La era híbrida es el gran fracaso de la Fórmula 1: ocho años monomarca en los que nadie se acerca a Mercedes
En 2014 la Fórmula 1 se embarcó con toda su ilusión en lo que se denominó ‘la era híbrida’. Los antiguos motores V8 atmosféricos se convirtieron en unidades de potencia con sistemas de recuperación de energías de las frenadas y del escape y, sobre todo, con turbo. En el cambio se depositaban las esperanzas de que la Fórmula 1 volviese a ser igualada.
Aquellas primeras victorias de Mercedes en 2014 se recibieron como algo nuevo que le daba un aire diferente a la Fórmula 1. Pero no se tardó ni un año en descubrir la verdad. Se había cambiado un dominio blando por una auténtica dictadura. Siete temporadas más tarde, la Fórmula 1 sufre en cada Gran Premio de Hungría de turno, en el que Mercedes no dobla al resto porque no quiere.
Mientras que los motores Mercedes vuelven a reinar, Red Bull y Ferrari involucionan
Y es que la temporada 2020 está siendo una completa decepción para el aficionado neutral. El año pasado Ferrari puso en apuros a Mercedes en algunas pocas carreras, mientras que Red Bull, o mejor dicho Max Verstappen, lo hizo al final. Se esperaba que con un año más de evolución, los tres equipos se igualase, pero nada más lejos de la realidad.
El verdadero problema es que no ha habido tal evolución. Ferrari fue un segundo más lento en el Red Bull Ring respecto a 2019. Pasaron en un año de hacer la pole position con contundencia a pasar llorando a la Q3. Por su parte, Red Bull ni mejoró ni empeoró en su circuito, pero en el Hungaroring ha ido tres décimas más lento que hace doce meses.
Mientras que sus rivales se han quedado atrás, Mercedes ha seguido progresando. Se presentó en 2020 con el DAS, el sistema que les permite alterar la suspensión con el coche en marcha. Pero eso es lo de menos. Mercedes no encuentra su techo y sigue progresando mientras que los rivales involucionan en busca de eso que solo tiene la estrella.
Hace siete temporadas Mercedes basó su dominio en unos brutales motores híbridos que pillaron fuera de juego a la competencia. El cambio de normativa se basaba en los propulsores y ahí Mercedes lo bordó. Solo hay que ver el milagro de los panes y los peces que hicieron con Williams. La mítica escudería de Grove pasó de hacer su peor temporada en 2013 a ser terceros en 2014.
La situación de 2020 no ha diferido demasiado de aquella. No sabemos si porque los motores de Mercedes han vuelto a mejorar o porque los de Ferrari han desfallecido, pero el caso es que los propulsores de la marca alemana vuelven a marcar la diferencia. Y han vuelto a salvar a Williams, que ya no es el farorillo rojo descolgado que eran en 2019.
When your race might be over before it's even started 💥
But you eventually finish P2 😮#HungarianGP 🇭🇺 #F1 @Max33Verstappen pic.twitter.com/o9JDpGYUsy
— Formula 1 (@F1) July 19, 2020
Pero los milagros no solo llegan con Williams, también con Racing Point, un equipo de media tabla tirando para abajo que de una temporada para otra ha sido comprado por Aston Martin, ha presentado un coche idéntico al Mercedes de 2019 y han pasado por delante de grandes fabricantes como Renault, Ferrari, Honda o McLaren.
A Mercedes le sobra velocidad. Tanta que se la alquilan a Lawrence Stroll. Así ahora pueden plantearse nuevos desafíos: lo de los dobletes ya lo tienen muy visto, ahora buscan triplete o incluso pokers, como el que hicieron en la clasificación del Gran Premio de Hungría. Solo las vueltas iniciales con lluvia impidieron que lo repitiesen en carrera.
Lewis Hamilton es ocho veces campeón del mundo. Sí, de momento solo tiene seis, pero pueden apostar a que dentro de un año y medio tendrá ocho. Más que Michael Schumacher. Y es que en Mercedes ni siquiera tienen a un segundo piloto competitivo que amenice las carreras al personal. Se conforman con el servicial Valtteri Bottas, siempre dispuesto a ser subcampeón y a punto de ser renovado de nuevo.
