La guía definitiva para saber si ese modelo que me encanta puede ser un futuro coche de colección
A mediados de agosto se celebró la Motor Week de Monterey, California. El mayor evento de coches clásicos y de colección del mundo. Y en las subastas se celebraron, algunos modelos cambiaron de manos por menos de 20.000 dólares y otros por más de 20 millones de dólares, como un Ferrari 410i Sport Spider que cambió de manos por algo más de 22 millones de dólares.
Lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué hace que un coche sea especial y otro no? ¿Qué es lo que hace que un BMW 1M Coupé de 2011 sea más caro hoy que nuevo? ¿Por qué alguien paga más de 100.000 euros por un Mercedes 250 GD de 1990? Y sobre todo, ¿se puede prever si un coche llegará a ser un coche de colección?
En esta guía te contamos cómo determinar el potencial que tiene un coche para ser un futuro coche de colección, es decir, que se revalorizará en un futuro.
Se trata de una guía totalmente empírica, ciertamente, y que no ofrece ninguna garantía, pero que nos permitirá hacernos una idea más o menos certera. Y cuantos más de los siguientes puntos de esta guía cumpla el coche en cuestión, más posibilidades tendrá.
Es un coche considerado bonito
No es uno de los puntos más determinantes, pero ayuda. Si un coche es bonito, tiene uno tendencia a pasar por alto sus posibles defectos. A un Citroën SM e le perdona casi todo, al igual que a un Citroën DS o un Jaguar E-Type. Al mismo tiempo, un coche feo puede ser de colección, como es el caso del Audi Sport Quattro de batalla corta.
Es un coche exclusivo
Cuantos menos coches fabricados, más valor tendrá en un futuro y tendrá más posibilidades de ser considerado un coche colección, se podría pensar. Pero no es exactamente así. Un coche puede ser raro al ir desapareciendo del parque móvil de forma natural, porque simplemente no gustó o porque fue un fiasco comercial, como el Alfa Romeo Arna.
Al mismo tiempo puede ser raro porque era y es exclusivo, como pueden serlo un Audi RS2 o un BMW 1M. Vale, un Arna siempre tendrá un hueco en una colección de Alfa Romeo, pero su plaza y su valor no serán los mismos que el de, por ejemplo, un 156 GTA o un Giulia QV
Es relevante por su tecnología
En ocasiones, una tecnología que equipa el coche lo hace más relevante que otros, sin que eso sea una garantía por supuesto, aunque ayuda. El BMW 2002 Turbo que fue el primer coche de serie en equipar un turbo es un ejemplo de modelo que aprovecha su relevancia técnica para destacar en el mercado del coleccionismo.
Pero esa relevancia técnica, por sí sola, no es suficiente. Por ejemplo, dudo que un Fiat Croma 2.0 TD i.d. de 1986, el primer coche en utilizar la inyección directa en un motor turbodiésel, alcance algún día el mismo estatus que el BMW 2002 Turbo.
Es relevante a nivel histórico
Es una de las condiciones más evidentes. Cuando un coche ha marcado una época o ha entrado en la Historia, tiene todas las papeletas para ser un futuro coche de colección.
Puede haber sido propiedad de alguien famoso (el Ford Escort RS Turbo de Lady Di, por ejemplo), pero ese privilegio es sólo para una unidad en concreto.
En cambio, un modelo puede haber sido el primero de su especie, como el Volkswagen Golf GTi, o al contrario ser el último de una serie, como el Porsche 993 (el último de los 911 air-cooled) o el Ferrari 458 Italia, la última berlineta Ferrari con V8 atmosférico.
Y por supuesto, puede ser relevante a nivel histórico porque marcó la sociedad de una época, como el SEAT 600 en España, el Fiat 500 en Italia, Ford T en Estados Unidos o Citroën 2CV en Francia.
Es, como mínimo, divertido de conducir
De nuevo, que sea divertido de conducir no es el elemento más determinante, pero sí ayuda cuando se trata de un coche que destacó por esa razón. El estatus de coche de colección de un Peugeot 205 GTI se debe en gran medida a la diversión y al placer de conducción que ofrece, al igual que ocurre con el BMW 1M Coupé.
