He pasado un año restaurando una máquina de videojuegos de arcade de conducción: este es el resultado
Eran las joyas de los salones. En una época donde las consolas domésticas comenzaban a acercarse a lo que las máquinas ofrecían, los arcades de conducción seguían siendo la punta de lanza tecnológica. Polígonos con texturas a 60 fotogramas por segundo, monstruosos monitores de 28 pulgadas y asientos con volante eran los argumentos que te volvían a recordar que esto en casa no podías vivirlo.
Todo empezó durante diciembre de 2016 en chat de grupo con 4 amigos. Una conversación nostálgica recordando algunos títulos derivó en ¿Y cuánto puede costar una de estas ahora? y puso la rueda a funcionar. Unas búsquedas más tarde en apps de segunda mano nos puso en situación: costaba bastante caro si esperas que todo funcione cuando la recibes. Y ocupando mucho espacio, porque la mayoría de estos muebles son de dos jugadores.
Por eso, si comienzan a entrarte ganas de embarcarte en algo así, permíteme que comparta algo: la mayoría de juegos arcade están hechos para dar una experiencia intensa en escasos minutos. Tienen poco recorrido y los de conducción, menos. En un par de meses los habrás exprimido y allí se quedará el mueble, siendo la estrella durante las cenas con amigos, pero ocupando unos metros cuadrados difícilmente justificables si no puedes jugar contra alguien habitualmente.
Afortunadamente para nuestros propósitos contábamos con un garaje espacioso en la típica casa que es centro de celebraciones sociales. Espacio y flujo de gente igual a máquina feliz. Con esto resuelto, apareció algo interesante.
¿Dónde le dejo estos 400kgs.?
Allí estaba el anuncio. Yo tenía preferencia por los muebles de Sega, pero este modelo de GTI Club de Konami de 1996 resultaba más compacto y estéticamente seguía siendo muy agradable. Además el juego siempre me llamó mucho la atención aunque apenas lo pude probar en su momento. Y qué narices, costaba una cuarta parte de lo que pedían por un mueble completamente funcional.
Tras una llamada por teléfono al vendedor conocimos más detalles: Se trataba de un aficionado a los rallyes de Zaragoza que la había comprado hace dos años para restaurarla. Y nunca la tocó. Sabía que le faltaba una de las placas de juego y la fuente de alimentación de uno de los lados. Ni idea del estado de funcionamiento del resto de componentes.
Hicimos cuentas y solo por la madera, los asientos y la marquesina -que parecían rescatables- merecía la pena intentarlo. Cuando llegase, si faltaba poco para poder poner en marcha el juego original la restauraríamos. Si no, aprovecharíamos la estructura para meter dos PC’s con emuladores.
Tuvimos una enorme suerte porque el dueño trabajaba como vendedor de coches de segunda mano y estaba habituado a transportar mercancías de este tamaño y peso. Coordinar algo así desde Madrid para que la enviaran de Zaragoza a Alicante (sede final del proyecto) hubiese sido complicado de otra forma. Como podéis imaginar, esto no es un paquete de Amazon que dejan al vecino si no estás. Tuvimos que dar las medidas del garaje al transportista para asegurar que el camión podría entrar y descargar.
Pasaron las fiestas y llegó sin ningún problema. Y me propuse poner aquello en marcha de una manera u otra durante 2017. Aprovecharía para involucrar a los amigos de allí y verlos más. Y de paso quizá aprendería algunas cosas sobre electricidad y electrónica.
Trata de arrancarlo
Como iban a pasar un par de meses hasta que pudiera viajar a Alicante, aproveché ese tiempo para indagar sobre la máquina y conseguir el manual de servicio. Un vistazo al mismo ya anunciaba lo que confirmaríamos más adelante: gran parte de las conexiones y el cableado son específicas de este modelo de placa de Konami.
Y aunque utiliza el conector estándar JAMMA de arcades, no todos los cables que deberían pasan por él. Aprenderíamos que es algo bastante común con las máquinas de conducción. Probablemente ocasionado por las diferencias tan grandes en los controles respecto a una máquina de joystick.
El otro aspecto que dejaba claro el manual es que al final íbamos a meter las manos en un producto industrial pensado para ser operado solo por técnicos. Habría que llevar ojo con los calambres o con identificar mal un cable y acabar fundiendo algo.
Por fin llegó el día y nos juntamos para destapar el regalo. Tras 4 cubos de agua cambiados no conseguimos quitar toda la suciedad acumulada, pero al menos ya podíamos empezar a trastear con aquello sin acabar perdidos.
Comenzamos a hacer inventario y a intentar reconstruir la historia de la máquina. Parecía que en la última etapa de su vida le habían sacado componentes de uno y otro lado para realizar reparaciones en otras unidades. Lo agrupamos todo en uno de los lados y milagrosamente parecía que lo teníamos todo. Y comenzamos a identificar los distintos cables y conectarlos a la placa que conservábamos.
