La tecnología que se negó a morir: cómo el libro físico ha resistido y salido más fuerte de la revolución digital

La tecnología que se negó a morir: cómo el libro físico ha resistido y salido más fuerte de la revolución digital

Como en otras industrias culturales, en el mundo editorial también hubo un momento en que parecía que lo digital iba a borrar del mapa el formato tradicional, ese papel con siglos de vigencia y que había moldeado la transmisión de conocimiento desde la Edad Media, cuando Johannes Gutenberg inventó la imprenta en Maguncia.

Corría el año 2006 y por aquel entonces la primera generación del Kindle o los lectores PRS de Sony, ya sin teclado incorporado, causaban furor. Dispositivos que copaban las listas de venta de electrónica y se convertían en el regalo más recurrente de las Navidades. Un poco más tarde, en 2010, Amazon anunciaba a bombo y platillo que, por primera vez, los títulos vendidos para el Kindle superaban a los comercializados en tapa dura (hardcover).

Ese mismo año, el boom de los eBooks llevó a un tecnófilo de relumbrón como Nicholas Negroponte, gurú y fundador del MIT Media Lab, a pronosticar el "fin del libro en papel" para 2015, o, por lo menos, su declive inevitable hasta convertirse en un objeto prácticamente para coleccionistas. La misma digitalización que or entonces estaba acabando con la venta de soportes de música y cine como el CD o el DVD también cambiaría para siempre la lectura física, en papel.

Pero las profecías no se cumplieron. Y los números demuestran que el libro en papel hoy está más vivo que nunca y que ha sintonizado con el gusto de muchas personas que encuentran en la lectura un momento para la reflexión y para la desconexión digital. Una aproximación entre hedonista y fetichista al libro como objeto físico.

Según datos del Informe anual del libro digital, de Libranda, en 2021 el libro electrónico en lengua española sólo movió 75 millones de euros en España, un 6,3% del total del mercado editorial (excluido el libro académico y de texto), que ascendió a 1.186 millones de euros. En líneas generales, la cuota del libro digital no llega al 10%, aunque, cuando se trata de bestsellers, puede oscilar entre el 15% y el 25%. Y hay títulos donde excepcionalmente la versión digital alcanza la cota del 40%.

Feliz convivencia de formatos

Los datos indican que la lectura en papel y en formato electrónico conviven felizmente, aunque se imponga el libro físico frente sobre las pantallas de tinta electrónica o los paneles retroiluminados de las tabletas. Según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en España en 2022, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), casi un 30% de la población mayor de 14 años recurre a los formatos digitales por un 70% que sigue apegado al papel. El e-reader y la tableta siguen siendo los dispositivos más utilizados, por delante del smartphone.

(Perfecto Capucine/Unsplash)

En Estados Unidos, uno de los mercados donde más han avanzado los eBooks, las últimas cifras también muestran que hay papel para rato. Allí, y según una encuesta de Pew Research Center realizada antes de la pandemia, las ventas de libros en papel multiplicaban por cuatro las de obras en formato electrónico. Y un 37% de los estadounidenses aseguraba que solo leía en papel, frente a un 7% que únicamente recurría al formato electrónico.

El sector editorial ha apostado por el formato electrónico precisamente porque hay una parte de los lectores que lo demandan. "Las editoriales tenemos e-books porque no podemos permitirnos no tenerlos. Pero obviamente vendemos más en papel", confirma Verónica Vicente, responsable de comunicación de Capitán Swing. "A la gente de que le gustan los libros, le gusta tenerlos. Es un mundo muy fetichista", insiste.

Jaume Balmes es un especialista en edición que enseña en la Universitat Oberta de Catalunya y que trabaja para editoriales. Balmes, que ahora está muy centrado en una colaboración con el Grupo Planeta, siempre defendió que el libro impreso no tenía rival. Vicente también defiende que el sector editorial siempre entendió que ambos formatos convivirían y que muy pocos pensaron que realmente uno de ellos iba a desaparecer.

En opinión de Balmes, siempre hubo razones para estar del lado del papel, más allá de lo que él considera clichés, como el olor de la tinta, el tacto del papel o el diseño de las portadas, que acaban no viéndose porque en las estanterías solo se muestra el lomo del libro:

El libro impreso en papel y encuadernado es un objeto tecnológicamente avanzadísimo y que roza la perfección. Acceder a su contenido necesita de una fuente de luz, que tenemos de forma gratuita varias horas al día o muy barata el resto de la jornada (sí, iluminar es barato y una pequeña fracción de la factura eléctrica desmesurada que pagamos hoy en día), y saber leer, que es algo que la educación pública nos proporciona también de forma gratuita a la gran mayoría de las personas. Es un objeto ligero, duradero, resistente, muy barato de producir y que tiene un precio final relativamente barato. Además, permite ser "usado" cientos de veces sin más intermediación que dicha luz y la alfabetización hoy en día masificada.

