La “gloria”, el sistema de calefacción de la España medieval que precedió siglos atrás al suelo radiante
El invierno y la crisis energética han hecho que muchos hogares opten por formas tradicionales para calentarse, lo cual ha provocado un aumento en la compra de chimeneas. Según explicó en declaraciones a El País Carlos Oliván, presidente de la AEFECC (Asociación Española de Fabricantes de Estufas, Chimeneas y Cocinas), “en agosto y septiembre la demanda ha sido desproporcionada”.
Este ‘boom’ de los sistemas de calefacción tradicionales ha reavivado el interés por la calefacción gloria, típica de la región de Castilla durante la Edad Media y que dio origen a la expresión “estar en la gloria”.
Funcionamiento de la gloria. Se trata de un sistema de calefacción subterráneo formado por un espacio similar a una estufa, denominado gloria (que da nombre a todo el sistema), ubicado bajo la superficie del hogar, en el cual se produce la combustión. El aire caliente se distribuye posteriormente a través de una estructura formada por galerías que calientan las zonas de la casa que hay a su paso.
Poca leña. Su bajo índice de combustión permite que el calor se mantenga durante un tiempo prolongado (24 horas en algunos casos) utilizando poca cantidad de leña. Poseen, además, una salida de humos, conectada al canal principal, a través de la cual se expulsan los gases producidos por la combustión.
Ladrillo y baldosas de cerámica. Tradicionalmente la gloria se encontraba en la parte exterior de la casa, aunque hoy en día es posible encontrarla en el interior de las mismas. Los materiales empleados para su construcción son el ladrillo o el adobe por su resistencia a las altas temperaturas y su estabilidad térmica. Además, el suelo de la vivienda suele estar formado por baldosas de cerámica, capaces de retener el calor durante un tiempo prolongado.
Viviendas bajas. Adicionalmente, las viviendas que poseen este sistema de calefacción son, en su mayoría, bajas, ya que en casas con varios pisos la gloria no puede calentar las plantas superiores. Por otro lado, la gloria también puede emplearse para refrescarse en verano: al dejarla abierta por la noche, el aire fresco entra por las galerías, enfriando las partes de la casa que hay a su paso.
Origen romano. El hipocausto romano se considera el origen de la gloria. Se trata de un sistema calorífico constituido por hornos y conductos situados debajo del pavimento que calentaban las habitaciones. Este sistema acabó dando lugar a la gloria, la cual fue modificada con el paso de los años, especialmente debido a las deforestaciones que se produjeron en España entre los siglos XVI y XVII provocadas, según el historiador Eduardo Montagut, por la agricultura extensiva y la construcción de navíos, entre otras razones.
Calefacción castellana. Ello hizo que la gloria, utilizada en la región de Castilla desde la Edad Media, se modificara para usarla empleando menos leña. Es por eso por lo que este sistema calorífico abunda en regiones desarboladas como Tierra de Campos, territorio que se extiende por Zamora, León, Valladolid y Palencia.
Aumenta la compra de leña. El ‘revival’ de la calefacción gloria se enmarca en el contexto de la llegada del invierno y la crisis energética mundial, combinación para la cual la mayoría de los hogares en España no están preparados. Por ello, mucha gente ha optado por utilizar métodos tradicionales para calentarse, lo cual no sólo ha aumentado la compra de chimeneas, también ha disparado la compra de leña, provocando un aumento de los precios: según la OCU, en los últimos meses, el precio de la leña ha llegado a subir un 24%.
Del pasado se aprende. Las lecciones de los métodos tradicionales (de calefacción en este caso) constituyen, en numerosas ocasiones, una herramienta que acude en nuestro auxilio cuando más lo necesitamos. Ahora, muchas personas optan por la gloria para calentarse este invierno y evitar que sus bolsillos se congelen.
Imagen: Pixabay
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La noticia
La “gloria”, el sistema de calefacción de la España medieval que precedió siglos atrás al suelo radiante
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Xataka
por
Javier Fernández
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