Para los que no tengáis experiencia, estas placas son al mismo tiempo el procesador, tarjeta gráfica, memoria RAM… y llevan incrustados los chips de memoria ROM con el código del juego. De ahí que los emuladores necesiten de roms con los juegos para funcionar.
Tras innumerables intentos por ensayo y error, parece que vamos encaminados: la fuente de alimentación suena, la placa recibe corriente y en uno de los intentos parece que hemos dejado bien conectada la señal de vídeo y los controles.
Tras bastantes ensayos y errores conseguimos conectarlo todo y, milagro, parece que arranca. Todos esos Ok en verde son los autochequeos de cada uno de los componentes de la placa. ¡Y el volante se mueve! Vamos muy bien. pic.twitter.com/Y7JLqbkx5f
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 1 de enero de 2018
Ahí podéis ver el autochequeo de los componentes de la placa que realiza la máquina cada vez que se arranca. Y luego comienza a calibrar el volante. Esto significa que al menos para uno de los jugadores la placa, el monitor, el sonido y los controles parece que funcionan. No nos lo podíamos creer, así que no tardamos nada en hacer unas pruebas lo más exhaustivas posibles:
Y no solo eso, botones, cambio de marchas y hasta el freno de mano. Nos ha tocado un poco la lotería, tenemos uno de los lados plenamente funcional.
Celebremos. pic.twitter.com/41xouLNhZH
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 1 de enero de 2018
Demasiado fácil para ser verdad
Pasada la euforia por la suerte que hemos tenido -comprábamos a ciegas y tenemos más del 50% de la máquina funcionando- nos reunimos y acordamos el plan para seguir. El lado del segundo jugador parece que tiene los controles funcionales, pero el monitor no enciende y falta una segunda placa de juego. Aparte de no tener fuente de alimentación que suministre corriente a todo ese conjunto.
En ese momento parece que la vía más rápida de que dos personas pueda disfrutar de este armatoste es restaurar la parte que falta. Vamos a perder la posibilidad de poder jugar a varios juegos de distintas épocas, pero precisamente GTI Club tiene modos para dos jugadores espacialmente divertidos y longevos.
Nos ponemos en marcha y comenzamos con la búsqueda de la placa, el elemento que si no conseguíamos desbarataba todo el plan. Encontramos algunas unidades en foros internacionales y en Ebay, pero a precios bastante elevados y con el riesgo del envío (son bastante delicadas una vez fuera del mueble).
Paralelamente a esto, un operario de una planta de procesado de enseres en algún recóndito lugar de Girona se dispone a despiezar una máquina como la nuestra. Antes de hacerlo rescató una placa y la publicó en Wallapop. De nuevo tenemos la posibilidad de comprar muy barato pero a ciegas, y allá que nos lanzamos.
Dado que iba a tardar en volver a ver la máquina, la placa se envía a Madrid. Pero, ¿cómo puedes comprobarla si no tienes una arcade? Para saber si al menos arranca y los chips están bien, necesitamos dos cosas: darle corriente y que muestre la imagen de vídeo para ver si pasa el autochequeo inicial.
Para lo primero hace falta una fuente de alimentación específica para arcade, que permiten regular el voltaje de 5V que estas necesitan. De esta forma se compensan las perdidas que pueden existir al recorrer placas tan grandes (la nuestra es de dos pisos incluso). En cuanto al vídeo, el tipo de señal que utiliza es muy especial. A pesar de que el mueble monta monitores de tubo parecidos a las antiguas TV, utilizan un formato distinto. La opción más práctica es comprar un conversor que permita mostrar esta imagen en un monitor actual.
Unas semanas más tarde llegan desde China ambos componentes y a tirar cables. El resultado después de tanta espera y trabajo no es demasiado bueno: la placa no da ninguna señal de vida.
Bueno, no nos desanimemos. Como voy a viajar a Japón, seguro que en Akihabara podría encontrar una. Pues no. Apenas quedan tiendas que tengan este tipo de material y no están precisamente a pie de calle. A base de “¿Arcade PCB?” y mostrar el nombre del juego en japonés a través del móvil solo recibí reverencias de disculpa en los escasos sitios que encontré.
A la vuelta de Japón se acumulan las malas noticias. El monitor que funcionaba comenzó a dar problemas al darle un uso más continuado y ha terminado por morir. Por si fuera poco, las opciones de encontrar una fuente de alimentación original no tienen garantías de funcionamiento y ya hemos invertido demasiado dinero en incertidumbre.
