Esta es la historia del Audi V8, o como Audi entró sin hacer mucho ruido en el segmento del lujo
Audi se ha ganado a pulso su posición de fabricante de prestigio, lo que hoy llamamos un fabricante premium. Formar parte de la misma élite que Mercedes-Benz, BMW o Jaguar nunca ha sido fácil. Muchos lo han intentando y todavía no lo han logrado. Sólo Lexus y Audi lo han conseguido, a principio de los años 90.
Y aunque con el tiempo cada uno lo ha hecho de una manera diferente, la primera piedra de ese edificio la puso en ambos casos una berlina de representación animada por un V8, en el caso de la firma alemana, el Audi V8.
Para lograr entrar en el entonces coto cerrado de BMW, Mercedes-Benz y Jaguar, Audi tuvo que forjarse una imagen. Al fin y al cabo, para la mayoría del público, Audi era una marca joven cuyo primer coche de su era moderna, salió en 1965. Era el Audi 60 y no convenció del todo al público.
Auto Union: de Mercedes a Volkswagen para ser Audi
De 1958 a 1964, la marca Auto Union formó parte de Mercedes-Benz. En 1962, Mercedes-Benz tiene casi listos los W118 y W119, dos modelos precursores en su concepto del futuro Mercedes 190E, pero que finalmente nunca llegaron al mercado. El ingeniero Ludwig Kraus, que ayudó en el desarrollo de esos dos coches, fue enviado a Auto Union para desarrollar una berlina de nueva generación.
Para cumplir su nueva tarea, Kraus comenzó con los planos del W118 y del W119. Pero en 1964, Mercedes-Benz vendió Auto Union a Volkswagen. Una vez bajo el paraguas de Volskwagen, Auton Union se convierte en Audi, conservando el logotipo de Auto Union, los cuatro aros.
Kraus, como muchos otros empleados de Auto Union continuó su trabajo bajo la dirección de Volkswagen. En 1965, el Audi 60 llegó al mercado. Y curiosamente, el primer Audi de la posguerra tenía algo de Mercedes en él.
Los comienzos no son fáciles. Y el coche no fue un éxito. Audi carecía de imagen. Al menos, hasta que a mediados de los años 70, Ferdinand Piëch, primero como director técnico y luego como CEO en 1988, puso a Audi en el mapa. En los años 80, la marca empezó a forjarse un nombre en rallys, con el Audi Quattro, para apoyar a nivel comercial los modelos con tracción integral, símbolo de una marca volcada en la tecnología.
El progresivo ascenso de Audi en prestigio
Audi tenía para entonces la imagen de una marca tecnológica, al estilo de SAAB. Audi tenía ya cierto prestigio, pero no jugaba en la misma liga que Mercedes-Benz y BMW. Se quedaba un peldaño más abajo. Para completar su transformación en marca de lujo, necesitaba un buque insignia. Necesitaba una berlina de lujo, una en la que los magnates se dejarían ver. Básicamente, necesitaba un Mercedes-Benz Clase S o un BMW Serie 7 y con una mecánica considerada noble.
Audi presentó su buque insignia en el Salón de París de 1988. Bautizado sencillamente Audi V8, fue el primer Audi en ofrecer una transmisión automática asociada a la tracción integral Quattro. Estuvo disponible también con un cambio manual, pero fue una versión poco solicitada.
La plataforma del Audi V8, bautizada D1, había sido diseñada a partir de la de los Audi 100 y 200 y a pesar de no compartir paneles de carrocería, el nuevo modelo se les parecía mucho. Es una pena, pues frente a los depurados y aerodinámicos Audi 80 y 90 recién introducidos, el Audi V8 ya parecía anticuado. Pero quizá la intención era no desviar la atención del público de lo importante en el coche, el motor.
Recordemos que en aquella época, Audi sólo disponía de su motor de cinco cilindros turbo para enfrentarse a los 6 cilindros y V8 de la competencia. A partir de un cierto nivel de gama, especialmente a finales de los años 80, por muy bueno que sea el 4 cilindros o el 5 cilindros de una marca, éstos no sirven para un coche de lujo.
En ese segmento, lo mínimo es disponer de un 6 cilindros. Y luego, si puede ser, algún bloque más grande. Así, el Mercedes-Benz Clase S contaba también con un V8 y el BMW Serie 7, de un V12, al igual que el Jaguar XJ. En cuanto al Maserati Quattroporte, sólo equipaba un V8. El buque insignia de Ferdinand Piëch tendría, por tanto, un motor V8.
Y eso explica la aparente falta de imaginación de Audi al bautizar su nuevo modelo “V8”. La idea es dejar bien claro que Audi posee ahora un bloque V8. El mensaje que envía Audi con ellos es muy sencillo: ahora juega en primera división. Otra cosa es que el mensaje llegase al público objetivo.