Nadie salvo Mercedes ha llevo con opciones de título a una penúltima carrera durante la era híbrida
La era híbrida parece una competición monomarca. Ahí va un dato. Desde 2014, cuando entró en vigor la nueva normativa, ningún equipo que no sea Mercedes ha llegado a la penúltima carrera del mundial con opciones matemáticas de ganar el título. Ya no es que no haya habido carreras decisivas, es que ni siquiera a la penúltima.
Sí, es verdad que cuando Nico Rosberg estaba en Mercedes hubieron dos campeonatos de pilotos, 2014 y 2016, que se decidieron en Abu Dabi. Pero la retirada del alemán fue el golpe definitivo a la Fórmula 1 híbrida, porque Mercedes en lugar de contratar a otro campeón se hicieron con Bottas, representado por Toto Wolff.
Así pues, queriendo romper una era de dominio que no fue tan abrumador la Fórmula 1 se metió en su peor pesadilla. Porque sí, en los años previos Red Bull era el mejor equipo, pero si el recuerdo de su dominio es tan grande se debe a que la moneda le salió de cara en las dos carreras decisivas que afrontaron, Abu Dabi 2010 y Brasil 2012.
De hecho, en los cinco años que duró el reglamento anterior a la era híbrida, Red Bull ganó cuatro mundiales y Brawn GP uno. Pero también Ferrari y McLaren llegaron a últimas carreras de mundiales con opciones matemáticas de ser campeones. En cinco años, cuatro equipos diferentes pudieron ganar.
Si volvemos a tomar como referencia la mencionada penúltima carrera, a la que nadie ha llegado vivo desde 2014, nos encontramos con que Brawm GP, Red Bull, Ferrari y McLaren llegaron con opciones alguna vez. Si lo pasamos a pilotos serían Jenson Button, Rubens Barrichello, Sebastian Vettel, Mark Webber, Fernando Alonso y Lewis Hamilton. El único junto a Rosberg que ha podido con lo híbrido.
El resumen del #HUNmovistarF1
Emoción y espectáculo. pic.twitter.com/RRkyZjSGEv— F1 en Movistar+ (@movistar_F1) July 19, 2020
En los cinco años que pasaron desde 2009 hasta 2013 ganaron carreras Brawn GP, Red Bull, Ferrari, McLaren, Mercedes, Lotus y Williams. Siete equipos distintos, por los tres únicos que lo han conseguidos desde que empezó la era híbrida, y eso que ahora hay más carreras y que ya van algunos años más.
Se podría decir que este dominio de Mercedes se parece más al de otras etapas y no tanto al de Red Bull. Por ejemplo, al de Ferrari y Michael Schumacher entre la temporada 2000 y 2004. Pues incluso en ese periodo tan dorado, y más corto que el actual de Mercedes, Mikka Hakkinen, Kimi Raikkonen y Juan Pablo Montoya llegaron a penúltimas carreras (en 2000 y 2003) peleando el mundial.
Quizá lo más parecido que recordamos es lo que hizo McLaren-Honda entre 1988 y 1991. Con tres salvedades. La primera, que allí el espectáculo lo daban ellos con la formidable pareja que formaban Ayrton Senna y Alain Prost. Para los más jóvenes, ninguno de los dos era precisamente Bottas. Pero, además, aquello solo duró cuatro años y el último Nigel Mansell con Williams llegó apretando a Senna hasta la penúltima carrera.
El modelo competitivo de la Fórmula 1 necesita americanizarse
Todo esto ha provocado que las marcas se espanten de la Fórmula 1. O entren de forma tímida, más de cara a labores publicitarias que a verdadera competición. Son los casos de Alfa Romeo y Aston Martin, cuya presencia es testimonial. Honda, Renault y Ferrari aguantan como pueden, cada vez más desmotivadas ante la sequía y viendo que cada vez que ellos sacan algo, véase el motor de Ferrari, queda ilegalizado, mientras que los DAS o los Mercedes de rosa siguen rodando.
Si el panorama sigue así, no sería de extrañar que pronto las grandes marcas emigrasen de la Fórmula 1. Por supuesto, a ninguna nueva se le ocurriría entrar. Tal y como están repartidas las cartas en la competición, sería gastar millones de euros en ser machacados públicamente por la competencia.
Y aquí está el problema de fondo de la Fórmula 1. Al contrario que competiciones como MotoGP, que ayuda a las marcas con más problemas para que igualen a las que ganan, en la Fórmula 1 las trabas se le ponen a las que ya están sufriendo, mientras que para las que ganan, o más bien la que gana, hay alfombra roja.
