‘Cielo de medianoche’ (crítica): una mezcla de drama post-apocalíptico y aventura espacial que no termina de encontrar su tono

'Cielo de medianoche' (crítica): una mezcla de drama post-apocalíptico y aventura espacial que no termina de encontrar su tono

En ‘Cielo de medianoche’ conviven dos películas potencialmente interesantes pero cuyo atractivo no termina de despegar apenas en ninguna de las dos. Sus diferencias, de hecho, hacen que en vez de complementarse y apoyarse una a la otra, se anulen parcialmente hasta coincidir en un nexo común algo arbitrario. No desvelaremos aquí en qué consiste su cabriola final, pero la sensación final del espectador es la de haber estado haciendo zapping entre dos películas distintas, y no especialmente interesantes además.

Esta producción de George Clooney, que también produce y dirige, ha sido adquirida por Netflix para su distribución exclusiva y comparte, eso sí, el acabado propio de las películas más lujosas de la plataforma: a la mayoría les falta un hervor para medirse con producciones cinematográficas al uso, quizás más escenarios y personajes, quizás tramas no tan esquemáticas (en este caso, pese a que el metraje alcanza las dos horas), quizás la textura del celuloide. Pero también como las demás, ésta no carece de lujo en los medios: un reparto excelente, efectos especiales apabullantes y un acabado técnico de primera.


En todo lo demás se queda algo a medias, y quizás la culpa la tenga ese giro que no termina de encontrarse y que habría acoplado a la perfección las dos grandes piezas que conforman el film. ‘Cielo de medianoche’ cuenta cómo, en un planeta Tierra futuro y condenado por el cambio climático, toda la población es evacuada y queda como único superviviente un científico gravemente enfermo (Clooney), que se queda en el Ártico intentando contactar con misiones espaciales que aún estén dando tumbos fuera de la Tierra para advertirles de la situación.

Todas esas misiones han fracasado salvo una, la estación espacial Ether, que de hecho vuelve a la Tierra con buenas noticias: existe una luna habitable en Saturno. Mientras el equipo de astronautas intenta regresar a la Tierra afrontando sus propios problemas técnicos, nuestro científico se encuentra un visitante inesperado en su base, una niña que no pronuncia palabra llamada Iris, y juntos emprenden la búsqueda de un medio para avisar a la base espacial de lo que sucede en la Tierra.

Clooney del apocalipsis

Sin duda el gran problema de ‘Cielo de medianoche’ es la morosidad narrativa que le impide, por ejemplo, entretejer una historia de aventuras continuadas del personaje del científico y la niña en la nieve. Hay hallazos visuales y ciertas dosis de emoción en momentos como la llegada de los lobos o la caída en el agua helada, pero falta una estructura más orgánica que dé a todo cierta cohesión. El guión de Mark L. Smith carece de ella, y eso que su autor ya experimentó con una ambientación paralela en ‘El renacido‘ de Alejandro Iñárritu.

Esa misma falta de cohesión, o al menos de un tono continuado, está en las escenas en el espacio exterior. Llegado un punto, la acción se centra completamente en las andanzas en la estación espacial y el proceso de reparación de una antena. Tres tripulantes salen al espacio, en una accidentada secuencia bien rodada y planteada, pero que despista un poco del auténtico núcleo dramático de la película y que, en cualquier caso, palidece frente a su clara inspiradora, ‘Gravity‘, en la que ya participó Clooney.

‘Cielo de medianoche’ no carece de elementos atractivos, empezando por un soberbio reparto que se completa con los miembros de la Ether, encabezados por Felicity Jones. También hay secuencias muy bien planificadas y que recuerdan que Clooney tiene en su haber películas tan notables como ‘Buenas noches y buena suerte’, ‘Los idus de marzo’ o ‘Suburbicón’: el mencionado ataque de los lobos o la interesante imagen de las gotas de sangre de un astronauta flotando en atmósfera cero, de un frío y peculiar aliento lírico.

El conjunto, sin embargo, no aguanta el tipo y sus dos horas se convierten a veces en un catálogo de miradas al vacío que eclosionan en un final algo forzado y no demasiado original. Una pena, visto el talento invertido -y teniendo en cuenta que el libro original de Lily Brooks-Dalton es estupendo- en esta historia de ciencia-ficción que merecía más.


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John Tones

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