‘Host’ (crítica): llega a Filmin y cines la videoconferencia más aterradora de 2020, una pesadilla más compleja y sutil de lo que aparenta

'Host' (crítica): llega a Filmin y cines la videoconferencia más aterradora de 2020, una pesadilla más compleja y sutil de lo que aparenta

‘Host’ tiene esa extraña cualidad del mejor cine de terror de ocultar bajo una capa de aparente obviedad resortes narrativos y visuales de cierta sofisticación. En este caso, tenemos una película de terror rodada a través de Zoom, en las casas de sus respectivas actrices, a distancia y en el confinamiento, con el director Rob Savage dando las indicaciones de lo que tenían que hacer. Todas ellas se convirtieron en momentáneas operadoras de cámara y técnicas de efectos para gestar esta proeza que se estrena en salas y ya está disponible para alquilar en Filmin.

Con su parca duración de cincuenta y tantos minutos, prácticamente un solo escenario por personaje y aparentemente casi ningún alarde en términos técnicos (de nuevo, una cuestión engañosa: solo organizar encuadres, reacciones y mantener la atmósfera a distancia esconde un auténtico prodigio de planificación), ‘Host’ ha acabado manifestándose como una de las películas más terroríficas del año, por una circunstancia obvia. Nada hay más cercano a nuestra experiencia que la ordalía sobrenatural de estas cinco chicas: todos hemos estado ahí, hemos abierto al mundo un rincón de nuestra casa que siempre permanecía íntimo, con lo que conlleva eso de reconocer cierta fragilidad extrema en nuestras vidas.

El planteamiento argumental de ‘Host’ es (este sí) extremadamente sencillo y juega con que el espectador ya sabe, por otras películas y narraciones similares, qué pasa cuando se tontea con lo sobrenatural: un grupo de amigas hace una sesión de espiritismo por Zoom y cabrean por error a un espíritu que las va atacando una a una. En otras películas ese “una a una” sería cuando vuelven a sus casas tras la sesión y se quedan solas, o en el mismo lugar donde se hizo la ouija, quizás una casa encantada. Aquí no hace falta esperar. Ya están aisladas.

‘Host’ saca a relucir así, con sencillez y sin aspavientos, la gran tragedia psicológica de 2020: somos estupendas víctimas de películas de terror porque nos hemos pasado medio año solos, confiando en cámaras y pantallas para sustituir las relaciones auténticas, lo que nos ha convertido en criaturas aterradas y sin apenas defensas. ‘Host’ es tan notable que no está planteada como una película de terror con recadito, y aún así lo lleva incluido, porque como siempre pasa con el mejor cine de miedo, es incapaz de no hablar de lo que nos sucede y lo que nos aterrorriza.

‘Host’: los (otros) horrores del confinamiento

‘Host’ no es la primera película que experimenta con la textura de cámaras múltiples para contar una historia. A proyectos mucho más complejos como ‘Open Windows‘ de Nacho Vigalondo o el thriller ‘Searching…‘ se suman, ya dentro de los códigos del terror, películas como las recientes dos entregas de ‘Eliminado‘. Y el propio Savage encuentra los orígenes de su película en una broma pesada por videoconferencia que gastó a un grupo de amigos cuando simulaba ir a investigar unos ruidos extraños en su ático.

La referencia más clara de ‘Host’, sin embargo, es ‘Paranormal Activity’, que creó una gramática nueva, bastante rigurosa dentro de su formato -esto es, que una vez fijadas las reglas de su narrativa no se apartaba de ellas- y que, sobre todo, no pretendía más que ofrecer un carrusel de sustos en un marco visual muy concreto. ‘Host’ hace lo mismo, pero el resultado es mucho más estimable (más allá de la sorpresa inicial, ‘Paranormal Activity’ no era precisamente extraordinaria), y eso es gracias a cómo exprime Savage las posibilidades del formato.

Savage inventa, literalmente, nuevas formas de generar miedo con las herramientas que le ofrece Zoom. La mejor de ellas es la aparición de un filtro de máscara en un lugar donde, aparentemente, no sucede nada extraño. La otra es el uso de un fondo animado en bucle como forma de violentar la normalidad. Pero hay más: el tiempo limitado de la versión gratuita de Zoom como forma de decirle al espectador “pues ya estaría”, o el uso de los filtros grotescos de las videollamadas como contraste y réplica a lo terrible (una idea que también usó este año Koldo Serra en ‘Caminantes’).

Nada mal, en fin, para una película disfrazada de “videollamada con sustos” y que, efectivamente, es eso (su duración y su modestia argumental deja claro que tampoco aspira a mucho más que una buena sesión de miedo sin más aditivos). Pero ‘Host’, haciendo honor a la milenaria tradición del tren de la bruja, también se preocupa en explorar en el lenguaje del terror audiovisual en busca de nuevas formas de generar miedo. Y eso es algo que, francamente, nos gustaría ver más a menudo en películas infinitamente más ambiciosas.


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John Tones

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