Modelos como los de MotoGP, o el de la NBA fuera del motorsport, crecen por su atractivo para el espectador. O sirven de ejemplo para Liberty Media y lo ponen en marcha en la Fórmula 1 desde ya o pronto la categoría será un desierto en todos los sentidos. Este año la ilusión ha durado tres carreras y ni siquiera se puede decir que a ver si cambia el año que viene.
Ahí va un dato. El sábado pasado en la sesión de clasificación del Gran Premio de Hungría de Fórmula 1 el tercer clasificado, Lance Stroll, se quedó a 0,930 milésimas del primero, Hamilton. En la clasificación que se celebró ese mismo día del Gran Premio de España de MotoGP todos los participantes en la Q2 acabaron separados por un segundo.
Knife through butter! 🔥@marcmarquez93 powers his Repsol Honda past @FrankyMorbido12 and @PeccoBagnaia for sixth! 😱#SpanishGP 🇪🇸 pic.twitter.com/MsmHuEErAj
— MotoGP™🏁 (@MotoGP) July 19, 2020
Ahora mismo, en MotoGP hay cuatro marcas que perfectamente pueden ganar carreras y aspirar al título mundial, y otras dos, KTM y Aprilia, que están cada vez más cerca, sobre todo los primeros. En la Fórmula 1 para que no gane Mercedes hace falta un milagro. Y lo más triste es que los aficionados pasan carreras enteras esperando la lluvia para que al menos haya algo de interés.
Sobre Liberty Media y la temporada 2022 recaen toda esperanza de supervivencia de la Fórmula 1
No, el modelo no debe ser castigar al que gana, cortarle las alas, por hacer bien su trabajo, sino fomentar al que pierde para que llegue al nivel del primero, que la competencia crezca en positivo. Es una filosofía de deporte muy americana, y ahí es donde entra Liberty Media. En las manos, o más bien en el bigote, de Chase Carey está todo el futuro de la Fórmula 1.
Dentro del mundo de la Fórmula 1, a nadie le ha venido peor la pandemia que a Liberty Media. Se han visto obligados a alargar una temporada más un reglamento técnico moribundo con el riesgo de pérdida de interés que eso supone. Visto lo visto, quizá hubiese sido mejor hacer una temporada conjunta la 2020/2021, a lo WEC, para no sobrepremiar al W11 de Mercedes.
Sí, la temporada que viene tendrá focos de interés, sobre todo en España. La gente menos puesta en Fórmula 1 se conectará al Gran Premio de Australia, e incluso al de Baréin, para ver qué puede hacer Carlos Sainz con el Ferrari, Fernando Alonso con el Renault o Sebastian Vettel con el Aston Martin. Cuando lo descubran, difícilmente vuelvan a encender la televisión para ver Fórmula 1.
La Fórmula 1 híbrida está muerta y Liberty Media lo sabe. Basta con ver cómo a la mínima se intenta dar interés a las carreras con coches de seguridad innecesarios. En Austria sacaron tres y se podría decir que ninguno venía a cuento. Es una tendencia que ya se dejó notar en 2019 y que tiende al alza en 2020. Y está bien, porque, aunque artificial, es la única forma de dar emoción a las carreras.
Pero cuando hay eventos tan limpios como el de Hungría pasa lo que vimos. Hamilton pudo doblar a toda la competencia salvo a Max Verstappen, y si no lo hizo es porque paró en las últimas vueltas para poner neumáticos blandos y hacer la vuelta rápida. Fue un segundo más rápida que la mejor de Bottas, 2,3 que la mejor del resto de equipos, de Lance Stroll, y 2,5 mejor que la del mejor coche sin motor Mercedes, Verstappen.
El 2022 es una fecha clave para el futuro de la Fórmula 1. Si Mercedes o cualquier otro equipo saca una ventaja inicial abrumadora al resto, la Fórmula 1 estará acabada. En Liberty Media lo saben y por eso Ross Brawn ya avisó que se guardan bajo la manga la posibilidad de ilegalizar cualquier cosa que desequilibre el campeonato. Puede que sea injusto, pero es la única forma de salvar a la Fórmula 1 del tedio monomarca en el que la ha convertido Mercedes.
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La noticia
La era híbrida es el gran fracaso de la Fórmula 1: ocho años monomarca en los que nadie se acerca a Mercedes
fue publicada originalmente en
Motorpasión
por
Roberto Rodríguez
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