El Samsung Galaxy S24 Ultra proclama la muerte de la pantalla curva. Y quizás, el auge del titanio
Ocurre con los productos tecnológicos que los fabricantes tienen que ingeniárselas para convencernos de que los de este año son (mucho) mejores y diferentes que los del año pasado. Y por eso se esfuerzan en ofrecer novedades que van más allá del hardware y que tratan de convertir el diseño en parte fundamental de su argumentario.
Eso funciona unas veces, pero otras (la mayoría) no. Y precisamente en el Samsung Galaxy S24 Ultra asistimos a dos decisiones singulares. Una que nos devuelve a lo razonable, y otra que va precisamente en una dirección algo peligrosa. Analicemos ambas tendencias.
Hasta nunca, pantallas curvas
Hace nueve años, a finales de 2014, a Samsung le dio por presentar un móvil bastante raruno. Era el Samsung Galaxy Note Edge, y llamaba la atención por tener la pantalla curva en uno de sus bordes.
Yo, que ya andaba en Xataka por aquellas fechas, ni siquiera lo recordaba. Ahora me parece un engendro. Un horror que simplemente buscaba llamar la atención con fuegos artificiales y con un despliegue técnico maravilloso que, lamentablemente, no servía para casi nada.
La foto, hay que reconocerlo, era pintona. Eso de tener un lateral oblicuo con esa pantalla curva que mostraba algunos datos y notificaciones parecía tener sentido, pero el caso es que no lo tenía. No mucho.
Era un gimmick. Una solución buscando un problema que resolver. Uno que ni siquiera teníamos.
Pero a Samsung pareció gustarle la idea. Ya la había explorado de hecho un año antes con el Samsung Galaxy Round, otra oda a los avances tecnológicos inútiles, pero como decimos, lo de las pantallas curvas acabó convirtiéndose en el santo y seña de toda una estirpe de dispositivos.
De hecho, Samsung usó el apellido “Edge” para diferenciar esos modelos del resto de los de la familia. El Galaxy S6 Edge (2015) y S7 Edge (2016) consolidaron la tendencia, pero el Galaxy S8 y S8 Plus (2017) la normalizaron: ya ni siquiera hacía falta el apellido Edge, y de hecho desaparecían los Galaxy S con pantalla plana, para dolor de nuestro corazón.
Para entonces las pantallas curvas eran la norma en otros fabricantes, pero habían perdido cualquier tipo de sentido práctico. Eran, sencillamente, un elemento estético diferenciador. Si eras gama media o gama de entrada, no tenías pantalla curva. Si eras gama alta, sí, y podías presumir de ello. Eran algo así como el notch que diferenció al iPhone X del resto —y mira que lo copiaron–. No había mucho más.
Pero con el tiempo los usuarios comenzaron a tener claro que aquello tenía, sobre todo, desventajas. Teóricamente hacía la experiencia más “inmersiva”, pero hasta eso es discutible. Distorsiona aplicaciones, imágenes y vídeos en tu pantalla —acabaron descartando esos escasos píxeles bordes laterales—, pero sobre todo acaban generando pulsaciones táctiles involuntarias y aumentan la fragilidad de los terminales.
¿Su única ventaja? Hacer que la sensación del móvil en la mano sea más agradable, algo que también se puede conseguir con unos bordes redondeados —el iPhone los usó una temporada— o con biseles que también suavicen ese apartado. Hay quien las defiende, pero por aquí hay uno que agradece la decisión de Samsung.
El año pasado ya vimos como los Pixel 8 Pro por fin abandonaban la pantalla curva que sí habían tenido los Pixel 7 Pro, y ahora al fin ha sido Samsung la que ha decidido poner fin al imperio de las pantallas curvas. El Samsung Galaxy S24 Ultra presume de una espectacular y preciosa pantalla plana de 6,8 pulgadas.
Así pues, bienvenida de vuelta, pantalla plana. Te echábamos de menos.
El titanio está muy bien hasta que deja de estarlo
Esa novedad de los Galaxy S24 Ultra es probablemente la más destacable a nivel estético y funcional, pero hay desde luego otra interesante: se trata del uso del titanio de los bordes.
El material permite aligerar el peso de los Galaxy S24 Ultra y confiere una resistencia especial a esta parte del dispositivo. Es además más resistente a la corrosión, así que será difícil que veamos rayones, “picos” o pequeños fragmentos del material desconchados por el uso y contacto con otros objetos.
Sin embargo su uso tiene también algunos puntos en contra. Para empezar, encarece el producto, no solo por el coste del material en sí, sino por las dificultades que impone trabajar con él. Es también un buen conductor del calor —verlo en la parte posterior de un móvil no sería buena idea—, pero además tiene ese otro problema estético que ya vimos por ejemplo en los iPhone 15 Pro: el titanio es un imán de huellas.
Estamos pues ante una decisión que de nuevo tiene que ver más con la estética y como argumento para la diferenciación premium que con un verdadero sentido práctico, aunque al menos tenga algo de eso.
En los iPhone, eso sí, la decisión de incorporar el titanio no parece haber cuajado del todo, y será interesante ver qué ocurre no solo ya en el caso de los Galaxy S24 Ultra, sino en el resto de dispositivos del mercado. ¿Será el titanio ese nuevo material premium que sirva como excusa para poner etiquetas de precio? ¿Se extenderá y durará esa tendencia?
Veremos.
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El Samsung Galaxy S24 Ultra proclama la muerte de la pantalla curva. Y quizás, el auge del titanio
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Javier Pastor
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