Al contrario, la primera iteración del Opel Astra GTC probablemente no llegue nunca al mismo estatus que un Peugeot 205 GTi (y sin embargo la segunda generación del Astra OPC es una maravilla). Aunque un coche sea rápido, potente, llamativo, pero con el que hay que pelearse con el volante para mantener el rumbo cuando se acelera fuerte en una recta o que no quiere girar cuando se le ordene, no forma parte de lo que entendemos por placer de conducción.
Por supuesto hay coches en los que en realidad eso importa poco. Un Rolls-Royce no destaca por ser un coche con el que se pueda disfrutar de la conducción. Ocurre lo mismo con un Cadillac Coupé DeVille y sin embargo ambos son coches de colección.
Tiene un palmarés en competición
Este punto es casi el único de la lista que nos asegura una inversión sin riesgo. Si la versión de competición ha obtenido éxitos en rally o en circuito, es muy probable que su versión de calle goce de un aura que lo ponga casi al instante en la lista de coches de colección.
Basta con ver los precios de los Mini de los años 60, de los primeros Subaru Impreza WRX y STi o de los ‘homologation specials’ de coches que han tenido éxito. Es decir, no costará lo mismo un Lancia Delta HF Integrale que un Nissan Sunny GTI-R.
Mantenimiento asequible y fama de fiable, influyen
El mantenimiento del coche tiene también un papel importante, así como su reputación de fiabilidad. El mantenimiento de un Bentley Continental GT de primera generación es más exigente y más caro que el de un Porsche 911. Y eso explica que un 911 tipo 997 de 2005 cuesta hoy en día de media unos 40.000 euros, el 40 % de su valor inicial, cuando la mayoría de Continental GT del mismo año se negocian entre 32.000 y 39.000 euros, perdiendo ya más del 80 % de su valor inicial.
Más importante todavía que el mantenimiento es la reputación de fiabilidad del coche y en especial de su motor. El V8 atmosférico del Mercedes C 63 AMG de 457 CV es una maravilla, pero tiene fama de poco fiable, siendo el caso de las tuercas de culata que se rompen y dejan pasar el líquido de refrigeración en los cilindros el más famoso.
Eso explica que un C63 AMG de 2008 cueste rara vez más de 30.000 euros y en cambio, un 911 Turbo (480 CV) de la misma época se acerque al doble. O que, por ejemplo, a pesar de todo su pedigrí e historia, un Lancia Thema 8.32 con culata Ferrari no pase de los 20.000 euros.
Es un coche de una marca de lujo
Al igual que con el palmarés de competición, el hecho de que sea de una marca de lujo garantiza cierto valor futuro. Un Ferrari, por muy malo que sea, como el 348, siempre tendrá más valor que un modelo menos potente, pero más divertido de conducir. El Ferrari 348 se negocia hoy entre 52.000 y 60.000 euros. Sin embargo, un Honda S2000, a pesar de ser menos potente y mucho más eficaz y divertido, se mueve en torno a los 25.000 euros.
Es todo un icono
Es sin duda el elemento más importante. El coche en cuestión ha de ser emblemático y va camino de convertirse en un icono. Obviamente, el hecho de que el coche sea un icono de la cultura popular, también ayuda.
Los ejemplos son aquí numerosos, desde el DeLorean de ‘Regreso al Futuro’ pasando por el Ford Mustang de ‘Bullitt’ hasta el Nissan Skyline GT-R ensalzado por ‘Gran Turismo’ y ‘Fast &Furious’; la lista puede ser muy larga.
Pero no es tanto una cuestión de haber salido en películas, series o videojuegos de éxito, un privilegio reservados para pocos. Al final, son coches que nos han hecho soñar cuando éramos más jóvenes.
Y si un coche hace soñar las nuevas generaciones, tiene todas las papeletas para ser un futuro coche de colección. Algunos ejemplos relativamente recientes incluyen el Nissan GT-R, el Renault Clio RS, el SEAT León CUPRA, el Toyota GR Yaris, el Ford Focus RS, el BMW M2 y los Tesla Model 3 y Model S más potentes.
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La noticia
La guía definitiva para saber si ese modelo que me encanta puede ser un futuro coche de colección
fue publicada originalmente en
Motorpasión
por
Daniel Murias
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