El gran debate filosófico del siglo XX sigue abierto desde que Einstein rechazó el antirrealismo de Bohr y la interpretación de Copenhague
Suelo decirles a los alumnos de mis clases de filosofía de la ciencia que uno de los mayores debates científico-filosóficos del siglo XX casi nunca se les menciona con algún detalle a los estudiantes de filosofía (y hasta donde sé tampoco a los de ciencias). Me refiero al debate sobre la naturaleza de la realidad y los fundamentos de la teoría cuántica que se inició en 1927 en el Congreso Solvay de Bruselas y perdura hasta nuestros días.
Los dos grandes protagonistas del mismo fueron Albert Einstein y Niels Bohr, pero desde luego no fueron los únicos intervinientes. Al lado antirrealista, que era el de Bohr, se sumaron también Werner Heisenberg, Max Born y John von Neuman, entre otros, y en el lado realista, que era el de Einstein, se situaron, aunque de forma más diversa, Erwin Schrödinger, Louis de Broglie, David Bohm, John Bell y Hugh Everett. Fue un debate que alcanzó en ocasiones una intensidad inusitada e incluso una sorprendente acritud y enconamiento, que llegó al extremo de arruinar algunas carreras prometedoras. Su trascendencia cultural fue mucho mayor de lo que tiende a pensarse, y, si bien se mira, no se comprenden cabalmente algunos acontecimientos del siglo XX, no solo en el ámbito científico y filosófico, sin conocer sus entresijos.