TikTok y el peligro de abrir la puerta a desconocidos
Hace tres meses, un usuario de Reddit le puso al cascabel al gato TikTok. Publicó un análisis de su aplicación hecho mediante ingeniería inversa en el que revelaba cómo, siempre según él, esta aplicación recoge datos personales de sus usuarios de forma masiva y muy agresiva. Y empezó el quilombo que ha terminado con Donald Trump acusando a Zhang Yiming, fundador de Bytedance, la empresa detrás de TikTok, de ser un espía al servicio del gobierno chino, siendo TikTok un divertido y adictivo caballo de Troya. India también la prohibió hace unas semanas.
TikTok se ha defendido. En una carta enviada al parlamento australiano, el director general de la aplicación en el país oceánico recalcó su independencia. “No estamos alineados con ningún gobierno, partido político o ideología”, expuso, para concluir pidiendo que se les dejara hacer. El caso es que muchos sentimos que esta película ya la hemos visto, sabemos cómo termina, y no nos gusta el final.
Facebook 2010, TikTok 2020
Somos los que en 2010 hacíamos tests de personalidad en Facebook porque jiji qué divertidos son. No teníamos ni idea de que años después estallaría el escándalo de Cambridge Analytica, y que esos tests que revelaban información íntima sobre nuestra psique acabarían pululando sin control. Seguimos sin saber dónde están ni quién los tiene.
Somos los que aprendimos a base de tortas que si en la vida real no es buena idea fiarse de desconocidos, en Internet tampoco. Y esencialmente es lo que hacemos cada vez que aparece un nuevo servicio que parece divertido o útil y que es gratis. De alguna forma tendrá que ganar dinero. Aunque hasta con servicios monetizados se encuentran ‘caras B’.
Asumir que ese nuevo servicio va a respetar nuestra privacidad y no se va a extralimitar recolectando nuestros datos, sobre todo si no tiene otro método de monetización aparente, no dista mucho de recibir un mail con el asunto “I Love You” en mayo del 2000 y pensar que habíamos ligado de verdad. Digo esto siendo uno de los que podría empadronarse en Twitter perfectamente.
Tampoco se trata de tomar partido (o no debería) entre Estados Unidos y China. Al fin y al cabo, Trump lleva años acusando a tecnológicas chinas de ser espías al servicio de su gobierno, pero a día de hoy todavía no ha podido demostrar nada, por más que encaje algo así en el país que ha hecho de sus calles un Gran Hermano 24/7. Si algo sabemos y quedó constatado es que Estados Unidos sí espía.
Si algo también sabemos sobre China es que ha llegado a extremos como usar el historial de navegación para enviar musulmanes, a quienes considera enfermos, a campos de internamiento. Y que le ha ido devolviendo a Estados Unidos su propia medicina en cuanto a espionaje digital. O que los que participaban en las protestas de Hong Kong en 2019 usaban máscaras para eludir el reconocimiento facial y que pudiesen ser identificados por Pekín.
Mientras tanto, challenges en TikTok y suspicacias en torno a si esos datos no solo están siendo recolectados, sino para qué. TikTok puede decir tantas veces como quiera que no va a compartir nada con el gobierno chino, pero sus condiciones de uso son claras: puede compartir cualquier información que recolecte con quien le venga en gana. Y como decía David Pierce en Protocol, el gobierno chino ni siquiera necesita que una empresa le facilite la información si quiere conseguirla.*
Confiar en alguien
En Stratechery, Ben Thompson explica que TikTok puede ser potencialmente usada por el gobierno chino incluso para controlar algoritmo mediante lo que consume la población joven, la información que le llega, y la que no. Anonymous atribuyó directamente a Pekín su creación.
De pequeños nos enseñaron a no fiarnos de desconocidos, en Internet esa regla no aplica si la aplicación es bonita
Quizás todo sea una teoría de la conspiración vacía. Quizás no. Ese es el problema: no sabemos nada realmente sobre TikTok. Y tardaremos en saberlo. Como ya tardamos en su momento en conocer lo que realmente era Facebook y lo que ocurría con nuestra información. En este párrafo, “TikTok” es intercambiable por la próxima aplicación de entretenimiento masivo que llegue en el futuro y que no sea absolutamente transparente con su forma de hacer negocio.
No tener motivos para desconfiar de alguien no equivale a tener motivos para confiar. La privacidad la tenemos perdida en cierto grado, de forma inevitable, por el simple hecho de ser animales sociales y usar un smartphone con un par de aplicaciones.
De esa confianza o desconfianza por defecto depende que dentro de unos años nos podamos llevar las manos a la cabeza mucho o poco. Si algo hemos aprendido fuera de Internet en los últimos meses es que el principio de precaución no está nada mal, sobre todo cuando cuesta poco y previene de mucho.
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La noticia
TikTok y el peligro de abrir la puerta a desconocidos
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
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