‘Evil Dead: The Game’ deja claro los motivos por los qué necesitamos más juegos breves, directos y salvajes

'Evil Dead: The Game' deja claro los motivos por los qué necesitamos más juegos breves, directos y salvajes

Mis partidas a la versión final de ‘Evil Dead: The Game’, que ha salido esta misma semana, me han hecho preguntarme dos cuestiones que creo que el juego responde con bastante tino. La primera es por qué las franquicias de terror de los ochenta están tan obsesionadas con los multijugadores asimétricos. La segunda es por qué ya no tenemos juegos así: modestos, concisos, para partidas rápidas, sin complicaciones.

En cuanto a lo primero, que pide respuestas con menos matices, puede que se trate de algo tan sencillo como que el modo versus de cuatro contra uno en ‘Left 4 Dead 2‘, el primer gran éxito del género, era puro género de terror. Pero también lo han sido otros éxitos de la variante: ‘Back 4 Blood‘, ‘Aliens vs. Predator’, ‘Friday the 13th’, ‘Secret Neighbor’ y, cómo no, ‘Dead by Daylight‘, que incluye contenido de franquicias como ‘Halloween’, ‘La Matanza de Texas’, ‘Pesadilla en Elm Street’, ‘Evil Dead’, ‘Stranger Things’, ‘Scream’, ‘Silent Hill’, ‘Resident Evil’, ‘Hellraiser’ o ‘Ringu’.

Pero aparte hay algo en la naturaleza de estas mecánicas que nos retrotrae a icónicas monster movies. Si un solo jugador puede zurrar a otros cuatro es porque es, como mínimo, cuatro veces más poderoso. Un señor monstruo. Se trata de un enfoque aterrador y que encaja con franquicias como ‘Evil Dead’, donde los deadites son criaturas del infierno extremadamente agresivas y con poderes más allá de la razón: posesión, teletransporte, control de los fenómenos naturales y los objetos.

‘Evil Dead: The Game’ funciona especialmente bien en ese sentido: cada partida es una tangana de cuatro minutos en la que los jugadores -que pueden escoger una entre cuatro clases muy esenciales, básicamente un líder, un sanador y dos expertos en armas de fuego y melée- tienen que llevar a cabo una serie de misiones de búsqueda de objetos y supervivencia. La superioridad de los demonios es total, y el combate, muy poco exquisito: la brutalidad gore de las películas se refleja bien en partidas que son combates ensordecedores a tiros y golpes casi constantes.

Este frenesí dura media hora, menos si el demonio hace bien su trabajo, y esto es todo lo que ofrece el juego, más un pequeño regalo para fans: la posibilidad de jugar a niveles especiales con los enemigos controlados por la IA, e inspirados e pasajes de la trilogía de Sam Raimi y la serie ‘Ash vs. Evil Dead’. Y ese “Esto es todo” es lo que nos lleva a la segunda pregunta.

Las delicias de las series medias

Hace poco, charlando con un amigo acerca de las bondades de la retrocompatibilidad, todos coincidimos en señalar una consola como especialmente memorable, y especialmente compleja de emular en hardware actual para recuperar sus juegos: Playstation 3. En mi caso, se trata de una época rebosante de juegos técnicamente muy competentes y sofisticados, aún a mucha distancia de los indies, pero que no querían competir con los Triples A: era el reinado de las series medias.

Echo de menos esos tiempos de PS2 y PS3 de juegos medianos, de ambiciones limitadas, a menudo multiplataformas, que nunca copaban los puestos más altos de las listas, pero estaban llenos de ideas y buenas intenciones: de ‘God Hand’ a ‘Conan’, pasando por ‘Shadows of the Damned’, ‘Splatterhouse’, ‘Bulletstorm’, ‘Saboteur’ o ‘Asura’s Wrath’ entre incontables otros. ‘Evil Dead: The Game’ recupera un poco ese sabor.

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La concisión de escenarios de las tres películas (recordemos: esos decorados son literalmente una cabaña, un bosque sin mucha historia y un descampado medieval) piden no que se multipliquen ni enriquezcan, sino que se reproduzcan con la mayor precisión posible. Tras cuatro partidas nos sabemos a la perfección muchos de los decorados principales del juego, pero está bien que así sea, es perfectamente coherente con el espíritu de entretenimiento de serie B que tanto encaja con su fuente de inspiración.

Por supuesto hay más escenarios (pero no muchos, ya que determinadas características como los vehículos o la necesidad de encender fuentes de luz continuamente para que el pánico no pueda con nosotros condicionan mucho los espacios de juego). Pero como la escasa variedad de personajes disponibles (apenas una docena de humanos y tres demonios) redunda en favor de un juego de partidas rápidas y frenéticas, y donde no se premia tanto la precisión y la técnica como el arrojo y la rapidez de reflejos.

‘Evil Dead: The Game’ no es un juego para jugar durante dos años, sino durante unas cuantas semanas, hasta exprimir los 40 euros que cuesta. Es un título hecho con el mimo suficiente como para que los fans de la franquicia gocen de cada rincón, del exquisito detallismo con el que se ha replicado la cabaña, de las armas y vehículos llenos de referencias y del ingenio que desbordan sus misiones para un jugador. Pero que no exige ni mucho tiempo ni mucho esfuerzo. Quizás lo que echamos más de menos en los juegos: experiencias rápidas, fulminantes, divertidas y memorables.


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‘Evil Dead: The Game’ deja claro los motivos por los qué necesitamos más juegos breves, directos y salvajes

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John Tones

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