‘El experimento fantasma’: Netflix explora el terror tailandés con dos científicos dispuestos a demostrar la existencia del más allá
Netflix ha encontrado un curioso filón en el cine sobrenatural procedente de Asia, pero no de nacionalidades más vistas por aquí, como Japón o Hong Kong, sino de lugares más exóticos (pero con gran producción de cine abrumadoramente comercial), como Tailandia o Indonesia. Del brutalísimo cine de horror indonesio ha estrenado películas como la increíble ‘La mujer del infierno‘, y de Tailandia es esta peculiar mezcla de thriller, culebrón y terror sobrenatural.
Desde luego, ‘El experimento fantasma’ está lejos de la sobriedad narrativa de películas norteamericanas de argumento comparable, como ‘Insidious’ o las producciones de Blumhouse. ‘El experimento fantasma’ (que en inglés tiene el aún más divertido título de ‘Ghost Lab’, como si fuera un reality de cazafantasmas) es una auténtica montaña rusa donde se pasa del hiperdrama al terror de zombis sin avisar al espectador. Con sus gotas de thriller científico.
De hecho, los dos protagonistas son un par de jóvenes médicos que están convencidos de la existencia del más allá y quieren demostrarlo científicamente. Para ello pondrán en marcha una serie de experimentos que llegarán a poner en peligro su propia integridad y la de quienes les rodean. Todo por la ciencia paranormal.
Y este es solo el punto de partida, narrado de hecho con cierta sorna: por ejemplo, cuando los protagonistas inician sus experimentos, llegan a decir que lo que pasaba en la película tailandesa ‘Shutter: El fotógrafo’ no funciona. ‘Shutter’ es uno de los grandes éxitos del cine tailandés fantástico, y generó varios remakes, entre ellos la norteamericana ‘Retratos del más allá’. Es decir, los protagonistas son muy conscientes de estar en un experimento multigenérico donde todo vale.
Entre ‘Ghost’ y ‘Los Cazafantasmas’
Pronto este planteamiento ligero da pie a una atmósfera de terror sobrenatural, pero sin llegar a sumergirse del todo en esa dinámica. Hay drama romántico, hay unas cuantas reflexiones sobre el duelo y la pérdida (de hecho, los cambios de género constantes parecen a veces una reflexión meta sobre las distintas fases que se atraviesan al perder a alguien querido), y hay giros de guión cada pocos pasos, convirtiendo a ‘El experimento fantasma’ en una aventura muy disfrutable. Siempre que no se busquen códigos de coherencia occidental en el siempre más imprevisible cine de género asiático, claro.
Sin duda, lo más interesante del argumento es la excusa de la búsqueda científica de vida en el más allá, siguiendo para ello métodos muy poco exactos, pero con toda la parafernalia de laboratorio: batas, pizarras y fórmulas, como “Energía = preocupaciones / venganza”. El hecho de que los primeros pasos en la investigación vayan dados por la existencia del ornitorrinco como mamífero “raro” da alguna pista acerca de lo muy poco en serio que la película se toma esos términos.
De hecho, en ocasiones la película recuerda a aquella mítica ‘Línea mortal’, hito del cine juvenil sobrenatural de 1990, en la que un grupo de ambiciosos y jóvenes científicos se sometían a experiencias al borde de la muerte para recabar datos sobre el más allá. La moraleja era, un poco, que hay cosas que mejor dejarlas quietecitas, como sucede aquí.
Aunque a ‘El experimento fantasma’ le falte quizás algo del morboso empuje y la violencia moral del cine de terror de Indonesia, sus dos horas pisan el acelerador desde el principio y no dan demasiado tiempo a detenerse en la coherencia argumental o dotar del más mínimo sentido a las radicalísimas decisiones que toman sus protagonistas. Un gozoso tren de la bruja con coartada científica para fans del escalofrío irracional.
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John Tones
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