‘Orígenes secretos’ de Netflix no es un ‘Ready Player One’ con superhéroes, sino una parodia amable pero sin demasiado filo

'Orígenes secretos' de Netflix no es un 'Ready Player One' con superhéroes, sino una parodia amable pero sin demasiado filo

‘Orígenes secretos’ bromea en algún momento, de forma muy acertada, con la imposibilidad de hacer una película de superhéroes en España. El personaje de Antonio Resines, un veterano policía que acompaña al protagonista en los primeros compases de la investigación, asegura que no hay forma de tomarse esas cosas en serio aquí. Mientras toda Europa disfrutaba con imitaciones del Rey Arturo nosotros poníamos en solfa a la figura del caballero andante con el Quijote.

Como tantos otros conceptos con los que hace malabares la película de David Galán Galindo basada en su propia novela, la idea no va del todo desencaminada pero tampoco es completamente exacta. Para empezar cualquier gran mito suele ir siempre acompañado de su desmitificación -sin necesidad de que sea una cosa española- desde los tiempos de la Ilíada y la Odisea, ya generosas en carga autorreflexiva. Además, el Quijote no es exactamente un ‘Aterriza como puedas’ de las novelas de caballerías, sino un estudio sobre sus mecanismos y una reformulación -con humor, eso sí- de sus códigos. El Quijote no es tanto una parodia de los caballeros andantes como el Caballero Andante Deconstruído. Por desgracia, ‘Orígenes secretos’ no es una deconstrucción de las películas de superhéroes, sino un thriller con elementos de comedia y superhéroes al fondo.


En ella, conoceremos a un policía recién llegado al cuerpo (Javier Rey), que en un improbable equipo junto a una jefa de homicidios aficionada al cosplay (Verónica Echegui) y al hijo de Resines, un rijoso aficionado a los comics (Brays Efe), tiene que solucionar una serie de asesinatos de temática superheroica. El valor y la rabia de uno y los conocimientos de los otros les permitirán abrirse paso hasta un auténtico supervillano de identidad inesperada. Es decir, una mezcla muy evidente entre ‘Seven’ -por los crímenes temáticos, urbanos y alambicados- y ‘El protegido’ por contar de forma relativamente realista la génesis de un héroe -aunque los parecidos van en ocasiones más allá, y de forma no precisamente disimulada-.

Esa falta de disimulo y una excesiva reverencia por sus fuentes es sin duda el problema de una parodia que a veces juega a estar de vuelta de todo (en el secreto del villano, sin duda el guión se ve a sí mismo como una revolución). Y otras veces juega a la militancia consumidora de tebeos, lo que da pie a una secuencia especialmente escalofriante, muy de Orgullo Friqui mal entendido, en el que un montón de lectores de comics se ven reafirmados… porque ganan dinero. Demasiado a menudo, ‘Orígenes secretos’ se toma a sí misma muy en serio, como en el monólogo con el que concluye la película, más de imitador de Zack Snyder que de una película con intenciones iconoclastas.

Amables e intrascendentes superhéroes españoles

origenes

‘Orígenes secretos’, en cualquier caso, es un producto simpático: se consume en un suspiro porque no exige gran cosa a su espectador. Salvo algún guiño demasiado obvio (esos apellidos… que no molestan demasiado, por otra parte), discurre con cierta naturalidad, y suele encontrar un equilibrio entre no pasarse con la sobreexplicación en los homenajes y sorprender incluso al lector curtido, como en los retruécanos sobre la Antorcha Humana o alguna reflexión, por desgracia breve y anecdótica, acerca de las contradictorias motivaciones de Batman. En términos generales, el rosario de homenajes no llega en modo avalancha a lo ‘Ready Player One‘, e indigestan solo lo justito.

Buena parte de la culpa la tienen Echegui y Efe, que añaden interesantes matices a sus personajes, sobre el papel algo movidos por los tópicos. La idea de la jefa que por accidente acude continuamente al trabajo vestida de heroína anime, o del joven con sobrepeso cuyo hermano era a la vez protector y bully, ganan enteros gracias a sus interpretaciones. Algo más complicado lo tiene Javier Rey, demasiado central en la trama y que estira demasiado la cuerda de la antipatía, haciendo muy poco por ganarse el favor del público. Está claro que el referente es un personaje como Batman, pero David Galán Galindo no es Tom King.

Aún así, y si le sacudimos la rancia naturaleza de estar homenajeando a estas alturas a las películas de Fincher y Shyamalan cuando ambos dejaron ya bastante atrás esas ficciones, es imposible no consumir ‘Orígenes secretos’ de un bocado. Visualmente muy agradecida (los escenarios de los asesinatos son estupendos), con secundarios muy potentes (como siempre, Carlos Areces, pero también el traficante de cómics de coleccionista), menos costumbrista que ‘El vecino’, ‘Orígenes secretos’ puede ser el arranque de una franquicia que acabe encontrando su identidad más allá de la réplica satírica. Vale la pena darle una oportunidad.


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‘Orígenes secretos’ de Netflix no es un ‘Ready Player One’ con superhéroes, sino una parodia amable pero sin demasiado filo

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John Tones

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