Fui a Japón a un campeonato de ‘Magic’ en su edad de oro y acabó siendo una de las experiencias de mi vida
Cualquier gamer, nerd o persona informada sabe lo que es ‘Magic: El Encuentro’, el juego de cartas coleccionable con casi tres décadas a su espalda que contribuyó a que el gaming, tanto online como offline, sea lo que es hoy. Digan lo que digan, si Richard Garfield no se hubiese inventado el juego, concebido como filler o entretenimiento entre juegos con más chicha, no existirían (o no serían iguales) ‘Hearthstone‘ ni prácticamente ningún juego actual que implique construcción de mazos (hola, LCGs). También es posible que ser gamer profesional fuese una utopía.
Porque, efectivamente, uno de los puntos fundamentales para el crecimiento pujante y sostenido de ‘Magic: El Encuentro’ es el juego competitivo, coordinado por la DCI (Duelists’ Convocation International), una organización perteneciente a Wizards of the Coast (la empresa que fabrica Magic) y que viene a ser el equivalente jugón a la ATP del tenis. Cada jugador debe tener un “carnet de jugador” expendido por la DCI, hay un ranking mundial, árbitros oficiales, reglas de competición, sanciones y, claro, torneos de todos los niveles, desde pachangas de tienda a eventos profesionales.