Además, la tecnología que hace posible el libro impreso también ha avanzado mucho en las últimas décadas. "La impresión cada vez emplea mejores tintas, los papeles cada vez necesitan de menos recursos naturales para lograr una calidad excepcional, la encuadernación cada vez es más rápida y fuerte. Son evoluciones silenciosas para el lector, pero no paran y se hacen enormes inversiones de forma constante", añade Balmes.

(Florencia Viadana/Unsplash)

El sector del libro físico también ha sido pionero en modelos de negocio que hoy están plenamente vigentes, como el de la suscripción. "Las bibliotecas existen casi antes que el libro que conocemos hoy en día, y eso es lo que copian las empresas de suscripción a contenido. El libro primitivo, el códice, era accesible únicamente en bibliotecas, únicamente en modo streaming y de suscripción. Si bien la alfabetización era algo anecdótico y reservado a las clases extractivas, el mercado editorial era 100% en este modelo", explica Balmes.

El revival de las librerías

Según el último barómetro de la FGEE, el índice de lectura de los españoles subió 5,7 puntos de 2012 a 2022. Y ahora casi el 65% de los españoles leen en su tiempo libre. Además, esta tendencia ascendente tuvo un impulso con la pandemia y las restricciones de movimiento que impuso. Y del buen momento de la lectura se han beneficiado las librerías, un tipo de comercio amenazado en las últimas décadas por la venta online, por las grandes superficies y por la piratería.

Como consecuencia, está habiendo un revival o renacimiento de la librería, que ahora se presenta como un punto de encuentro para la comunidad y que es capaz de ofrecer no solo su producto, el libro, sino toda una serie de experiencias. Según los últimos datos de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), el año pasado había 2.977 librerías en este país, y de ellas el 67% tenía página web y un 84% redes sociales.

En el mundo editorial, al contrario de lo que pasa en otros sectores, el pequeño comercio planta cara a los grandes distribuidores y cadenas logísticas. Según GfK, en 2022 un 40% de las compras de libros en España se realizaron en librerías independientes. Y en Cataluña, las librerías incluso se impusieron, con un 55% de las ventas, a los grandes almacenes y los hipermercados. Es un fenómeno que se ve en más países  y que, otra vez, hunde sus raíces en el cambio de hábitos de vida que trajo la COVID-19.

(PJ Accetturo/Unsplash)

"Las librerías no sólo sobreviven en los últimos años, sino que cada vez se abren más", sostiene Pablo Bonet, director de la Asociación de Librerías de Madrid y que durante 18 años tuvo su propio establecimiento. Bonet destaca que la pandemia ha vuelto a poner en el mapa a la librería "de proximidad", un punto de venta que se ha abierto al comercio online, que practica el reparto sostenible, que hace presentaciones y reuniones o que retransmite sus actividades por streaming para fidelizar lectores. "Las librerías son espacios de encuentro. Y no hay mejor recomendador que un librero", concluye Bonet.

En este punto insiste Elena Martínez, de la Librería Serendipias, en Tres Cantos: "Las librerías ofrecen un producto que no es solo un producto, es una experiencia que va más allá de la lectura. El acudir a una librería, recorrer las estanterías, dejarte aconsejar por el librero para descubrir cuál es el mejor libro para ti en el momento en el que te encuentras… Llegar a casa, hacerte un té o un café y sentarte en tu lugar favorito para perderte entre sus páginas. Eso ningún producto digital va a poder imitarlo, y es lo que hace que las librerías se hayan convertido en lugares casi mágicos".

Martínez recuerda que a ella un medio de comunicación la llamó durante la pandemia la "librera coraje", y que sus vecinos la conocían como "librera bicicletera" porque salvó su negocio durante el confinamiento repartiendo ejemplares por este medio. Un ejemplo de cómo el libro físico, contra viento y marea, se ha resistido a morir.

Imagen | Unsplash

En Xataka | Las librerías físicas parecían condenadas a morir. Ahora están recuperando terreno frente a Amazon

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“Nada de lo que hagas es suficiente”: cómo afrontan las empresas tech que el 30% de su plantilla se marche cada año

Chema Sánchez confiesa que la alta rotación de personal en la empresa que dirige le produce un "estrés extremo". Sánchez es el CEO de Prodware, una consultora con más de 300 profesionales en plantilla y que implanta en los clientes soluciones de gestión de Microsoft. También comercializa  Microsoft 365 (antes Office 365) y servicios en la nube de Azure. "Tienes la sensación de que nada de lo que hagas es suficiente", reconoce.

