Carl Cox: descubrimos la pasión por el motor del DJ que hizo bailar al mundo desde Ibiza
Si has ido alguna vez a Ibiza, seguro que has pasado por delante de alguna de las miles de vallas publicitarias que anunciaban sus sonadas fiestas la mítica discoteca Space, donde Carl Cox fue el DJ residente desde el año 2001 hasta el cierre de ese templo del baile en el año 2016. Más allá de su faceta como DJ y productor musical que lo sitúan como uno de los referentes en la historia de la música de baile, lo que muchos tal vez desconozcan es que Carl Cox es también un apasionado del motor que, además de un equipo de motos que corre en el TT de la Isla de Man, tiene una colección de más de 100 coches y motos.
Un referente y pionero de la música electrónica
El nombre de Carl Cox sonará incluso a los más absolutos desconocedores del mundo de la música electrónica. Fue uno de los precursores del ‘Dance’ en su país natal, Reino Unido, donde comenzó como DJ pinchando música en algunas fiestas de cumpleaños en Londres con un equipo de segunda mano durante os años 80.
Al poco tiempo Cox comenzó a desarrollar su faceta como productor musical, creando su propio sonido que fue evolucionando a través de las diferentes tendencias musicales que se iban desarrollando con el tiempo, desde el acid house hasta la música underground.
En los años 90 una rave en Reino Unido que no tuviese el nombre de Carl Cox en su cartel no era una fiesta a tener en cuenta. A finales de esa década creó su propia discrográfica, Intec Records, con la que alcanzó mucho éxito a nivel internacional.
Ibiza y el Space, una segunda casa para Carl
Pero más allá de su faceta como productor musical, en España el nombre de Carl Cox está íntimamente ligado a Ibiza. En la isla blanca, Cox fraguó su fama mundial como residente de una de las discotecas más famosas del mundo, el Space.
Fue el DJ residente desde 2001 hasta el cierre de la discoteca en 2016. Su despedida de la que fue su casa en Ibiza no pudo ser más exitosa: colgó el cartel de “todo vendido” durante 16 semanas seguidas hasta que tuvo lugar la última fiesta allí.
Habitual cabeza de cartel de festivales de música electrónica en todo el mundo, Carl Cox sigue siendo uno de los principales atractivos en congregaciones tan potentes como el Sónar en Barcelona (se encargó del cierre del festival en 2019), el ‘A summer story’ de Madrid o Tomorrowland en Bélgica, más allá de seguir pinchando de forma habitual en los clubs más prestigiosos de Nueva York, Singapur, Londres, París o Berlín entre otros.
Pasión por el motor
Lo que posiblemente muchos no sepan, ya que el propio Carl Cox no hace demasiado alarde de ello, es que Carl Cox es un auténtico apasionado por el mundo del motor. Siente tanta devoción por el mundo de las dos y las cuarto ruedas que, más allá de la música electrónica, considera esta su segunda gran pasión.
Esta afición viene heredada de su padre, gran amante de los coches. A Carl le gustan desde pequeño, y su primer coche fue un Morris Travaller. A pesar de su evidente gran envergadura posee varios MINI clásicos con los que participa en pruebas de clásicos siempre que su apretada agenda se lo permite.
“A mi padre, le encantaban los coches y a mí me gustan desde los ocho o los nueve años. Lo primero que tuve fue un Morris Traveller y pagué como 20 libras por él. Era una auténtica chatarra”, dijo Cox en una entrevista a Porsche.
Desde el año 2003 tiene fijada su residencia en Australia. De nuestras antípodas valora el estilo de vida que se lleva a cabo allí y el buen clima. Es en Australia donde tiene parte de su colección de coches y motos, con los que se atreve incluso a competir en carreras.
Carl Cox tiene varios Ford preparados para carreras de dragsgters. Ya corría en esa disciplina en los años 80 en Reino Unido, aunque sin mucho éxito. Ahora en Sidney las cosas le van mejor en las aceleraciones en recta, tanto que ha conseguido incluso bajar de los 8 segundos en el 1/4 de milla con uno de sus coches.
Y es que el garaje de Carl Cox cuenta con más de 100 coches y motos con los que disfruta mucho conduciendo. El artista destaca entre los modernos al Porsche 911 GT3 RS: “Es un clásico moderno y del futuro. Si te gusta conducir, es uno de los mejores coches que vas a probar nunca. Me hace sentir que soy un héroe, con toda esa electrónica que te ayudan a moverte tan rápido como quieras”.
Carl Cox Motorsport
La pasión de Carl Cox por el motor va mucho más allá de los coches de calle y lo traslada al mundo de la competición como dueño de un equipo. Tras haber estado muchos años apoyando a diferentes pilotos de dos y cuatro ruedas en su país natal y en Australia, en 2013 creó Carl Cox Motorsport, una escudería que durante los últimos años ha participado en varios campeonatos.
Sin duda una de las competiciones más espectaculares en las que regularmente tienen presencia, es en el TT de la Isla de Man. Fue precisamente allí en el año 2015 cuando ví por primera vez en persona a Carl Cox en una carrera de motos y cuando descubrí su afición por el mundo del motor, tras haberlo visto varias veces pinchando en Ibiza.
El equipo Carl Cox Motorsport participa de forma regular en el campeonato neozelandés y Campeonato del Mundo de Sidecars. Esos espectaculares artilugios con chasis tubular, motor de moto, manillar y una rueda posterior de coche sobre el que piloto y copiloto hacen una coreografía increíble para que no vuelquen en cada curva a gran velocidad son una de sus grandes pasiones, y apoya a varios pilotos de referencia.
En el mundo de las Road Races (carreras en carretera), el Carl Cox Motorsport ha ido de menos a más, llegando a ser el equipo con el que compitió en 2018 uno de los pilotos más destacados, Michael Dunlop.
Los colores de Carl Cox Motorsport también aparecen como patrocinadores personales de pilotos como el británico Tom Bramich, que compite con el número 44 en el Campeonato del Mundo de Superbikes.
Otras disciplinas como el Campeonato Australiano de Turismos también cuentan con pilotos apoyados por el gran Carl Cox, que no solo hace girar los platos en sus multitudinarias actuaciones por todo el mundo, sino que hace girar las ruedas de muchos pilotos que, si no fuese por su apoyo y su gran pasión por el mundo del motor, posiblemente no podrían competir.
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por
Héctor Ares
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