Cambiar a un monitor ultrawide curvo: un camino solo de ida (para jugar y trabajar)
Hace un par de años cambié mi monitor de toda la vida por un monitor de 144 Hz. Fue una experiencia sobresaliente en todos los niveles: era más grande, tenía más tasa de refresco y para trabajar y jugar no estaba nada mal. Sin embargo, el mundo de la tecnología es así: cambias una cosa por otra, te gusta y ya empiezas a preguntarte si hay algo mejor. En mi caso, sí: un monitor gaming ultrawide curvo.
¿Por qué? Porque, aunque mi ordenador lo monté con la intención de usarlo para jugar, me gano la vida escribiendo (entre otras cosas) Una pantalla más grande, con mejor representación de color y la capacidad de tener más ventanas y programas abiertos al mismo tiempo me ayuda a optimizar los recursos y a ahorrar tiempo. Así pues, he dado el salto a un Huawei MateView GT y esta ha sido mi experiencia.
Elegir el monitor, toda una odisea
Empecemos por el principio: elegir el monitor. Opciones hay a patadas y basta con echar un vistazo a las principales tiendas de tecnología para darse cuenta. Optar por uno no es tan sencillo como decir “este, va, de cabeza”. No, hay que tener en cuenta la tecnología del panel, los tiempos de respuesta, las capacidades del monitor, el tamaño, la resolución, etc.
Yo venía de un monitor IPS de 24 pulgadas con resolución FullHD a 144 Hz. Para ese tamaño, esa resolución está bien. De hecho, está al límite. Por encima de las 27 pulgadas, FullHD se queda corto y es mejor saltar a la resolución 1.440p o más. Por encima de 32 pulgadas, la resolución 4K es lo más seguro.
A mí ese tamaño se me empezó a quedar corto, sobre todo a la hora de trabajar con varias ventanas abiertas, editar vídeo y, por qué no decirlo, jugar. ¿La solución? Un monitor ultrawide curvo. ¿Por qué curvo? Es relativamente sencillo: para ocupar más campo de visión con sus 34 pulgadas en formato 21:9.
La curvatura del ojo es 1000R y mi monitor, el Huawei MateView GT, tiene una curvatura 1500R. Eso permite que, sentado a un metro y pico del mismo, tenga en mi campo de visión toda la información de la pantalla. Digamos que no tengo que girar la cabeza para ver lo que hay en un lateral u otro. Para trabajar es sensacional, pero también lo es para jugar.
El panel es VA, que tiene varias ventajas con respecto a los paneles TN e IPS. Principalmente, el contraste es más alto (y los negros más profundos), tienen una buena entrega de brillo y reproducción de color y tienden a tener menos fugas que los IPS. Por el contrario, el tiempo de respuesta es inferior a los TN y los ángulos de visión son peores que los IPS. En cualquier caso, un panel VA suele ser una buena opción a la hora de elegir un monitor (salvo que hablemos de cosas más profesionales, evidentemente).
Este modelo en concreto tiene resolución WQHD (3.440 x 1.440 píxeles), reproduce el 90% del espacio de color DCI-P3 y el 100% de sRGB, tiene una precisión de color ΔE < 2 (menos es mejor) y soporta HDR. También tiene 165 Hz y FreeSync Premium (aunque, por algún motivo, está oculto entre los menús). Es, en definitiva, un monitor bastante completo para su precio.
¿Hay otras opciones? Sin lugar a dudas. De hecho, yo pensé en el Samsung Odyssey G9, pero es que ese monitor es demasiado grande. Muy grande, enorme, hasta el punto de que no sabía si en mi escritorio de 1,70 metros iba a poder usarlo sin problema. Y su precio, claro, que es tres veces el de este. En resumidas cuentas, este modelo de Huawei cumple con todo lo necesario y, además, tiene la barra de sonido integrada que, sin dar el mejor sonido del mundo, me ha permitido deshacerme de los altavoces de la minicadena que usaba hasta ahora.
Un camino solo de ida
Ahora que ya sabemos por qué este monitor, hablemos de la experiencia. La dividiremos en dos partes: trabajar y jugar. La primera la podría resumir en una palabra: sensacional. Una pantalla con esta resolución y este formato es ideal para trabajar, ya que permite tener varias ventanas abiertas a la vez y ver bien el contenido, algo imposible en mi monitor FullHD de 24 pulgadas.