Su desasosiego es compartido por muchos directivos de empresas tecnológicas que ven como día sí y otro también tienen que decir adiós a profesionales que se marchan a la competencia atraídos por mejores salarios y condiciones. O que son tentados por compañías extranjeras que les permiten trabajar desde la soleada España, pero con retribuciones que llegan a doblar o triplicar las habituales en este país.

Sánchez dice que muchas empresas como la suya han tenido que enfrentarse a tasas de rotación del 25% o 30% en los últimos tiempos. "Esto es una barbaridad porque significa que más o menos una cuarta parte de la plantilla se renueva cada año". Para el directivo, el año 2021 fue sencillamente "terrorífico": "Nosotros somos ahora 324 personas y ese año tuvimos una rotación superior incluso al 30%. Aunque el 2022 ha ido mejor, con una rotación del 20%, que sigue siendo una tasa muy alta".

Un problema estructural

Desde que se desató la pandemia, numerosas empresas de muchos sectores en el mundo tienen dificultad para fidelizar empleados y dar un servicio normal a los clientes. La ansiedad generada por la Covid-19 llevó a muchas personas a replantearse su vida cotidiana y a cuestionarse el lugar central que en ella ocupa el trabajo. Era la gran renuncia, o, como se la ha denominado en inglés, the great resignation o big quit.

En el sector tecnológico los problemas son más estructurales y vienen de antes. Hay mucha más oferta de trabajo que gente para cubrirla. Pedro Montarelo fue directivo de la histórica Sun Microsystems, y desde hace una década ayuda a las empresas de tecnlogía a dar con perfiles técnicos. En ese tiempo ha colocado a más de 1.000 profesionales. Montarelo asegura que las cosas cambiaron "radicalmente" y fueron a peor hace una década. Sobre todo debido a una diferencia entre demanda y oferta de talento más alta de lo normal, a lo que ha contribuido la apertura de centros de I+D y de hubs tecnológicos en este país.

Montalero cree que siempre ha habido una rotación alta en perfiles junior, la de aquellos que terminan la carrera o la FP y se incorporan a una empresa, aprenden un poco y buscan un incremento salarial en la competencia. Pero también reconoce que luego, cuando los empleados buscan otras cosas, como los beneficios sociales, esa rotación suele ser menor.

Se calcula que en el mundo ahora mismo faltan millones de informáticos para atender las necesidades de unas compañías que están embarcadas en una ola acelerada de digitalización. En España, y según datos de la patronal DigitalES de mayo del año pasado, había 120.000 vacantes en el sector tecnológico nacional. La gran mayoría (40.000) relacionados con el desarrollo de software, pero también muchos relacionados con la gestión de sistemas y centros de datos (25.000) y con la ciberseguridad (24.000).

(Nastuh Abootaleb/Unsplash)

Estos grandes números tienen su traducción a nivel micro. "Casi todos los profesionales reciben ofertas y ataques a través de LinkedIn continuamente de firmas competidoras. Eso produce inflación de salarios. Además, el trabajo en tecnología es estresante porque muchas veces se trata de proyectos críticos. Y para el empleado es tentador a veces lo que nosotros llamamos poner el e-mail a cero. Es decir, salir de los problemas en que estás sumido y empezar de cero en otro sitio", relata Sánchez.

También está el problema colateral para los empleados de que, en medio de este baile, los profesionales que apuestan por permanecer tienen "la sensación de sentirse tontos si se quedan. Mucha gente tiene la impresión de que pueden crecer más rápido cambiando de compañía que progresando en sus organizaciones”.

Tenemos nuevas prioridades

Montarelo considera  que la mayor rotación se da en las consultoras que se dedican al llamado bodyshopping, es decir, a la cesión de profesionales a empresas finales para sacar adelante proyectos y tareas muy diversas y cambiantes. "A la gente no le gusta trabajar para subcontratistas, sino en el cliente final, o en consultoras que les ofrezcan proyectos interesantes y desarrollo de carrera", explica. Además, el hecho de que algunas empresas estén obligando a sus empleados a volver a la presencialidad tras la pandemia está haciendo que muchos profesionales se muevan en busca de mayor flexibilidad horaria.

Según la plataforma de colocación de programadores Joppy, que cuenta con más de 45.000 profesionales suscritos, el promedio de duración de un empleado en una empresa es de 1,7 años. Pedro Montarelo sube este intervalo y lo sitúa entre los cuatro y cinco años. En este escenario, los beneficios preferidos por los profesionales ya no tienen tanto que ver con la retribución, sino con la flexibilidad, teletrabajar la mayor parte del tiempo o tener un horario personalizado.