Estamos llegando ya al verano y hay que tomar una decisión: Si invertimos en material antiguo vamos a tener que mantenerlo y no tenemos los conocimientos técnicos para hacerlo con garantías. Derivarlo a un tercero sólo nos va a llevar a más gastos. Es momento de cambiar de dirección y convertir este mueble en una máquina de emulación.
Giro de 180º
Con la nueva idea en marcha, nos pusimos a buscar información al respecto y desde el principio ya vimos que tampoco iba a resultar fácil. En esencia buscábamos sacar el cableado y la placa original y sustituirlo por dos ordenadores conectados en red que emulasen distintos juegos. A base de donaciones de piezas antiguas conseguimos armar dos PCs con la suficiente potencia como para emular unos cuantos juegos sin gastarnos un euro. Irónicamente no son capaces de emular GTI Club a una velocidad aceptable.
Pero como deja claro la guía para novatos del foro Build your own arcade controls -una auténtica mina para este tipo de proyectos-, emular recreativas de conducción es una tarea bastante más complicada que el habitual mueble de botones y joystick. Especialmente porque los controles varían mucho de un juego a otro: palancas de cambio de diversos mecanismos y número de marchas, frenos de mano, volantes con distintos grados de giro, botones para vistas… y cada emulador y juego requiere de configuración específica para que los controles analógicos transmitan la sensación correcta.
Aparte de esto, llevar la señal de vídeo de un ordenador moderno a un monitor arcade de tubo presenta diversas complicaciones y limitaciones que no nos interesaban. La medida del mueble era perfecta para sustituir estas pantallas por televisores modernos de 27″, fáciles de encontrar de segunda mano. Construimos un par de sencillos soportes para fijar las teles a la estructura que ya existía en el mueble. En una tarde lo tuvimos funcionando.
Con los dos PCs ya conectados hicimos las primeras pruebas y casi se nos saltan las lágrimas. Tras dos meses de no ver claro que fuésemos a avanzar, ver el modo demo de Daytona USA a dos pantallas nos subió la moral de una forma increíble.
Lagrimones cuando vimos el resultado en marcha.
(Queda tapar el hueco al pasar a pantallas panorámicas, menos altas) pic.twitter.com/PVUmsYLTjb
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 1 de enero de 2018
Con esto cogimos fuerzas para atacar la parte más complicada de esta nueva ruta: los controles.
‘Baby you can drive my car’
La primera elección fue mantener los controles originales. Funcionaban. Y transmiten una sensación muy evocadora a aquella época a pesar de no ser tan precisos o reales como un volante de simulación moderno. Contábamos con volante, acelerador, freno, palanca de cambio secuencial arriba/abajo y un freno de mano. Estos dos últimos serían muy útiles para juegos de consola con controles adicionales. Por ejemplo podríamos lanzar un objeto en Mario Kart tirando del freno de mano. Bonus de molonidad por el gesto.
El reto se presenta al tratar de conectarlos a un PC. No tienen un conector USB o drivers para que nuestro ordenador los reconozca. Optamos por un método que nos permitiría conservar el force feedback. Esta característica, que transmite vibración y fuerzas usando un motor eléctrico, resultaba importante para nuestros volantes: lo necesitan para volver a centrarse cuando los sueltas (como un coche real). Sin esto parecen rotos.
La solución fue algo llamado Happ Wheel Hack: consiste en desmontar un volante que sí se entienda con un PC y soldar a su placa los cables de nuestros controles. Si además es un modelo antiguo que funcione a base de potenciómetros, como lo hace nuestra máquina, mejor. Tras algún tutorial de soldadura y ciertas pruebas parecía funcionar:
Al final se trata de conservar la circuitería que se entiende con el ordenador y sustituir los botones y potenciometros por los de el mueble. A todos los efectos para el PC tendremos conectado un volante Logitech. pic.twitter.com/8ufNVrwCL9
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 1 de enero de 2018
Pero si uno prueba el volante Logitech antes de desarmarlo se da cuenta de que la fuerza que ejerce cuando chocamos o cambiamos de superficie es mucho menor a la que recordábamos cuando la máquina funcionaba. Esto ocurre porque el motor eléctrico que genera esa fuerza es unas 4 veces más grande (en tamaño y potencia) en nuestra máquina.
¿Qué hacer? Pues utilizar lo que se llama un amplificador de servo. No me preguntéis muchos detalles al respecto. Creo que es algo que se utiliza en motores eléctricos de puertas de garaje. Nos limitamos a seguir estrictamente estas instrucciones para aumentar la corriente que la circuitería del volante Logitech emite. Y así amplificarla hasta la que necesita el motor de la máquina. Una vez estuvo todo en su sitio, milagrosamente funcionó.
