lupus”. Con esa famosa (y machacona) frase del televisivo doctor Gregory House, el lupus se convirtió en un elemento recurrente de la cultura popular de los últimos 20 años. Sin embargo, a veces sí es lupus: concretamente un 0,1% de la población mundial (especialmente mujeres jóvenes) sufren esta enigmática enfermedad hoy en día.
Y, hasta ayer, pensábamos que la seguirían sufriendo por el resto de sus vidas. Ahora se acaba de abrir una nueva esperanza.
¿De qué hablamos cuando hablamos de lupus? El lupus es una enfermedad autoinmune; es decir, se trata de una enfermedad en la que el sistema inmunitario se “confunde” y acaba por atacar al propio cuerpo. La consecuencia directa es que, como no podemos prescindir del sistema inmunitario (y no teníamos forma de curarlo), estamos ante una enfermedad crónica que acompaña a los pacientes durante toda su vida.
Pero eso no es lo característico del lupus, no. Se trata de una enfermedad elusiva, extraña y difícil de diagnosticar. El motivo es sencillo: sus síntomas son los de otras muchas enfermedades. Es verdad que hay una erupción cutánea en las mejillas muy característica de la enfermedad, pero ni siquiera en ese caso ocurre siempre. El lupus aparece y desaparece, se confunde con otras enfermedades y llegamos a su diagnóstico, casi por descarte, por acumulación de síntomas en un diagnóstico diferencial.
Y eso se vuelve un enorme problema, sobre todo, porque es una enfermedad complicada que puede desembocar en enormes complicaciones: problemas renales, pulmonares, circulatorios… Un largo rosario de síntomas que, durante años, solo hemos podido paliar a base de inmunosupresores; esto es, de ‘convencer` farmacológicamente al sistema inmunitario para que dejara de atacar al cuerpo. Un tratamiento relativamente eficaz, pero a su vez lleno de problemas.
Hasta ahora. Pues sí, porque Georg Schett y su equipo de de la Universidad de Erlangen-Núremberg han conseguido usar una terapia que hasta ahora usábamos para tratar leucemias, linfomas y mielomas y curar a cinco personas de esta enfermedad autoinmune. CAR-T, como se llama el tratamiento, consiste en extraer sangre de los enfermos, modificar los glóbulos blancos con ingeniería genética y volverlos a infundir en el cuerpo para que hagan lo que queremos que hagan.
En este caso, el equipo ha utilizado glóbulos blancos diseñados para eliminar los linfocitos B productores de anticuerpos dirigiéndose a la proteína CD19 de su superficie. Eso, estaban convencidos, era clave en la evolución de la enfermedad. Lo que no esperaban era darse de bruces con estos resultados.
17 meses sin síntomas. Sin síntomas y sin medicación en una enfermedad tan enigmática y traicionera como esta es un resultado espectacular. Durante el seguimiento que ha hecho el equipo, todos los pacientes habían experimentado una mejora de los síntomas. Es más, todos había experimentado una remisión de la afectación de órganos internos y la desaparición de los autoanticuerpos relacionados con la enfermedad. Hablamos de curar la enfermedad con una sola aplicación del tratamiento: es un resultado asombrosamente espectacular.
¿Y ahora qué? Los resultados son tan buenos (y la tecnología está tan estudiada) que hablamos de una opción terapéutica al alcance de la mano. No obstante, debemos ser prudentes y seguir monitorizando a estos pacientes. En una enfermedad tan larga, 17 meses es poco tiempo. La buena noticia es que ya están estudiándose los primeros grandes ensayos clínicos para determinar la seguridad y, con un poco de suerte, los próximos años verán la curación de esta misteriosa enfermedad.
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Casi 800 millones de personas estaban condenadas a tener lupus para siempre. Este tratamiento les da esperanza
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Xataka
por
Javier Jiménez
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