Netflix ha encontrado en el creador de ‘Misa de medianoche’ una de sus grandes bazas creativas: así funciona la mente de Mike Flanagan
Mike Flanagan vive consagrado al terror. A una forma muy peculiar de entender el terror, que cada vez va volviendo más sofisticada y personal, pero a la que desde el principio de su carrera le ha demostrado una inquebrantable fidelidad. Actualmente, y contra viento y marea, es uno de los principales y más exitosos autores del género.
La última muestra de ello la tenemos en ‘Misa de medianoche’, una escalofriante miniserie ambientada en una isla que espera el regreso de su sacerdote habitual, y que recibe a uno mucho más joven y cuyos actos transformarán la fe y las vidas de quienes viven allí. Una pieza de horror claustrofobico y psicológico que no supone más que el paso natural después de dos éxitos previos en la plataforma, como ‘Hill House’ y ‘Bly Manor’. Así es como Flanagan ha llegado a convertirse en un creador imprescindible para Netflix.
Inicios modestos, pero significativos
Aunque también rodó un par de proyectos estudiantiles más orientados hacia el melodrama, nada más salir de la escuela de cine Flanagan escribió y dirigió ‘Fantasmas de Hamilton Street’, un film que ya anticipa algunos de los temas que trataría en películas más ambiciosas. En ella, un escritor ve cómo personas de su vida van desapareciendo sin dejar ni rastro, lo que le envía a versiones de su vida donde esa gente no existe. Pronto determina una lógica para el fenómeno y se dispone a salvar de este extraño destino a quienes le rodean y le importan.
Su siguiente proyecto sería un corto de terror. ‘Oculus: Chapter 3 – The Man with the Plan’, de 2006, tiene ese curioso título porque al no conseguir financiación para lo que él quería que fuera una serie de cortometrajes, rodó solo el tercero, en el que se explica la historia completa gracias al uso de flashbacks. Sin embargo, pese a que hubo interés por parte de productoras de cine para convertirlo en película, querían imponerle un estilo de found footage, por entonces muy de moda, y Flanagan no cedió.
Tres balazos iniciales en el corazón del terror
Poco a poco, la carrera de Flanagan se iba reorientando al género más puro, y lo demostró con ‘Absentia’, que financió mediante Kickstarter y que pese a sus limitaciones, sacaba el doscientos por cien del partido de su inquietante concepto: un par de hermanas investigan una serie de desapariciones de su entorno, misteriosamente vinculadas a un túnel de paso de aspecto tan siniestro como anodino. Ya aquí comenzó la feliz relación de Flanagan con Netflix, ya que fue la plataforma la que catapultó la modestísima propuesta al éxito unos años más tarde, convirtiéndola en una película de culto.
Su siguiente película, ya con medios mucho más holgados, fue la estupenda ‘Oculus’, un auténtico carrusel de sustos que compite con las propuestas de James Wan en la vertiente más verbenera del género, y con una historia también en la misma línea de éxitos recientes del cine de terror: una chica intenta demostrar que un espejo encantado es el responsable de los crímenes por los que su hermano está en la cárcel. El resultado ya demuestra los recursos narrativos de Flanagan a la hora de sembrar la inquietud en el espectador.
En 2016, y también bajo los auspicios -como ‘Oculus’- de Blumhlouse, la compañía productora de ‘Paranormal Activity’ o ‘Insidious’, firmaría ‘Ouija: el origen del mal’, una película de terror sobrenatural más tradicional, pero donde ya se asientan muchas de las constantes que luego desarrollaría en Netflix. Bajo una historia de familia acosada por fuerzas sobrenaturales tenemos una visión del más allá oscura y melancólica, que empapa no solo a los muertos sino también los comportamientos de los vivos. ‘Ouija’ costó 10 millones de dólares y recaudó más de 80.
Con Flanagan ya consagrado en Netflix, el director y guionista regresaría a los cines para estrenar su segunda adaptación de Stephen King tras ‘El juego de Gerald’, la ambiciosa ‘Doctor Sueño‘, una secuela tardía de ‘El resplandor’ que consigue lo más improbable: conciliar los universos de la película de Kubrick, el libro original de Stephen King y la propia secuela literaria del escritor. Una película en la que el pasado, como es habitual en Flanagan, cae como una losa sobre los personajes en forma de contactos con el más allá más inquietantes que aterradores.
Flanagan en Netflix: la nueva cara del terror
Antes del estreno de Ouija, mientras rodaba ésta, Flanagan preparó y rodó en secreto ‘Hush’, una película que tras su paso por festivales acabaría estrenando en exclusiva Netflix en 2016, convirtiéndose en un bombazo viral gracias a la concisión de su argumento: una mujer sorda aislada en una cabaña en un bosque es acosada por un tétrico sujeto enmascarado. Conectando con thrillers clásicos del estilo de ‘Sola en la oscuridad’, a veces tira demasiado de los tópicos, pero es un muy pulcro artefacto de suspense que funciona como un tiro gracias a su honestidad y su forma de poner las cartas sobre la mesa.
