La epopeya galáctica ‘Last and First Men’ llega a Filmin, y brinda la ciencia-ficción de culto más arriesgada de los últimos años

La epopeya galáctica 'Last and First Men' llega a Filmin, y brinda la ciencia-ficción de culto más arriesgada de los últimos años

70 minutos, cero personajes (que veamos) y una voz femenina sugestiva y evocadora, la de Tilda Swinton (‘Snowpiercer‘, ‘Dr. Extraño’), es todo lo que necesita el compositor de culto Jóhann Jóhannsson, fallecido en 2018 en trágicas circunstancias, para enhebrar una de las películas de ciencia-ficción más insólitas de los últimos años. La película se vio puntualmente en algún evento antes de su muerte, pero es ahora cuando está empezando a maravillar en festivales de todo el mundo.

Esta semana llega a Atlàntida, el festival anual de Filmin, rebosante de obras arriesgadas donde la experimentación y la creatividad son nota común. Pero ‘Last and First Men’ sorprende porque, pese a su arriesgada textura formal, sin personajes ni alardes técnicos, con un hilo argumental vago y sinuoso y con imágenes de valiente abstracción y sin efectos especiales, consigue evocar la ciencia-ficción espacial más pura y literaria. Dicho de otro modo, hay más ciencia-ficción en ‘Last and First Men’ que en el último manojo de blockbusters supuestamente de género que hayas visto.


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La voz de Tilda Swinton llega desde el futuro. Desde el año dos mil millones, concretamente. Después de un cataclismo que ha obligado a la extinta humanidad a evolucionar a una enigmática decimoctava especie. Su mensaje del futuro no deja demasiado claro qué pretende ni si es un aviso, una celebración, o una constatación de que dentro de dos mil millones de años seguiremos calentándonos la cabeza con el quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, pero el mensaje y las imágenes que lo acompañan son absolutamente hipnóticas.

La base de esta primera y única película de Jóhannsson es ‘La última y la primera humanidad’, una novela de 1930 de Olaf Stapledon que solo se ha leído en español en una vetusta edición del año 1931. En ella, en efecto, se nos narra la evolución de la humanidad hasta esa decimoctava especie. Solo que en el libro Stapledon describe, con ánimo casi de crónica histórica, los detalles de cada evolución y los motivos del triunfo y la caída de todas ellas. Se adelanta a aspectos como la ingeniería genética y desarrolla la teoría de una mente colmena que une a todos los humanos.

‘Last and First Men’: El concepto del futuro

Como hemos comentado más arriba, la primera proyección de ‘Last and First Men’ se produjo en vida de Jóhannsson, en el Festival Internacional de Manchester en 2017. Allí se vio acompañada de una interpretación de la Orquesta Filarmónica de la BBC de la banda sonora, compuesta por supuesto por el propio Jóhannsson. Ese detalle no es insólito (Jóhannsson fue nominado al Oscar por la música de ‘La teoría del todo’ y ‘Sicario’, y ganó el Globo de Oro por esa última), pero demuestra hasta qué punto la película es una obra total, donde música, voz e imágenes proponen un discuso narrativo poco habitual en el género.

Ese discurso, aparte de la fascinante historia que la mente del espectador va completando, rellenando los huecos (si la voz de Swinton viene de la decimoctava especie humana, ¿somos nosotros la primera?… ¿y qué quiere de nosotros, en cualquier caso?), tiene algo de metanarrativo, y a diferencia del deprimente destino que vaticina la voz del futuro, también algo de esperanzador. Y es que la buena ciencia-ficción no tiene nada que ver ni con efectos especiales ni con retratos lujosos del futuro. Cualquier historia puede ser buena ciencia-ficción con la suficiente creatividad.

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Para acompañar la voz de Swinton, Jóhannsson nos muestra imágenes casi estáticas de edificios y monumentos de imponente brutalismo. Tal y como se muestran en la película, podrían ser épicas naves espaciales de piedra, o edificios abandonados que la Humanidad ha dejado atrás. En realidad, fotografiados por Sturla Brandth Grøvlen (‘The Discovery’, ‘Wendy’), son esculturas conocidas como Spomenik, que datan de la Yugoslavia comunista, de la época de Tito. Todas están en distintos lugares de los Balcanes, y muchas de ellas son homenajes a los caídos en la Segunda Guerra Mundial.

Pero eso no se nos dice en la película, que las contempla como incógnitas colosales, como contrapuntos en blanco y negro a la voz del futuro. La película parece querer decir que cuando llevemos varias evoluciones de la especie a cuestas, no tendrá importancia el significado o utilidad de esas masas de piedra. El equilibrio entre voz e imagen, por supuesto, es la banda sonora de Jóhannsson, que va de la calma a la furia en un suspiro y que de algún modo hace entendible que una voz de lo que no ha sucedido se pueda comunicar con nosotros.

‘Last and First Men’ lanza dos mensajes que son pura ciencia-ficción clásica. El primero de ellos es que no importan los impedimentos que la naturaleza y los propios seres humanos nos pongamos: sobreviviremos evolucionándonos y adaptándonos. El segundo es que tampoco eso tiene el menor valor en el contexto de la magnificencia del cosmos y las esculturas brutalistas. Lo dicho: no hacen falta demasiados elementos para hacer gran ciencia-ficción. Es suficiente con seguir las instrucciones de las voces del futuro.


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Xataka

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John Tones

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