Una vez instalado en el mueble realizamos las pruebas pertinentes. El force feedback está sin regular y suelta unos trallazos que ponen en peligro las muñecas. Y por tanto somos felices. pic.twitter.com/nrk2HKD2BQ
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 1 de enero de 2018
Perfecto. Tenemos volante y pedales. Como en el Logitech también hay múltiples botones aprovechables, recableamos algunos de ellos con el resto de controles originales ¡Ya teníamos marchas, botón Start y cambio de vista!
Dejo algunas cosas aquí para una cosita 🙂 Circulen. pic.twitter.com/BkjDkVWeph
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 21 de enero de 2018
Con esto solventábamos los controles más habituales en juegos arcade. Pero siendo ambiciosos, los PCs que hemos instalado nos permitirían juegos más contemporáneos que nos encantaría disfrutar a dobles (principalmente ‘Split/Second’ y ‘Burnout Paradise’).
El problema de este tipo de juegos es que los controles que ya tenemos sirven mientras estás corriendo, pero necesitas cursores y botones para moverte por los menús si no quieres tener un teclado por en medio. De nuevo el volante Logitech nos proporciona la circuitería que necesitamos, pero en este caso necesitamos añadirlos al mueble. Con una compra de botones de servicio (más pequeños que los de juego) y un taladro solventamos este problema.
Estamos en noviembre y ya teníamos funcionando uno de los lados, solo restaba replicarlo todo para el otro jugador. Ni os podéis imaginar la alegría que nos dieron a estas alturas las primeras partidas de prueba.
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 21 de enero de 2018
Tío, tío, ponme el juego de coches
Para poner el lazo a nuestro proyecto quedaba una parte no menos importante, en la que trabajé paralelamente desde Madrid cuando no visitaba Alicante: el software.
No solo hablamos de la configuración de cada juego, que tiene su trabajo. Si aspiras a que la máquina se utilice en eventos sociales (y más aún si hay sobrinos como en este caso) lo más práctico es que uno mismo no sea necesario para arrancar o cambiar los juegos. Para este tipo de cosas existen los llamados frontends, programas que permiten arrancar juegos y emuladores desde un menú visual que se puede manejar con controles de juego.
En este caso utilicé Attract Mode, que ya conocía de emulación con Raspberry Pi. Aproveché uno de los aspectos visuales que ya tenía y lo modifiqué para adaptarlo a lo que me rondaba por la cabeza como interfaz. Como iban a ser pocos juegos (4 era el objetivo para 2017, 10 en 2018) personalicé a mano la información e imágenes de cada uno de ellos. Y dejé configurado Attract Mode de forma que se pudiesen recorrer y seleccionar con los distintos controles de la máquina.
Al seleccionar el juego, en lugar de arrancarlo directamente, se ejecuta un script del programa de automatización AutoHotKey. Este pone en marcha la siguiente secuencia:
- Cerrar Attract Mode para asegurarnos de que el juego se queda activo en pantalla (recordad que no tenemos ratón o teclado para corregirlo si no es así)
- Mostrar los controles que utiliza el juego y recordar la combinación de botones para cerrarlo.
- Lanzar cualquier aplicación de soporte que necesite el juego. Por ejemplo Daytona USA requiere una utilidad externa para que nuestro cambio secuencial de 2 posiciones sea compatible con la palanca de 4 de la recreativa original.
- Arrancar el juego o emulador y quedar a la espera de si se pulsa la combinación de botones de salida. Si esto sucede, volver a lanzar el menú.
Por último los PCs se configuraron para encenderse al recibir corriente y Windows ejecuta nuestro menú automáticamente al iniciarse. Resultado: un sistema autónomo a prueba de visitas con solo encender una regleta.
Y así, a las 6 de la tarde del 31 de diciembre de 2017 grababa este vídeo que daba por cumplido el objetivo del año.
Con todo esto junto ya tenemos un sistema autónomo al que solo necesitas darle corriente y puedes usar (esperemos) sin asistencia. pic.twitter.com/15s4RGDfEh
— Sergio Ruiz (@sergiMD) 1 de enero de 2018
Algunos detalles se quedaron sin rematar: principalmente tapar el hueco dejado por las pantallas nuevas al ser panorámicas (nuestro herrero estaba de vacaciones). Pero el nuevo año se presentaba muy bien, añadiendo poco a poco más juegos y disfrutando de los que ya funcionan en cada ocasión que nos reunamos.
En definitiva, todo un viaje con el que aprendimos un buen montón de cosas. Y sobre todo disfrutando haciéndolo y viendo cómo otros ya lo están usando.
— Sergio Ruiz (@sergiMD) January 1, 2018
Imagen de portada | cottonbro
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La noticia
He pasado un año restaurando una máquina de videojuegos de arcade de conducción: este es el resultado
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Sergio Ruiz Navarro
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