Las tierras raras tienen cada vez más importancia geopolítica. Y con ellas su nuevo El Dorado: Groenlandia
La minería mira a la remota y gélida Groenlandia. La compañía canadiense Neo Performance Materials acaba de alcanzar un acuerdo para explotar el yacimiento de Sarfartoq, localizado en el suroeste de Groenlandia y que —de cumplirse la expectativas— se convertirá en una de las grandes reservas de las conocidas como “tierras raras”, fundamentales para la industria tecnológica.
No es la primera en tantear la isla norteña en busca de uno de los “manás” del siglo XXI.
¿En qué consiste el acuerdo? Pues en un pacto entre canadienses. De un lado Neo, con sede en Toronto, firma destacada del sector y que se dedica a la compra de mineral semiprocesado de Rusia, EEUU y Australia para tratarlo en fábricas de Estonia y China. Del otro, Hudson Resources, que tiene sus oficinas en Vancouver y derechos mineros en Groenlandia. Gracias al acuerdo, de 3,5 millones de dólares, Neo podrá explorar el yacimiento de Sarfartoq, que alberga neodimio y praseodimio, elementos clave para los imanes que emplean los coches eléctricos o las turbinas eólicas.
Environment News Service precisa que la venta de la licencia está sujeta aún a varios requisitos, incluido el visto bueno de las autoridades groenlandesas, pero Neo ya planea empezar a extraer y procesar mineral de Groenlandia en dos o tres años y estar a pleno rendimiento en cinco. El mineral semiprocesado se enviará a la fábrica de tratamiento químico que la firma tiene en Estonia.
¿Por qué es importante? Con el acuerdo Neo aspira a ganar autonomía, disponer de una valiosa fuente de matera prima que le permita distanciarse de un mercado fluctuante. “Quiero la flexibilidad para alimentar el 100% de mi propia producción o el 50% y comprar en el mercado”, comenta a The New York Times Constantine Karayannopoulos, directivo de la firma. Como detalla en su web, los imanes, aleaciones, metales y demás productos que salen de la factoría de Neo resultan cruciales para la fabricación de vehículos eléctricos, electrodomésticos o iluminación.
Más allá de lo que pueda suponer para Hudson o Neo, que garantizaría sus reservas durante varias décadas, el movimiento de la compañía canadiense se enmarca en el intento por aligerar el dominio ejercido por China en el sector y puede ayudar también a reducir la actual dependencia de Rusia. Habría aún otra lectura, igual de interesante: confirma el atractivo minero de Groenlandia.
¿Es Neo la primera en mirar a la isla? Para nada. Hace no mucho ya lo intentó un consorcio que incluía a una empresa estatal china. Su apuesta se centró en un depósito de tierras raras situado en el extremo sur de Groenlandia, pero el proyecto —señala TNYT— acabó bloqueado por la oposición local y el temor a su impacto medioambiental. Uno de sus grandes hándicaps es que contenía una cantidad considerable de uranio, lo que generó preocupación. Neo asegura que el depósito que quiere explotar tiene un 97% menos de material radiactivo por tonelada que la otra reserva.
Lo cierto es que la explotación de los depósitos de Groenlandia no ha estado exenta de polémica. El deshielo que afecta a isla, sus reservas y la cada vez mayor demanda de tierras raras de la industria tecnológica ha captado el interés del sector minero… Y despertado recelos en la isla. Hace un año el gobierno groenlandés trabajaba de hecho en una legislación para prohibir la extracción de uranio y cesar el desarrollo de la mina Kvanefjeld, especialmente rico también en tierras raras.
¿Tan importantes son las tierras raras? Para entender el interés de Neo o, en general, cualquier cuestión relacionada con las tierras raras es crucial tener claro su relevancia. Aunque su nombre no sea el más afortunado —ni son tierras, ni todas son tan raras—, los 17 elementos químicos incluidos bajo su etiqueta se consideran minerales críticos y son esenciales para la industria. Entre un largo etcétera de aplicaciones, los usamos en coches eléctricos, instrumental astronómico o láseres.
¿Y cuál es el telón de fondo? El dominio indiscutible de China, que se ha convertido en una pieza clave de la cadena de suministro. Además de recursos mineros, el Gigante Asiático se ha dotado de una valiosa experiencia e infraestructura para convertir los materiales extraídos en óxidos refinados, separados y útiles para la industria. East Asia Forum calcula que ha logrado entre el 50 y 60% de la cuota de mercado de la minería, porcentaje que se eleva al 80% en capacidad de procesamiento.
A lo largo de los últimos años se han sucedido los intentos para aflojar su control, con movimientos en EEUU, Australia, Reino Unido o Turquía, que hace poco anunciaba un enorme depósito de “694 millones de toneladas de elementos de tierras raras” en Anatolia Central, un volumen que solo superaría la explotación e Bayanoba, en China. El anuncio turco ya ha suscitado recelos.
Imagen de portada | Ken Mathiasen (Unsplash) y
Coordenação-Geral de Observação da Terra/INPE
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Las tierras raras tienen cada vez más importancia geopolítica. Y con ellas su nuevo El Dorado: Groenlandia
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Xataka
por
Carlos Prego
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