El éxito animó a Netflix a producir una nueva película de terror, en tiempos en los que no estaban tan volcados en las series fantásticas (el fenómeno ‘Stranger Things’ solo acababa de estallar) con ‘El juego de Gerald’, una espléndida adaptación de uno de los libros más tensos y oscuros de Stephen King. Flanagan superó las expectativas de ‘Hush’ encadenando a Carla Gugino a una cama durante hora y media, en una película que no renuncia a las imágenes escabrosas ni a la tensión ultragore, pero que por encima de todo vuelve a delinear la visión de Flanagan de lo fantástico: melancolía, incertidumbre, soledad y desamparo.
Pero el auténtico antes y después de Flanagan en Netflix se daría con ‘La maldición de Hill House’, en la que un autor ya completamente maduro engarzaría una de las mejores ficciones de terror de la plataforma. Más cerca de las historias de fantasmas más fúnebres de Stephen King que del original de Shirley Jackson en el que supuestamente se basa, es una perfecta narración espectral que recupera los aires tristes y espirituales de la tradición británica y literaria del género, y que define la personalidad visual de Flanagan sin necesidad de sustos fáciles, a base de atmósfera opresiva, aparecidos tristes y gusto por lo macabro y por los tour de forces narrativos.
La segunda temporada de la serie, muy inteligentemente, no optó por continuar una historia que había quedado maravillosamente cerrada, sino que usa ‘La maldición…’ del título para acudir a otra casa encantada: Bly Manor, de ‘Otra vuelta de tuerca’, el gran clásico de los fantasmas literarios que, de hecho, ya empapaba la primera temporada. Aunque inferior debido a que Flanagan solo dirige y escribe el primer episodio, es una muy estimable historia de fantasmas, clasiquísima y llena de detalles y referencias a múltiples ficciones espectrales. Carece del riesgo y la demoledora integridad de la primera temporada, pero sigue dejando claro que Flanagan es un talento a seguir.
Por cierto, antes de ‘Ouija’, en 2013, Flanagan había rodado ‘Somnia: Dentro de tus sueños’, pero su productora quebró y su estreno fue retrasándose un año tras otro. Netflix acabó comprando los derechos en 2018, el año que estrenó ‘Hill House’. Después de la sofisticación de ‘Hill House’, ‘Somnia’ supone una pequeña bajada de intensidad, con una historia además, no muy interesante: los sueños y pesadillas de un chaval se materializan mientras duerme. Mientras Netflix intentaba rebañar con el estreno tardío la popularidad de Flanagan, éste y su productor habitual, Trevor Macy, anunciaron un contrato de exclusividad con la plataforma para producir más contenido de terror.
‘Misa de medianoche’: descenso a los rincones más oscuros de la fe
‘Misa de medianoche’ es el primer resultado de ese contrato, y no podía ser más estimulante. Superior en muchos aspectos a ‘Hill House’, más concisa y directa gracias a su extraña duración de tan solo siete episodios, despliega una historia que en principio parece un melodrama de tintes levemente sobrenaturales. A base de apuntes sobre la culpa por los pecados del pasado y el lado más oscuro de la fe católica, pronto despliega otros temas que no desvelaremos aquí pero que sumergen a la serie en una estimulante reformulación de ciertos mitos del fantástico.
La serie cuenta cómo una pequeña comunidad isleña y aislada ve su cotidianeidad y su fe revuelta cuando llega un nuevo sacerdote a ocuparse de la parroquia. Su auténtica identidad e intenciones despliegan una serie de tentáculos en escenas casi experimentales que van del horror puro (Flanagan no tiene problemas en postrarse a los pies de la imaginería de la serie B cuando hace falta) a largos diálogos y sermones que han sido muy criticados, pero que funcionan a la perfección, exponiendo temas y desplegando el ambiente asfixiante propio del autor.
Curiosamente dado su temática y su inmersión en la mitología católica, ‘Misa de medianoche’ es la historia más terrenal de Flanagan, más en conexión con el Stephen King humanista de ‘La tienda’ o, sobre todo, la reciente ‘Revival’, que con las historias de fantasmas tradicionales. Una sorpresa macabra que termina de certificar a Flanagan (y lo que le queda: ya prepara una futura serie llamada ‘The Midnight Club’, basada en un éxito de la literatura young adult) como uno de los creadores más personales e imprescindibles de la escudería Netflix.
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Netflix ha encontrado en el creador de ‘Misa de medianoche’ una de sus grandes bazas creativas: así funciona la mente de Mike Flanagan
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John Tones
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