La mayor reserva de hidrocarburos no está en Rusia ni en el Golfo pérsico: está en Titán, la luna de Saturno
Fue un español. La primera persona que sugirió que Titán podía tener atmósfera fue Josep Comas i Solá el 13 de agosto de 1907. “Sirviéndome de 750 aumentos, he visto Titán con los bordes muy oscurecidos, difuminándose en la oscuridad del cielo […]. Podemos suponer, legítimamente, que esta gran oscuridad de los bordes demuestra la existencia de una atmósfera muy absorbente alrededor de Titán”, decía el astrónomo catalán.
Y estaba en lo cierto. De hecho, no es solo que la luna de Saturno tenga atmósfera; es que, pese a ser 7,3 veces más densa por metro cuadrado que la de la nuestro planeta, se parece muchísimo. Para empezar, porque es el único otro planeta rocoso del sistema solar que tiene grandes extensiones de líquido en su superficie. Para terminar, porque (vistas desde fuera) dichas atmósferas (con sus borrascas, tormentas y anticiclones) son muy similares.
Bienvenidos a la minería espacial. El único “problema” es que, en fin, los mares son de metano y los desiertos de silicatos hechos (también) de hidrocarburos. La Cassini, en 2013, permitió calcular la profundidad de uno de esos mares y comprobar que Titán contiene 40 veces más hidrocarburos que todos los pozos de petróleo de la Tierra. Juntos. Por eso pongo “problema” entre comillas, porque hay muchos que empiezan a verlo como una oportunidad.
Está claro que, aunque la explotación de los hidrocarburos de Titán fuera costo-efectiva, no tenemos la tecnología necesaria para hacerlo y que, cuando la tengamos, probablemente los hidrocarburos no sean tan “jugosos” como para merecer la pena ir a por ellos. Sin embargo, el enorme pozo petrolero de Titán, hace que nos planteemos muchas cosas sobre la minería espacial. Al fin y al cabo, es la misma NASA, la que dice que el valor de todos los minerales almacenados en los asteroides del cinturón principal de nuestro Sistema Solar es aproximadamente de cien mil millones de dólares por cada habitante de la Tierra.
Grandes oportunidades y grandes riesgos. Hace unos años, el astrónomo y divulgador Neil DeGrasse Tyson decía en una entrevista que “el primer trillonario de la historia será la persona que explote los recursos naturales en los asteroides”. No será fácil, pero no exageraba. Si la producción anual de metales sin procesar en la Tierra alcanza los 660.000 millones de dólares anuales, los extraídos de asteroides se moverían en 700 quintillones.
El mundo no habría visto nada igual desde el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América hace 500 años: la economía global cambiaría para siempre. Una simulación que varios estudiantes de la Universidad de Tel Aviv señalaba hace unos años que el primer cargamento de metales procedente de un asteroide que volviera a la Tierra podría hacer caer el precio del oro en un 50%. Ocurriría lo mismo con el resto de minerales extraídos en el espacio y Titán, con sus hidrocarburos, ni siquiera entraría en esa primera fase. El espacio es peligroso de muchas y diversas formas.
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La mayor reserva de hidrocarburos no está en Rusia ni en el Golfo pérsico: está en Titán, la luna de Saturno
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Xataka
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Javier Jiménez
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