Sale a subasta “el mejor Ferrari jamás construido”: el 410 Sport Spider de 1955 que Carrol Shelby llevó a la gloria
En el mercado de los coches de superlujo no es raro ver de vez en cuando que salgan a subasta exclusivas joyas sobre ruedas, por suerte para los pocos mortales que se las pueden permitir. Pero lo cierto es que este increíble Ferrari 410 Sport Spider de 1955 firmado por Scaglietti, con un V-12 de 4,961 litros bajo el capó, se pasa el juego.
Se trata de un verdadero unicornio, pues solo se construyeron dos con su misma configuración. Cuando lo vio por primera vez, ‘Il Commendatore’ lo definió como “el mejor Ferrari que se había construido”. Llevó la gloria a la marca en numerosas competiciones a manos de pilotos de la talla del mismísimo Juan Manuel Fangio, o del gran Carroll Shelby.
RM Sotheby’s lo sacará a subasta el fin de semana del 18 al 20 de agosto en Monterrey (California, EEUU) y aunque por el momento la casa de subastas no ha hecho ninguna previsión del precio que podría alcanzar, es más que probable que se acabe convirtiendo en uno de los coches más caros de la historia. Verlo en vídeo verdaderamente pone la piel de gallina.
Uno de los “big block” de Ferrari más importantes de la década de 1950
En la década de 1950, cuando nacieron algunos de los coches de competición más bonitos y radicales de la historia, Ferrari dominaba entre los monoplazas de F1 y los Sport-Prototipos.
Pero Enzo Ferrari no se conformaba con poco, y para asegurarse el dominio de la marca en el Campeonato Mundial de la FIA en 1955 y hacerse con la Carrera Panamericana del mismo año (un agotador rally de cinco días que atravesaba el desierto mejicano en ruta hacia la frontera cerca de El Paso, Texas), estaba decidido a fabricar un super deportivo imparable.
Para ello, Ferrari diseñó un chasis completamente nuevo tipo 519/C, con una estructura tubular específica de un ancho inusual y una distancia entre ejes ajustada.
En lugar de utilizar el corazón del 375 Plus como cabría esperar, Lampredi optó por revisar su nuevo V-12 de 4.961 cc para el coche que, entre otros, estaba dotado de un sistema de encendido por bobina de doble bujía por cilindro, un distribuidor cuádruple y tres carburadores Weber 46 DCF.
Este motor, que era el más grande construido hasta ahora por Maranello, era capaz de desarrollar casi 400 CV y resultaba ideal para los planes de Ferrari para la Panamericana. Solo se construyeron dos unidades del 410 Sports con estas especificaciones (chasis 0596 y 0598 CM, siglas que significan “Carrera Messicana”).
Sin embargo, después de comenzar el desarrollo del 410 Sport en 1955, tanto la Carrera Panamericana como las carreras de 1.000 km de Nürburgring de la FIA fueron canceladas a raíz de la tragedia de Le Mans ese año, en la que murieron 83 espectadores y otros tantos resultaron heridos cuando un Mercedes-Benz 300 SLR se salió de la pista y se desintegró entre la multitud.
Entonces, en Maranello se decidió reajustar el 410 Sports para participar en la temporada de carreras del Campeonato Mundial de Sport-Prototipos de 1956, haciendo su debut en los 1.000 km de Buenos Aires.
Ni la unidad conducida por el equipo de Peter Collins y Luigi Musso, ni el chasis 0598 CM a manos del gran Juan Manual Fangio y Eugenio Castellotti cosecharon grandes éxitos, a pesar de los esfuerzos de Fangio por ajustar la configuración del coche (el argentino incluso había solicitado mover el pedal del acelerador para ponerlo entre el pedal del freno y el embrague).
Después de que Castellotti experimentara un problema con los neumáticos que obligó al coche a entrar en boxes para su reparación, Fangio salió con una distancia significativa que superar y persiguió furiosamente a Stirling Moss en su Maserati 300S, sin éxito.
Después de su debut fallido ambos coches fueron enviados de vuelta a la fábrica para un reacondicionamiento antes de su entrega a clientes privados a finales de 1956. El californiano John Edgar aprovecho entonces su oportunidad de oro.
John Edgar: el enamorado de Ferrari que unió a Carrol Shelby con el 410 Sport Spider 0592 CM
Las carreras de coches en Estados Unidos en la década de 1950 vivieron una época como ninguna otra, en la que magnates con dinero para comprar bólidos increíbles de fábrica y hombres de valor con un don para domarlos, unían fuerzas y pasión para disfrutar de su estilo de vida, dar espectáculo a los aficionados y hacer buena (o mala) publicidad a los coches.
En aquella época dorada de la competición, sin las trabas de los patrocinadores ni del abrumador escrutinio normativo que llegó después, al otro lado del charco se forjó una comunidad de verdaderos amantes de la velocidad, que hoy ya forman parte de la historia del automovilismo y de la competición más pura.