Normalmente suelo necesitar tener tres ventanas abiertas: la aplicación que uso para escribir (Word, ahora mismo), otra con información que esté leyendo (una nota de prensa, un informe…) y otra, normalmente, con el chat con mis compañeros. La cosa cambia dependiendo del contexto, pero se entiende por dónde van los tiros. Un monitor con estas capacidades y resolución permite hacerlo sin problema.
Windows 11, de hecho, lo hace realmente fácil con el acceso rápido que aparece cuando dejas el cursor sobre el botón de ampliar pantalla. Normalmente uso el que divide la pantalla en tres bloques iguales, pero la división en cuatro ventanas es también muy útil para, por ejemplo, escribir, tener el chat abierto, ver un vídeo y tener a mano un PDF con unas gráficas, por ejemplo. Para editar vídeo también está bien. Yo lo hago a nivel básico, pero tener la línea de tiempo a pantalla completa y todo mucho más a mano está realmente bien.
En resumidas cuentas, a la hora de trabajar he notado que no tengo que cambiar tanto de pestaña y que puedo tener todo lo necesario para escribir un artículo en pantalla. Es un workflow, como se suele decir, mucho más cómodo. Ahora bien, si sueles trabajar con una sola pantalla, ya te digo yo que es incómodo hacerlo a pantalla completa porque se expande demasiado y no es intuitivo.
De hecho, ese es uno de los cambios que he tenido que aprender durante estos días: usar las aplicaciones en ventanas, y no a pantalla completa. Antes, con la resolución FullHD y las 24 pulgadas, esto era más tedioso porque el contenido se veía pequeño, así que tenía que usar la ventana completa. Ahora, para evitar ese alargamiento totalmente innecesario, me he acostumbrado a usar las apps en ventanas y, honestamente, ni tan mal.
¿Y jugando qué tal? Una fantasía, la verdad. Yo juego principalmente a shooters y, desde su lanzamiento, a ‘Battlefield 2042’ (sí, a mí me gusta). Los monitores ultrawide suelen generar cierto debate a la hora de jugar a shooters por el campo de visión, que es más amplio y, por lo tanto, el movimiento del ratón suele ser más largo para ir de un lado a otro de la pantalla. Yo, sin embargo, me siento muy cómodo jugando con ese campo de visión y, de hecho, tengo el campo de visión subido al máximo en ‘Battlefield’ para ver todavía más. Cuestión de gustos.
Al no jugar a juegos competitivos a nivel competitivo (véase ‘Valorant’ o ‘Counter Strike’) no puedo valorar si merece o no la pena. El vox pópuli es que no. Lo que se gana en inmersión se pierde en otras cosas que los usuarios profesionales valoran. De hecho, hay jugadores profesionales que, por costumbre, siguen jugando en 4:3. Yo, sin embargo, juego a shooters, juegos de historia y algo de MMO (estoy esperando la salida de ‘Lost Ark’ como agua de mayo) y sí agradezco un mayor tamaño de pantalla y campo de visión.
La tasa de refresco de 165 Hz es fabulosa y la resolución, unida a la curvatura, hace que la experiencia sea mucho más inmersiva. Es algo muy subjetivo y difícil de plasmar en texto, pero la idea es que tienes un monitor que se ve bien, que ocupa mucho más campo de visión y que te mete de lleno en el juego. El problema, claro, es que la RTX 3060 da para lo que da, pero a día de hoy lo cierto es que no tengo queja.
Como decía antes, es un camino solo de ida, tal y como lo fue cambiar a un monitor de 144 Hz y un teclado 60%. ¿Es para todos los usuarios? No, desde luego que no, pero sí animaría a todos los que trabajen con varias ventanas y gusten de jugar a juegos no competitivos a darle un tiento.
HUAWEI MateView GT 34'' Monitor curvo ultra ancho 1500R, 165Hz, 21:9 WQHD 3440×1440, 3K+, LCD integra barra de sonido con doble altavoz de 5W y control de volumen táctil, Microfonos duales 360º,Negro
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La noticia
Cambiar a un monitor ultrawide curvo: un camino solo de ida (para jugar y trabajar)
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Xataka
por
Jose García
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