El Audi V8 fue un primer aviso a navegantes
A la hora de diseñar el motor, en lugar de partir de cero, se tomó la decisión de acoplar dos bloques de 4 cilindros ya existentes en un cárter común. En Audi escogieron el motor del Volkswagen Golf II GTI 16V, el bloque KR 1.8 litros de 139 CV y 16 válvulas. La idea era ahorrar dinero y tiempo. Pero no fue así. Si bien la culata era de aluminio, el bloque seguía siendo de fundición. Se dice que a Piëch no le gustó y los ingenieros tuvieron que diseñar un V8 desde cero.
El nuevo V8 es completamente de aleación, cuenta con doble árbol de levas en cabeza y cuatro válvulas por cilindro. De una cilindrada de 3.6 litros desarrolla 250 CV a 5.800 rpm y 340 Nm a 4.000 rpm. No es un monstruo en términos de prestaciones. Acelera de 0 a 100 km/h en 9,2 segundos y cubre el 1.000 m desde parado en poco menos de 30 segundos.
Además, el V8 está situado por delante del eje delantero, lo que conlleva un comportamiento dinámico aburrido y un tren delantero carente de precisión si se lleva el coche a buen ritmo. Y para colmo, el coche pesa cerca de 1.800 kg.
El peso se explica en parte por el completísimo equipamiento de serie del coche. Apenas hay opciones. Casi todo es de serie, a diferencia de Mercedes-Benz y BMW, las molduras de madera, el cuero Connolly, las llantas de aleación, el climatizador automático (con pantalla digital), los asientos delanteros regulables eléctricamente o la pintura metalizada.
En 1991, el V8 pasa a 4.2 litros de cilindrada y alcanza los 280 CV y los 400 Nm. Las prestaciones mejoran notablemente (0-100 km/h en 7,6 s), pero no es suficiente para que las ventas suban significativamente. Para aumentar el prestigio del coche, se crea una versión larga limusina, bautizada V8 L, o V8 Lang en algunos mercados, con una distancia entre ejes de 302 cm para una longitud total de 5,19 m (4,87 m para el V8 normal).
Como anécdota, también se hizo un único V8 Avant, con carrocería familiar. Durante ocho años fue el coche de la familia Piëch, se dice que fue Ursula Piëch, esposa de Ferdinand Piëch, quien más lo conducía. Se trata de un prototipo realizado para estudiar la viabilidad de un V8 Avant. A modo de curiosidad, ese coche es de color verde oscuro, como siempre lo fueron muchos de los Porsche fabricados para los miembros de la familia Porsche.
Por otra parte, Audi inscribió el V8 en competición, en DTM, para darle prestigio. Y a pesar de ganar el campeonato dos veces seguidas, en 1990 y 1991, el Audi V8 seguía sin tener el prestigio de los BMW o Mercedes-Benz.
Al final, Audi fabricó menos de 25.000 unidades del Audi V8 entre 1988 y 1994. Fueron 21.293 Audi V8 y 272 unidades del Audi V8 Lang. En frente, BMW colocó más de 311.000 unidades del BMW Serie 7 (E32) entre 1986 y 1994. Es decir, ni notaron la presencia del Audi V8 en el mercado. Y sin embargo, ese primer intento ha sido el ensayo y error de Audi.
Viendo el fracaso del coche, en Audi podían haber tirado la toalla. Pero eso de abandonar y darse por vencido no iba con Ferdinand Piëch. Si no sale bien, se mira por qué y se corrigen los errores. Se vuelve a intentar. Y punto. Así, aprendiendo de los errores del V8 llegó el Audi A8 en 1994..
Esta vez Audi partió de una hoja en blanco para su siguiente intento en el segmento del lujo. Audi invirtió sustancialmente, llevando una serie de tecnologías avanzadas y novedosos materiales a la producción.
El Audi A8 de primera generación fue pionero en estética, diseño y construcción, y fue el primer vehículo de producción que utilizó un chasis monocasco de aluminio junto con un uso extensivo del noble metal en la carrocería.
Audi, ya lo había anunciado sin tapujos con el espectacular concept car ASF (Audi Space Frame) de 1993, el cual era básicamente el futuro A8 con su carrocería de aluminio sin pintar pero pulida para que brillase en todos los salones del mundo.
La gama de motores fue de lo más completa esta vez. El A8 proponía desde el pequeño diésel 2.8 litros hasta el potente S8 de 360 CV y, a partir de 2001, el W12 de 6.0 litros y 420 CV. Por fin, Audi y Piëch tenían su buque insignia.
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Esta es la historia del Audi V8, o como Audi entró sin hacer mucho ruido en el segmento del lujo
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por
Daniel Murias
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