Y de eso son conscientes los empleadores, que anteponen en sus ofertas estas cuestiones a otras más tradicionales como las ayudas familiares (en forma de guardería o cheques bebé), los tickets restaurante o el pago del gimnasio.

Montarelo cree que la pandemia ha marcado un antes y un después en las demandas de los profesionales: "Antes del Covid-19, lo primero que preguntaba un candidato cuando le contactábamos era por la banda salarial de la posición que le ofrecíamos. Pero ahora lo primero que pregunta es por las condiciones de teletrabajo, después por el proyecto y las tecnologías, y, por último, por la banda salarial. En muchos casos si no se les ofrece teletrabajo al cien por cien rechazan entrar en el proceso de selección".

(charlesdeluvio/Unsplash)

No obstante, este experto añade que esta situación será coyuntural y que lo más probable es que se impongan los esquemas híbridos, donde convivirán el teletrabajo y los desplazamiento a una oficina.

En los últimos meses se han sucedido muchas noticias con ajustes de plantilla en las big tech que han afectado a decenas de miles de profesionales. Después de unos años de pandemia en que las tecnológicas contrataron como si no hubiera mañana, ahora tienen que poner freno y desandar parte del camino. Microsoft, Salesforce, Meta, Google, Amazon… Casi ninguna se ha escapado.

Es difícil, por tanto, saber lo que pasará en el mercado laboral tecnológico en los próximos meses y años, pero todo indica que la falta de profesionales seguirá siendo un dolor de cabeza para las compañías a pesar de todo. Según Joppy, casi un 40% de las empresas seguirá con su plan previsto de contrataciones y sólo un 22% echará el freno y contratará menos personal del previsto.

Recetas para captar y retener talento

Prosperity Digital, una firma de colocación que en los últimos 20 años ha ayudado a encontrar trabajo a más de 6.000 informáticos en Europa, confirma que, por término medio, los profesionales del sector están menos de dos años en un mismo puesto. Pero Gary Mullan, CEO de la compañía, dice que hay recetas para que las empresas retengan el talento digital y eviten el calvario de gestionar una plantilla que nunca acaba de asentarse.

Mullan insiste en ofrecer un modelo laboral flexible, que no suponga necesariamente "transformar la oficina en un espacio totalmente remoto, sino en dar la flexibilidad del trabajador para que pueda elegir el modelo más adecuado para encontrar el balance perfecto entre trabajo y vida personal".

Montarelo, por su lado, lo tiene claro: "Las compañías que ofrecen buenas condiciones de teletrabajo y buenos salarios están sufriendo menos que el resto a la hora de contratar y retener talento". También se está demostrando muy efectivo para atraer profesionales el ofrecer una jornada continua todo el año (de 8:00 a 15:00 horas, o similar), días extra de vacaciones (para celebrar el cumpleaños, por ejemplo), un bonus por permanecer en la compañía o participación en eventos y formaciones tecnológicos sin consumir días de vacaciones.

Según él, los empresarios deben ofrecer a sus empleados un plan de carrera vinculado a proyectos y tecnologías interesantes, y no a actividades repetitivas y sistemas obsoletos. Esto significa diseñar con él las tareas y proyectos en los que se embarcará, y la actualización salarial y las previsiones de crecimiento que tendrá en el medio plazo.

(INNN/Unsplash)

También recomienda Gary Mullan diseñar un buen employer branding, es decir, una buena marca como empleador. "El objetivo es resaltar el valor de trabajar en la empresa, tanto para los empleados existentes como potenciales". En el día a día significa ofrecer atractivos packs de bienvenida, salidas de team building, tiempo para uso personal más allá de las vacaciones, etc.

Para Sánchez, la carestía de talento es un problema de fondo al que las empresas deben responder con soluciones imaginativas. "En Prodware hemos mejorado el employ experience. Hicimos un programa, denominado Joy, para mejorar procesos internos, pero también para que la gente se lo pasara bien. Pero no es suficiente. Ahora estamos intentando mejorar el sentimiento de engagement o compromiso con la organización. De hecho, en recursos humanos y marketing tenemos profesionales dedicados específicamente a esta tarea".

Y añade: "Creo que los empleados deben sentirse protegidos en un momento tan turbulento como el que estamos viviendo. Es fundamental tener pegamento con la gente. Esto va de personas, del día a día, de entenderse con ellas, de tener empatía y cercanía. Y empezamos a notar los resultados".

Imagen: Arlington Research

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