Entre este grupo de magnates con deportistas a su servicio que se jugaban la vida en cada carrera se engloban figuras tan destacadas como Briggs Cunningham, Tony Parravano, John von Neumann y Jim Kimberly, pero pocos propietarios de equipos inspiraban más respeto que John Edgar.
Nacido en Ohio en el seno de una familia adinerada -cuya empresa fabricaba maquinaria de cocina-, Edgar era un personaje temerario verdaderamente obsesionado con la velocidad, que citaba a Shakespeare y que llegó a codearse con Ernest Hemingway.
De joven condujo un raro Mercer Raceabout y un Pierce-Arrow y pronto se inició en la competición en el campo de la náutica, pero después de sufrir un grave accidente en la bahía de Biscayne (Miami) en el que se rompió todas las costillas y perdió un riñón, decidió centrarse en los coches.
Empezó haciéndose con varios deportivos británicos, pero en una carrera de Palm Springs en marzo de 1951, se enamoró de un Ferrari 166 Barchetta que, pilotado por Jim Kimberly, superó a su MG Special más afinado por más de dos vueltas.
La máquina de carreras de Maranello era una mezcla perfecta de belleza y potencia que le enamoró, y supo que tenía que tener una.
Así, el primer cavallino que se compró para su equipo fue el chasis número 0032 MT, un importante 340 America que la Scuderia Ferrari había llevado a la Mille Miglia y las 24 horas de Le Mans. Edgar puso a Jack McAfee al volante de la bestia con un Lampredi de 4,1 litros bajo el capó y comenzó a acumular victorias en el SCCA en 1953 y 1954.
Después llegaron a sus filas el 375 Plus ganador de Le Mans de 1954 (con número de chasis 0396 AM) y el Ferrari 857 Sport de cuatro cilindros que en 1956 se dio contra un muro de potencia abrumadora en forma de Ferrari 410 Sport de 4,9 litros. Era el chasis 0592 CM de Tony Parravano pilotado por un ex granjero de pollos de Texas llamado Carroll Shelby.
Esto marcó un antes y un después para Edgar, obsesionado con hacerse con el campeonato. No paró hasta hacerse con el deportivo más potente desarrollado y producido por Ferrari hasta el momento, que era del ex equipo de la “Scuderia Fangio”.
Solo en sus sueños más húmedos, Edgar (que pronto se ganó el apodo de “The Kingfish” o “Mandamás” por la prensa del motor) imaginó que este coche pronto sería pilotado para su equipo por el carismático Shelby en persona, consolidando así el legado del tejano como uno de los pilotos de carreras con más talento de Estados Unidos.
Shelby ganó más carreras como piloto con el Ferrari 410 Sport Spider 0598 CM que con cualquier otro coche en su trayectoria deportiva, con ocho victorias y diez podios.
Con las victorias de Shelby llegaron los telegramas enviados a John Edgar por nada menos que Enzo Ferrari, quien aparentemente se interesó activamente en el éxito continuo de Shelby al volante del 0598 CM, felicitándole en más de una ocasión.
Las copias de la correspondencia se incluyen en el archivo del automóvil, que también se entrega con el primer y último trofeo que ganó Carroll Shelby a sus mandos, así como la matrícula original de competición de Nassau de 1957.
Otros pilotos legendarios también condujeron al 0598 CM, como Richie Ginther, Eugenio Castellotti, Masten Gregory, Richie Ginther, Joakim Bonnier, Bruce Kessler, Jim Rathmann y Chuck Daigh, pero ninguno como Shelby.
El coche no solo fue uno de los Ferrari más exitosos durante la década de 1950, también de la historia de la marca, participando en casi 40 carreras en ese período, con 11 victorias y 19 podios en total entre 1956 y 1958.
El 410 Sport 0598 CM fue apodado “el Monstruo de Módena de Edgar” por la prensa, y con Shelby al volante, parecía que no había carrera que no pudiera ganar.
Como dijo el piloto a un reportero de Los Angeles Times: “Nada puede alcanzar a este Ferrari cuando va bien”. Décadas más tarde agregó: “Fue el mejor Ferrari que conduje”.
William, el hijo de Edgar, que fue espectador de primera fila de la historia del coche, escribiría sobre ello muchas veces a lo largo de su fructífera carrera en el periodismo de deportes de motor.
“Es la pareja perfecta para Shelby: impetuoso, poderoso, y brillante destruyendo a la competencia. Verlo correr no es que sea impresionante: Es que da miedo”, dijo.
John Edgar vendió el coche en 1960 y pasó por distintos dueños hasta 1980, cuando lo compró Howard Cohen y lo sometió a un proceso de restauración minucioso.
Muchos de sus elementos son los originales, como el motor (reconstruido pieza a pieza por expertos de la marca) o el depósito de combustible, que tiene una inscripción de Carroll Shelby que reza: “El Sr. Ferrari me dijo que este era el mejor Ferrari que había construido”.
–
La noticia
Sale a subasta “el mejor Ferrari jamás construido”: el 410 Sport Spider de 1955 que Carrol Shelby llevó a la gloria
fue publicada originalmente en
Motorpasión
por
Irene Mendoza
.